Mateo
1,1-25
Libro de la generación de Jesucristo,
hijo de David, hijo de Abraham.
Abraham engendró a Isaac. E Isaac
engendró a Jacob. Y Jacob engendró a Judas y a sus hermanos.
Y Judas engendró de Tamar a Fares y a
Zara. Y Fares engendró a Esrom. Y Esrom engendró a Aram. Y Aram engendró a
Aminadab. Y Aminadab engendró a Naassón. Y Naassón engendró a Salmón. Y Salmón
engendró de Rahab a Booz. Y Booz engendró de Rut a Obed. Y Obed engendró a
Jesé. Y Jesé engendró a David el Rey.
Y David, el Rey, engendró a Salomón, de
la que fue de Urías. Y Salomón engendró a Roboam. Y Roboam engendró a Abiá. Y
Abiá engendró a Asá. Y Asá engendró a Josafat.
Y Josafat engendró a Joram. Y Joram
engendró a Ozías. Y Ozías engendró a Joatam. Y Joatam engendró a Acaz. Y Acaz
engendró a Ezequías. Y Ezequías engendró a Manasés. Y Manasés engendró a Amón.
Y Amón engendró a Josías. Y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en la
transmigración de Babilonia.
Y después de la transmigración de Babilonia,
Jeconías engendró a Salatiel. Y Salatiel engendró a Zorobabel. Y Zorobabel
engendró a Abiud. Y Abiud engendró a Eliakim. Y Eliakim engendró a Azor. Y Azor
engendró a Sadoq. Y Sadoq engendró a Aquim. Y Aquim engendró a Eliud. Y Eliud
engendró a Eleazar. Y Eleazar engendró a Matán. Y Matán engendró a Jacob.
Y Jacob engendró a José, esposo de María,
de la cual nació Jesús, que es llamado el Cristo.
De manera que todas las generaciones
desde Abraham hasta David, catorce generaciones: y desde David hasta la
transmigración de Babilonia, catorce generaciones: y desde la transmigración de
Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Y la generación de Jesucristo fue de esta
manera. Que siendo María su Madre desposada con José, antes que viviesen
juntos, se halló haber concebido en el vientre de Espíritu Santo.
Y José, su Esposo, como era justo y no
quisiese infamarla, quiso dejarla secretamente.
Y estando él pensando en esto, he aquí
que el Angel del Señor le apareció en sueños, diciendo: "José, hijo de
David, no temas recibir a María tu mujer: porque lo que en ella ha nacido, de
Espíritu Santo es".
"Y parirá un hijo: y llamarás su
nombre Jesús: porque él salvará a su pueblo de los pecados de ellos".
Mas todo esto fue hecho para que se
cumpliese lo que habló el Señor por el Profeta, que dice: He aquí la Virgen
concebirá, y parirá hijo: y llamarán su nombre Emmanuel, que quiere decir
"con nosotros Dios".
Y despertando José del sueño, hizo como
el Angel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. Y no la conoció hasta
que parió a su hijo primogénito y llamó su nombre Jesús.
Libro de la
generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. (v. 1)
San Jerónimo, Prologus in commentario in Matthaeum
San Mateo, representado bajo la figura de un hombre 1, empezó a escribir de Jesucristo en
cuanto hombre diciendo: "Libro de la generación, etc.".
Rábano
Con este principio manifiesta que se propuso narrar la generación de
Cristo según la carne.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Escribió el Evangelio para los judíos, para quienes hubiera estado de
más exponer la naturaleza de la divinidad que ya conocían, pero les era
necesario que se les manifestase el misterio de la encarnación. Juan escribió
el Evangelio para los gentiles que no sabían si Dios tenía un Hijo y fue por
ello preciso primero enseñarles que hay un Hijo de Dios, que es Dios, y luego que
este Hijo de Dios tomó carne.
Rábano
Aunque la generación ocupa una pequeña parte del libro, dijo sin
embargo: "Libro de la generación". Es costumbre de los hebreos poner
como título de sus libros la palabra con que empiezan, así como
el Génesis.
La glosa ordinaria
Hubiera sido más claro el sentido diciendo: éste es el libro de la
generación, pero es costumbre en muchos sobreentender el demostrativo, como
cuando leemos: "Visión de Isaías", es decir: "Esta es la visión
de Isaías". Se dicegeneración en singular, aunque se enumeran
sucesivamente muchas generaciones, porque todas ellas se incluyen aquí por
causa de la generación de Cristo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,3
Llama a este libro el libro de la generación, porque toda la economía de
la gracia y la raíz de todos los bienes está en que Dios se ha hecho hombre;
una vez verificado esto, lo demás se sigue como consecuencia racional.
Remigio
Dice: "Libro de la generación de Jesucristo", porque sabía que
antes se había escrito: "Libro de la generación de Adán", y empezó
así para contraponer libro a libro, el Nuevo Adán al Adán viejo, ya que fue
reparado por el Nuevo todo cuanto el viejo había destruido.
San Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
Leemos en Isaías: Su generación, ¿quién la
contará? ( Is 53,8). No concluyamos de aquí que el evangelista
contradice al profeta porque éste dice que es imposible expresar lo que aquél
después empieza a narrar, toda vez que allí se habla de la generación de la
divinidad y aquí de la encarnación.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,2
No pienses que oyes cosa de poca importancia al oír hablar de esta
generación, porque es en gran manera inefable que Dios se haya dignado nacer de
una mujer y tener por progenitores a David y a Abraham.
Remigio
Mas si alguno dijere que el profeta aludió a la generación de la
humanidad, no debe responderse a la pregunta del profeta que ninguno, sino
que muy pocos, porque realmente han hablado San Mateo y San Lucas.
Rábano
Cuando dice de Jesucristo, expresa su dignidad real y sacerdotal.
Pues el soberano Josué 2, que en figura llevó primero este título, fue el primero que obtuvo la
jefatura del pueblo de Israel después de Moisés, y Aarón, consagrado por la
unción mística, fue el primer sacerdote de la Ley.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 45
Lo que por el don sagrado concedía Dios a los que eran ungidos para ser
reyes y sacerdotes, lo ha realizado el Espíritu Santo en el Hombre Cristo
añadiendo una purificación, pues el Espíritu Santo purificó lo que de la Virgen
María se formara para ser cuerpo del Salvador. Esta es la unción del cuerpo del
Salvador, por esto se ha llamado Cristo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Mas porque la prudencia impía de los judíos negaba que Jesús fuese de la
descendencia de David, por eso el evangelista añade: "Hijo de David, hijo
de Abraham". Pero, ¿no basta decir hijo de sólo Abraham o de sólo David?
No, porque a ambos fue hecha la promesa de que de ellos había de nacer Cristo:
a Abraham en el Génesis: "Y en tu semilla serán bendecidas todas las
naciones de la tierra" ( Gén 22,18); a David en el Salmo:
"Del fruto de tu vientre pondré sobre tu trono" ( Sal 131).
Por eso lo llamó hijo de ambos, para demostrar que las promesas hechas a ambos
se habían cumplido en Cristo, y además porque Cristo había de tener tres
dignidades: rey, profeta y sacerdote. Abraham fue profeta y sacerdote;
sacerdote, como le dijo Dios en el Génesis: "Toma para mí una vaca de tres
años" ( Gén 15,9); y profeta, según lo que el Señor dice de él
al rey Abimelek en el Génesis: "Es Profeta y rogará por ti"
( Gén 20,7). David fue rey y profeta, pero no sacerdote. Cristo fue,
pues, llamado hijo de ambos, para que la triple dignidad de ambos se
reconociese en él por derecho de nacimiento.
San Ambrosio, in Lucam, c. 3
Por eso también eligió dos autores del linaje de Cristo; uno que había
recibido la promesa de la congregación de todos los pueblos, otro que había
obtenido que se le comunicara la predicción de que de él nacería Cristo. Y así,
aunque sea posterior en el orden de la descendencia, ha sido nombrado primero,
porque es más haber recibido la promesa acerca de Cristo que aquélla acerca de
la Iglesia, la misma que existe por Cristo, puesto que el que salva es de
condición más excelente que lo salvado.
San Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
El orden de los dos progenitores está invertido pero por necesidad, pues
si hubiera puesto primero a Abraham y después a David, hubiera tenido que
repetir otra vez el nombre de Abraham para enlazar la serie de las
generaciones.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La otra razón es que la dignidad de rey es mayor que la de la
naturaleza; y así, aunque Abraham precedía en el tiempo, David precedía en la
dignidad.
La glosa
Como según su título este libro trata de Jesucristo, es preciso saber
antes qué debemos pensar sobre Cristo, para que así pueda exponerse mejor lo
que en él se dice de Cristo.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 5,45
Todos los errores de los herejes acerca de Jesucristo pueden reducirse a
tres clases: los concernientes a su divinidad, a su humanidad, o a ambas a la
vez.
San Agustín, de haeresibus, 8 y 10
Cerinto y Ebión dijeron que Jesucristo era un simple hombre. Insistiendo
en este error Pablo de Samosata, aseveró que Cristo no ha existido siempre,
sino que su principio data sólo desde su nacimiento de María, pues no cree que
sea sino un mero hombre. Esta herejía fue renovada después por Fotino.
San Atanasio, contra haeret
El apóstol San Juan, anticipando desde mucho antes, con la luz del
Espíritu Santo, la locura de este hombre, lo despierta del profundo sueño de su
ignorancia con el poderoso acento de su voz diciéndole: "En el principio
era el Verbo" (cap. 1). Luego el que en el principio era con Dios no ha
tenido necesidad en lo último de los tiempos de recibir el principio de su
origen del ser humano. Además dice: "Padre, glorifícame con aquella gloria
que tuve en ti antes que fuese el mundo" (cap. 17). Aprenda aquí Fotino
que éste poseyó la gloria antes del principio de los tiempos.
San Agustín, de haeresibus, 19
La perversidad de Nestorio consistía en afirmar que el engendrado del
seno de la Virgen María fue simplemente un hombre, al que el Verbo de Dios
asumió en unidad de persona y unión inseparable, error que no podían sufrir los
oídos cristianos.
San Cirilo de Alejandría, ep. 1, ad Monachos Aegypti
En su carta a los Filipenses dice el Apóstol del Unigénito de
Dios, que siendo en forma de Dios, no retuvo ávidamente el ser igual a
Dios ( Flp 2). ¿Quién es, pues, el que es en forma de
Dios? ¿Cómo se ha anonadado y humillado en forma de hombre? Podrán tal vez
decirnos los citados herejes, partiendo a Cristo en dos -en hombre y en Verbo-,
que el hombre es el que sufrió el anonadamiento, separando de él al Verbo de
Dios. Pero tendrán que demostrarnos antes que el hombre se entiende y fue en la
forma y en la igualdad de su Padre, para verificarse en él el modo de
anonadarse. Mas ninguna creatura -entendida según su propia naturaleza- es
igual al Padre. ¿Cómo, pues, se dice que se anonadó? ¿De qué altura descendió
para ser hombre? ¿Cómo se entiende que tomara la forma de siervo si desde el
principio no la tuviera? Pero dicen: "El Verbo, existiendo igual al Padre,
habitó en el hombre nacido de mujer, y éste es el anonadamiento".
