Lucas 2,22-40
Cumplido asimismo el tiempo de la purificación de la Madre, según la ley
de Moisés, llevaron al Niño a Jerusalén para presentarle al Señor, como está
escrito en la ley del Señor: Todo varón que nazca el primero será consagrado al
Señor: y para presentar la ofrenda de un par de tórtolas o dos palominos, como
está también ordenado en la ley del Señor.
Había a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios,
llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo
moraba en él. El mismo Espíritu Santo le había revelado que no había de morir
antes de ver al Cristo ungido del Señor. Así vino inspirado de El al templo. Y
al entrar sus padres con el niño Jesús para practicar con El lo prescrito por
la ley, tomándole Simeón en los brazos.
Bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, sacas en paz de este mundo
a tu siervo, según tu palabra, porque han visto ya mis ojos al Salvador que nos
has dado, al cual tienes destinado para que, expuesto a la vista de todos los
pueblos, sea la brillante, que ilumine a los gentiles, y la gloria de tu pueblo
de Israel".
Su padre y su Madre escuchaban con admiración las cosas que de El se
decían. Y los bendijo Simeón, y dijo a María, su Madre: "Este niño que ves
está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser el
blanco de la contradicción, lo que será para ti misma una espada que traspasará
tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones".
Vivía entonces una profetisa, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu
de Aser, que era ya de edad muy avanzada, y la cual, casada desde la flor de
ella, vivió con su marido siete años; y habíase mantenido viuda hasta los
ochenta y cuatro de edad, no saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día
y noche con ayunos y oraciones. Esta, pues, viniendo a la misma hora, alababa
igualmente al Señor, y hablaba de El a todos los que esperaban la redención de
Israel.
Jesús y María, cumplidas todas las cosas ordenadas en la ley del Señor,
regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Entre tanto el Niño iba creciendo
y fortaleciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia del Señor estaba en El.
Cumplido asimismo
el tiempo de la purificación de la Madre, según la ley de Moisés, llevaron al
Niño a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la ley del
Señor: Todo varón que nazca el primero será consagrado al Señor: y para
presentar la ofrenda de un par de tórtolas o dos palominos, como está también
ordenado en la ley del Señor. (vv. 22-24)
San Cirilo
Después de la circuncisión se espera
todavía el tiempo de la purificación, por lo que dice: "Cumplido asimismo
el tiempo de la purificación de la Madre, según la ley", etc.
Beda
Si examinamos detenidamente las palabras
de la ley, hallaremos ciertamente que la misma Madre de Dios, como no había
concebido por obra de varón, no estaba obligada al precepto legal. Porque no
era considerada como inmunda toda mujer que alumbrase, sino sólo aquélla que
alumbrase por obra de varón, por lo cual se distinguía aquella que había
concebido y dado a luz siendo virgen. Pero, para que nosotros nos viésemos
libres del yugo de la ley, María, como Cristo, se sometió espontáneamente a
ella.
Tito Bostrense
Por eso dice claramente el evangelista
que se cumplió el tiempo de la purificación, según la ley. Y en verdad que no
tenía necesidad la Santísima Virgen de esperar los días de su purificación,
porque, habiendo concebido por obra del Espíritu Santo, se vio libre de toda
mancha.
Prosigue: "Llevaron al Niño a
Jerusalén, para presentarlo al Señor".
San Atanasio in
serm. super Omnia mihi tradita sunt
Pero, ¿cuándo el Señor estuvo escondido
de la mirada del Padre, de modo que no pudiera ser visto por El? ¿O qué lugar
hay fuera de su imperio, en el que pueda estar separado de su Padre hasta que
se le lleve a Jerusalén, y sea introducido en el templo? Pero todo esto ha
debido ser escrito por causa nuestra, porque así como no ha sido hecho hombre,
ni circuncidado en su carne, por causa de sí mismo, sino para hacernos dioses
en virtud de su gracia, y para que nos circuncidemos espiritualmente, así fue
presentado el Señor por nosotros, para que aprendamos también a presentarnos
nosotros mismos.
Beda
Después de treinta y tres días de su
circuncisión, es presentado al Señor, dando a entender de una manera mística
que ninguno, si no está circuncidado de sus vicios, es digno de presentarse
delante de Dios, y que todo el que no esté libre de los nexos del cuerpo mortal,
no puede disfrutar perfectamente de los goces de la ciudad eterna.
Prosigue: "Como está escrito en la
ley del Señor".
Orígenes, in
Lucam, 14
¿Dónde están aquellos que niegan que
Jesucristo haya proclamado en el Evangelio al Dios de la ley? ¿Puede creerse
que Dios, siendo bueno, sometiera a su Hijo a la ley del enemigo, que El mismo
no había dado? Porque en la ley de Moisés está escrito lo que sigue: Que todo
macho que abriere matriz será consagrado al Señor.
Beda
Las palabras "que abriere matriz"
se refieren al primogénito del hombre y del animal, porque estaba mandado que
uno y otro debía consagrarse al Señor, y por tanto, pertenecían al sacerdote,
pudiendo recibir una ofrenda por el primogénito del hombre y redimir a todo
animal inmundo.
