Juan 1, 6-8.19-28
Fue un hombre enviado de Dios, que tenía
por nombre Juan. Este vino en testimonio, para dar testimonio de la luz, para
que creyesen todos por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de
la luz.
Y éste es el testimonio de Juan, cuando
los judíos enviaron a él de Jerusalén sacerdotes y Levitas a preguntarle:
"¿Tú quién eres?" Y confesó y no negó: y confesó: "Que yo no soy
Cristo". Y le preguntaron: "¿Pues qué cosa? ¿Eres tú Elías?" Y
dijo: "No soy". "¿Eres tú el Profeta?" Y respondió:
"No". Y le dijeron: "¿Pues quién eres, para que podamos dar
respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?" El dijo:
"Yo soy la voz del que clama en el desierto: enderezad el camino del
Señor, como dijo Isaías profeta".
Y los que habían sido enviados eran de
los fariseos. Y le preguntaron y le dijeron: "¿Pues por qué bautizas si tú
no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?" Juan les respondió, y dijo:
"Yo bautizo en agua; mas en medio de vosotros estuvo a quien vosotros no
conocéis. Este es el que ha de venir en pos de mí, que ha sido engendrado antes
de mí: del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato". Esto
aconteció en Betania, de la otra parte del Jordán, en donde estaba Juan
bautizando.
San Agustín, in Ioannem, tract. 2, sparsim
Todo lo que se ha dicho hasta ahora, se refiere a la divinidad de
Jesucristo, quien vino a nosotros bajo la forma humana. Y como era hombre en
quien Dios se encontraba oculto, fue enviado antes de El un hombre grande, por
cuyo testimonio se supiese que era más que hombre. ¿Y quién es éste? "Fue
un hombre".
Teofilacto
No un ángel, para que nadie sospechase.
San Agustín, ut
sup
¿Y cómo podía este hombre decir la verdad de Dios? "Fue enviado por
Dios".
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 5
No creas que hay algo humano en aquello que es dicho por él, porque no
dice lo que es de él, sino lo que es de parte del que lo envía. Por esto es
llamado ángel por el profeta, cuando dice: "Yo envío a mi ángel"
( Mal 3,1). Es propiedad del ángel no decir cosa alguna de sí mismo.
Cuando dice: "Fue enviado", no se refiere a su ser, sino al
ministerio que traía. Y así como Isaías fue enviado desde el mundo, y fue hacia
el pueblo luego que vio al Señor sentado sobre un solio elevado y excelso, así
San Juan fue enviado desde el desierto para bautizar. Por esto dice: "El
que me envió a bautizar me dijo: Sobre aquél que veas, etc.".
San Agustín, ut
sup
¿Quién era el llamado? "El que tenía por nombre Juan".
Alcuino
Esto es: gracia de Dios, o en quien habita la gracia, y que dio a
conocer al mundo, el primero y con su propio testimonio, la gracia del Nuevo
Testamento, esto es, a Jesucristo. Juan quiere decir: "ha sido dado",
porque le fue donado por la gracia de Dios no sólo ser precursor sino también
bautizar al Rey de los reyes.
San Agustín, in
Ioannem, tract. 2
¿Para qué vino? Vino en testimonio, para dar testimonio de la luz.
Orígenes, in
Ioannem, tom. 5
Algunos se esfuerzan en desaprobar los testimonios de los profetas,
respecto de Jesucristo, diciendo que el Hijo de Dios no necesita de
testimonios, porque tiene en sí suficientes motivos para hacer creer, tanto por
sus saludables palabras como por sus milagros. Y el mismo Moisés mereció ser
creído por su palabra y sus milagros, no necesitando de otros testimonios.