Ciertamente, yo oigo al Hijo decir a los santos apóstoles: "Si alguno me
ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos
morada en él" ( Jn17). ¿Oyes cómo dice que en los que lo aman
cohabitarán El y su Padre? ¿Y crees que nosotros decimos que se anonada y
humilla, y toma la forma de siervo porque hace morada en las almas santas de los
que lo aman? Pues, ¿y el Espíritu Santo que habita en nosotros? ¿Hemos también
de creer que realiza el misterio de humanarse?
Abad Isidoro, ad Atribium presbiterum, epist. 41,2
Mas para no enumerarlo todo hablaremos sólo del punto capital y
objetivo: es una sabia y útil disposición, y en nada perjudica a la naturaleza
inviolable, que el que era Dios se manifieste humildemente. Pero es un mal la
loca presunción que el que es humano se promocione a sí mismo a lo sobrenatural
y divino, pues si bien el rey no se degrada obrando con humildad, jamás le será
lícito al soldado hacerse oír como reinante. Entonces, si Cristo es Dios
humanado, lo humilde está en su lugar. Pero si es simplemente un hombre, lo
elevado y grande no se explica.
San Agustín, de haeresibus, 41
Algunos hacen discípulo de Noeto a Sabelio, quien decía que Cristo era
el mismo e idéntico Padre y Espíritu Santo.
San Atanasio, contra haeret
Yo refrenaré la audacia y el furor insensato de este hombre con la
autoridad de los testimonios celestiales aduciendo, para demostrarle la persona
de la sustancia propia del Hijo, no los que él cavilosamente pretende que
convienen a la humanidad asumida, sino los que sin escrúpulo del entendimiento
más perplejo confiesan todos unánimes que competen a su divinidad. Leemos en el
Génesis que dijo Dios: "Hagamos al hombre a imagen y semejanza
nuestra" ( Gén 1). Ved que habla en plural: "Hagamos",
indicando sin duda a otro a quien dirige la palabra. Pues si fuese uno solo, el
texto diría: "que lo hizo a su imagen". Pero, habiendo otro,
claramente se muestra que también fue hecho a imagen de éste.
La glosa
Otros, por el contrario, han negado la verdadera humanidad de Cristo.
Valentino pretendía que Cristo, enviado por el Padre, se había revestido de un
cuerpo espiritual o celestial y que no había asumido nada de la Virgen María,
habiendo sólo pasado por ella como por un arroyo o canal, pero sin tomar de
ella carne alguna.
San Agustín, contra Faustum, 20,7
Nosotros no creemos así. Confesamos que Cristo ha nacido de la Virgen
María, no precisamente porque de otra manera no podría existir en verdadera
carne y aparecer a los hombres, sino porque así está consignado en la
Escritura. Si a ella no creemos, no podemos ser cristianos ni salvarnos. Y si
el cuerpo asumido de una sustancia celestial o líquida lo hubiera querido
convertir en verdadera carne humana, ¿quién negaría que lo hubiera podido
hacer?
San Agustín, de haeresibus, 46
Los maniqueos dijeron que Nuestro Señor Jesucristo era un fantasma y que
no podía nacer de mujer.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q.
13
Pero si el cuerpo de Cristo fue un fantasma, nos ha engañado el Señor; y
si nos engaña, no es la Verdad. Pero Cristo es la Verdad 3; entonces no fue fantasma su cuerpo.
La glosa
Y como el principio de este Evangelio según San Lucas manifiestamente
prueba que Cristo nació de mujer, con lo que se ve claro su verdadera
humanidad, quienes no lo aceptaron niegan los principios de ambos
Evangelios.
San Agustín, contra Faustum, 2,1
Fausto dice: "Cierto que el Evangelio empezó a ser y a nombrarse
desde la predicación de Cristo, que en ningún lugar dice de sí haber nacido de
los hombres. Pero la genealogía tan no es el Evangelio, que ni siquiera su
escritor se atrevió a llamarla tal. ¿Qué es, pues, lo que escribió? "Libro
de la generación de Jesucristo, hijo de David". No es libro del Evangelio
de Jesucristo, sino libro de su generación, sigue Fausto. San Marcos, como no
se cuidó de escribir la generación, sino sólo la predicación del Hijo de Dios
-que es el Evangelio-, véase cuán adecuadamente comenzó: "Evangelio de
Jesucristo, hijo de Dios", para que se vea claramente que la genealogía no
es el Evangelio. En el mismo San Mateo ( Mt 4) se lee que después de
la prisión de Juan empezó Jesucristo a predicar su Evangelio. Entonces cuanto
se narra antes de este suceso, es sabido que es genealogía y no
Evangelio.
San Agustín, contra Faustum, 3,1
Yo me he atenido a Juan y a Marcos, cuyos principios me han parecido
bien y con razón, porque no introducen a David, ni a María, ni a José. Agustín
refuta a Fausto de este modo: "¿Qué responderá entonces Fausto al Apóstol
cuando dice: "Acuérdate que el Señor Jesucristo del linaje de David,
resucitó de los muertos, según mi Evangelio?" ( 2Tim 2). Pues lo
que era Evangelio del apóstol Pablo, lo era también de los demás apóstoles y de
todos los fieles encargados de la predicación de tan gran misterio. Y así lo
dice en otra parte: "Sea yo o sean ellos (los demás predicadores del
Evangelio), así predicamos y así habéis creído" ( 1Cor 15).
Entonces no todos escribieron, pero sí todos lo predicaron.
San Agustín, de haeresibus, 49
Los arrianos no quieren admitir que el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo sean de una sola y misma sustancia, naturaleza o existencia, sino que
dicen que el Hijo es creatura del Padre, y el Espíritu Santo creatura de la
creatura, es decir, creado por el mismo Hijo. Y Creen que Cristo tomó carne sin
alma.
San Agustín, de Trinitate, 1,6
Pero San Juan declara que el Hijo no solamente es Dios, sino de la misma
sustancia con el Padre; ya que después de haber dicho "y el Verbo era
Dios", añade: "Todas las cosas fueron hechas por él"; de donde
resulta claro que aquél por quien todas las cosas fueron hechas, no ha sido él
mismo hecho. Y si no ha sido hecho, no ha sido creado, y así es de la misma
sustancia con el Padre, pues toda sustancia que no es Dios, es creatura.
San Agustín, contra Felicianum, 13
No comprendo en qué nos haya favorecido la persona del mediador, no
redimiendo del todo la parte principal de nosotros, y sí asumiendo sólo la
carne que, separada del alma, ni siquiera puede sentir el beneficio de la
redención. Pues si Cristo vino a salvar lo que había perecido, como el hombre
todo es el que pereció, el hombre todo necesita del beneficio del Salvador. Por
tanto Cristo con su venida lo salvó todo asumiendo el cuerpo y el alma.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q.
80
¿Qué responden además a tan claros argumentos de la Escritura evangélica
que el Señor tantas veces menciona contra ellos? El de San Mateo: "Triste
está mi alma hasta la muerte" ( Mt 26); el de San Juan:
"Poder tengo para poner mi alma" ( Jn 10) y muchos otros
semejantes. Y si dijeren que Cristo habló en parábola, tenemos las razones de
los evangelistas que al narrar los hechos, así como testifican que tuvo cuerpo,
dicen también que tuvo alma, por las afecciones propias sólo del alma. Así, en
su narración leemos: "Y se admiró Jesús", "y se enojó"
( Mt 8; Mc 6; Lc 7). Y así otros más.
San Agustín, de haeresibus, 55
Los apolinaristas, así como los arrianos, dijeron que Cristo había
asumido la carne sola sin alma. Vencidos en este punto por los testimonios
evangélicos, se acogieron a la especie de que la inteligencia -que es el alma
racional del hombre- faltó en el alma de Cristo, haciendo sus veces en ésta el
Verbo mismo.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q.
80
Si así fuera, habría que creer que el Verbo de Dios asumió a un animal
con figura de cuerpo humano.
San Agustín, de haeresibus, 45
En cuanto a la carne misma, los herejes muestran haberse apartado de la
ortodoxia de la fe hasta el extremo de decir que aquella carne y el Verbo son
de una sola y misma sustancia, afirmando porfiadamente que el Verbo se había
hecho carne en el sentido de que algo del Verbo se había mudado y convertido en
carne, pero no que esta carne se hubiese tomado de la carne de María.
San Cirilo, epistula ad Joannem Antiochenum, 28
Creemos que están locos o deliran los que han sospechado que puede caber
en la naturaleza divina del Verbo sombra de mudanza. Lo que es siempre,
permanece siempre y no se muda ni es capaz de mutación.
San León Magno, ad Constantinopolitanos, ep. 59
Nosotros no decimos que Cristo es hombre pero que le faltó algo
perteneciente a la naturaleza humana: o el alma, o la inteligencia racional, o
la carne, no tomada de mujer sino hecha del Verbo convertido y mudado en carne.
Estos son tres errores de los herejes apolinaristas que han presentado después
tres distintas fases.
San León Magno, ad Palaestinos, ep. 124
Eutiques se fijó en el tercer error de los apolinaristas y, después de
haber negado la realidad de la carne humana y del alma de Nuestro Señor
Jesucristo, sostenía que en Cristo no había más que una sola naturaleza, como
si la divinidad misma del Verbo se hubiera convertido en carne y alma, y el ser
concebido, nacer y nutrirse y demás actos de la vida fuesen sólo propiedades de
la esencia divina que nada de esto podía recibir en sí sin la realidad de la
carne, puesto que la naturaleza del Unigénito es la naturaleza del Padre, es la
naturaleza del Espíritu Santo, impasible a la vez y eterna. Pero si bien este
hereje se aparta de la perversa doctrina de Apolinar, para no verse obligado a
admitir que la divinidad siente como cualquier ser pasible y mortal, se atreve
en cambio a decidir la unidad de naturaleza del Verbo encarnado -es decir, del
Verbo y de la carne-, con lo cual indudablemente incurre en la locura de los
maniqueos y de Marción, y cree que todos los actos de Nuestro Señor Jesucristo
no eran sino simulados y que su mismo cuerpo, con el que se manifestó a los
hombres, no era cuerpo humano real, sino sólo apariencia de cuerpo.
San León Magno, ad Iulianum, ep. 35
Atreviéndose Eutiques a sostener en la asamblea de los obispos que antes
de la encarnación hubo en Cristo dos naturalezas, pero después de la
encarnación una sola, hubo necesidad de instarle con escudriñadora solicitud a
que diese razón de su fe. Yo pienso que al expresarse así tenía la persuasión
de que el alma asumida por el Salvador antes de nacer de la Virgen María, había
hecho mansión en los cielos.
Pero semejante lenguaje no lo pueden tolerar las conciencias ni los
oídos católicos, porque el Señor, al descender de los cielos, nada trajo
consigo de nuestra condición, ni asumió alma que hubiera existido antes, ni
carne que no fuese del cuerpo de su Madre. Así que lo condenado antes con mucha
razón en Orígenes al afirmar que eran muy diversas las vidas y acciones de las
almas antes de unirse a los cuerpos, forzosamente tenía que ser condenado en
Eutiques.