San Gregorio
Niseno, in homilia de occursu Domini
Esta prescripción de la ley parece
cumplirse de una manera singular y diferente de las otras en el Dios encarnado.
En efecto, sólo El, concebido inefablemente y nacido de una manera
incomprensible, abrió el seno virginal, no abierto antes por la unión conyugal,
y se conservó milagrosamente después del parto la señal de la castidad.
San Ambrosio, in
Lucam, 1, 2
Porque no fue hombre el que abrió el
seno virginal, sino que el Espíritu Santo infundió germen inmaculado en aquel
seno inviolable. Aquel, pues, que santificó las entrañas de otra para que
naciese el profeta, es el mismo que abrió las entrañas de su Madre para nacer
inmaculado.
Beda
Las palabras: "Que abriere
matriz", se refieren al modo con que se verifica el nacimiento. Pero no se
ha de creer que el Señor destruyera por su nacimiento la virginidad del seno
sagrado que había santificado aposentándose en él.
San Gregorio
Niseno, in homilia de occursu Domini
En sentido espiritual, éste es el sólo
parto masculino que ha ocurrido, puesto que no participó de la culpa femenina,
por cuya razón se llama con verdad santo. Así el arcángel Gabriel (como
recordando que esta disposición solamente se refiere a él) decía: "El
fruto santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios". Y por lo que hace
a los demás primogénitos, la prudencia evangélica ha establecido que sean
llamados santos, porque su ofrenda a Dios los hace dignos de este nombre. Pero
para el primogénito de toda criatura, el Angel proclama que nace santo como
siéndolo por sí mismo.
San Ambrosio, in
Lucam, 1, 2
Solamente Jesús, Nuestro Señor, es santo
entre todos los nacidos de mujer, puesto que no experimentó en su inmaculado
nacimiento las consecuencias del contagio humano que rechazó por su majestad
celestial. Porque si seguimos el sentido de la letra ¿cómo podremos decir que
es santo todo hombre, cuando sabemos que muchos han sido malvados? Pero El es
aquel santo a quien señalaban los piadosos preceptos de la ley divina en la
figura del futuro misterio; porque El es el que solo debía abrir el seno
misterioso de la santa y virgen Iglesia, para engendrar a los pueblos.
San Cirilo, homilia
17
¡Oh profundidad de los secretos de la
sabiduría y de la ciencia de Dios! Ofrece hostias Aquel que es honrado
igualmente con el Padre, y siendo la verdad, observa las figuras de la ley. Es
autor de la ley como Dios y la cumple como hombre. Por ello sigue: "Y para
dar la ofrenda conforme está mandado en la ley del Señor ( Lev 12,8),
un par de tórtolas, o dos palominos".
Beda, in
homilia de Purificatione
Esta era la ofrenda de los pobres porque
el Señor había mandado en la ley que los que pudiesen ofrecer un cordero por el
hijo o por la hija, ofreciesen a la vez la tórtola o la paloma; pero que los
que no pudieran ofrecer un cordero, ofreciesen dos tórtolas o dos pichones. Así
el Señor, siendo rico, se dignó hacerse pobre, para hacernos participantes de
sus riquezas por su pobreza.
San Cirilo, homilia,
17
Veamos ahora qué es lo que significan
estas ofrendas. La tórtola es la que más cuenta entre todas las aves, y la
paloma es el animal más manso. Tal se ha hecho el Señor para nosotros
practicando la más perfecta mansedumbre, y haciendo resonar en su huerto las
melodías para atraer el mundo. Tanto la tórtola como la paloma eran
sacrificadas para manifestarnos por estas figuras que el Señor sufriría en su
carne por la vida del mundo.
Beda, in
homilia de Purificatione
La paloma representa la candidez y la tórtola
la castidad; porque la primera ama la sencillez, y la última la castidad, de
tal modo que, si por casualidad pierde su compañera no vuelve a buscar otra.
Por esta razón se ofrece una tórtola y una paloma al Señor en holocausto,
porque el trato sencillo y honesto de los fieles es un sacrificio agradable a
su justicia.
San Atanasio in
serm. super Omnia mihi tradita sunt
Por esto mandó que se ofreciese dos
cosas, porque, como el hombre consta de alma y de cuerpo, Dios exige de
nosotros dos clases de sacrificios: la castidad y la mansedumbre, no sólo del
cuerpo, sino del alma. Porque, de otro modo, el hombre sería falso e hipócrita,
cubriendo con aparente inocencia una malicia oculta.
Beda, in
homilia de Purificatione
Pero aunque estas aves son por su
costumbre de gemir el emblema de la tristeza presente de los santos, se
diferencian, sin embargo, en que la tórtola vuela sola por los bosques,
mientras que la paloma acostumbra a volar en compañía de otras, por lo cual la
una representa las lágrimas ocultas de nuestras oraciones, y la otra las
públicas reuniones de la Iglesia.
Beda
Además la paloma que vuela en compañía
de otras, representa la agitación de la vida activa, y la tórtola, que goza en
la soledad, representa las alturas de la vida contemplativa. Y como estas dos
ofrendas son igualmente agradables al Creador, no dice San Lucas si fueron
tórtolas o pichones los que fueron ofrecidos al Señor, a fin de no dar la
preferencia a uno de estos dos órdenes de vida, enseñándonos a seguir ambos a
dos.