Responderemos a esto que, existiendo muchas causas para creer, los que no se
mueven por una demostración, se admiran por otra. Y puede Dios dar muchas
pruebas también a los hombres, para que crean en El, que se ha hecho hombre por
todos los hombres. Consta, además, que algunos se han visto obligados a admirar
a Jesucristo por los testimonios de los profetas, asombrándose de que fueran
tantos los que anunciaron con su voz, antes de su venida, el lugar de su
nacimiento y otras cosas por el estilo. También debe advertirse, que las
prodigiosas virtudes de Jesucristo podían impulsar a creer a los que vivían en
su tiempo, pero no del mismo modo hubiesen podido ser atraídos a la misma fe si
hubieran vivido después de mucho tiempo. Porque entonces hubiesen podido
considerar como fábula lo que acerca de ello se les refiriese. Porque cuando
los milagros han pasado, alienta más la fe su consonancia con las profecías.
También es preciso decir que algunos han sido honrados por este testimonio dado
a Dios. Quiere, pues, privar al coro de los profetas de una gran gloria el que
dice que no convenía que ellos diesen testimonio de Jesucristo. Y a éstos debe
agregarse San Juan, que da testimonio de la luz.
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 5
No porque necesitase testimonio de la luz, sino para dar razón de su
venida, nos enseña Juan diciendo: "Para que creyesen todos por él".
Así como se hizo carne para que no se perdiesen todos los hombres, así envió
delante un mensajero para que oyendo una voz que conociesen, acudiesen con
mayor facilidad.
Beda
Pero no dice: para que todos creyesen en él -porque es maldito aquel
hombre que confía en el hombre ( Jer 17,5)-, sino "para que
todos creyesen por él", esto es para que creyesen en la luz por testimonio
suyo.
Teofilacto
Y así, si algunos no creyesen, él quedaría suficientemente excusado.
Porque así como cuando alguno entra en una casa tenebrosa y no recibe los rayos
del sol no debe culpar de ello al mismo sol, así San Juan fue enviado para que
creyesen todos; pero si esto no sucede, no es él quien será la causa de
ello.
Crisóstomo, ut
sup
Como entre nosotros es mayor el que da testimonio que aquél de quien lo
da, y más digno de ser creído, para que nadie sospechase esto de San Juan,
dice: "No era él la luz, sino que dio testimonio de la luz".
Pero si no repitió con intención las palabras "para dar testimonio
de la luz", sería inútil lo que dice, y más bien repetición de la palabra
que explicación de doctrina.
Teofilacto
Pero se dirá: luego no podemos decir que San Juan, ni ninguno de los
santos, es o ha sido luz. Y si queremos decir que alguno de los santos fue luz,
digámoslo sin artículo 1 para que si
nos preguntan si San Juan es luz, lo concedamos seguramente, sin artículo.
Porque si se nos pide con artículo, debemos negarlo, en atención a que San Juan
no es la luz principal, sino que se llama luz porque es en virtud de la
participación con la verdadera luz que tiene luz.
Orígenes, ut
sup
Según se lee, este testimonio lo dio San Juan Bautista refiriéndose a
Jesucristo, empezando por aquellas palabras: "Este es el que yo dije: el
que ha de venir en pos de mí". Y concluye con aquélla: "El mismo lo
ha declarado".
Teofilacto
Después de haber dicho el Evangelista que San Juan hablaba de
Jesucristo, diciendo: "Ha sido engendrado antes de mí", ahora añade
que San Juan en este testimonio volvía a referirse a Jesucristo, diciendo:
"Y éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron a él de
Jerusalén sacerdotes y Levitas".
Orígenes, ut
sup
Los judíos, en verdad, como parientes del Bautista por pertenecer a la
familia sacerdotal, destinan sacerdotes y levitas para que vengan desde
Jerusalén a preguntarle quién era San Juan. Esto es, enviaron a aquéllos que se
consideraban como diferentes de los demás, por la elección, y desde un lugar
escogido de Jerusalén. Buscan, por lo tanto, a Juan, con tanto respeto, cuanto
no leemos que en alguna época dispensasen los judíos al Salvador. Pero lo que
los judíos hacían respecto de San Juan, éste lo hacía respecto de Jesucristo,
preguntándole por medio de sus discípulos: "¿Eres tú el que ha de venir, o
esperamos a otro?" ( Lc 7,19).
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 15
Creyeron a San Juan tan digno de ser creído que admitieron su
contestación como verdadera, a pesar de ser él mismo quien daba testimonio de
sí. Por esto se dice: "A preguntarle, ¿tú quién eres?"