Remigio
Todas estas herejías las destruyen los evangelistas. En el principio de
su Evangelio, San Mateo, al narrar la generación de Jesucristo, por las
generaciones sucesivas de los reyes de los judíos, manifiesta que es verdadero
hombre y que tuvo verdadera carne. Lo mismo da a entender San Lucas al
describir su estirpe sacerdotal. Igual hace San Marcos cuando dice:
"Principio del Evangelio de Jesucristo hijo de Dios". Y también San
Juan al empezar: "En el principio era el Verbo", manifiestando que
antes de todos los siglos fue Dios en Dios Padre.
Abraham
engendró a Isaac. E Isaac engendró a Jacob. Y Jacob engendró a Judas y a sus
hermanos. (v. 2)
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,1
El evangelista San Mateo manifiesta haberse propuesto narrar la
generación de Jesucristo según la carne y empieza por su genealogía. San Lucas,
presentándonos más bien a Cristo como sacerdote en la expiación de los pecados,
no relata su generación desde el principio de su Evangelio, sino desde el
bautismo de Cristo, donde Juan da testimonio de El, diciendo: "He aquí el
que quita los pecados del mundo". Además, en la genealogía de San Mateo se
da a conocer que Cristo Nuestro Señor tomó sobre sí nuestros pecados, pero en
la genealogía de San Lucas se da a conocer la abolición de nuestros pecados por
El. De ahí que San Mateo trace la genealogía descendiendo desde Adán a Cristo,
y San Lucas ascendiendo desde Cristo a Adán. Mas al describir San Mateo en
orden descendente la generación humana de Cristo, empieza desde Abraham.
San Ambrosio, in Lucam, 3,3
Abraham fue el primero que mereció el testimonio de la fe "porque
creyó a Dios y le fue imputado por justicia" ( Rom 4,3). Así
también debió ser indicado como fundador del linaje de Cristo, porque mereció
primero la promesa de la institución de la Iglesia por estas palabras: "Y
en ti serán bendecidas todas las naciones de la tierra"
( Gén 22,18). Y a David se le concedió a su vez que Jesús fuese llamado
hijo suyo, reservándosele esta prerrogativa: que desde él se empezase a contar
la generación del Señor.
San Agustín, de civitate Dei, 15,15
El evangelista San Mateo, queriendo grabar en la memoria la generación
del Señor según la carne por la serie de sus ascendientes, empezando por
Abraham, dice: "Abraham engendró a Isaac"; y ¿por qué no menciona a
Ismael, engendrado primero? Y en seguida: "Isaac engendró a Jacob"; y
¿por qué no dijo a Esaú, que era el primogénito? Porque por la línea de éstos
no podía llegar hasta David.
La glosa
Sin embargo incluye en la genealogía, junto con Judá, a todos sus
hermanos, porque Ismael y Esaú no permanecieron en el culto del verdadero Dios,
y los hermanos de Judá formaron parte del pueblo de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 3,2
También menciona los doce patriarcas para desvanecer el orgullo por la
nobleza de los progenitores, pues muchos de éstos nacieron de esclavas, pero
todos eran igualmente patriarcas y jefes de tribu.
La glosa
Cita asimismo nominalmente a Judá, porque de éste y no de los otros ha
descendido el Salvador.
San Anselmo
En cada uno de los ascendientes de Cristo no sólo debemos tener en
cuenta el sentido histórico, sino el alegórico y el moral. La alegoría en lo
que cada padre representa a Jesucristo, y la moralidad porque de cada uno de
ellos se forma en nosotros la virtud por la significación del nombre o por el
ejemplo. Así Abraham prefigura a Cristo en muchos lugares, sobre todo en el
nombre, porque Abraham significa "padre de muchas gentes", y Cristo
es padre de muchos fieles. Abraham, además, salió de su familia para ir a vivir
en tierra extraña, y Cristo, abandonado el pueblo judío, salió a las naciones
gentiles por medio de sus apóstoles.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Isaac se traduce risa, pero la risa de los santos no es una necia
carcajada, sino un gozo racional del corazón, y aquí está el misterio de
Cristo; pues así como aquél fue concedido para alegría de sus padres en la
ancianidad, conociéndose que no era hijo de la naturaleza, sino de la gracia,
así también Cristo fue en la plenitud de los tiempos dado a luz por una madre
judía para gozo universal, éste de una Virgen y aquél de una anciana, ambas
interrumpiendo las leyes de la naturaleza.
Remigio
Jacob significa suplantador, y de Cristo se dice: "Has hecho
caer bajo mis plantas a los que se levantaban contra mí".
"Jacob engendró a
Judá y a sus hermanos".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Y nuestro Jacob engendró doce apóstoles en el espíritu, no en la carne;
en la palabra, no en la sangre. Pero Judá significa "el que
confiesa", porque era imagen de Cristo que había de confesar a su Padre
por estas palabras: "Doy gloria a ti, Padre, Señor del cielo y de la
tierra" ( Mt 11).
La glosa
En sentido moral Abraham significa para nosotros la virtud de la fe por
su ejemplo, leyéndose de él: "Abraham creyó a Dios y le fue imputado a
justicia". Isaac significa esperanza, porque se traduce risa,
pues fue el gozo de sus padres. Pero la esperanza es nuestro gozo, porque nos
hace aguardar los bienes eternos y gozarnos en ellos. Luego Abraham engendró a
Isaac, porque la fe engendra la esperanza. Jacob significa caridad, y la
caridad abraza las dos vidas: la activa por el amor del prójimo y la
contemplativa por el amor de Dios. La activa está figurada en Lía, la
contemplativa en Raquel. Pues Lía significa "la que trabaja", y la
vida activa está en el trabajo; Raquel "principio visto", y por la
vida contemplativa vemos nuestro principio, que es Dios. Nace, pues, Jacob de
dos padres, porque la caridad nace de la fe y de la esperanza, porque todos
amamos lo que creemos y esperamos.
Y Judas
engendró de Tamar a Fares y a Zara. Y Fares engendró a Esrom. Y Esrom engendró
a Aram. Y Aram engendró a Aminadab. Y Aminadab engendró a Naassón. Y Naassón
engendró a Salmón. Y Salmón engendró de Rahab a Booz. Y Booz engendró de Rut a
Obed. Y Obed engendró a Jesé. Y Jesé engendró a David el Rey. (vv. 3-6)
La glosa
Omitiendo a los otros hijos de Jacob, el evangelista prosigue la
generación de Judá y dice: "Y Judá engendró a Fares y a Zara".
San Agustín, de civitate Dei, 15,15
Ni Judá fue primogénito, ni ninguno de estos dos hijos fue primogénito
de Judá, sino que ya había tenido tres hijos antes, pero les da cabida en la
serie de las generaciones para llegar por medio de ellos hasta David, y desde
David a la meta de su narración.
San Jerónimo
Es de notar en la genealogía del Salvador, que no se nombra a ninguna de
las mujeres santas, sino a las reprendidas en la Escritura, a fin de que
borrase los pecados de todos, naciendo de pecadores aquél que había venido por
los pecadores. De ahí que entre aquellas mujeres se cite a Rut la moabita.
San Ambrosio, in Lucam, 3
San Lucas prescindió de estas mujeres para presentar inmaculada la serie
de la estirpe sacerdotal. Pero la decisión de San Mateo no es sin razón y
justicia, puesto que al anunciar la generación de Cristo según la carne, que
tomaba sobre sí los pecados de todos, sujeto a los ultrajes y sometido a los
sufrimientos, no creyó que pudiera considerarse ajeno a su santidad el rehusar
la afrenta de un origen manchado. Tampoco pensó que su Iglesia debiera
avergonzarse por estar formada por pecadores, naciendo El de pecadores.
Finalmente, para bosquejar ya en sus antepasados el beneficio de la redención y
que nadie creyese que la mancha de origen pueda ser impedimento para la virtud,
ni se jactase insolentemente de la nobleza de su persona.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 3
Después de esto se ve que todos fueron reos de pecado, pues tenemos a
Tamar acusando a Judá de fornicario y David engendró a Salomón de una mujer
adúltera. Mas si la ley no fue cumplida por los principales, menos lo hubiera
sido por los menores. Así, la presencia de Jesucristo se hizo necesaria.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Es de notar que no inútilmente San Mateo nombró a los dos hermanos,
Fares y Zara, aunque la genealogía sólo exigiese hacer mención de Fares. En
esta mención de ambos hay un misterio. En los dos hermanos gemelos está
prefigurada la doble vida de los pueblos: una según la ley, y otra según la fe.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Por Zara está significado el pueblo judío, el primero que apareció a la
luz de la fe, como saliendo de una tenebrosa abertura del mundo, y por eso fue
señalado con el rojo distintivo de la circuncisión, creyendo todos que ese
pueblo había de ser más adelante el pueblo de Dios. Pero en su paso fue
interpuesta la ley como cerca o muralla, y el pueblo judío quedó imposibilitado
por la ley. Pero, por la venida de Jesucristo fue rota la valla de la ley que
había entre judíos y gentiles, como dice el Apóstol: "Derribando la pared
de división", resultando de aquí que el pueblo gentil, significado por
Fares, después que la ley fue reformada por el mandamiento de Cristo, viniese
primero a la fe, siguiéndole después el pueblo judío.
Y sigue: "Y Fares
engendró a Esrom".
La glosa
Judá engendró a Fares y a Zara antes de entrar en Egipto, al que pasaron
ambos después con su padre. Y ya en Egipto Fares engendró a Esrom; Esrom
engendró a Aram; Aram engendró a Aminadab, y Aminadab engendró a Naasón.
Entonces Moisés los sacó de Egipto. Naasón fue el jefe de la tribu de Judá al
mando de Moisés por el desierto, en el que engendró a Salmón. Este Salmón fue
el príncipe de la tribu de Judá que entró con Josué en la tierra
prometida.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Creemos que por algún motivo y según los designios de Dios se han puesto
aquí los nombres de estos padres.
Y sigue: "Y Naasón
engendró a Salmón". Este Salmón, después de la muerte de su padre, entró
en la tierra prometida con Josué, como príncipe de la tribu de Judá.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salmón tomó por mujer a Rajab. De esta Rajab se dice que fue la meretriz
de Jericó que recibió en su casa a los espías de los hijos de Israel, los
escondió y además los salvó. Y como Salmón era uno de los nobles de Israel, de
la tribu de Judá, viendo la fidelidad de Rajab, la tomó por mujer como si hubiese
estado constituida en alta posición. El nombre de Salmón, que significa
"toma el vaso", parece dar a entender que fue invitado por la
providencia divina a hacer de Rajab un vaso de elección.
"Y Salmón engendró
de Rajab a Booz".
La glosa
Este Salmón engendró en la tierra prometida a Booz de aquella
Rajab.
"Y Booz engendró
de Rut a Obed".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
He creído superfluo exponer cómo Booz tomó por mujer a una moabita, Rut,
sabiendo todos lo que la Escritura dice sobre éstos (en el libro de Rut). Sólo
diré que Rut, en premio de su fe, se casó con Booz, porque renegó de los dioses
de sus padres y adoró al Dios vivo. Booz, recompensando esta fe, la recibió por
mujer para que de tal unión santificada naciese la descendencia real.
