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jueves, 30 de abril de 2020

Es imprescindible la palabra, la palabra de la verdad en el amor, es decir, tienes que llevar a Cristo, tienes que llevar a Cristo a través de la caridad fundamentada sacramentalmente en la Eucaristía - Card. Rouco Varela


Entrevista concedida por el

Cardenal Antonio María Rouco Varela
a Religión Confidencial



P.- Don Antonio, ¿cómo ha percibido en este tiempo de confinamiento la acción de la Iglesia?
R.- He percibido estos días, en algunos ambientes, un déficit de reflexión, diríamos, de interpretación teológica a fondo de este signo de los tiempos que estamos viviendo. Limitarnos solo a hacer una aplicación voluntarista de las exigencias de los mandamientos, del gran mandamiento de la caridad, del mandamiento o de la voluntad del Señor a través del mandamiento de la caridad, es insuficiente. Hay que hacerlo, pero, para poder hacerlo y vivirlo a fondo, tienes que tener la fuente de inspiración en la verdad del Espíritu, del Espíritu Santo que viene del Resucitado. Desde el punto de vista intelectual, y desde el punto de vista también diríamos más existencial. O, por decirlo de forma más eclesialmente aplicable, más pastoral. Si no, te quedas sin la fuente. Y claro, ya no correrá el agua.

Al mismo tiempo estamos viendo una actitud de tanta generosidad por tantos -para empezar, en el campo de los profesionales de la medicina- en relación con el bien social, de una forma tan entregada, tan sacrificada, a veces tan heroicamente sacrificada, que no se explica sin la gran tradición de esa forma de vivir la existencia tan característica de la multisecular experiencia histórica de España, que procede de sus hondas raíces cristianas.

P. En esta crisis hemos podido asistir a muy diferentes formas de actuar eclesial, que han puesto en evidencia que hay debates postconciliares que no han concluido.

martes, 15 de mayo de 2018

San Isidro Labrador, hombre de fe y de oración cristiana - Card. Antonio Rouco Varela


Homilía del Cardenal Rouco Varela
Arzobispo de Madrid
en la misa de San Isidro Labrador
15 mayo 2013


1.            Celebramos de nuevo en este año 2013 la Solemnidad de San Isidro Labrador Patrono de Madrid festivamente. En la vida cristiana, en sus fuentes espirituales de inspiración, en su forma de realizarla en el presente y de proyectarla hacia el futuro siempre está presente indestructiblemente la esperanza. Las dificultades que pueden presentarse en el camino de la existencia para un cristiano e incluso para la comunidad de los que conciben y conducen su vida en este mundo a la luz de la fe, es decir, para la Iglesia, pueden ser muchas y formidables; nunca, sin embargo, serán capaces de arruinar la esperanza. Su fundamento es inamovible: la certeza de que Jesucristo ha resucitado y ha ascendido al Cielo no para abandonar la tierra sino para llenarla con una nueva presencia suya, visible sacramentalmente y actuante por el don de su Espíritu, el Espíritu Santo en el interior de cada persona y, análogamente, en el corazón de la humanidad. El tiempo litúrgico de la Pascua, que estamos a punto de concluir el próximo Domingo de Pentecostés, nos confirma definitivamente la verdad de la esperanza cristiana; y la Solemnidad de nuestro Santo Patrono San Isidro nos enseña cómo puede y debe ser vivida en el día a día de nuestra vida sin que nada ni nadie pueda interponerse en el camino del bien y de la felicidad que nos vienen de Jesucristo resucitado y ascendido al Cielo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, “Nuestro Hermano, Nuestro Señor”; ni siquiera en una situación como la actual de una crisis tan dura y sumamente dolorosa para tantas familias y ciudadanos madrileños. Una esperanza que los cristianos podemos y debemos comunicar creíblemente y compartir con todos. La figura del Patrono de Madrid ilumina nítidamente la forma con la que se puede mantener viva y, en su caso, recuperar la esperanza. Lo ha hecho siempre a lo largo y a lo ancho de la historia milenaria de la devoción de los madrileños a San Isidro, sobre todo en sus más difíciles y cruciales momentos, y lo continúa haciendo hoy. ¿Cómo no vamos a celebrar la Fiesta del día de su “Memoria” anual? ¿Cómo no vamos a celebrarla festiva y gozosamente?