San Agustín, in
Ioannem, tract.14
No hubieran enviado esta comisión si no se hubiesen extrañado de su
ilimitado poder, en virtud del cual se atrevía a bautizar.
Orígenes
Pero San Juan (según parece) observaba cierta indeterminación en la
pregunta de los sacerdotes y de los levitas, porque sin duda creían que sería
el mismo Cristo cuando bautizaba, aunque se abstenían de decirlo con claridad
para no ser tenidos por temerarios. Por eso, para destruir la opinión errada
que habían concebido desde el principio respecto de él, y así después brillase
mejor la verdad, les dice ante todo que él no es el Cristo. Por esto sigue:
"Y confesó y no negó: y confesó, que yo no soy el Cristo". Añadamos
también a esto que ya en el tiempo de la venida de Jesucristo se alegraba el
pueblo como si ya le tuviese delante, manifestando los doctores de la ley que
según las Sagradas Escrituras era llegado el tiempo en que debía aparecer el
Salvador. Por esta razón, Teodas había reunido muchos discípulos manifestándose
como si fuera el Salvador. Y después de él Judas Galileo hizo lo propio en
tiempo de los hechos de los apóstoles ( Hch 5,36-37). Esperándose,
pues, con tal vehemencia la venida del Salvador, los judíos mandaron a
preguntar a San Juan: "¿Tú quién eres?", queriendo saber si él se
anunciaba como el verdadero Cristo. Y no porque él dijo "Yo no soy el
Cristo", lo negó respecto de Jesús, sino que declaró la verdad en estas
mismas palabras.
San Gregorio, in
Evang. hom 7
Negó claramente lo que no era, pero no negó lo que era. Porque así,
diciendo la verdad, se hacía miembro suyo, no usurpando engañosamente ni
apropiándose su nombre.
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 15, sparsim
Experimentaron los judíos cierta pasión humana respecto de San Juan.
Creían indigno que él se sometiese a Jesucristo, porque las muchas cosas que
hacía San Juan demostraban su excelencia y, en realidad, que descendía de
familia ilustre (puesto que era hijo del príncipe de los sacerdotes). Y porque
demostraban, después, su educación sólida y su desprecio de las cosas humanas.
Mas en Jesucristo se veía lo contrario; era de un aspecto humilde, lo cual
menospreciaban los judíos diciendo: "¿Pues no es éste el hijo del
carpintero?" ( Mt 13,55). Su ordinario sustento era el de los
demás, y su vestido no se distinguía del de muchos. Y como San Juan mandaba
continuamente a ver a Jesucristo, y por otro lado querían más bien tener por
maestro a San Juan, le enviaron aquella legación, creyendo que por medio de
halagos le obligarían a confesar que él era el Cristo. Y por esto no envían a
personas despreciables (a la manera que a Cristo le enviaban a los ministros y
los herodianos) sino sacerdotes y levitas. Y no cualquiera de estos, sino a
aquellos que estaban en Jerusalén, que eran los más distinguidos. Y los envían
para que pregunten: "¿Tú quién eres?". No porque lo ignorasen, sino
porque querían llevarlo a contestar como queda dicho. Por esto San Juan les respondió
según él creía, y no según la mente de los que preguntaban: "Y confesó y
no negó. Y confesó, que yo no soy el Cristo". Y véase aquí la sabiduría
del Evangelista. Dice por tercera vez casi lo mismo, indicando la virtud del
Bautista, y descubriendo la malicia y la locura de los judíos. Es propio de un
siervo respetuoso no sólo no quitar la gloria a su amo, sino rechazarla cuando
otros se la ofrecen. Las muchedumbres, en realidad, habían creído por
ignorancia que San Juan era el Cristo. Y éstos, como iban de mala fe, le
preguntaban impulsados por la misma, creyendo que podrían atraerlo por medio de
halagos a lo que se proponían. Si no hubiesen pensado así, hubieran dicho a
Juan cuando les responde "yo no soy el Cristo": no hemos pensado en
esto, ni hemos venido a preguntártelo. Mas habiéndose visto descubiertos, pasan
a otra cosa. Y por esto prosigue: "Y le preguntaron: ¿pues qué cosa? ¿eres
tú Elías?