San Ambrosio, in Lucam, 3
¿Cómo Rut, extranjera, se casó con un judío, y qué razón tuvo el
evangelista para creer que debía mencionar en la genealogía de Cristo esta
unión prohibida textualmente por la ley? Parece deshonroso que el Salvador
procediera de una generación ilegítima, a no ser que acudamos a la sentencia
del Apóstol: "Que la ley no fue puesta para el justo, sino para los
injustos" (1Tim 19). Rut, extranjera y moabita, a pesar de la ley de
Moisés, que prohibía tales enlaces y que excluía a los moabitas del pueblo de
Dios 4, entró a formar parte de ese pueblo
porque la santidad y pureza de sus obras la colocaron sobre la ley misma. Pasó
por encima de la ley y mereció ser contada entre los ascendientes del Señor,
elegida por el parentesco del espíritu, no de la carne. Gran ejemplo tenemos en
Rut, pues en ella estamos prefigurados todos nosotros que hemos entrado en la
Iglesia del Señor, recogidos de entre los gentiles.
San Jerónimo, epistula ad Paulinum
Rut, la moabita, realiza además el vaticinio de Isaías cuando dice:
"Envía, Señor, el Cordero dominador de la tierra, de la piedra del
desierto al monte de la hija de Sión" ( Is 16).
"Y Obed engendró a
Jesé".
La glosa
Jesé, padre de David, tiene dos nombres, y con más frecuencia es llamado
Isai. Pero como el profeta no lo llama Isai, sino Jesé, diciendo: "Saldrá
una vara de la raíz de Jesé" ( Is 11), el evangelista puso Jesé
para demostrar que aquella profecía se ha cumplido en María y en Cristo.
"Y Jesé engendró a David el rey".
Remigio
Es de preguntar por qué el santo evangelista llama rey solamente a
David. Sin duda para mostrarnos que David fue el primer rey en la tribu de
Judá. El mismo Cristo es Fares, el separador: "Y separará los
corderos de los cabritos" ( Mt 25). Es también
Zara, el oriente, según lo profetizado por Zacarías: "He ahí al
hombre, Oriente es su nombre" ( Zac 6). Es Esrom, la saeta,
según Isaías: "Y púsome como saeta escogida" ( Is 49).
Rábano
O el atrio, por la abundancia de su gracia y la extensión de
su caridad. Es Aram, el elegido: "He aquí mi hijo el escogido"
( Is 42) o el excelso: "Excelso es sobre todas las naciones
el Señor" ( Sal 112). Es Aminadab, el voluntario, que dice:
"Voluntariamente me sacrificaré a ti". Es Naasón, el adivino,
que conoce lo pasado, lo presente y lo futuro; o el serpentino:
"Moisés levantó la serpiente en el desierto" ( Jn 3). Es
Salmón, el sensible, que dice: "Yo he conocido que ha salido virtud de
mí" ( Lc 8).
La glosa
El recibió a Rajab, es decir, a la Iglesia formada de gentiles, pues
Rajab significa hambre, extensión, ímpetu, porque la Iglesia tiene hambre y sed
de justicia, y convierte a los filósofos y a los reyes con la fuerza de su
doctrina. Asimismo Rut se traduce como "la que ve, la que se
apresura", imagen de la Iglesia que ve a Dios por la pureza de su corazón
y se apresura y afana por recibir el premio de su vocación celestial.
Remigio
Cristo también es Booz, en el que está la fortaleza: "Si yo
fuere alzado de la tierra, todo lo atraeré a mí mismo" ( Jn 12).
Es Obed, el que sirve: "El hijo del hombre no vino para ser servido,
sino para servir" ( Mt 20). Es Jesé, incienso: "Fuego
vine a poner sobre la tierra" ( Lc 12). Es David, el de mano
fuerte: "El Señor fuerte y poderoso" ( Sal 23), y
el deseable profetizado por Ageo: "Vendrá el deseado de todas
las naciones" ( Ag 2), y el de hermoso aspecto:
"Vistoso en hermosura más que los hijos de los hombres"
( Sal 44).
La glosa
Veamos entretanto qué virtudes representan en nosotros estos padres. La
fe, la esperanza y la caridad son el fundamento de todas las virtudes, y las
demás que les siguen son un aditamento de las primeras. Judá
significa confesión, que se da de dos maneras: confesión de la fe y
confesión de los pecados. Luego, si después de tener esas tres virtudes se
incurre en pecado, es necesario no sólo la confesión de la fe, sino la de los
pecados. Después de Judá siguen Fares y Zara. Fares se traduce
como separación, Zara como oriente y Tamar como amargura,
porque la confesión engendra el apartamiento del pecado y el nacimiento de las
virtudes de la amargura de la penitencia. Después de Fares sigue Esrom,
la saeta, porque apartados ya de los pecados del siglo, debemos hacernos saetas
para matar en los otros el vicio por la corrección y herir sus corazones con el
dardo del amor de Dios. Sigue Aram, que se traduce
como elegido, excelso, porque cuando el hombre se ha apartado del
mundo y ha sido provechoso para los demás, se sigue que se le considere como
elegido de Dios, sea celebrado por los hombres y puesto en lugar elevado de
virtud. Naasón significa augurio, no por la ciencia del mundo sino por la
del cielo. De ésta se gloriaba José cuando mandaba decir a sus hermanos: "Os
habéis llevado la copa de mi Señor en la que solía hacer sus augurios".
Esta copa es la Escritura divina donde se bebe la sabiduría. En ella augura el
sabio, porque ve allí lo futuro, es decir lo celestial. Sigue Salmón,
el sensible, porque después que uno estudia en la Escritura divina, se
hace sensible, es decir, adquiere el discernimiento y gusto de la razón y no
del cuerpo para distinguir lo bueno de lo malo, lo dulce de lo amargo. Sigue
Booz, el fuerte, porque el instruido en las Escrituras se hace fuerte para
resistir todas las adversidades.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Este fuerte es el hijo de Rajab, de la Iglesia, porque Rajab
significa extensión,la dilatada, y a la Iglesia han sido llamadas las
gentes de todos los confines de la tierra.
La glosa
Sigue Obed, servidumbre, pues no es apto para servir el que no es
fuerte. Y esta servidumbre es engendrada de Rut, es decir de la presteza,
porque el siervo debe estar siempre pronto, nunca perezoso.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Los que prefieren las riquezas a la virtud, la hermosura material a la
fe, y desean en la mujer propia lo que suele buscarse en la pública, no
engendran hijos obedientes a ellos ni a Dios, sino rebeldes contra Dios y contra
sus padres. De suerte tal, que los hijos de éstos se hacen merecedores de la
pena de irreligiosidad de los padres. Este Obed engendró a Jesé,
el alivio, porque el obediente a Dios y a sus padres engendra con la
bendición de Dios hijos que lo alivien.
La glosa
Jesé, es decir incienso, puesto que sirviendo a Dios con amoroso
temor, habrá en nosotros la devoción que ofrece a Dios suavísimo incienso
quemado en el fuego y deseo de nuestro corazón. Pero después que el hombre se
ha hecho siervo idóneo y sacrificio agradable a Dios, se sigue que sea
de mano fuerte, y que así como David peleó con valentía contra sus
enemigos e hizo a los idumeos tributarios, someta él los hombres carnales a
Dios con la palabra y el ejemplo.
Y David, el
Rey, engendró a Salomón, de la que fue de Urías. Y Salomón engendró a Roboam. Y
Roboam engendró a Abiá. Y Abiá engendró a Asá. Y Asá engendró a Josafat. (vv.
7-8)
La glosa
Termina el evangelista la serie de la generación de Cristo en el segundo
período, que comprende a los reyes, y empieza por David. "David, el Rey,
engendró a Salomón, de la que fue de Urías".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
En las generaciones enumeradas por San Mateo está significada la
admisión por Cristo de todos nuestros pecados. Y por eso desciende de David por
Salomón, con cuya madre pecó aquél. San Lucas asciende hasta David por Natán,
de cuyo profeta se sirvió Dios para castigar el pecado de aquél, porque en la
genealogía trazada por San Lucas está significada la expiación de los
pecados.
San Agustín, retractationum libri, 12,26
Debió decirse, sin embargo, el nombre del profeta, para que no se
creyera que son una misma persona éste y el hijo de David, siendo otra
distinta, si bien con el mismo nombre.
Remigio
Podría preguntarse: ¿por qué el evangelista no citó a Betsabé por su
nombre y sí a las demás mujeres? Pero éstas, aunque reprensibles, se hicieron
recomendables por alguna virtud, y Betsabé no sólo fue cómplice de adulterio,
sino del asesinato de su marido. Por eso no la citó por su propio nombre en la
genealogía del Señor.
La glosa
Calla el nombre de Betsabé y nombra a Urías para que todos recuerden el
crimen gravísimo que cometió contra éste.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Pero la excelencia del santo David sobre todos está en haberse
reconocido hombre y haber procurado lavar con lágrimas de penitencia
el pecado de haber robado la mujer de Urías. Con esto muestra que nadie debe
confiar en la propia virtud, porque tenemos un gran enemigo, invencible para
nosotros sin la ayuda o favor de Dios. Encontrarás muchas veces en personajes
ilustres graves pecados como prueba y enseñanza de que como hombres se
rindieron a la tentación, para que nunca se creyesen más
que hombres por sus cualidades relevantes.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salomón se traduce como el pacífico, porque después de sometidos
todos los pueblos inmediatos, que le pagaban tributo, tuvo un reinado pacífico.
"Y Salomón engendró a Roboam". Roboam significa de la
muchedumbre del pueblo, porque la muchedumbre engendra la sedición, y los
pecados cometidos por la multitud casi siempre quedan impunes. Por eso con
pocos se conserva mejor la disciplina de un Estado.
Y Josafat engendró a Joram. Y Joram engendró a Ozías. Y Ozías
engendró a Joatam. Y Joatam engendró a Acaz. Y Acaz engendró a Ezequías. Y
Ezequías engendró a Manasés. Y Manasés engendró a Amón. Y Amón engendró a
Josías. Y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en la transmigración de
Babilonia. (vv. 8-11)
San Jerónimo
En el segundo libro de los Reyes se lee que Joram engendró a Ocozías.
Muerto éste, Yehosebá, hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás,
hijo de su hermano, y lo libró de la matanza de Atalía. A Joás lo sucedió en el
reino su hijo Amasías, después del cual reinó el hijo de éste, Azarías, que es
el llamado Ozías, a quien sucedió su hijo Joatam. De esto se ve, según la
verdad histórica, que el evangelista pasó por alto tres reyes intermedios,
puesto que Joram no engendró a Ozías, sino a Ocozías y a los demás arriba
enumerados. Pero como el propósito del evangelista era poner en distintos
períodos las tres series de catorce cada una, y Joram se había enlazado
con la familia de la impía Jezabel, su memoria desaparece hasta la tercera
generación, o sea hasta Ozías, como indigno de figurar en la santa genealogía.