miércoles, 22 de enero de 2014

Los niños ayudan a los niños - Card. Rouco Varela

Mensaje del
Card. Antonio
 Rouco Varela
A los niños

26 de enero de 2014 
 

“Los niños ayudan a los niños”
 

Mis queridos niños y niñas:

Infancia Misionera es una de las cuatro grandes obras que la Iglesia tiene para ayudar a los misioneros, y para mí, que soy el arzobispo de la Iglesia en Madrid, la celebración de la Jornada Mundial de la Infancia Misionera, el próximo domingo 26 de enero, es una preciosa oportunidad para dirigirme a todos vosotros, los niños de nuestra archidiócesis, y recordaros que no dejéis de rezar por los niños que viven en tierras de misión, en países lejanos, y también por tantos niños que están cerca de vosotros y que no conocen a Jesús, o se han olvidado de Él, para que todos le conozcan, cada día más y mejor, y sobre todo le quieran.

Sé que, en muchos colegios y parroquias, se os explica bien que hay todavía muchos niños en el mundo que no saben nada de Jesús, de la Virgen María, o de la Iglesia. Y muchos de los que lo conocen no tienen la posibilidad de ir a Misa cada semana, o no tienen Catecismos o Biblias para poder ir a catequesis y aprender bien a ser cristianos. Infancia Misionera tiene el encargo del Papa de ayudar a todos esos niños, a través de los misioneros, para que ellos también puedan amar a Jesús y seguirle con alegría. Esta Obra Pontificia sabe que vosotros, los niños y niñas cristianos que tenéis facilidad para vivir vuestra fe en las familias, los colegios y las parroquias, podéis hacer mucho por todos ellos, lo cual está muy bien resumido en el lema elegido por Infancia Misionera para la Jornada de este año 2014: “Los niños ayudan a los niños”. Sí, todos vosotros podéis ser una grandísima ayuda para todos esos niños que no conocen todavía a Jesús, o tienen dificultades para vivir como buenos cristianos. Y podéis empezar por algo muy sencillo, y muy eficaz, como es la oración. Si cada uno de vosotros se compromete a rezar un Avemaría o un Padrenuestro cada día por ellos, estaréis siendo un gran apoyo para los misioneros que están extendidos por todo el mundo para llevarles a Jesús. Más aún, estaréis siendo ya vosotros mismos verdaderos misioneros. ¡Fíjate qué fácil! Una breve y sencilla oración, hecha con perseverancia, puede ser una gran ayuda.

domingo, 29 de diciembre de 2013

¡No! No se ha hecho imposible el modelo de la familia cristiana - Card. Rouco Varela


Homilía del Emmo. y Rvdmo.
Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid
Antonio Rouco Varela
en la Fiesta de las Familias

 
Domingo de la Sagrada Familia

Plaza de Colón, Madrid, 29.XII.2013
 

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor, queridas Familias:

1.       Hoy, Fiesta de la Sagrada Familia, es día para anunciar de nuevo al mundo el Evangelio de la alegría: ¡la alegría del Evangelio de la Familia! La alegría del amor que ha madurado en la fidelidad del esposo a la esposa y de la esposa al esposo veinticinco, cincuenta y más años. La alegría del primer amor que surge en los corazones jóvenes como una primera llama que se enciende interiormente a través de la mirada y del conocimiento mutuo, que traen su causa de un amor más grande de Alguien que trasciende al novio y a la novia: ¡como una vocación que viene de Dios! La alegría del amor matrimonial entre el esposo y la esposa llega a su máxima expresión cuando fructifica en el esplendor de los hijos, si ninguna causa inculpable lo imposibilita. ¡Qué bien y que hermosamente canta el Salmista ese amor fecundo de los esposos que se aman generosamente!: “Tu mujer como parra fecunda en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa” (Sal 127, 3). ¡Sí, hoy es el día para proclamar y testimoniar con gozo la alegría de la Familia como lugar privilegiado para el anuncio del Evangelio a todas las naciones! Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, nos ha invitado a emprender la nueva etapa evangelizadora de la Iglesia marcándola con el sello de la alegría que brota de las entrañas mismas del Evangelio, porque “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG, 1) −nos dice−. Y no cabe ninguna duda: a ese Evangelio de la alegría, que es Jesucristo, pertenece como nota esencial la Buena Noticia de la Familia: ¡de la familia cristiana! Aquí, en la madrileña Plaza de Colón, os encontráis hoy, de nuevo un año más, numerosas familias venidas de Madrid, de toda España y de distintos puntos de Europa, fieles, valientes e incansables. Habéis venido unidas. Unidas en el interior de vosotras mismas por los lazos de un amor que es respeto, aprecio, cariño, entrega, donación mutua que no pide ni exige precio alguno, salvo el del amor. Unidas entre vosotras en la Comunión de la Iglesia, para atestiguar públicamente ante el mundo y ante los hombres de nuestro tiempo que la familia, vivida a la luz de una fe amiga de la razón, en la esperanza y en el amor de Jesucristo es la fuente de la primera y fundamental alegría: la alegría de la vida nueva que nace natural y sobrenaturalmente; la alegría capaz de sobreponerse a cualquier clase de sacrificios, convirtiéndolos en oblación de amor; la alegría duradera, perdurable, segura y fiable porque se funda en la mutua donación entre el marido y la mujer, entre los padres y los hijos, entre los abuelos y nietos; en último término, porque se fundamenta y enraíza en la gracia de Dios.