Había a la sazón en
Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba
la consolación de Israel, y el Espíritu Santo moraba en él. El mismo Espíritu
Santo le había revelado que no había de morir antes de ver al Cristo ungido del
Señor. Así vino inspirado de El al templo. Y al entrar sus padres con el niño
Jesús para practicar con El lo prescrito por la ley, tomándole Simeón en los
brazos. (vv. 25-28)
San Ambrosio, in
Lucam, 1, 2
Recibió testimonio la encarnación del
divino Verbo, no sólo de los ángeles y los profetas, de los pastores y sus
padres, sino también de los justos y los ancianos. Por lo cual se dice: "Y
había a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado
Simeón".
Beda
Difícilmente se guarda la justicia sin
el temor. No me refiero al de vernos privados de los bienes temporales (el amor
perfecto lo rechaza), sino al santo temor de Dios que dura en el siglo; porque
cuanto más ama el justo a Dios, con tanto más cuidado evita el ofenderlo.
San Ambrosio, in
Lucam, 1, 2
Y era verdaderamente justo el que no
buscaba la gracia para sí, sino para el pueblo. Por esto dice: "Esperaba
la consolación de Israel".
San Gregorio
Niseno, in homilia de occursu Domini
No esperaba en verdad el prudente Simeón
la felicidad mundana para la consolación de Israel, sino la verdadera
transición al brillo de la verdad, por la separación de las sombras de la ley,
pues le había sido revelado que habría de ver al Cristo o ungido del Señor
antes de salir de la presente vida. Por lo cual prosigue: "Y el Espíritu
Santo moraba en él, por quien en verdad era justificado. El mismo Espíritu
Santo le había revelado", etc.
San Ambrosio
Deseaba en verdad verse libre de las
ligaduras de la fragilidad de la carne, pero esperaba ver a quien le había sido
prometido, porque sabía que son bienaventurados los ojos que lo ven.
San Gregorio
Magno, Moralium, 23,3, super Iob 6,5
En esto comprendemos con cuánta ansia
los hombres santos del pueblo de Israel desearon ver el misterio de la
encarnación del Verbo.
Beda
Ver la muerte significa sufrirla, y muy
feliz será aquél que antes de ver la muerte de la carne haya tratado de ver con
los ojos de su corazón al Cristo o ungido del Señor, tratando de la Jerusalén
celestial y frecuentando los umbrales del templo del Señor, esto es, siguiendo
los ejemplos de los santos (en quienes habita el Señor). Esta misma gracia del
Espíritu Santo, que le había hecho antes conocer al que había de venir, hizo
que lo reconociera cuando vino. Por ello sigue: "Así vino inspirado de El
al templo".
Orígenes, in
Lucam, 15
Y tú, si quieres poseer a Jesús y
abrazarlo, debes cuidar con todo empeño de tener siempre por guía al Espíritu
Santo, y venir al templo del Señor. Y por esto sigue: "Y al entrar sus
padres con el niño Jesús (esto es, su Madre María y José, que se creía que era
su padre) para practicar con El lo prescrito por la ley, lo tomó Simeón en sus
brazos".
San Gregorio
Niseno, in homilia de occursu Domini
Cuán dichosa fue esta santa entrada en
el templo sagrado, por la cual se adelantó al término de su vida. ¡Dichosas
manos que tocaron al Verbo de vida, y dichosos también los que lo recibieron!
Beda
Aquel hombre justo recibió al niño Jesús
en sus brazos, según la ley, para demostrar que la justicia de las obras, que,
según la ley, estaban figuradas por las manos y los brazos, debía cambiarse por
la gracia humilde, ciertamente, pero saludable de la fe evangélica. Tomó el
anciano al niño Jesús, para demostrar que este mundo, ya decrépito, iba a
volver a la infancia y la inocencia de la vida cristiana.
Bendijo a Dios
diciendo: "Ahora, Señor, sacas en paz de este mundo a tu siervo, según tu
palabra, porque han visto ya mis ojos al Salvador que nos has dado, al cual
tienes destinado para que, expuesto a la vista de todos los pueblos, sea la
brillante, que ilumine a los gentiles, y la gloria de tu pueblo de
Israel". (vv. 29-32)
Orígenes, in
Lucam, 15
Si sólo con tocar la franja del vestido
de Jesús quedó curada aquella mujer, ¿qué habremos de juzgar de Simeón, que
recibió al niño Jesús en sus brazos, y se regocijaba teniendo así al que había
venido a librar a los cautivos, sabiendo que nadie podía sacarlo de la prisión
del cuerpo con la esperanza de la vida eterna, sino Aquel que tenía en sus
brazos? Por esto se dice: "Y bendijo a Dios diciendo: ahora, Señor, sacas
en paz de este mundo a tu siervo".
Teofilacto
Dice Señor para confesar que es el dueño
de la vida y de la muerte, declarando así que era Dios el niño a quien había
recibido en sus brazos.