San Agustín, ut
sup
Sabían, pues, que Elías vendría antes que Cristo. El nombre de Cristo no
era desconocido para ninguno de los hebreos, pero no creían que él fuese el
Cristo. Y, sin embargo, creyeron absolutamente que el Cristo había de venir. Y
al mismo tiempo que esperaban que vendría en el futuro, ya le ofendieron en el
presente.
Prosigue: Y contestó: "No soy".
San Gregorio, in
evang. hom 7
De estas palabras se suscita cierta cuestión harto compleja. Porque en
otro lugar, preguntado el Señor por sus discípulos acerca de la venida de
Elías, les respondió: "Si queréis saberlo, el mismo Juan es Elías"
( Mt 11,14). Mas preguntado San Juan, contesta: "Yo no soy
Elías". ¿Cómo es el profeta de la verdad, si no está conforme con la
explicación de la misma Verdad?
Orígenes
Dirá alguno que San Juan ignoraba si él era Elías, y sin duda usarán de
esta razón los que asienten a la opinión trillada y el testimonio de la
transmigración 2, como si las almas
se revistiesen de nuevos cuerpos. Mas preguntan los judíos, por medio de los
levitas y los sacerdotes, si era Elías, dando fe a la creencia tradicional en
ellos y no extraña a la doctrina cabalística de sus padres, de que las almas
pueden de nuevo informar otros cuerpos. Y por esto dice San Juan: "yo no
soy Elías", porque en realidad desconocía su vida primitiva. ¿Pero es
lógico suponer que siendo iluminado por el Espíritu como profeta, y habiendo
referido tantas cosas de Dios y de su Unigénito, ignorara de sí mismo si alguna
vez su alma había estado en Elías?
San Gregorio, in
Evang. hom. 6
Mas si se busca la verdad diligentemente, se encontrará que lo que
parece contrario entre sí no lo es. El ángel había dicho a Zacarías respecto a
San Juan: "El marchará delante del Cristo con el espíritu y la virtud de
Elías" ( Lc1,17). Porque así como Elías precederá a la segunda venida
del Señor, así San Juan le precede en la primera. Y así como aquél vendrá como
precursor del juez, así éste viene como precursor del Salvador. San Juan, por
lo tanto, era Elías en espíritu, aun cuando no estaba en la persona de Elías. Y
lo que afirma el Señor del espíritu, San Juan lo niega respecto de la persona,
siendo muy justo que el Salvador, al dirigirse a sus discípulos para hablarles
de San Juan, adoptase el sentido espiritual y que San Juan, que respondía a las
muchedumbres carnales, hablase no del espíritu, sino del cuerpo.
Orígenes, ut
sup
Responde, pues, a los levitas y a los sacerdotes: "No soy",
conociendo el fin que se proponen en esta pregunta. Pues la referida pregunta
no tendía a averiguar si ambos estaban animados de un mismo espíritu, sino si
Juan era el mismo Elías, que fue arrebatado y que ahora aparecía sin nuevo
nacimiento, como los judíos esperaban. Mas alguno dirá, creyendo en la
transmigración de los cuerpos, que es contrario a la razón admitir que el hijo
de Zacarías, nacido en la ancianidad de tan gran sacerdote, contra lo que se
podía esperar humanamente hablando, fuese desconocido por los sacerdotes y los
levitas, ignorando su nacimiento, y más cuando, especialmente San Lucas, dijo
que se había suscitado un temor grande entre los que habitaban en las cercanías
( Lc 1,65). Pero acaso les parece que deben preguntar en sentido
tropológico 3, porque esperaban
que Elías vendría antes del fin y delante de Cristo. Como si preguntasen: ¿eres
tú, acaso, el que anuncias que el Cristo habrá de venir al fin del mundo? Pero
les responde con precaución: "No soy". Pero no debe llamar la
atención que así como respecto del Salvador había muchos que sabían que había
nacido de María, y sin embargo algunos de ellos se engañaban (creyendo que El
era Juan Bautista, Elías, o alguno de los profetas), así también respecto de
San Juan; aunque no se ocultaba a muchos que era hijo de San Zacarías, dudaban
algunos si acaso sería Elías el que había aparecido en San Juan. Y como había
habido muchos profetas en Israel, se esperaba uno de quien Moisés había
vaticinado, especialmente por aquellas palabras: "El Señor os levantará un
profeta de entre vuestros hermanos, y le obedeceréis como a mí" ( Dt 18,18).