martes, 3 de diciembre de 2013

Para San Francisco Javier “el hecho de predicar no es un motivo de orgullo” sino una necesidad existencial irreprimible - Card. Rouco Varela

Homilía en la  Eucaristía de apertura
del V Centenario de San Francisco Javier
7 de abril de 2006 

Cardenal Antonio Mª Rouco Varela
Arzobispo de Madrid
Enviado Pontificio en el
V Centenario de
San Francisco Javier 

Majestades
Mis queridos Hermanos Sr. Arzobispo de Pamplona, Sres. Cardenales, Sr. Nuncio, Sres. Arzobispos y Obispos, Rvdmo. Sr. Prepósito General de la Compañía de Jesús, y hermanos en el Sacerdocio
Excelentísimo Sr. Presidente del Gobierno de Navarra
Excelentísimos Señores y Señoras
Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:
 
Javier: la historia apasionada de una sublime vocación misionera
Hoy se cumplen quinientos años del nacimiento de San Francisco Javier. Hijo, el quinto, de una culta y cristianísima familia navarra que tuvo aquí en este Castillo y Lugar de Javier su cuna y hogar. Familia de nobles raíces y de añejos y fieles compromisos con la Iglesia y el Reino de Navarra. Familia, en la que destacaba por su fino estilo de cristiana ejemplar, la madre, Dña. María de Azpilcueta. Juan Pablo II en su visita a Javier el 6 de noviembre de 1982 no dudó en exhortar a las familias cristianas a mirarse en el ejemplo de esta familia ilustre de Navarra: “Familias cristianas… miraos también en la acción edificante de los padres de Javier, especialmente su madre, que hicieron de su hogar una ‘iglesia doméstica’ ejemplar”.
Francisco Javier fue uno de esos españoles universales –¡verdadera pléyade!– que poblaron esa España prodigiosa del siglo XVI, que ha dejado una huella imborrable en la historia de la Iglesia y de la humanidad por llevar el nombre de Jesús y la señal de la Cruz a nuevos mundos y por alumbrar una concepción teológica de la dignidad del hombre, imagen de Dios, persona libre, dotada de derechos inviolables, llamada a realizar en la historia el plan del amor de Dios “trazado desde antiguo” –¡desde toda la eternidad!– para la gloria de Dios y la felicidad del hombre. Concepción que ha marcado para siempre el recto camino de la configuración justa y solidaria del Estado y de la comunidad internacional. Javier fue el más intrépido de todos ellos; el que encarnó con una inaudita radicalidad la obediencia al mandato del Señor, el día de su Ascensión a los cielos, cuando se dirige a los suyos, “los Doce”, aún vacilantes a pesar de sus experiencias reales y objetivas de la Resurrección, a pesar de haber visto y constatado que el Señor había vencido gloriosamente a la muerte: “Se me ha dado todo poder en el cielo y la tierra: Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. Javier no duda un instante cuando su padre, amigo y compañero, Ignacio de Loyola, le pide que abra los surcos de la Misión en las otras Indias, las de Oriente, las del inmenso y lejano Continente Asiático, distintas de las descubiertas por Cristóbal Colón medio siglo antes. Serán diez años de intensa y heroica acción misionera: años de joven madurez humana y espiritual que comienzan en Goa el año 1542 y concluyen en la Isla de Sancián mirando a las costas del Gran Imperio de China el día de su muerte, el 3 de diciembre de 1552. Desde aquellos primeros contactos con la población india de la incipiente colonia portuguesa de Goa, que le agotan y le espolean en su ardor misionero a la vista del ansia de Dios y de Evangelio que encuentra, especialmente entre los niños, hasta ese día en que, extenuado frente al gran reto de llevar la Misión a la China acariciada y soñada tantas veces, fallece, no pasará un momento en que la entrega a su vocación, la de anunciar a Jesucristo Salvador del hombre, hubiese decaído lo más mínimo; antes al contrario, se sentía cada vez más confirmado en ella y en la necesidad de que la Iglesia en los países de la vieja cristiandad tomasen conciencia de su urgencia y apremio.