San Hilario, in Matthaeum, 1
Pero una vez lavada la mancha de haberse mezclado con familia gentil,
vuelve a aparecer en la cuarta generación la estirpe de los reyes.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La insinuación del Espíritu Santo por el profeta de exterminar a todo
varón de la familia de Ajab y de Jezabel fue ejecutada por Jehú, hijo de
Jananí, a quien fue prometido que sus hijos se sentarían en el solio del reino
de Israel hasta la cuarta generación. Y así, cuanta bendición recayó sobre Jehú
por haber vengado al Señor en la familia de Ajab, tamaña maldición descendió
sobre la casa de Joram por causa de la hija del impío Ajab y Jezabel, siendo
omitidos en la serie de los reyes todos sus hijos hasta la cuarta generación. Y
el pecado de éste pasó a sus hijos según estaba escrito: "Vengaré los
pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación"
( Ex 20,5). Ved, pues, cuán peligroso es el matrimonio con raza de
impíos.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 85
No sin razón fueron eliminados de entre los demás reyes Ocozías, Joás y
Amasías, ya que su impiedad continuó sin intermisión. Si Salomón fue dejado en
paz en su reino por méritos de su padre y Roboam por causa de su hijo, aquellos
tres, obrando inicuamente, fueron borrados de la serie de los reyes, pues la
mejor prueba de la perdición de una raza es que la malignidad se manifieste con
carácter permanente.
"Y Ozías engendró
a Joatam, y Joatam engendró a Acaz, y Acaz engendró a Ezequías".
La glosa
Al cual, encontrándose sin hijos, se le dijo: "Dispón de tu casa,
porque morirás" ( Is 38). Y lloró no porque deseara mayor
longevidad, pues sabía que Salomón agradó al Señor por no haber pedido más años
de vida, sino porque temía que la promesa de Dios no se cumpliera pues era del
linaje de David, por el que había de venir el Cristo, y se encontraba sin
hijos.
"Y Ezequías
engendró a Manasés y Manasés engendró a Amón y Amón engendró a Josías y Josías
engendró a Jeconías y sus hermanos en el destierro de Babilonia".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Esta serie de reyes no se halla así consignada en el libro de los Reyes,
sino en este orden: Josías engendró a Eliakim (llamado después Joaquín), y
Joaquín engendró a Jeconías. Pero Joaquín fue borrado del número de los reyes
por no haber sido elegido por el pueblo de Dios, sino impuesto por el faraón. Y
si fue justo que se borrasen de la genealogía tres reyes por haberse mezclado
con la familia de Ajab, ¿no es asimismo justa la eliminación de Joaquín, a
quien el Faraón había impuesto al pueblo por la violencia? Y así Jeconías (hijo
de Joaquín y nieto de Josías) sustituyó a su padre en el número de los reyes
como hijo de Josías.
San Jerónimo
O de otra manera, debe saberse que el primer Jeconías es el mismo que
Joaquín y el segundo es el hijo, no el padre, y que el nombre del primero se
escribe con k y m y el segundo con ch y n,
escritura que por un error de los copistas y por la distancia de los tiempos
confundieron después los escritores griegos y latinos.
San Ambrosio, in Lucam, 2
Los libros de los Reyes indican dos llamados Joaquín,
pues en el segundo libro de los Reyes se lee: "Durmió Joaquín con sus
padres y reinó por él Joaquín su hijo" ( 2Re 24,6). Y
el Joaquín hijo es al que dio Jeremías el nombre de Jeconías. Con
razón no quiso San Mateo discrepar del profeta y nombrar en un mismo tiempo a
Joaquín y Jeconías, porque así nos demostró mayor fruto para nosotros de la
bondad del Señor, que no buscó en los hombres la nobleza de origen, sino que
quiso nacer de cautivos del pecado, como convenía al que venía a predicar la
redención de los cautivos. No ha suprimido, pues, el evangelista uno de los dos
reyes, sino que ha citado a ambos por el nombre de Jeconías que les era común.
Remigio
Pero, ¿por qué el evangelista dice que éstos han nacido en el destierro,
habiendo nacido antes de verificarse éste? Porque nacieron para ser llevados
cautivos de entre todos los de su pueblo por sus propios pecados y los de los
otros, y como Dios tenía la presciencia de tal cautividad, el evangelista dice
que nacieron en el destierro. Es de notar que los que el santo evangelista pone
juntos en la genealogía del Señor se asemejaron por su estimación o por su
infamia. Así, Judas y sus hermanos fueron laudables por su estimación. Fares y
Zara, Jeconías y sus hermanos, por el contrario, se hicieron notables por su
infamia.
La Glosa
En sentido místico, David es Cristo que ha vencido a Goliat, el diablo.
Urías, que se traduce como mi luz es Dios, es el diablo que dice:
"Semejante seré al Altísimo" ( Is 14,14) con quien unida la
Iglesia, Cristo empezó a amarla desde el alto solio de la majestad de su Padre
y después de embellecerla se desposó con ella. O también Urías es el pueblo
judío que se gloriaba de poseer la luz por la ley, pero Cristo le quitó esa ley
enseñando más bien que hablaba de sí mismo. Betsabé es el pozo de la
hartura, es decir la abundancia de la gracia espiritual.
Remigio
O también Betsabé significa el séptimo pozo, o el pozo del
juramento, en el que está prefigurada la fuente del bautismo, en el que se
recibe el Espíritu Santo con sus siete dones y se abjura del diablo. Es también
Cristo el Salomón pacífico, según el apóstol: "El es nuestra paz"
( Ef 2,14). Es Roboam,extensión del pueblo, según San Mateo:
"Vendrán muchos del Oriente y del Occidente" ( Mt 8,11).
Rábano
O también pueblo impetuoso, porque ha convertido rápidamente los pueblos
a la fe.
Remigio
Es también Abiá, el Padre Señor: "Uno es vuestro padre que
está en los cielos" ( Mt 23,9). Y San Juan: "Vosotros me
llamáis Maestro y Señor" ( Jn13,13). Es también Asá, el que
levanta, el que alza.: "El que quita el pecado del mundo"
( Jn 1,29). Es Josafat, el que juzga: "Todo el juicio ha
dado al Hijo" ( Jn 5,22). Es Joram, e l excelso, el
elevado: "Ninguno subió al cielo, sino el que descendió del cielo"
( Jn 3,13). Es Ozías, el robusto del Señor: "El Señor es mi
fortaleza y mi alabanza" ( Sal 117,14). Es Joatam, el
consumado, el perfecto según el Apóstol: "Cristo es el fin de la
ley" ( Rom 10,4). Es Acaz, el que convierte:
"Convertíos a mí" ( Zac 1,3).
Rábano
O el que comprende, "porque nadie conoce al Padre sino el
Hijo" ( Mt 11,27).
Remigio
Es Ezequías, el Señor fuerte, el Señor ha confortado, según el
texto de San Juan: "Tened confianza, que yo he vencido al mundo"
( Jn 16,33). Es Manasés, el olvidadizo: "No me acordaré más
de vuestros pecados" ( Ez18,22). Es Amón, el fiel: "Fiel es
el Señor en todas sus palabras" ( Sal 144,17). Es
Josías, donde está el incienso del Señor: "Puesto en agonía, oraba
con mayor vehemencia" ( Lc 22,44).
Rábano
El incienso significa la oración, según testimonio del salmista:
"Suba derecha mi oración como un perfume en tu presencia"
( Sal 140,2). O la salud del Señor, según Isaías: "Mi salud
será para siempre" ( Is 51,8).
Remigio
Es Jeconías, el que prepara o preparación del Señor: "Y si me
fuere, yo os aparejaré lugar" ( Jn 14,3).
La glosa
En sentido moral después de David sigue Salomón, que se traduce
como el pacífico, pues alguien tiene verdadera paz desde el momento en que
apacigua sus ilegítimas costumbres y se dispone a la tranquilidad eterna cuando
sirve a Dios y convierte a otros a El. Sigue Roboam, es decir extensión
del pueblo, porque después que el hombre no tiene en sí pasiones que vencer,
debe extender su caridad a los otros y atraerlos consigo, como pueblo de Dios,
a la contemplación de lo celestial. Sigue Abiá, el Padre Señor, porque con
tales precedentes puede ya confesarse públicamente hijo de Dios, y entonces ser
Asá, el que levanta, y de virtud en virtud subir hasta Dios, su
Padre. Luego será Josafat, el que juzga, para juzgar a otros y que no lo
juzgue nadie. Y así se hace Joram, el excelso, el elevado, como si
habitase en la morada celestial, de donde resulta Ozías, el robusto del
Señor, como atribuyendo a Dios toda su fuerza y perseverancia en su propósito.
Viene luego Joatam, el perfecto, porque cada día adelanta más en la
perfección; y de esta manera se hace Acaz, el que comprende, porque con
sus buenas obras aumenta su conocimiento según el Salmo: "Anunciaron las
obras de Dios y entendieron los hechos de El" ( Sal 63, 10).
Sigue Ezequías, el Señor fuerte, porque él conoce todo su poder y así,
convertido a su amor, se hace Manasés, el olvidadizo, dando al olvido todo
lo temporal. De ahí resulta Amón, el fiel, porque el que desprecia lo
temporal, a nadie defrauda en lo suyo. Por último se hace Josías, la
salvación del Señor, porque la espera con toda seguridad.
Y después de
la transmigración de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel. Y Salatiel
engendró a Zorobabel. Y Zorobabel engendró a Abiud. Y Abiud engendró a Eliakim.
Y Eliakim engendró a Azor. Y Azor engendró a Sadoq. Y Sadoq engendró a Aquim. Y
Aquim engendró a Eliud. Y Eliud engendró a Eleazar. Y Eleazar engendró a Matán.
Y Matán engendró a Jacob. (vv. 12-15)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Después del destierro pone el evangelista entre los particulares
primeramente a Jeconías.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Del que dice Jeremías: "Escribe que este hombre será estéril, pues
no habrá de su linaje varón que se siente sobre el solio de David"
( Jer 22,30). Pero si Cristo ha reinado y Cristo es de la raza de
Jeconías, ¿cómo dice el profeta que no reinará varón alguno de la descendencia
de Jeconías? ¿Entonces ha mentido el profeta? No, por cierto. El profeta no
niega la descendencia de Jeconías, y por tanto Cristo es de su posteridad. Pero
el haber reinado Cristo no contradice al profeta, porque Cristo no reinó como
los reyes del siglo, puesto que él mismo dijo: "Mi reino no es de este
mundo" ( Jn 18,36).
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Respecto a Salatiel, no hemos leído nada ni bueno ni malo, sin embargo
suponemos que fue un hombre santo, y en el destierro suponemos que
constantemente suplicó a Dios en favor del afligido Israel, y que por lo tanto
fue llamado Salatiel, que significa la súplica de Dios. "Y Salatiel
engendró a Zorobabel", que se traduce por corriente pospuesta,
o de la confusión, o aquí,el maestro de Babilonia. He leído, pero no sé si
sea cierto, que tanto el linaje sacerdotal como el real estaban unidos en
Zorobabel; y que fue por medio de él que los hijos de Israel regresaron a su
propio país. Pues en una discusión entre tres personajes defendiendo su propia
opinión, uno de los cuales era Zorobabel, prevaleció la de éste, a saber, que
la Verdad era más fuerte que todas las cosas; y gracias a esto Darío permitió
que los hijos de Israel regresen a su país. Y por ello, después de esta
providencia divina, fue justamente llamado Zorobabel, el maestro de
Babilonia. Pues, ¿qué doctrina hay más grande que mostrar que la Verdad es la
señora de todas las cosas?