Le preguntan por tercera vez, no ya sencillamente si es un profeta, sino si es
el profeta, esto es, con la singularidad que expresa el artículo griego. Por
esto sigue: "¿Eres tú el profeta?" El pueblo de Israel había comprendido
en todos los profetas que ninguno de ellos era aquél de quien había vaticinado
Moisés. El cual (como había sucedido a Moisés) estaría entre Dios y los
hombres, y transmitiría a los discípulos el testamento recibido de Dios. Y
atribuían ellos este nombre no a Jesucristo, sino que creían que sería distinto
de Cristo. San Juan conoció que Cristo era el verdadero profeta, por esto
añade: "Y respondió no".
San Agustín, in
Ioannem, tract.4
Acaso porque San Juan era más que profeta, porque los profetas habían
anunciado al Salvador desde lejos, pero San Juan demuestra que está presente.
Prosigue: "Y le dijeron: pues ¿quién eres?", etc.
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 15
Véase aquí cómo insisten y preguntan con más fuerza. Mas éste destruye
con su mansedumbre todas las sospechas que no estaban inspiradas en la verdad,
y restablece la opinión verdadera. Por esto sigue: "El dijo: yo soy voz
del que clama en el desierto".
San Agustín, ut
sup
Isaías ya lo dijo y su profecía se realizó en San Juan.
San Gregorio, in
Evang. hom. 7
Ya sabéis que el Hijo Unigénito se llama el Verbo del Padre y por
nuestro mismo lenguaje sabemos que primero suena la voz para que después se
pueda oír la palabra; mas San Juan asegura que él es la voz que precede a la
palabra y que por su mediación el Verbo del Padre es oído por los
hombres.
Orígenes
Heracleón, sin consideración a San Juan y a los profetas, dice que, en
efecto, el Verbo es el Salvador, y que la voz se oye por medio de San Juan, de
donde la virtud profética consiste en un mero sonido. A él le debemos contestar
que si la trompeta no deja oír su voz significativa, nadie se apercibirá a la
batalla. Pero si la voz del profeta no es otra cosa que un mero sonido, ¿cómo
el Salvador nos remite a ella, cuando dijo "examinad las Escrituras"
( Jn 5,39)? Y dice San Juan que es él la voz. No que clama en el
desierto, sino del que clama en el desierto, esto es de Aquél que estaba y
clamaba: "Si alguno tiene sed que venga a mí y beba" ( Jn 7,37).
Clamaba, pues, para que lo oyesen los que estaban distantes, y para que lo
perciban los que tienen el oído torpe, y puedan comprender la importancia de lo
que se les dice.
Teofilacto
O bien porque anuncia la verdad de un modo terminante, en tanto que los
que vivían bajo el influjo de la ley hablaban oscuramente.
San Gregorio, ut
sup
San Juan clamaba en el desierto, porque anunciaba el consuelo del
Redentor a Judea, que estaba como abandonada y desierta.
Orígenes, ut
sup
El efecto de esta voz que clama en el desierto no debe ser otro que el
que el alma, separada de Dios, vuelva otra vez al camino recto que conduce a
Dios, no siguiendo la malicia de los pasos torcidos de la serpiente, sino
elevándose por medio de la contemplación al conocimiento de la verdad, sin
mezcla alguna de mentira, para que la vida de acción se ajuste a la norma de lo
lícito después de una conveniente meditación. Por esto sigue: "Enderezad
el camino del Señor, como dijo Isaías el profeta".