Conmovía a Javier el que “cuando llegaba a los lugares –así lo escribe a San Ignacio desde Tuticorin, en la India portuguesa, el 28 de octubre de 1542–, no me dejaban los muchachos ni rezar mi oficio ni comer, ni dormir, sino que los enseñase algunas oraciones. Entonces comencé a conocer por qué de los tales es el reino de los cielos”. Y, le conmovía todavía más –como lo refleja lo que escribe a sus compañeros residentes en Roma desde Cochín el 15 de enero de 1544– que “muchos cristianos se dejan de hacer en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas: ¡cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos! Y así como van estudiando en letras, si estudiasen en la cuenta que Dios nuestro Señor les demandará de ellas, y del talento que les tiene dado, muchos de ellos se moverían, tomando medios y ejercicios espirituales para conocer y sentir dentro de sus ánimas la voluntad divina, conformándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: ¡Aquí estoy, Señor, ¿qué quieres que yo haga? Envíame adonde quieras; y, si conviene, aún a los indios”. Eso es lo que había hecho el propio Javier, sobre todo desde aquellos treinta días de Ejercicios Espirituales del mes de septiembre de 1534 en los que cuaja definitivamente su conversión, forjada en la larga y delicada amistad con Ignacio de Loyola y su grupo de los seis “amigos del Señor” en el bullicioso mundo universitario parisino de la década de los años treinta del siglo XVI, inquieto por el debate intelectual y religioso suscitado por el humanismo erasmista y las nuevas ideas teológicas de los llamados “novatores” y “reformadores”. Participando activamente en él se podía encontrar allí, entre otros conocidos partidarios de las nuevas ideas, a Juan Calvino; uno, luego, de los más influyentes y relevantes en la historia de la Reforma Protestante.  

sábado, 12 de octubre de 2013

Madrid y los mártires de la España Contemporánea. Card. Antonio María Rouco Varela ante la beatificación de 522 mártires en Tarragona


Mis queridos hermanos y amigos:

El próximo Domingo, día 13 de octubre, al día siguiente de la celebración de la gran Fiesta de la Virgen del Pilar, “Madre de España”, el Delegado del Santo Padre “elevará al honor de los altares” −expresión tradicional en el culto multisecular del pueblo cristiano a sus Santos− a 522 nuevos mártires del siglo XX en España, que se sumarán a los 1001 ya beatificados durante el Pontificado de Juan Pablo II (471 mártires) y de Benedicto XVI (530). Entre ellos, los ya beatificados y los que lo serán el próximo domingo, se encuentra un elevado número que han sido martirizados en Madrid, en la Ciudad y en la Provincia, en los años 1936 y 1937, los más crueles de la persecución religiosa sufridas por la Iglesia diocesana de Madrid. Religiosos de las Órdenes y Congregaciones de más arraigo en la historia y en la vida de la Iglesia y del pueblo madrileño, constituyen, en el número y en la variedad de las familias religiosas a los que pertenecen, el núcleo principal de los mártires madrileños del siglo XX beatificados por la Iglesia. A ellos se añaden religiosas, sacerdotes diocesanos, seminaristas y fieles laicos. ¡Son centenares! Con toda razón histórica y eclesial se puede afirmar que el siglo XX en Madrid ha sido tiempo de martirio: ¡de Iglesia de mártires! Los mártires, entregando la vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores, son la prueba más evidente de la fecunda fidelidad de la Iglesia al Evangelio en un lugar y un tiempo determinado; en nuestro caso, en el Madrid contemporáneo (Cfr. Porta Fidei, 13). Había que haber nacido, crecido y/o vivido en un ambiente eclesial muy enamorado de Cristo y muy empapado del amor fraterno a los hermanos, vecinos y conciudadanos, creyentes o no creyentes, practicantes o no practicantes, para que puestos antes el dilema de renunciar a su vocación de consagrados, de sacerdotes diocesanos o de apóstoles laicos, es decir, puestos ante la disyuntiva de negar a Cristo y de renunciar a su seguimiento… o la muerte, no dudan en su elección: ¡morir por Él!