Orígenes, in
Lucam, 15
Como diciendo: Cuando yo no tenía a
Jesucristo, estaba como cautivo y no podía salir de las prisiones.
San Basilio, in
homil. de gratiarum actione
Si examinas los clamores de los justos,
verás que todos lloran sobre este mundo y su lamentable duración. Dice David en
el salmo ( Sal 119,5): "¡Ay de mí, que mi destierro se ha
prolongado!"
San Ambrosio
Ve aquí a ese justo que desea librarse
de la cárcel de su cuerpo, en que está como encerrado, para empezar a ser con
Cristo. Pero el que quiera librarse de esta cárcel vaya al templo, vaya a
Jerusalén, espere al Cristo o ungido del Señor, reciba en sus manos al Verbo de
Dios y abrácelo -por decirlo así- con los brazos de su fe. Entonces será libre,
y no verá la muerte quien ha visto la vida.
Griego
Simeón bendecía al Señor sobre todo,
porque veía realizadas todas las promesas que se habían hecho, pues había
merecido ver con sus propios ojos y tener en sus propias manos al consolador de
Israel. Por esto dice: "Según tu palabra", esto es, porque he
obtenido la realización de tus promesas. Y ahora que he sentido de una manera
visible lo que deseaba, libras a tu siervo, no espantado por el temor de la
muerte ni conturbado por pensamientos de duda. Y por esto añade: "En
paz".
San Gregorio Niceno
Porque después que Jesucristo destruyó
el pecado, su enemigo, y nos reconcilió con su Padre, se llevó a cabo la
traslación de los santos a la región de la paz.
Orígenes
¿Quién es el que se aparta de este mundo
en paz, sino aquel que conoce que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo
al mundo ( 2Cor 5), y que no tiene nada de enemigo de Dios, sino que
ha recibido en sí todas las delicias de la paz por sus buenas obras?
Griego
Se le había ofrecido que no moriría
antes de ver al Cristo o ungido del Señor, y por tanto, manifestando que esto
se había cumplido, añade: "Porque han visto ya mis ojos tu
salvación".
San Gregorio Niceno
Bienaventurados tus ojos, tanto los del
alma como los del cuerpo. Estos en verdad, recibiendo al Señor de una manera
visible; aquéllos no sólo considerando lo que han visto, sino reconociendo al
Verbo del Señor en su carne iluminados por la luz del Espíritu, porque el
Salvador que habéis visto es el mismo Jesús, cuyo nombre significa salvación.
San Cirilo
Jesucristo, pues, había sido aquel
misterio que se manifestó en los últimos tiempos, y que fue preparado antes de
la creación del mundo. Y por esto dice: "la cual has aparejado ante la faz
de todos los pueblos", etc.
San Atanasio
Esto es que la salud de todos los
pueblos ha sido hecha por Cristo. ¿Cómo, pues, se ha dicho antes que Israel
esperaba su consolación? Porque el Espíritu le hizo conocer que Israel tendría
su consolación cuando estuviera preparada la salud para todos los
pueblos.
Griego
Observa también la penetración del
venerable y digno anciano. Antes de aparecer como digno de la bienaventurada
visión, esperaba el consuelo de Israel. Pero desde que obtuvo lo que esperaba,
exclama diciendo que había visto la salvación de todos los pueblos, porque la
inefable luz de aquel infante bastó para que viese lo que había de suceder en
la prosecución de los tiempos.
Teofilacto
Dice de un modo significativo:
"Para ser revelada", a fin de que su encarnación fuese vista de
todos. Y añade que esta salvación es la luz de las gentes y la gloria de
Israel, y con estas palabras: "Sea luz brillante que ilumine a los
gentiles".
San Atanasio
Antes de la venida del Salvador, vivían
sumidas las naciones en las últimas tinieblas, privadas del conocimiento del
verdadero Dios.
San Cirilo
Pero al venir Jesucristo, fue la luz
para los que vivían en las tinieblas del error, a quienes oprimía la mano del
enemigo, y a los que llamó Dios Padre al conocimiento de su Divino Hijo, que es
la verdadera luz.
San Gregorio Niceno
Israel, sin embargo, estaba débilmente
iluminada por la ley, y por tanto, no dice que le hubiese mostrado la luz,
puesto que añade: "Y para gloria de tu pueblo de Israel", recordando
la antigua historia de Moisés, quien, después de hablar con el Señor, volvió
con el rostro radiante de gloria. Así también ellos, conociendo la divina luz
de la humanidad de Jesucristo, y echando fuera su antigua ceguedad, se
transformaban en imagen suya, pasando de una gloria a otra gloria.
San Cirilo
Porque aunque algunos de ellos fuesen
desobedientes, otros, sin embargo, se salvaron, y por medio de Jesucristo han
alcanzado la gloria. Las primicias de estos fueron los santos apóstoles, cuyas
luces iluminan a todo el orbe. Jesucristo fue también especialmente la gloria
de Israel, porque procedía de ellos según la carne, aun cuando como Dios fuese
rey de los siglos bendecido por todos los hombres.
San Gregorio Niceno
Y por eso dijo terminantemente: "De
tu pueblo", porque no solamente fue adorado por él, sino que además había
nacido de él, según la carne.
