Miércoles de la segunda semana
ALEJAMIENTO DE LA NOCHE
La noche pasó, y el
día se acercó. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las
armas de la luz. Caminemos, como de día, honestamente (Rom., XIII, 12).
I. La noche pasó, y
el día se acercó. Es decir, que todo el tiempo de la vida presente es como una
noche a causa de las tinieblas de la ignorancia que hacen penosa la vida
presente. En cambio el día es como el estado de la bienaventuranza; por la
claridad de Dios que ilumina a los santos.
Puede entenderse
también que el estado de pecado es como una noche a causa de las tinieblas de
la culpa, de que se habla en el Salmo (81, 5): No supieron, ni entendieron, en
tinieblas andan; mientras que el día es el estado de gracia, a causa de la luz
de la inteligencia espiritual que poseen los justos, pero que falta a los
impíos: Luz es nacida al justo (Sal., 96, 11).
Puede también
interpretarse que la
noche es el
tiempo que ha precedido a la encarnación de Cristo, porque aún no se
había manifestado sino bajo una sombra. En cambio, desde la encarnación de
Cristo es de día, por el resplandor potente del sol espiritual en el mundo.
En fin, puede
entenderse del tiempo de la gracia de Cristo, porque, si bien ha llegado según
la sucesión de los tiempos, se dice, sin embargo, que se acerca a nosotros por
la fe y la devoción.
El Señor está cerca
(Filip 4, 5). Puede asimismo aplicarse esto a los que comienzan a salir de los
pecados, y a los que se les acerca el día de la gracia.
II. La honestidad de
la vida es necesaria.
1º) Para quitar los
vicios: Desechemos las obras de las tinieblas. Al alejarse la noche, deben
cesar las obras de la noche. Se llaman los pecados obras de las tinieblas,
porque están faltos de la luz de la razón, que debe alumbrar las acciones humanas;
porque se ejecutan en tinieblas, y porque por ellos el hombre es conducido a
las tinieblas, como dice San Mateo: Arrojadle en las tinieblas exteriores (22,
13).
2º) Para adquirir
las virtudes. Como si dijese: Puesto que ha llegado el día, tomemos lo que
conviene al día, vistámonos las armas de la luz, es decir, las virtudes que se llaman
armas por cuanto nos defienden, y se dicen armas de luz, ya porque son
fortificadas y perfeccionadas por la luz de la razón, ya porque exigen el
examen de la luz, ya porque otros son iluminados por las obras de las virtudes:
De este modo ha de brillar vuestra luz delante de los hombres (Mt 4, 16).
3º) Se exhorta a la
práctica y aprovechamiento de las virtudes, cuando dice: Caminemos, como de
día, honestamente. Dos cosas parecen convenir al día. Ante todo la honestidad;
pues durante el día cada uno procura conducirse de tal manera que aparezca
honesto delante de los otros, pero no así en la noche: En segundo lugar, el
hombre camina durante el día, mas no durante la noche. Por lo cual dice San
Juan: Mas si anduviere de noche, tropieza (11, 10). Por tanto, ya que es de
día, es necesario caminar, es decir, progresar de lo bueno a lo mejor; por lo
cual dice San Juan: Caminad mientras que tenéis luz (12, 35).
(In Rom. XIII)
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