lunes, 5 de agosto de 2013

"La Acción Católica es la mediación adecuada para el lío que pide el Papa" Card. Rouco Varela


Tras la oración, el cardenal ha introducido la presentación de la Asamblea D. Higinio Junquera, presidente de la ACG, destacando que esta segunda Asamblea General es la primera para muchos de los asistentes, que se han incorporado a la ACG en los 4 años que han transcurrido desde la Asamblea fundacional de Cheste. Se trata de la «primera generación de una nueva ACG», pero deben ser muchos más los que vengan.
«La ACG es una propuesta única e integral para todas las edades, para todas las personas, para toda la familia, para todos los que pasan un tiempo con nosotros». La tarea que la ACG tiene por delante es preciosa, aunque no sea poca. Ha recordado unas palabras del Papa Francisco en la JMJ de Río de Janeiro: «Espero lío, quiero lío en las diócesis».
Afirmó que la ACG es la mediación adecuada para este «lío», el cauce habitual para la mayoría de los laicos.

lunes, 4 de marzo de 2013

Benedicto XVI ha ejercido el “officium amoris” hasta el límite de sus fuerzas - Card. Rouco Varela

Homilía del Emmo. y Rvdmo.
 D. Antonio Mª Rouco Varela
Cardenal Arzobispo de Madrid
en la
Misa de Acción de Gracias
por el Pontificado de
Su Santidad Benedicto XVI
Catedral de La Almudena
 3 de marzo de 2013
(Ex 3, 1-8a.13-15; Sal 102; 1 Cor 10, 1-6.10-12; Lc 13,1-9)

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:
1. Desde las 20,00 horas del pasado viernes, día 28 de febrero, al retirarse al silencio del estudio, de la reflexión y sobre todo de la oración, el que desde el 19 de abril del año 2005 había sido Obispo de Roma, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia Universal, Su Santidad Benedicto XVI, la sede y oficio de Sucesor de Pedro ha quedado vacante. Es una hora para la Iglesia extendida por todo el orbe verdaderamente excepcional. Lo sucedido resulta difícil, por no decir imposible de comprender en todo lo que significa para el presente y el futuro de la Iglesia e, incluso, de toda la familia humana para aquél que lo considere con puntos de vista meramente humanos o los criterios propios del mundo. La Iglesia no es el resultado o producto de iniciativas humanas, ni se sostiene ni apoya en el poder del hombre, tampoco en su capacidad organizativa y ni siquiera en los sistemas jurídicos que pudiera diseñar según su propio arbitrio. No, el mundo interior en el que vive y del que vive la Iglesia, incluso su estructura externa −la Palabra, los Sacramentos, y el Ministerio Apostólico− proceden del Señor Jesucristo, su Cabeza y Pastor invisible: ¡su divino Fundador! En su presencia indefectible, se fundamenta y descansa; y del Espíritu Santo, por Él enviado, alimenta ininterrumpidamente su vida. “La barca de Pedro” −expresión tan querida y usual en los Padres y en la Tradición doctrinal y espiritual de la Iglesia− puede atravesar por tormentas y por aparentes soledades como las que hayamos podido experimentar estos días de una cierta orfandad pastoral; pero el Señor, su invisible timonel, se encuentra en ella vigilando y asegurando que su travesía nos conduzca al buen puerto de un nuevo y fecundo capitulo de su historia divino-humana más que milenaria. Un capítulo, en el que brillará con creciente intensidad el esplendor de la verdad de Jesucristo, el Salvador del hombre: ¡el capítulo de la nueva Evangelización! La luz de su Evangelio, que disipa todas nuestras oscuridades e incertidumbres personales y colectivas, nos infundirá al mirar al futuro de nuestros hijos la clarividencia de la fe, la fuerza de la esperanza y el ardor del amor auténtico que tanto necesitamos para afrontar victoriosamente el reto de la crisis histórica ante la que nos encontramos. Una crisis de verdadera y fraterna humanidad: ¡crisis del hombre que dio la espalda a Dios!