Beda
También la luz de las naciones debía ser
mencionada antes que la gloria de Israel, porque cuando haya entrado la
totalidad de ellas, entonces todo Israel será salvo. ( Rom 10,15-26.)
Su padre y su Madre
escuchaban con admiración las cosas que de El se decían. Y los bendijo Simeón,
y dijo a María, su Madre: "Este niño que ves está destinado para ruina y
para resurrección de muchos en Israel y para ser el blanco de la contradicción,
lo que será para ti misma una espada que traspasará tu alma, para que sean
descubiertos los pensamientos de muchos corazones". (vv. 33-35)
Griego
Cada vez que viene a la memoria el
conocimiento de las cosas sobrenaturales, se renueva el milagro en el Espíritu
y por esto dice: "Su padre y su Madre escuchaban con admiración las cosas
que de El se decían".
Orígenes
Tanto por el ángel y por la multitud del
ejército celestial, como por los pastores y por el mismo Simeón.
Beda
Llama a José padre del Salvador, no
porque fuese su padre verdaderamente (según los fotinianos), sino porque era
considerado como padre por todos para conservar el buen nombre de María.
San Agustín, de
consensu evangelistarum, 2, 1
Aunque puede llamarse padre por ser el
esposo de María sin comercio carnal ni unión conyugal -puesto que estaba así-
aparecía mucho más unido a ella, que de cualquier otra forma. Y por tanto San
José podía llamarse padre de Jesucristo porque, aunque no lo había engendrado
según la naturaleza, lo había adoptado sin embargo.
Orígenes
El que quiera remontarse más en esta
cuestión puede decir que el orden de la genealogía se computa desde David hasta
José, para que no apareciese que José se llamaba padre del Salvador no
siéndolo, puesto que para observar el orden de sucesión es llamado padre del
Señor.
Griego
Una vez celebradas las alabanzas del
Señor, Simeón dirigió su bendición sobre los que traían al niño, de donde
prosigue: "Y los bendijo Simeón". Dando su bendición a los dos,
dirige los anuncios de lo que había de suceder solamente a la Madre, aun cuando
por esta bendición común no excluye a San José de la paternidad aparente, y hablando
a la Madre, aparte de José, la considera como verdadera Madre del Señor. Por
esto dice: "Y dijo a María su Madre", etc.
San Ambrosio
Ve aquí la gracia abundante del Señor
difundida sobre todos por medio del nacimiento del Salvador, y cómo la profecía
fue negada a los incrédulos y no a los justos. He aquí por qué Simeón profetiza
que Jesucristo había venido para ruina y para elevación de muchos.
Orígenes
El que expone sencillamente esto puede
decir que Jesucristo había venido para ruina de los infieles y para elevación
de los fieles.
San Juan Crisóstomo
Así como la luz, aun cuando ofende a los
ojos débiles, no deja de ser luz, así el Salvador continúa siendo Salvador, aun
cuando se pierdan muchos, sin que pueda decirse que la pérdida de éstos es obra
suya, sino la locura de los malos, por lo que su poder no sólo se manifiesta
cuando procura la salvación de los buenos, sino también cuando produce la ruina
de los malos. Porque cuanto más brilla el sol, más ofende a los ojos débiles.
San Gregorio Niceno
Observemos, pues, lo escogido de las
expresiones de esta distinción. Dice que se ha preparado la salvación de todo
el pueblo, pero anuncia la caída y la elevación de muchos. El propósito divino
es la salvación y la gloria de todos. Sin embargo la ruina y la elevación de
muchos consisten en la intención de cada cual, según sea creyente o incrédulo.
Ahora, que los caídos o incrédulos se levanten está conforme con la razón.
Orígenes
Podrá decirse que para que uno haya
caído es preciso que antes haya estado de pie, pero ¿quién es el que ha estado
de pie, y para cuya ruina haya venido el Señor?
San Gregorio Niceno
Pero en esto se da a conocer que la
ruina afecta a lo más malo, porque no merecen igual castigo los que vivieron
antes del misterio de la encarnación, que los que vivieron después de la
redención y de la predicación. Y especialmente debían ser privados de los
beneficios antiguos los que procedían de Israel y pagar con penas más graves
que todas las demás naciones, porque no quisieron admitir lo que se les había
profetizado, lo que ellos habían adorado, y lo que de ellos había nacido. Por
esto se les amenaza de una manera especial con la ruina no sólo de la salud
espiritual, sino también con la destrucción de la ciudad y de los habitantes de
ella. La elevación se ofrece por el contrario a los que crean, así a los que
viven bajo el yugo de la ley, y a quienes se trata de librar de él, como a los
que viven sepultados con Jesucristo, y que habrán de resucitar con El.
Orígenes
Debe entenderse en un sentido mucho más
elevado lo que se dice de aquellos que claman contra el Creador, diciendo: He
aquí el Dios de la ley y de los profetas; vedle cual es: "Yo -dijo- doy la
muerte y doy la vida" ( Dt32,39). Si por esto es un juez sanguinario
y un creador cruel, Jesús, Hijo suyo, lo es también, porque está escrito de El
que había de venir para ruina y elevación de muchos.
