... nació de la Virgen
María
487 Lo que la fe
católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo
que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo.
La predestinación de María
488 "Dios
envió a su Hijo" (Ga 4, 4), pero para "formarle un
cuerpo" (cf. Hb 10, 5) quiso la libre cooperación de una
criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de
su Hijo a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a
"una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el
nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27):
«El Padre de las
misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser
la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a
la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida» (LG56; cf.
61).
489 A lo largo de
toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de
algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su
desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del
Maligno (cf. Gn 3, 15) y la de ser la madre de todos los
vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara
concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14;
21,1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por
impotente y débil (cf. 1 Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a
su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf. 1 S 1), Débora, Rut,
Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. María "sobresale entre los
humildes y los pobres del Señor, que esperan de él con confianza la salvación y
la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera
de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de
salvación" (LG55).
La Inmaculada Concepción
490 Para ser la Madre
del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una
misión tan importante" (LG 56).
El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de
gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento
libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese
totalmente conducida por la gracia de Dios.
491 A lo largo de
los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de
gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su
concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado
en 1854 por el Papa Pío IX:
«... la
bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado
original en el primer instante de su concepción por singular gracia y
privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo
Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS,
2803).
492 Esta
"resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue
"enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56),
le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime
en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53).
El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones
espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a
ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación
del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor"
(cf. Ef 1, 4).
493 Los Padres de
la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia),
la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha
una nueva criatura por el Espíritu Santo" (LG 56).
Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo
largo de toda su vida.
"Hágase en mí según tu palabra ..."
494 Al anuncio de
que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la
virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió
por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que
"nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor:
hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así, dando su
consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y,
aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún
pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la
obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios,
al Misterio de la Redención (cf. LG 56):
«Ella, en efecto,
como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia
y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en
su predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la
desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva
por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con
Eva, llaman a María "Madre de los vivientes" y afirman con mayor
frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María"». (LG. 56;
cf. Adversus haereses, 3, 22, 4).
508 De la
descendencia de Eva, Dios eligió a la Virgen María para ser la Madre de su
Hijo. Ella, "llena de gracia", es "el fruto más excelente de la
redención" (SC 103);
desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la
mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo
de toda su vida.
509 María es
verdaderamente "Madre de Dios" porque es la madre del Hijo eterno de
Dios hecho hombre, que es Dios mismo.
510 María
"fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen durante el embarazo, Virgen en
el parto, Virgen después del parto, Virgen siempre" (San Agustín, Sermo 186,
1): ella, con todo su ser, es "la esclava del Señor" (Lc 1,
38).
511 La Virgen
María "colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los
hombres" (LG 56).
Ella pronunció su "fiat" loco totius humanae naturae ("ocupando
el lugar de toda la naturaleza humana") (Santo Tomás de Aquino, S.Th.,
3, q. 30, a. 1 ): Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre
de los vivientes.
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica
96. ¿Qué significa «Inmaculada Concepción»?
487-492
508
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Dios eligió gratuitamente a María desde toda la eternidad para que
fuese la Madre de su Hijo; para cumplir esta misión fue concebida
inmaculada. Esto significa que, por la gracia de Dios y en previsión de los
méritos de Jesucristo, María fue preservada del pecado original desde el primer
instante de su concepción.
97. ¿Cómo colabora María al plan divino de la salvación?
493-494
508-511
508-511
Por la gracia de Dios, María permaneció inmune de todo pecado
personal durante toda su existencia. Ella es la «llena de gracia» (Lc 1,
28), la «toda Santa». Y cuando el ángel le anuncia que va a dar a luz «al Hijo
del Altísimo» (Lc 1, 32), ella da libremente su consentimiento «por
obediencia de la fe» (Rm 1, 5). María se ofrece totalmente a la
Persona y a la obra de Jesús, su Hijo, abrazando con toda su alma la voluntad
divina de salvación.
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