San Gregorio, ut
sup
El camino del Señor es enderezado hacia el corazón cuando se oye con
humildad la palabra de la verdad. El camino del Señor es enderezado al corazón
cuando se prepara la vida al cumplimiento de su ley.
Orígenes, ut
sup
Habiendo respondido a los sacerdotes y a los levitas, fue preguntado por
los fariseos. "Y los que habían sido enviados, eran de los fariseos".
Digo que éste es el tercer testimonio, como puede deducirse de sus palabras.
Véase también cómo los sacerdotes y los levitas preguntan con mansedumbre:
"Tú, ¿quién eres?". No se arrogan nada digno de censura en aquella
pregunta, sino que obran cual corresponde a verdaderos ministros de Dios. Mas
los fariseos, divididos e inoportunos, según indica su nombre, dirigen al
Bautista palabras mal sonantes y ofensivas. Por esto sigue: "Y le dijeron:
¿pues por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?"
No querían averiguar la verdad, sino impedirle que bautizase. Pero después, no
sé por qué razón, se deciden a bautizarse y volvieron a San Juan. La solución
de esto, que los fariseos, a pesar de que no creían, viniesen a bautizarse con
hipocresía, parece que consiste en que temían al pueblo.
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 15
O acaso los mismos sacerdotes y levitas eran también de los fariseos, y
como no pudieron doblegarlo con halagos, intentan arrojar sobre él una
acusación, obligándole a decir lo que no era. Por esto sigue: "Y le
preguntaron y le dijeron: ¿pues por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni
Elías ni el profeta?". Les parecía que rayaba en la audacia el bautizar
sin ser el Cristo, ni su precursor, ni su anunciador, esto es, su
profeta.
San Gregorio, in
Evang. hom. 7
Pero cuando un santo cualquiera es preguntado con mal fin, no sale de su
expresión de bondad. Por esto San Juan responde a las palabras de envidia con
las predicaciones de vida. Por esto sigue: "Y Juan les respondió y dijo:
yo bautizo en agua".
Orígenes, ut
sup
Y a aquellas palabras: "¿Por qué bautizas?", no convenía
contestar otra cosa que indicar que su bautismo era carnal, o manifestar que
era material.
San Gregorio, ut
sup
San Juan no bautizaba en espíritu sino en agua, porque no podía perdonar
los pecados. Lavaba con agua los cuerpos de los que se bautizaban, pero no purificaba
sus almas por medio del perdón. ¿Y para qué bautiza si no perdona los pecados
por medio del bautismo? Porque, cumpliendo en todo el orden y oficio de
precursor de Aquel que venía -esto es, a cuyo nacimiento se había adelantado
naciendo-, debía adelantarse también al Señor, que había de bautizar,
bautizando él. Y el que se había hecho precursor de Jesucristo por medio de la
predicación también había de ser su precursor bautizando, para imitarle en el
sacramento, puesto que con ello anunciaba que éste era uno de los misterios de
nuestra redención, y que estaba en medio de los hombres Aquél que aún no era
conocido. Por esto sigue: "Mas en medio de vosotros está uno a quien
vosotros no conocéis", porque como el Señor aparece en carne, es visible
en cuanto al cuerpo pero invisible en cuanto a la majestad.
Crisóstomo, ut
sup
Dijo esto porque era conveniente que el Salvador se confundiese con el
pueblo, como uno de tantos, para dar ejemplo de humildad en todas partes. Y
cuando dice: "A quien vosotros no conocéis", habla de un conocimiento
cierto y seguro de quién es y de dónde viene.
San Agustín, in
Ioannem, tract. 4
Apareció humilde y por lo mismo es antorcha encendida.
Teofilacto
El Señor estaba en medio de los fariseos, pero le desconocían. Porque
como ellos creían saber las Escrituras, por cuanto en ellas era anunciado el
Señor, se encontraba en medio de ellos (esto es en sus conciencias) pero no lo
conocían, porque no entendían las Escrituras. Además estaba en medio de ellos
porque era mediador entre Dios y los hombres, por cuya razón Cristo Jesús se
encontraba en medio de los fariseos esforzándose por unirlos con Dios, pero
ellos no le conocían.