La glosa
Pero esto parece contradecir a la genealogía que se lee en el libro de
las Crónicas, según la cual Jeconías engendró a Salatiel y a Fadaia, y Fadaia a
Zorobabel, y Zorobabel a Mesullam, Ananías y Salomit, hermana de éstos. Pero
conocemos de muchas alteraciones en las Crónicas por error de los copistas. De
ahí las muchas e interminables cuestiones que ocurren sobre genealogías y que
el apóstol nos manda evitar. También puede decirse que Salatiel y Fadaia son
una misma persona con dos nombres, o que eran hermanos y tuvieron hijos de un
mismo nombre, y que el historiador siguió la genealogía de Zorobabel, hijo de
Fadaia, y no la de Zorobabel, hijo de Salatiel. Desde Abiud hasta José no
encontramos genealogía en las Crónicas, pero sí leemos haber otros muchos
anales entre los hebreos que se llamaban Palabras de los días y que
Herodes, rey idumeo, mandó quemar para que la genealogía de los reyes se
confundiese. Tal vez José había leído allí los nombres de sus padres, o los
había retenido de cualquier modo en la memoria por lo que el evangelista podía
saber la serie de esta generación. Como quiera que sea, es de notar que el
primer Jeconías se traduce como resurrección delSeñor, y el segundo
como preparación del Señor. Ambos caracteres convienen a Cristo,
que dice: "Yo soy la resurrección y la vida" ( Jn 11,25), y
también: "Voy a prepararos el lugar" ( Jn 14,2). Le
conviene asimismo el de Salatiel, Dios mi perfección:
"Padre Santo, guarda a aquellos que me diste" ( Jn 17,11).
Remigio
Es también Zorobabel, maestro de confusión: "Vuestro
maestro come con los publicanos y pecadores" ( Mt 9,11). Es
Abiud, ese mi padre: "Yo y el Padre somos una misma
cosa" ( Jn 10,30). Es Eliakim, Dios que resucita:
"Le resucitaré en el último día" ( Jn 6,40). Es
Azor, el ayudado: "El que me envió conmigo está"
( Jn 8,29). Es Sadoq, el justo o justificado:
"Fue entregado el justo por los injustos" ( 1Pe 3,18). Es
Aquim, ése mi hermano: "El que hiciese la voluntad de mi Padre, ése
es mi hermano" ( Mt 12,50). Es Eliud, ése mi Dios:
"Señor mío y Dios mío" ( Jn 20,28).
La glosa
Es Eleazar, Dios mío ayudador: "Mi Dios, mi ayudador"
( Sal 17,3). Es Matán, el que enriquece o el enriquecido:
"Dio dones a los hombres" ( Ef 4,8) y también: "De tal
manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito"
( Jn3,16).
Remigio
Es Jacob, el suplantador, porque no sólo ha engañado El mismo al
diablo, sino que ha dado a sus hijos la habilidad de éste: "Veis que os ha
dado el poder de pisar sobre serpientes" ( Lc 10,19). Es
José, el que añade, el que aumenta: "He venido para que tengan vida,
y para que la tengan en más abundancia" ( Jn 10,10).
Rábano
Pero veamos la significación en sentido moral de estos ascendientes del
Señor. Después de Jeconías, preparación del Señor, sigue
Salatiel, Dios mi petición, porque el que está preparado no busca sino
solo a Dios. Pero entre tanto se hace Zorobabel, es decir maestro de
Babilonia, de los hombres terrenales, a los que hace conocer que nuestro
padre es Dios -es lo que significa Abiud-, y entonces aquel pueblo se
levantará de los vicios, por lo que sigue Eliakim, resurrección. Así se
eleva a la buena operación con la ayuda de la gracia, siendo Azor, el
ayudado. Se hace después Sadoq, el justo, y entonces resulta fiel por
el amor del prójimo, según la significación de Aquim, ése mi hermano,
o por el amor de Dios, que se traduce por Eliud, Dios mío. Luego viene
Eleazar, Dios mi ayudador, porque reconoce que Dios lo es de él. El fin a
que tiende lo manifiesta bien Matán, don o donante, pues espera a Dios
como remunerador. Y así como luchó al principio con sus pasiones y las subyugó,
así luchará también al fin de su vida y se hará Jacob, y así llegar
a José, es decir al cúmulo de las virtudes.
Y Jacob engendró a
José, esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado el Cristo. (v.
16)
La glosa
Después de todas las generaciones, el evangelista pone la generación de
José, por virtud de la cual se insertan todas las otras, diciendo: "Y
Jacob engendró a José".
San Jerónimo
Juliano Augusto 5 nos objeta la
discordancia de los evangelistas sobre este punto, porque San Mateo llama a
José hijo de Jacob, y San Lucas hijo de Helí. Ignora, sin duda, que la
Escritura suele llamar padre al que lo es por naturaleza y al que lo es según
la ley. Dios ordena por Moisés en el Deuteronomio ( Dt 25), que si un
hermano o pariente muere sin hijos, otro hermano o pariente tome a la viuda del
difunto para darle descendencia. Este punto ha sido cumplidamente debatido por
el historiador Africano, y Eusebio de Cesarea, en su libro De la
discordancia de los Evangelios.
Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 1,7
Matán y Melkí tuvieron cada uno, en distintos tiempos, un hijo de una
misma mujer, llamada Jesca. Matán, descendiente de David por Salomón, la había
tomado primero por mujer y dejando un hijo llamado Jacob, murió. Como la ley
permitía a la viuda casarse con otro, Melkí, del mismo origen que Matán, de la
misma tribu, aunque no de la misma familia, tomó por mujer a la viuda de Matán,
de la que tuvo otro hijo llamado Helí. Y así Jacob y Helí, de distintos padres,
resultan hermanos del mismo vientre. El primero de éstos, Jacob, tomando
conforme a la ley a la viuda de su hermano, muerto sin hijos, engendró a José,
hijo suyo según la naturaleza. Por eso leemos: "Y Jacob engendró a
José". Pero, según la ley, José resulta hijo también de Helí, cuya mujer
había tomado su hermano Jacob para darle descendencia. Así encontramos recta y
completa la genealogía que enumera San Mateo y la que describe San Lucas, quien
con la expresión más adecuada designó la sucesión legal establecida en favor
del difunto, como por cierta especie de adopción, teniendo buen cuidado de no
nombrar siquiera la palabra generación en esta clase de
sucesiones.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,2
La palabra hijo cuadra mejor al que solamente lo es por
adopción que la deengendrado, puesto que José no había nacido de Helí. Así,
cuando San Mateo dijo al empezar la genealogía: "Y Abraham engendró a
Isaac", y al terminarla en José: "Jacob engendró a José",
expresó claramente que a éste lo había producido su padre según el orden de las
generaciones, y que José no había sido adoptado sino engendrado por él. Aunque
también San Lucas pudiera haber dicho que José había
sido engendrado por Helí, tal expresión no debe confundirnos, porque
nadie en absoluto dice del adoptado que ha sido engendrado según la carne, sino
por el afecto.
Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 1,7
Mas no se crea que nosotros hemos inventado esta opinión a nuestro
antojo o por una ligereza, sin estar abonada por testimonio de ningún autor.
Los mismos parientes de nuestro Salvador según la carne, la trasmitieron por
tradición, ya por deseo de hacer ver tan importante nacimiento, ya para
testificar la verdad de los hechos.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
Con razón San Lucas, exponiendo la generación de Jesucristo -no desde el
principio del Evangelio, sino desde el bautismo de éste- y presentándonoslo
como el sacerdote en la expiación de nuestros pecados, se encargó de narrar su
origen por la adopción legal, porque por la adopción nos convertimos en hijos
de Dios, creyendo en el Hijo de Dios. Mas por la generación carnal que San
Mateo refiere, el Hijo de Dios se nos muestra más bien como hecho hombre por
nosotros. Por lo demás, bastante da a entender San Lucas al llamar a José hijo
de Helí por adopción, como llama a Adán hijo de Dios, en el sentido de que por
la gracia que después pecando perdió, Dios lo había constituido como hijo en el
paraíso.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Después de consignar todos los antepasados de Cristo terminando por
José, dice el evangelista: "Esposo de María", indicando que por María
ha puesto en la genealogía también a José.
San Jerónimo
Al oír "esposo", no te ocurra la sospecha de unión marital
alguna, recordando la costumbre de la Escritura que a las esposas las
llama mujeres casadas y a los esposos maridos.
Genadio, de ecclesiasticis dogmatibus, 10,2
El Hijo de Dios nació del hombre -es decir, de María-, pero
no por hombre -esto es, por obra de varón-, como Ebión afirma. Por
eso el evangelista añade con marcada intención: "De la que nació
Jesús".
San Agustín, de haeresibus, 2
Esto es contrario a la afirmación de Valentino, quien dijo que Cristo no
había asumido nada de la Virgen, sino que había pasado por ella como por un
arroyo o un canal.
San Agustín, contra Faustum, 26,7
Por qué quiso Dios tomar carne en el vientre de una mujer, queda en sus
sublimes designios: tal vez para dignificar de este modo los dos sexos,
asumiendo la forma de varón y naciendo de mujer, o por otra causa que no me
atrevería a decir.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 49
Lo que por el don sagrado concedía Dios a los que eran ungidos para ser
reyes y sacerdotes, lo ha realizado el Espíritu Santo en el Hombre Cristo
añadiendo una purificación, pues el Espíritu Santo purificó lo que de la Virgen
María se formara para ser cuerpo del Salvador. Esta es la unción del cuerpo del
Salvador, por esto se ha llamado Cristo.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,1
No era lícito, sin embargo, que José creyese que debía separarse por eso
de la compañía de María, porque Ella no dio a luz a Jesucristo por haber
cohabitado con él, sino permaneciendo siempre Virgen. Este ejemplo dice con
gran elocuencia a los casados, que aun cuando por común consentimiento guarden
continencia, puede permanecer el vínculo del matrimonio, no por la mezcla
corporal de los sexos, sino por la unión de los corazones, tanto más cuanto que
a José y a María pudo nacerles un hijo sin relación carnal.
San Agustín, de nuptiis et concupiscentia, 1,11
Todos los bienes del matrimonio se cumplen en los padres de Cristo: la
fe, la prole y el sacramento. La prole es nuestro Señor Jesucristo, la fe
porque no ha habido adulterio, y el sacramento porque no ha habido separación.
S. Jerónimo
Pero preguntará el lector diligente: No siendo José padre del Salvador,
¿qué puede interesar la genealogía continuada hasta José? Responderé a este
reparo, que no es costumbre de la Escritura insertar la sucesión de las mujeres
en las genealogías. Además, José y María fueron de la misma tribu, por lo que
según la ley estaba obligado a tomarla como parienta, y ambos son empadronados
juntos en Belén, como descendientes que eran de una misma estirpe.