martes, 12 de febrero de 2013

Renuncia de Benedicto XVI - Rueda de prensa del Cardenal Antonio Mª Rouco Varela



Nota de agradecimiento al Santo Padre
Después de haber conocido esta misma mañana la renuncia de Su Santidad el Papa Benedicto XVI al ministerio petrino, me apresuro a expresar al Santo Padre, en nombre propio, y de todos los obispos miembros de la Conferencia Episcopal Española, nuestra más profunda gratitud por el impagable servicio prestado a la Santa Iglesia en estos intensos años de pontificado.

martes, 29 de enero de 2013

La familia cristiana, verdadera esperanza para hoy - Card. Rouco Varela

Homilía del Emmo. y Rvdmo.

Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid

Antonio Rouco Varela

en la Fiesta de las Familias

Domingo de la Sagrada Familia

 

 (Eclo 3,2-6.12-14; Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10; 1º Jn 3,1-2. 21-24; Lc 2,41-52)

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor, queridas Familias:

1. La Fiesta de la Sagrada Familia nos reúne hoy, de nuevo, en este año que concluye, el 2012, crítico y doloroso por tantos motivos, para dar gracias a Dios por nuestras familias enraizadas en la fe en Jesucristo, el Redentor del hombre, y pedirle por el bien de la familia cristiana, verdadera “esperanza para hoy”. ¿La única sólida esperanza? Si contemplamos la realidad social y cultural que la envuelve y lo fugaces e inoperantes que son las alternativas que se proponen para salir de la crisis de verdadera y honda humanidad que la caracteriza, no cabe duda alguna: sólo la familia concebida y vivida en la plenitud de su verdad, como la enseña el lenguaje inequívoco e indestructible de la naturaleza humana, despeja el horizonte de la esperanza para el hombre y la sociedad de nuestro tiempo. ¿Pero cuál es y cómo se conoce la plenitud de esa verdad y cuáles son las vías para comprenderla y realizarla venciendo los obstáculos económicos, sociales, culturales, jurídicos y políticos tan formidables que se interponen en su camino? La respuesta es muy sencilla: cuando se la busca con humilde sinceridad en la escucha de la Palabra de Dios y en la vivencia fervorosa de la celebración del Sacramento de la Eucaristía, especialmente en el día en que la Iglesia trae a la memoria renovada y actual de sus hijos el Misterio de la Sagrada Familia de Nazaret, en cuyo seno nació, se educó y se cobijó el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. En ella se abrió e inició la verdadera y definitiva historia de la salvación del mundo. Una historia que ninguna crisis, aunque suponga e incluya los mayores y más horrendos pecados del hombre, podrá jamás interrumpir y, menos, anular.

martes, 10 de julio de 2012

La hora de unirnos sin fisuras al sucesor de Pedro - Card. Rouco Varela

El servicio de “Pedro”
a la Iglesia y al hombre,
en una difícil coyuntura histórica

Card. Antonio Mª Rouco Varela
Arzobispo de Madrid

Mis queridos hermanos y amigos:
Hoy, el domingo más próximo a la Fiesta de los Santo Apóstoles Pedro y Pablo, la Iglesia en España celebra “el día del Papa”. La verdad del Primado de Pedro se actualiza siglo tras siglo desde su muerte martirial en la figura de sus Sucesores en la sede de Roma que han continuado su misión sin solución de continuidad ¡ininterrumpidamente! hasta ahora mismo y que por la promesa del Señor seguirá ocurriendo hasta que Él vuelva en gloria y majestad. “Pedro” es hoy, pues, para la Iglesia y para el mundo nuestro Santo Padre Benedicto XVI.
  

