Luego que los ángeles se apartaron de ellos y volaron al cielo, los
pastores se decían unos a otros: "Pasemos hasta Belén, y veamos este
prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado".
Vinieron, pues, a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al Niño reclinado
en el pesebre. Y viéndole, se certificaron de cuanto les había dicho de este
Niño. Y todos los que lo oyeron se maravillaron igualmente de lo que los
pastores les habían contado. María empero conservaba todas estas cosas dentro
de sí, ponderándolas en su corazón. En fin, los pastores se volvieron, no
cesando de alabar y glorificar al Señor por todas las cosas que habían oído y
visto, según se les había anunciado por el ángel.
Griego
Todo lo que habían visto y oído los
pastores causó en ellos tal asombro que abandonaron sus rebaños y, a pesar de
ser de noche, marcharon a Belén buscando la luz del Salvador. Por esto dice:
"Los pastores se decían unos a otros", etc.
Beda
No dijeron verdaderamente: Veamos al
Niño, sino que dijeron porque velaban: "Veamos al verbo que ha sido
hecho". Esto es, cómo el Verbo, que ha existido siempre, ha sido hecho
carne por nosotros, porque este mismo Verbo es el Señor. Prosigue pues: "Y
veamos este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha
manifestado", esto es, veamos cómo el Verbo se ha hecho a sí mismo, y se
nos ha mostrado en su carne.
San Ambrosio, in Lucam, 1, 2
Es de notar de qué modo tan especial
pesa la Escritura el sentido de cada palabra. Porque cuando se ve la carne del
Señor, se ve al Verbo que es su Hijo. Y no se crea que este ejemplo de fe de
los pastores es de poca importancia, a causa de que sus personas sean tan
humildes. Se busca la sencillez y no la ostentación. Y continúa: "Vinieron,
pues, a toda prisa" para manifestar que el que busca a Jesucristo no debe
andar con pereza.
Orígenes, in Lucam, 13
Como fueron de prisa, y no poco a poco,
prosigue: "Y hallaron a María", que era la que había dado a luz al
Salvador, "y a José" que era el protector del nacimiento, "y al
Niño reclinado en el pesebre", esto es, al mismo Salvador.
Beda
Está en el orden natural que, una vez
celebrada dignamente la encarnación del Verbo, se venga a contemplar su misma
gloria. Sigue, pues: "Y viéndole, se certificaron de cuanto se les había
dicho", etc.
Griego
No satisfechos los pastores con creer la
dicha que les había anunciado el ángel y cuya realidad vieron llenos de
asombro, manifestaban su alegría no sólo a María y a José, sino también a todo
el mundo. Y lo que es más, procuraban grabarla en su memoria. "Y todos
-continúa- los que lo oyeron se maravillaron". ¿Y cómo no habían de
maravillarse viendo en la tierra a Aquel que está en los cielos, y reconciliado
en paz lo celestial con lo terreno, a aquel inefable infante, uniendo entre sí
lo que era celestial por su divinidad con lo que era terreno por su humanidad,
y haciendo en esta unión una alianza admirable?
Glosa
No sólo se admiran por el misterio de la
encarnación, sino también por el gran testimonio de los pastores, que no podían
inventar lo que no hubieran oído, y que publican la verdad con una elocuencia
sencilla.
San Ambrosio
No son, por lo sencillas, despreciables
las palabras de los pastores, puesto que María les prestaba fe, según se ve por
lo que sigue: "María, empero, conservaba todas estas cosas dentro de sí,
recogiéndolas en su corazón". Aprendamos la castidad en todas las cosas de
la Santa Virgen, la cual reunía en su corazón las pruebas de la fe con no menos
modestia en sus palabras que en su cuerpo.
Beda, in hom in nativ. Dom
Guardando, pues, las leyes del decoro
virginal, no quería decir a nadie los misterios de Cristo que conocía, pero
comparaba lo que ella había leído que debía suceder con lo que veía que venía
sucediendo, no explicándolo con palabras, sino conservándolo encerrado en su
corazón.
Griego
Todo lo que le había dicho el ángel, y
todo lo que había oído a Zacarías, Isabel y los pastores, todo lo conservaba en
su corazón. Y comparando unas cosas con otras, esta Madre de la Sabiduría veía
que en todas ellas se probaba que era verdaderamente Dios quien había nacido de
ella.
San Atanasio
Todos, pues, se alegraban en el
nacimiento de Jesucristo, no de una manera humana (como suelen regocijarse los
hombres cuando nace un niño), sino por la presencia de Jesucristo y por el
brillo de la luz divina. "En fin -prosigue- los pastores se volvieron, no
cesando de alabar y glorificar al Señor por todas las cosas que habían
oído".
Beda
Esto es, de los ángeles. "Y que
habían visto" (a saber, en Belén), según se les había anunciado por el
ángel. Es decir, que glorificaban a Dios porque habían encontrado lo que se les
había dicho; y, como se les había advertido, daban gloria al Señor y le
dirigían sus alabanzas, porque así se lo habían enseñado los ángeles, no
mandándoselo con la palabra, sino mostrándoles el ejemplo de su devoción cuando
cantaron: "Gloria a Dios en las alturas".
Beda, in hom. in nativ. Dom
En sentido místico, los pastores de los
rebaños espirituales, o más bien todos los fieles, van a imitación de estos
pastores con su contemplación hasta Belén, y celebran la encarnación de Cristo
con grandes homenajes. Vamos también nosotros, renunciando a todas las
concupiscencias carnales y con todo el fervor de nuestra alma hasta la Belén
del cielo. Es decir, hasta la casa del pan vivo, para que merezcamos ver
reinando en el solio de su Padre a Aquel a quien vieron los pastores suspirando
en el pesebre. No debe buscarse tanta felicidad con tibieza e indiferencia,
sino que deben seguirse las huellas de Jesucristo con alegría. Cuando los
pastores lo vieron, le conocieron. También nosotros debemos abrazar con suma
diligencia y alegría todo lo que se nos ha dicho de nuestro Salvador, para que
podamos comprenderlo con pleno conocimiento en la otra vida.
Beda, super Luc
Los pastores del rebaño divino se
transportan a las puertas de Belén contemplando la vida de los antiguos
patriarcas, que es en la que se conserva el pan de vida, y no encuentran allí
otra cosa que la pureza virginal de la Iglesia, representada en María; la
poderosa congregación de los doctores espirituales, representados en José; y la
humilde venida de Jesucristo, expuesta en las páginas de la Sagrada Escritura
como al Niño Jesús reclinado en el pesebre.
Orígenes, in Lucam, 13
El pesebre era también aquello que
Israel no conoció, según las palabras de Isaías: "Conoció el buey a su amo
y el asno el pesebre de su Señor" ( Is 1,3).
Beda, in hom. in nativ. Dom
Los pastores no guardaron en silencio lo
que habían visto, en lo que se manifiesta que los pastores de la Iglesia se
ordenan para enseñar a sus oyentes lo que aprenden en las Sagradas
Escrituras.
Beda, sup. Luc
También los maestros de los rebaños
espirituales, ora se elevan contemplando las cosas del cielo, mientras los
demás duermen, ora recorren con estudio los ejemplos de los fieles, ora vuelven
a su ministerio pastoral para enseñar al pueblo.
Beda, in hom. in nativ. Dom
Hasta el que parece observar una vida retirada ejerce el cargo de pastor
si, reuniendo gentes de buenas acciones y de pensamientos puros, se propone
gobernarlas con una moderación perfecta, nutrirlas con el pasto de las
Escrituras y preservarlas de las asechanzas de los demonios.
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