San Agustín, de nuptiis et concupiscentia, 1,11
La genealogía tuvo que ser continuada hasta José para que en aquel
singular matrimonio no quedase rebajada la preeminencia de su sexo, sin
perjudicar por eso a la verdad, puesto que tanto José como María eran de la estirpe
de David.
San Agustín, contra Faustum, 13,9
Nosotros, pues, creemos que también María fue de la estirpe de David,
porque creemos a las Escrituras, que dicen que Cristo es del linaje de David
según la carne ( Rom 1,3), así como que María que fue su Madre, no
por cohabitación con varón, sino permaneciendo siempre virgen
( Mt 1,18; Lc1,34-35).
Concilio de Efeso, c. 6
Hay que precaverse aquí contra el error de Nestorio, que dice: cuando la
Escritura divina tiene que hablar acerca del nacimiento de Cristo, que es de la
Virgen María, o acerca de su muerte, nunca le da el nombre de Dios, sino
los de Cristo, Hijo o Señor, tres términos significativos de las dos
naturalezas, que unas veces se refieren a la divina, otras a la humana, y
algunas a ambas a la vez. He aquí una prueba: "Jacob engendró a José,
esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado el Cristo". Dios
el Verbo no ha necesitado de un segundo nacimiento de mujer para existir.
San Agustín, contra Felicianum, 11 y 12
Pero no fue una persona el Hijo de Dios y otra el Hijo del hombre, sino
una misma persona, Cristo, Hijo a la vez de Dios y del hombre. Así como en un
mismo individuo una cosa es el alma y otra cosa es el cuerpo, en el mediador
entre Dios y los hombres una cosa fue el Hijo de Dios y otra el Hijo del
hombre. Pero Cristo Señor, que era lo uno y lo otro, fue un solo individuo, con
distinción de naturalezas en unidad de personas. Mas objeta el hereje: "No
sé cómo enseñáis que ha nacido en el tiempo el mismo que decís coeterno con el
Padre, puesto que el nacer es como cierto movimiento de un ser que no existe
antes de nacer y al cual el nacer lo trae al acto de existir, de donde se
infiere que el que ya existía no ha podido nacer, y si pudo nacer no existía
antes". A lo que contesta Agustín: Supongamos -como muchos quieren- que
hay en el mundo un alma general que de tal suerte vivifica todos los
gérmenes por cierta operación inefable, que queda siempre distinta de las
sustancias engendradas. Indudablemente esta alma, cuando haya llegado al útero
-para formar la materia pasiva según las funciones que haya después de
ejercer-, hace que sea con ella una misma persona aquel ser que sabemos no
tiene la misma naturaleza que ella, resultando entonces, por la acción del alma
en la materia pasiva, de dos diversas sustancias -el alma y el
cuerpo- un solo hombre. En tal sentido decimos que nace del útero la misma alma
que al venir al útero decimos que ha dado vida al ser concebido.
De manera que todas las
generaciones desde Abraham hasta David, catorce generaciones: y desde David
hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones: y desde la
transmigración de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. (v. 17)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Enumeradas las generaciones desde Abraham hasta Cristo, el evangelista
las divide en tres series de catorce generaciones cada una, porque al terminar
cada serie se cambió el estado político de los judíos. Desde Abraham hasta
David fueron gobernados por jueces, desde David hasta el destierro de Babilonia
por reyes, y desde el destierro de Babilonia hasta Cristo por los pontífices.
Quiere darnos a entender con esto que así como después de cada serie se cambió
el estado de los judíos, concluidas las catorce generaciones desde el destierro
hasta Cristo, es necesario que por Cristo sea cambiado el estado de los
hombres, como así sucedió. Después de Cristo las naciones han sido gobernadas
por Cristo solo, que es Juez, Rey y Pontífice. Así como los antiguos jueces,
reyes y pontífices no eran sino una figura de la dignidad de Cristo, cada una
de esas dignidades empezó siempre por un personaje, figura también de Cristo.
El primero de los jueces, Josué, hijo de Nave; el primero de los reyes, David;
y el primer pontífice, Josué, hijo de Josedec; en los que nadie duda está
prefigurado Cristo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
O dividió tal vez en tres partes las generaciones para demostrarnos que
no por cambiar de régimen político se enmendaron los judíos. Antes bien, tanto
bajo los jueces, como bajo los reyes, los pontífices y los sacerdotes,
persistieron en los mismos pecados. Por eso menciona la cautividad de
Babilonia, indicando que ni aun después de ésta se corrigieron. Y no menciona
el destierro a Egipto, porque no temían a los egipcios como a los asirios y
partos, porque el destierro a Egipto era de fecha más antigua y el de Babilonia
era reciente, y porque a Egipto no fueron llevados en castigo por sus pecados
como a Babilonia.
San Ambrosio, in Lucam, 3
No debe olvidarse que habiendo sido 17 los reyes de Judá, desde David
hasta Jeconías, San Mateo puso solamente catorce generaciones. Pero a su vez
debe observarse que las sucesiones pueden ser más en número que las
generaciones, pues algunos pueden vivir mucho tiempo y tener hijos muy tarde, o
no tenerlos nunca; así que no son las mismas las épocas de las generaciones que
las de los reyes.
La glosa
O puede decirse que en la serie de las generaciones se omitieron tres
reyes, como antes hemos dicho.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Otro reparo: contándose doce generaciones desde Jeconías hasta José,
¿cómo dice el evangelista después que ha descrito catorce? Si observamos
atentamente, encontraremos también aquí las catorce generaciones. Hasta José se
cuentan doce, la decimotercera es Cristo, y hubo, como atestigua la historia,
dos Jeconías, padre e hijo ( 2Re 24), no suprimiendo a ninguno de los
dos el evangelista, sino contando a ambos, con lo que, añadido Jeconías el
menor, se completan las catorce generaciones.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
O se cuenta dos veces un mismo Jeconías en el Evangelio, una antes del
destierro y otra después. Este Jeconías, a pesar de ser uno, tuvo dos
situaciones: fue rey antes del destierro, nombrado por el pueblo de Dios, y un
particular después del destierro. Por eso se cuenta entre los reyes antes del
destierro, como rey que era; y entre los particulares después del destierro.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
O entre los progenitores de Cristo se cuenta dos veces a Jeconías, por
quien se verificó en cierto modo una conversión a naciones extrañas, al ser
llevado cautivo de Jerusalén a Babilonia. Cuando se desvía una línea de la
rectitud para alejarse en dirección opuesta como que forma un ángulo, y al
formarlo se cuenta dos veces. Y en esto mismo prefiguró Jeconías a Cristo que
había de pasar de la circuncisión a la gentilidad y había de ser la piedra
angular.
Remigio
Dividió las generaciones en series de catorce cada una, porque el número diez significa
el Decálogo, y el número cuatro los cuatro libros del Evangelio,
mostrando en esto la conformidad de la ley con el Evangelio. Repitió tres veces
el número catorce, para enseñarnos que la perfección de la ley, de la
profecía y de la gracia consiste en creer en la Santa Trinidad.
La glosa
Puede también decirse que en este número está significada la gracia
septiforme del Espíritu Santo, y que el duplicarlo significa que esta gracia es
necesaria para la salud del cuerpo y para la del alma. Así, pues, la genealogía
de Cristo se divide en tres series de catorce cada una: la primera desde
Abraham hasta David inclusive; la segunda desde David hasta el destierro de
Babilonia, no incluyendo en ella a David y sí el destierro; y la tercera desde el
destierro hasta Cristo, en la que si admitimos que Jeconías está contado otra
vez, hay que incluir el destierro. En la primera serie de catorce están
significados los hombres antes de la Ley, y comprende todos los
progenitores de Cristo que vivieron bajo la ley natural: Abraham, Isaac, Jacob,
y los demás hasta Salomón. En la segunda los hombres bajo la Ley,
pues todos los reyes que en ella se mencionan estuvieron bajo la ley. Y en la
tercera los hombres de la gracia, que termina en Cristo, dador de toda gracia,
y en la que se verificó la liberación de la cautividad en Babilonia, figura de
la liberación de la cautividad del pecado obrada por Cristo.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,4
A pesar de haber distribuido las generaciones entre series de catorce cada
una, no dice luego que todas suman cuarenta y dos, porque uno de los
progenitores, Jeconías, se cuenta dos veces. Por esto las generaciones no son
cuarenta y dos de la suma de tres veces catorce, sino cuarenta y una. San
Mateo, que se había propuesto presentarnos a Cristo como Rey, contó, pues,
cuarenta hombres en la serie de las generaciones, porque este número significa
el tiempo que en este mundo debemos ser gobernados por Cristo con severo
régimen, significado en aquella vara de hierro de que nos habla el Salmo:
"Los gobernarás con vara de hierro" ( Sal 2,9). Y la razón
de que tal número signifique esta vida temporal y terrena, es de suyo obvia.
Cada año se desliza en el tiempo por cuatro estaciones, y cuatro son también
los puntos cardinales en los que termina la superficie del globo: oriente y
occidente; norte y sur. El número cuarenta está formado
de cuatro veces diez, estando el mismo número diez respecto de aquél en
progresión de una a cuatro.
La glosa
Puede también decirse que el número diez se refiere al Decálogo, y el
cuatro a la vida presente que se desliza en cuatro estaciones. O puede
significarse por el número diez el Antiguo Testamento y por
el cuatro el Nuevo.
Remigio
Si alguno quisiera decir que son cuarenta y dos las generaciones porque
no hay un solo Jeconías sino dos, le diríamos que también este número concuerda
con la Santa Iglesia, pues este número se compone de seis y
desiete multiplicados entre sí, y seis veces siete son cuarenta y dos. El
seis se refiere a los días de trabajo y el siete al día de descanso.
Y la generación de
Jesucristo fue de esta manera. Que siendo María su Madre desposada con José,
antes que viviesen juntos, se halló haber concebido en el vientre de Espíritu
Santo. (v. 18)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Como el evangelista había dicho antes: "Y Jacob engendró a
José", con quien desposada María engendró a Jesús, para que ninguno
pudiera pensar que el nacimiento de Cristo había sido como el de sus
progenitores, cortando el orden de la narración dice: "Y la generación de
Jesucristo fue de esta manera", como si dijera: la generación de sus
ascendientes fue como la he referido, pero la generación de Cristo no fue así,
sino de esta forma: "Que siendo su Madre desposada".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Como quien va a decir una cosa nueva promete narrar la manera de
realizarse esta generación; no fuera a suceder que al oír las palabras
"esposo de María" cualquiera pensase que Cristo había nacido según la
ley general de la naturaleza.
Remigio
También puede referirse a lo ya dicho en este sentido: "La
generación de Cristo era así", como he dicho: "Abraham engendró a
Isaac".