martes, 24 de abril de 2012

Programa de la nueva evangelización - Año de la fe

Del discurso del
Cardenal Rouco Varela
en la apertura de la
Asamblea Plenaria de la
Conferencia Episcopal Española
I. El plan pastoral, la nueva evangelización y la crisis actual
1. El octavo plan pastoral de la Conferencia Episcopal
Teniendo bien presente el aludido sentido de los planes pastorales de la Conferencia, venimos estudiando un nuevo plan para el quinquenio 2011-2015 que desearíamos centrar en La Nueva Evangelización desde la Palabra de Dios: Por tu palabra, echaré las redes (Lc 5, 5).
En realidad, todos nuestros planes pastorales han estado orientados de uno u otro modo por el programa de la nueva evangelización, como se echa de ver ya en los mismos títulos que llevan: Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo con obras y palabras, Impulsar una nueva evangelización, Para que el mundo crea, Proclamar el año de gracia del Señor, Una Iglesia esperanzada: ¡Mar adentro! o Yo soy el Pan de Vida: Vivir de la Eucaristía. Pero, en cada caso, se ha procurado poner un acento especial que venía determinado por algunas circunstancias más inmediatas de la vida de la Iglesia o de nuestra sociedad. Algo semejante sucede también ahora con el nuevo plan que estudiamos. ¿Por qué, pues, la nueva evangelización? Y, ¿con qué acento especial para estos años?

lunes, 2 de abril de 2012

Amar a la Iglesia

AMAR A LA IGLESIA,
para amar a Jesucristo

Mis queridos hermanos y amigos:
 En el nuevo curso pastoral, que hemos iniciado ya, la necesidad espiritual de recoger la gracia extraordinaria de la JMJ-Madrid 2011, y de procurar que fructifique, nos lleva a mirar a la Iglesia con amor y vivir en ella amándola, como una condición indispensable parar acertar plenamente con el conocimiento y el camino para poder encontrarse con el Señor. El Santo Padre les decía a los jóvenes en la Homilía de “Cuatro Vientos” con hermosas palabras: “Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor”. La Iglesia no es el mero resultado de la acción humana o fruto de iniciativas de los hombres en un momento determinado de la historia. La Iglesia es de Cristo: es su Esposa y su Cuerpo, el instrumento o a modo de signo o sacramento que Él ha querido instituir para unir a los hombres con Dios y entre sí por la vía que lleva a la salvación. Glosando el texto de San Mateo, donde se relata la conocida escena de Cesarea de Filipo, cuando Jesús pregunta a los Apóstoles quien dice la gente que es Él (Mt. 16, 15-20), comenta el Papa: “Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como <su> Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1 Cor. 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. El está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza”. No se puede pues amar a Cristo, Cabeza de la Iglesia, sino se ama a la Iglesia, su Cuerpo. En la JMJ 2011 en Madrid se pudo constatar con una belleza emocionante y singular el amor de los jóvenes a la Iglesia, manifestado con un entusiasmo contagioso y jubiloso en sus expresiones de amor al Papa. En Él, veían a aquel que, por su ministerio de Pastor de la Iglesia Universal −de todos los Pastores y de todos los fieles−, representaba visiblemente a Jesucristo como Cabeza de la Iglesia: a Jesucristo que es el Hermano, el Amigo, el Señor, ¡el Salvador! En el ambiente de una maravillosa y gozosa experiencia de “la Comunión de la Iglesia” los jóvenes vivieron con auténtica y fervorosa entrega su amor al Señor. La Iglesia es comunión visible de los que viven en la fe, en la esperanza y en el amor de Cristo. Comunión, por tanto, de los santos y de los que están en el camino de la santidad por la conversión y la penitencia. Comunión en y de “las cosas santas”, confiadas al ministerio de los Apóstoles encabezados por Pedro cuyo oficio pervive y sigue actuando en su Sucesor, el Obispo de Roma. La promesa de Jesús no falla: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. “Las cosas santas” son la Palabra, los Sacramentos, los Mandatos y la Misión recibidas del Señor; su oración y la forma de la alabanza y de la adoración al Padre en el Espíritu Santo. La comunión eclesial culmina con la mesa eucarística del altar: en la comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. 

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