San Ambrosio
Esto es para distinguir los méritos de
los justos y de los impíos, y para darnos, como juez verdadero y justo, el
premio o el castigo que merezcan nuestras acciones.
Orígenes
Debemos fijarnos y ver que el Salvador
no ha venido acaso igualmente para la ruina que para la elevación. Porque
cuando yo estaba en pecado, me sirvió de utilidad el caer primeramente y morir
para el pecado. Los santos, y también los profetas, cuando contemplaban alguna
cosa demasiado augusta, caían con el rostro sobre el suelo, para purificarse
mejor de sus pecados con esta caída. Esto es lo primero que el Salvador nos
concedió. Eras pecador, pues que caiga lo que había en ti de pecador, para que
puedas después resucitar y decir: "Si hemos muerto con El, con El también
resucitaremos" (2Tim 2,11).
San Juan Crisóstomo
La resurrección, en verdad, es una vida
nueva, porque cuando el lascivo se convierte en casto, el avaro en caritativo,
el furioso en manso, entonces se opera la resurrección, el pecado muere y
resucita la justicia.
Prosigue: "Y para ser el blanco de
la contradicción".
San Basilio
Blanco de la contradicción se llama con
propiedad en la sagrada Escritura a la cruz, porque dice ( Núm 21,9)
que Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso en alto como
señal.
San Gregorio Niceno
Aquí mezcla la deshonra con la gloria,
porque para nosotros los cristianos es verdaderamente como signo de
contradicción, puesto que mientras unos lo consideran como ridículo y horrible,
otros lo consideran digno de veneración. O acaso se llama signo al mismo
Cristo, porque existe sobre la naturaleza y es el autor de los signos
milagrosos.
San Basilio
Es pues un signo que indica una cosa
admirable y oculta, visto por los sencillos, y comprendido por los que tienen
cultivado el entendimiento.
Orígenes
Todo lo que dice la historia respecto de
Jesucristo, está contradicho. No por los que creen en El, pues nosotros
ciertamente sabemos que son verdaderas todas las cosas que están escritas; pero
para los incrédulos todo lo que se ha escrito, respecto del Salvador, es señal
de contradicción.
San Gregorio Niceno
Todas estas cosas que se dicen del
Salvador, afectan igualmente a su Madre, porque toma también para sí todos sus
trabajos y todas sus glorias, y no solamente le anuncia las prosperidades, sino
que también los dolores. Porque prosigue: "lo que será para ti misma una
espada que traspasará tu alma".
Beda
En ninguna historia se lee que la
Santísima Virgen María muriera herida por alguna espada, especialmente cuando,
no el alma, sino el cuerpo es quien puede ser atravesado por el hierro. Por
tanto, debemos entender que la espada que traspasó su alma fue aquélla de que
se dice: "Y la espada en los labios de ellos atravesó su alma"
( Sal 58,8), esto es, refiriéndose al dolor de la Virgen por la
pasión del Señor. La cual, aun cuando aparecía que Jesucristo moría por
voluntad propia (como Hijo de Dios) y aun cuando no dudase que habría de vencer
a la misma muerte, sin embargo, no pudo ver crucificar al Hijo de sus entrañas
sin un sentimiento de dolor.
San Ambrosio
Tal vez manifestó en esto que la
prudencia de María no era desconocedora de este divino misterio, puesto que la
palabra de Dios es viva y eficaz y más penetrante que cualquier espada de dos
filos ( Heb 4,12).
San Agustín, de
quaest. novi et veteris Testamenti, cap. 73
Acaso significó en esto que también
María (por quien se había realizado el misterio de la encarnación), dudó con
cierto estupor en la muerte de Jesús, viendo al Hijo de Dios tan humillado y
que descendía hasta la muerte. Y así como la espada cuando toca a un hombre le
hace temer, aun cuando no lo hiera, así la duda produjo en ella tristeza, sin
matarla, porque no tomó asiento en su alma, sino que la atravesó como una
sombra.
San Gregorio Niceno
Pero no declara que ella sola habría de
sufrir en la pasión, cuando añade "Para que sean descubiertos los
pensamientos de muchos corazones", con lo que expresa el hecho, pero no la
causa, porque después de estos sucesos se siguió para muchos el descubrimiento
de sus pensamientos. Unos confesaban a Dios en la cruz, otros no dejaban de
insultarlo e injuriarlo. O tal vez se dice esto en el sentido de que durante la
pasión se manifestó la meditación en el corazón de muchos, que se enmendaron
por la resurrección, reemplazando después la duda con la certidumbre. Acaso por
revelación debemos entender iluminación, conforme al sentido habitual de la
Escritura.
Beda
Mas hasta la consumación de los siglos,
la espada de la más dura tribulación no cesará de traspasar el alma de la
Iglesia, al ver que, aunque resucitan muchos con Cristo, una vez oída la
palabra de Dios, son muchos también los que niegan y persiguen la fe. También
cuando se ve que revelados los pensamientos de muchos corazones en que se ha
sembrado la buena semilla del Evangelio, la cizaña de los vicios prevalece, o
es la única que germina en ellos.