Orígenes
Una vez contestado: "Yo bautizo en agua" a aquella pregunta:
"¿Por qué bautizas?", a las palabras: "¿Si tú no eres el
Cristo?", el precursor ofrece su contestación pregonando la excelencia de
la esencia de Jesucristo. Y dice que es tan grande el poder que tiene, que es
invisible en cuanto a su divinidad, a pesar de que está presente a todos y se
encuentra difundido por todo el orbe, lo que se da a entender por lo que dijo:
"En medio de vosotros estuvo". Pues Este se encuentra en todo el
mecanismo del universo, y lo penetra todo de tal modo que las cosas que nacen,
nacen por El, puesto que todo fue hecho por El. Y esto es lo que da a conocer
claramente a los que le preguntan: "¿Por qué bautizas?" O cuando
dice: "En medio de vosotros estuvo", debe entenderse esto respecto de
nosotros los hombres. Porque como somos racionales, existe en medio de nosotros,
por lo mismo que el asiento principal del alma, el corazón, está situado en la
parte media del cuerpo. Los que llevan al Verbo en su interior, ignorando su
naturaleza, ni de dónde viene, ni cómo se encuentra en ellos, éstos desconocen
que tienen el Verbo dentro de sí mismos, lo cual ya conoció San Juan. Por lo
que, reprendiendo a los fariseos, les dice: "A quien vosotros no
conocéis". Como los fariseos esperaban que no se tardaría la venida del
Cristo y no podían elevarse a tan alto concepto acerca de El, creyendo sólo que
sería un hombre santo, San Juan reprende su ignorancia, porque desconocen su
excelencia. Dice: "Estuvo", porque está el Padre, que existe de una
manera invariable e impermutable. Está también su Verbo, para salvar continuamente
y aun cuando ha tomado carne y se encuentra entre los hombres de una manera
invisible y no es conocido por ellos. Y para que alguno no crea que el que es
invisible, cuando viene para todos los hombres o para todo el universo, es otro
distinto del que se ha humanado y aparecido en la tierra, añade: "Este es
el que ha de venir en pos de mí". Esto es, que habrá de aparecer después
de mí. Y no tiene aquí la misma significación la palabra en pos que
cuando Jesús nos invita a que vengamos en pos de El. Allí se nos manda que le
sigamos, para que siguiendo sus pasos podamos llegar hasta el Padre; aquí se
manifiesta lo que de esto se sigue, según las enseñanzas del Bautista. Vino con
el fin de que todos crean por él, preparados para que puedan llegar sin mayor
dificultad al Verbo perfecto. Dice además: "Este es el que ha de venir en
pos de mí".
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 15
Como si dijese (San Juan) no creáis que todo consiste en mi bautismo,
porque si mi bautismo fuese perfecto, no vendría otro después de mí a dar otro
bautismo; mas todo esto es preparación de aquél, y pasará en breve como la
sombra y la imagen; pero conviene que el que impone la verdad venga después de
mí. Y si este bautismo fuera perfecto, nunca hubiese sido necesario un segundo.
Y por esto añade: "El que ha sido engendrado antes de mí" es digno de
mayor honor y de mayor respeto.
San Gregorio, ut
sup
Al decir: "Ha sido hecho antes que yo" da a entender que había
sido antepuesto a él. Viene después de mí, porque ha nacido después. Y ha sido
engendrado antes de mí, porque es superior a mí.
Crisóstomo, ut
sup
Y para que no se crea que su respectiva excelencia es comparable, y para
manifestar mejor la diferencia, añade: "Del cual yo no soy digno de
desatar la correa del calzado". Como diciendo: en tanto es superior a mí
yo no soy digno de contarme ni aun entre sus servidores más humildes, porque
soltar el calzado es lo último que puede hacer el que sirve.
San Agustín, ut
sup
Por lo que si se hubiera juzgado digno de soltar la correa de su
calzado, no hubiera aparecido más humilde.
San Gregorio, in
Evang. hom. 7
Fue costumbre entre los antiguos que si alguno no quería casarse con
alguna de las que le correspondían, debía soltarle el calzado a aquél que le
fuese destinado en razón de verdadero parentesco. Y al aparecer Jesucristo
entre los hombres, ¿qué otra cosa es más que el esposo que se presenta a la
Iglesia santa? Por lo tanto San Juan se considera como indigno de soltar la
correa de su calzado, como diciendo terminantemente: no puedo descubrir los
vestigios del Redentor, porque el nombre de esposo no me lo merezco, y por ello
no lo usurpo. Lo cual también puede entenderse de otro modo. ¿No sabemos todos
que el calzado se hace con pieles de animales muertos? Pero habiendo venido el
Señor por medio de la Encarnación, aparece como calzado, porque tomó sobre su
divinidad la sustancia mortecina de nuestra corrupción. Y la correa de su
calzado es la ligadura del misterio. San Juan, pues, no se atreve a soltar la
correa de su calzado porque no puede penetrar el misterio de su Encarnación,
como si dijese claramente: ¿Qué de particular tiene que sea mayor que yo, si
considero que aun cuando ha nacido después que yo, no comprendo el misterio de
su nacimiento?
Orígenes, in
Ioannem, tom. 6
Hay alguno que ha dicho, y no sin razón, que esto debe entenderse así:
No soy yo de tanto mérito para considerar su existencia de tan elevado origen y
creer que ha recibido la carne como un calzado sólo por causa mía.
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 16
Y como San Juan predicaba a todos con oportuna libertad lo que se
refería a Jesucristo, el Evangelista dice aquí el lugar donde lo hacía,
añadiendo: "Esto aconteció en Betania, de la otra parte del Jordán, en
donde estaba Juan bautizando". Porque no predicaba a Jesucristo ni en la
casa ni en la esquina, sino al otro lado del Jordán, en medio de la multitud y
estando presentes los que había bautizado. Algunos ejemplares dicen en
Betábora 4, porque Betania no
estaba al otro lado del Jordán, ni en el desierto, sino cerca de
Jerusalén.
Glosa
Pero hay dos Betanias: una al otro lado del Jordán y otra a la parte
acá, no muy distante de Jerusalén, en donde Lázaro fue resucitado.
Crisóstomo, ut
sup
También se fija en esto por otra causa. Porque no refería cosas antiguas
sino las que habían ocurrido poco tiempo antes, por lo que cita como testigos a
los que estaban presentes y habían visto aquello que se refería, haciendo la
demostración hasta de los lugares.
Alcuino
Mas Betania quiere decir casa de obediencia, por medio de la que se
manifiesta que todos deben obediencia a la fe para venir al bautismo.
Orígenes
Y Betábora quiere decir "casa de preparación", y conviene con
el bautismo de San Juan, que servía para preparar al Señor un pueblo perfecto.
Jordán quiere decir "la bajada de aquéllos". ¿Y quién será este río,
sino nuestro Salvador, por medio del cual deben purificarse los que entran en
este mundo, no porque Este sea quien baje, sino el género humano? Este río
separa las gracias concedidas por Moisés de las concedidas por Jesucristo. Los
manantiales de Este alegran la ciudad de Dios. Además, así como el caimán nada
en el río de Egipto, así el Señor se oculta en este río. Mas el Padre está en
el Hijo, y los que marchan a donde El se encuentra para lavarse dejan el
oprobio de Egipto y se preparan a recibir la heredad eterna. Además se
purifican de la lepra y son capaces de merecer las dos gracias, estando
dispuestos para recibir las del Espíritu Santo. Porque este Espíritu nunca
había bajado en forma de paloma sobre el otro río. San Juan bautizaba al otro
lado del Jordán, como precursor del que había de venir a llamar no a los
inocentes sino a los pecadores (o sea el precursor de Aquél que vino a llamar a
los pecadores y no a los inocentes).
Notas
2- La reencarnación.
3- Sentido tropológico equivale a
sentido moral, es decir el mensaje del texto que ilumina la vida cristiana del
que lo lee.
4- Betábara. Aldea transjordánica
donde, según algunos manuscritos de algunos Padres, bautizaba Juan. Es distinta
de la tierra de Lázaro, Marta y María.
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