Orígenes
Había en los hombres pensamientos malos,
que fueron revelados para que los destruyera el que murió por nosotros. Puesto
que es imposible destruirlos durante el tiempo que permanecen ocultos, por lo
que, si nosotros pecamos, debemos decir: "no he ocultado mi maldad"
( Sal 31,5). Si manifestamos nuestros pecados, no solamente a Dios,
sino a aquellos que pueden curar las heridas de nuestras almas, se borrarán
nuestros pecados.
Vivía entonces una
profetisa, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya de edad
muy avanzada, y la cual, casada desde la flor de ella, vivió con su marido
siete años; y habíase mantenido viuda hasta los ochenta y cuatro de edad, no
saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y
oraciones. Esta, pues, viniendo a la misma hora, alababa igualmente al Señor, y
hablaba de El a todos los que esperaban la redención de Israel. (vv. 36-38)
San Ambrosio
Había profetizado Simeón, había
profetizado una que era casada, y había profetizado una Virgen. Debió también
profetizar una viuda para que no faltase ningún sexo ni condición. Y por ello
dice: "Vivía entonces una profetisa llamada Ana", etc.
Teofilacto
Se detiene el evangelista, describiendo
la persona de Ana, diciendo quién era su padre, cuál era su tribu, y
presentando como testigos a muchos que vieron a su padre y su tribu.
San Gregorio Niceno
O tal vez porque en aquel tiempo había
otras mujeres que tenían el mismo nombre de su padre, y dice cuál es su
procedencia.
San Ambrosio
Ana, tanto por sus virtudes de viuda,
cuanto por sus costumbres, está representada como digna de anunciar al Redentor
del mundo, por lo que continúa: "Que era ya de edad muy avanzada, y había
vivido desde su virginidad, siete años con su marido y siendo viuda hasta los
ochenta y cuatro años".
Orígenes, in
Lucam, 17
No en vano el Espíritu Santo habitó en
ella, porque el primer bien es poseer, si se puede, la gracia de la virginidad.
Pero si esto no es posible, y sucede que la mujer pierda a su marido, debe
permanecer viuda, y hallarse con este ánimo, no sólo después de la muerte de su
marido, sino también mientras él vivió, a fin de que Dios, si no sucede así,
premie su voluntad y su propósito, debiendo decir: Yo ofrezco esto, yo prometo
que, si me sucede lo que no deseo, permaneceré viuda y pura. Con razón, pues,
mereció esta santa mujer recibir el espíritu de profecía, porque había subido a
la cumbre de la perfección, por su dilatada castidad, y por sus prolongados
ayunos. Por lo que sigue: "No saliendo del templo, y sirviendo en él a
Dios día y noche en ayunos y oraciones", etc.
Orígenes
Esto indica que poseía todas las demás
virtudes. Veamos, pues, cómo era conforme con Simeón por sus virtudes. Los dos
estaban juntos en el templo, y juntos fueron considerados dignos de la gracia
profética. Por ello sigue: "Esta, pues, sobreviniendo a la misma hora,
alababa igualmente al Señor".
Teofilacto
Esto es, daba gracias viendo la
salvación del mundo en Israel, y decía de Jesús que era el Redentor, y el mismo
Salvador. De aquí prosigue: "Y hablaba de El a todos los que
esperaban", etc.
Orígenes
Y como Ana la profetisa habló poco y no
muy claro de Jesucristo, el Evangelio no refiere explícitamente lo que ella
dijo. También se puede creer que tal vez habló Simeón antes que ella, porque
éste representaba la forma de la ley (puesto que su nombre quiere decir
obediencia) y ella representaba la gracia (según la significación del suyo), y
como Jesucristo estaba entre ellos, dejó morir al primero con la ley, y fomentó
con la gracia la vida de la última.
Beda
Según el sentido místico, Ana significa
la Iglesia, que en la actualidad ha quedado como viuda por la muerte de su
esposo. También el número de los años de su viudez representa el tiempo de la
peregrinación del cuerpo de la Iglesia lejos del Señor. Siete veces doce hacen
ochenta y cuatro; siete expresa la marcha del tiempo que gira en siete días, y
doce que pertenecen a la perfección de la doctrina apostólica. Por esto, tanto
la Iglesia universal, como cualquier alma fiel, que procure pasar todo el
tiempo de la vida según la doctrina de los apóstoles, se puede decir que ha
servido al Señor por espacio de ochenta y cuatro años. También concuerda bien
con esto el tiempo de siete años, que esta viuda había vivido con su marido.
Porque en virtud de un privilegio de la majestad del Señor, que El mismo en
carne mortal nos ha explicado, el número de siete años es signo que expresa un
número perfecto. También el nombre de Ana se conforma mucho con la Iglesia,
porque su nombre significa gracia. Es hija de Fanuel que quiere decir cara de
Dios, y desciende de la tribu de Aser, que quiere decir bienaventurado.
Jesús y María,
cumplidas todas las cosas ordenadas en la ley del Señor, regresaron a Galilea,
a su ciudad de Nazaret. Entre tanto el Niño iba creciendo y fortaleciéndose,
lleno de sabiduría; y la gracia del Señor estaba en El. (vv. 39-40)
Beda
San Lucas omite esto, porque sabía que
San Mateo lo había expuesto con mucho detenimiento. A saber, que el Señor,
después de todas estas cosas (para evitar que Herodes lo encontrase y lo
matase) fue llevado por sus padres a Egipto, y volvió a Galilea del mismo modo
después que hubo muerto Herodes, empezando a vivir en su ciudad Nazaret. Los
evangelistas suelen omitir así las cosas que ven ya referidas, o que el
Espíritu les hizo prever que habían de serlo por otros, de manera que prosiguen
su narración, sin que aparezca que omitieron nada. Pero el lector solícito, que
examina la escritura de otro evangelista, encuentra lo que ha sido omitido.
Omitiendo muchas cosas, San Lucas dice: "Cumplidas todas las cosas",
etc.
Teofilacto
La ciudad de Belén era como su patria,
pero Nazaret era el lugar donde habitaba.
San Agustín, de
consensu evangelistarum, 2, 9
Acaso llama la atención que dijo San
Mateo que los padres del Niño se fueron con El a Galilea, principalmente porque
Nazaret de Galilea era su patria, como dice aquí San Lucas. Pero debe
entenderse que cuando el ángel dijo en sueños a José en Egipto: "Levántate,
toma al Niño y a su Madre, y marcha a la tierra de Israel" ( Mt 2,20),
San José comprendió que se le había mandado marchar a Judea (porque es por
excelencia la tierra de Israel). Mas como en seguida supo que reinaba allí
Arquelao, hijo de Herodes, no quiso exponerse a aquel peligro, pudiendo
considerar que era lo mismo Israel que Galilea, en donde moraba el pueblo de
Israel.
Griego, in
Cat. graec. Patrum
O de otro modo, refiere San Lucas aquí
el tiempo que pasó antes de ir a Egipto, porque José no hubiese llevado a María
antes de que hubiera sido purificada. Antes que fuesen a Egipto no habían
recibido orden de marchar a Nazaret, sino que deseando voluntariamente volver a
su patria, hacia ella se encaminaron. No fueron, pues, a Belén sino con motivo
del empadronamiento. Pero una vez cumplido este deber, por cuya causa habían
ido allí, se fueron a Nazaret.
Teofilacto
Podía haber nacido Jesús teniendo en
cuanto al cuerpo una edad madura. Pero para que esto no pareciese fantástico,
creció poco a poco, como dice el texto: "Y el Niño crecía y se
fortificaba".
Beda
Debe advertirse la distinta
significación de estas palabras, porque Nuestro Señor Jesucristo en cuanto era
niño (esto es, en cuanto se hallaba revestido del hábito de la humana
fragilidad), debía crecer y fortificarse.
San Atanasio, lib.
De incarnat. Christi, contra Arianos, lib. 4
Si según algunos, la carne de Jesús se
había transformado en la naturaleza divina, ¿cómo podía recibir incremento? El
creer que puede crecer Aquel que no ha sido creado es una impiedad.
San Cirilo
Pero une el aumento del cuerpo al
incremento de la sabiduría con toda oportunidad, cuando dice: "Y se
fortificaba", esto es, en espíritu, porque según la edad del cuerpo,
manifestaba la naturaleza divina su propia sabiduría.
Teofilacto
Si cuando era pequeño en edad hubiese
demostrado su sabiduría, hubiera parecido prodigioso, por lo cual se
manifestaba a sí mismo progresivamente según la edad, para llenar todo el
mundo. Y no se dice que se fortificaba en su espíritu en el sentido de que
recibía la sabiduría, porque ¿cómo puede decirse que después se perfecciona más
lo que desde el principio es perfectísimo? 1 De donde prosigue: "Lleno de sabiduría en verdad".
Beda
"Porque la plenitud de la Divinidad
habitaba corporalmente en El" ( Col 2,9). Y la gracia porque a
Jesucristo, hombre, le fue concedida la gran gracia de que desde que empezó a
ser hombre fuese perfecto y fuese Dios, mucho más si consideramos que era Verbo
de Dios y Dios mismo, y no necesitaba fortificarse, ni debía crecer. Todavía
siendo niño, tenía la gracia de Dios, para que, como todas las cosas en El eran
admirables, lo fuese también su niñez, y se cumpliese así la sabiduría de Dios.
Prosigue: "Iban sus padres todos
los años a Jerusalén por la fiesta solemne de la Pascua".
Nota
1-
"Esta alma humana que el Hijo de Dios asumió está dotada de un
verdadero conocimiento humano. Como tal, éste no podía ser de por sí ilimitado:
se desenvolvía en las condiciones históricas de su existencia en el espacio y
en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar
"en sabiduría, en estatura y en gracia" ( Lc 2,52) e
igualmente adquirir aquello que en la condición humana se adquiere de manera
experimental (ver Mc 6,38; 8,27; Jn 11,34). Eso...
correspondía a la realidad de su anonadamiento voluntario en "la condición
de esclavo" ( Flp 2,7)" Catecismo de la Iglesia
Católica, 472.
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