San Jerónimo
Pero, ¿por qué Cristo es concebido de
una Virgen desposada y no de una simple virgen? Por tres razones: la primera,
para que por la genealogía de José se supiese el origen de María; la segunda,
para que los judíos no la apedreasen como adúltera; y la tercera, para que al
huir a Egipto tuviese quien la consuele. El mártir Ignacio aduce otra razón:
para ocultar al demonio el parto de María, y que siempre creyese que Cristo
había sido engendrado no de una virgen, sino de una mujer casada.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Desposada y permaneciendo en su casa, porque así como en la que concibe
en casa del marido se entiende una concepción natural, en la que concibe antes
de desposarse hay sospecha de infidelidad.
San Jerónimo, contra Helvidium, in principio libri
Un tal Helvidio, hombre turbulento y que de todo hace materia para la
disputa, empezó a blasfemar contra la Madre de Dios formulando así su primera
tesis: San Mateo dice: "Y siendo desposada". Mira cómo
dice desposada y no comprometida, como tú dices, y desposada no
por otra causa sino para casarse después 6.
Orígenes, homilia inter collectas ex variis locis.
Desposada con José, pero no carnalmente unida. La Madre de éste fue
Madre inmaculada, Madre incorrupta, Madre intacta. La Madre de éste, ¿de cuál
éste? La Madre del Señor, Unigénito de Dios, del Rey universal, del Salvador y
Redentor de todos.
San Cirilo de Alejandría, ad Ioannem Antiochenum
¿Qué se puede ver en la Santa Virgen por encima de las demás mujeres? Si
María no es Madre de Dios, sino sólo de Cristo, como dice Nestorio, ningún
absurdo habría en que se permita llamar Madre de Cristo a la madre de cualquier
ungido. Pero sólo la Santa Virgen, sobre las otras mujeres, es conocida y
llamada con el nombre de "Madre de Cristo", pues engendró no a un
simple hombre como nosotros, sino más bien al Verbo de Dios Padre, encarnado y
hecho hombre por nosotros. Mas tal vez reponga Nestorio: ¿Pensarás acaso que la
Virgen se ha hecho la Madre de la divinidad? A esto decimos que el Verbo de
Dios, nacido de la misma sustancia de Dios y existiendo siempre y sin principio
de tiempo igual al Padre, en la plenitud de los tiempos se hizo carne, es
decir, se unió a un cuerpo animado por un alma racional. Por esto decimos que
nació de una mujer según la carne. Este misterio se asemeja en cierto modo a
nuestro nacimiento: la madre suministra a la naturaleza una materia cuajada que
poco a poco se va formando hasta resultar un cuerpo perfecto en su especie, la
humana. Pero Dios infunde en ese cuerpo un espíritu, y aunque la madre sólo lo
sea del cuerpo terrenal, ella es considerada y se llama madre de todo el
hombre. Una cosa semejante observamos en el nacimiento del Emmanuel, "Dios
con nosotros". El Verbo de Dios nace en la eternidad de la sustancia del
Padre; mas, porque tomó carne y la hizo propia, es preciso confesar que nació
de una mujer según la carne. Y como a la vez es verdadero Dios, ¿quién tendrá
reparo en llamar a la Santa Virgen "Madre de Dios"?
San Pedro Crisólogo, sermones, 148
No te turben ni ofendan tus oídos las palabras concepción, parto,
porque la virginidad es la prenda más segura del pudor. ¿En qué puede herir la
delicadeza la unión de la divinidad con la pureza, su siempre querida amiga,
unión en que el intérprete es un ángel, la fe es la madrina, el desposorio es
la castidad, el dote la virtud, la conciencia el juez, el móvil Dios, el acto
de concebir pureza, el parto virginal, y la Madre una Virgen?
San Cirilo de Alejandría, ad Ioannem Antiochenum
Mas si dijéramos con Valentino, que el santo cuerpo de Cristo fue
formado de una materia celeste y no de la Virgen, ¿cómo podríamos entender que
María es Madre de Dios?
La glosa
Se indica el nombre de la Madre añadiendo: "María".
Beda, in Lucam, 1,3
María se interpreta en hebreo como "estrella del mar"; en
siriaco como "señora", porque Ella ha dado realmente al mundo al que
es la luz de la salud y el Señor del mundo.
La glosa
A continuación nos dice también el nombre del esposo, "José".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
María se había desposado con un carpintero porque Cristo, esposo de la
Iglesia, había de obrar la salud de todos los hombres por el leño de la
cruz.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Sigue luego: "Antes que viviesen juntos". No dice "antes
de que fuese llevada a casa del esposo", pues ya estaba en ella por ser
costumbre frecuente entre los antiguos tener en su casa a las desposadas, como
vemos que sucede también ahora, y los yernos de Loth habitaban con él en vida
común 7.
La glosa
Pero se dice: "Antes de que vivieran juntos" en concúbito
carnal.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Para que no naciese del afecto de la carne y de la sangre el que nació
para destruir los afectos de la carne y de la sangre 8.
San Agustín, de nuptiis et concupiscentia, 1,12
Allí no hubo cohabitación conyugal, porque en carne de pecado no podría
haberse dado sin movimiento de concupiscencia, efecto del pecado, sin la cual
quiso ser concebido el que había de estar sin pecado, tal vez para enseñarnos
con esto que todo lo que nace de unión marital nace con pecado 9, puesto que sólo no tuvo pecado la
Carne que nació de esa manera.
San Agustín, in sermone 6 de Nativitate
Jesucristo nace además de una mujer intacta, porque no era adecuado que
la virtud naciese por medio del deleite, la castidad por la vía de la lujuria,
y la incorrupción por la corrupción. Y el que venía a destruir el antiguo
imperio de la muerte habría de bajar del cielo de un modo distinto. Obtuvo,
pues, el cetro de Reina de las vírgenes, la que engendró al Rey de la castidad.
Por eso Nuestro Señor se procuró un seno virginal donde morar, para darnos a
entender que sólo un cuerpo casto puede ser templo de Dios. Aquel que grabó su
ley en tablas de piedra sin necesidad de punzón de hierro, ese mismo fecundó el
seno de María por virtud del Espíritu Santo. Por eso dice el evangelista:
"Se halló haber concebido en el vientre de Espíritu Santo".
San Jerónimo
Nadie la halló en tal estado sino José, quien, como si fuese su marido,
sabía todo lo referente a su esposa 10.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Según nos enseña una historia nada inverosímil, José estaba ausente
cuando sucedió lo que refiere San Lucas, pues no es de creer que estando en
casa entrase el ángel al aposento de María, le dijese lo que le dijo, y que
María respondiese lo que respondió. Aun concedido que el ángel pudo entrar en
donde estaba María y que le habló, no era posible que, en presencia de José, María
marchase a la montaña y estuviese con Isabel tres meses, sin que José indagase
las causas de su ida y de una permanencia tan larga. Pero después que volvió de
tan largo viaje la encontró visiblemente fecunda.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Con propiedad dice se halló, expresión que solemos emplear hablando
de cosas en que no habíamos pensado. Y para que no importunara al evangelista
preguntándole cómo se verificó el nacer de una Virgen, en pocas palabras él
mismo da la salida, "de Espíritu Santo", como si dijera: "El
Espíritu Santo es el que ha obrado este milagro", pues que ni Gabriel ni
San Mateo pudieron decir más.
Glosa
Lo que se dice del "Espíritu Santo", lo añadió el evangelista
por su parte, para que al decirse "haber concebido en el útero", no
quedase ninguna sospecha maligna en la mente de los que lo oyeren.
San Agustín, in sermonibus de Trinititate, serm. 191,3
Nosotros no decimos, como impíamente opinan algunos, que el Espíritu
Santo se presentó como semen, sino que obró con el poder y virtud de
Creador.
San Ambrosio, de Spiritu Sancto, 2,5
Todo lo que viene de alguno, o es de su sustancia o de su poder; de su
sustancia, como el Hijo es del Padre; de su poder, como son de Dios todas las
cosas, como el fruto del vientre de María era del Espíritu Santo.
San Agustín, enchiridion, 40
Ciertamente esta manera de nacer Cristo del Espíritu Santo, nos da a
entender la gracia de Dios, en virtud de la cual el hombre, sin mérito alguno
precedente en el principio mismo de su naturaleza en que empezó a existir, se
unió al Verbo de Dios en unidad tal de persona, que ese mismo hombre es el Hijo
de Dios. Mas habiendo la Trinidad toda -porque las obras de la Trinidad son
indivisibles- obrado la formación de aquella creatura que la Virgen concibió y
dio a luz, y que sólo la persona del Hijo asumió e hizo propia, ¿por qué se
nombra únicamente al Espíritu Santo en la concepción de esa creatura? ¿Es acaso
que cuando uno de los tres es nominalmente citado, se ha de entender que obra la
Trinidad toda?
San Jerónimo, contra Helvidium, in principio
Pero dice Helvidio: El evangelista no hubiera dicho
" antes que viviesen juntos", de los
que después no habían de vivir con tal unión. Es como si uno dijera
" antes de comer en el puerto, me hice a la vela con rumbo al
Africa". La frase no puede tener sentido, si después no ha de
comer en aquel puerto. Me parece que está mejor entendido que aunque el
adverbio antes indique con frecuencia lo que sigue, algunas veces, sin
embargo, expresa solamente lo que antes se había pensado, y que no es necesario
que lo pensado suceda, cuando ha mediado otra cosa, para que no se realice lo
que se pensó.
San Jerónimo
Por tanto no se infiere que después viviesen juntos, sino que la
Escritura sólo dice qué es lo que no sucedió antes.
Remigio
También puede decirse que el verbo convenire 11 no significa la unión marital,
sino el tiempo de las bodas: es decir, cuando la que había
sido prometidaempieza a ser esposa. Pues el sentido es "antes de
vivir juntos", esto es antes de celebrar solemnemente los desposorios.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,5
Cómo se verificó lo que aquí omite San Mateo, lo expuso San Lucas,
después de narrar la concepción de Juan, de esta manera: "Y al sexto mes
fue enviado el ángel". Y más adelante: "El Espíritu Santo vendrá
sobre ti", que es lo que mencionó San Mateo al decir: "Se halló haber
concebido en el vientre de Espíritu Santo". No hay discordancia en que San
Lucas exponga lo que San Mateo omite, ni que éste inserte después lo que omitió
aquél, pues sigue: "Y José, su Esposo, como era justo", hasta el
texto donde nos habla de los magos, "que se volvieron a su tierra por otro
camino". Así que, si alguno quisiera formar la narración ordenada del
nacimiento de Cristo, de todo lo que uno u otro de los dos evangelistas dice y
omite, puede hacerlo así: empezando con las palabras de Mateo, "La
generación de Cristo fue de esta manera", siguiendo con lo que refiere San
Lucas desde donde dice: "Hubo en los días de Herodes", hasta donde
dice: "Y María se detuvo con ella como tres meses, y se volvió a su
casa", y terminando con el texto: "Se halló haber concebido, en el
vientre, de Espíritu Santo".
Y José, su Esposo, como
era justo y no quisiese infamarla, quiso dejarla secretamente. (v. 19)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Habiendo dicho el evangelista que María halló que había concebido en el
vientre, del Espíritu Santo, sin obra de varón, para que nadie sospechase que
un discípulo de Cristo haya inventado estas maravillas en honor de su Maestro,
aduce el testimonio de José confirmando la historia por su propia participación
en ella: "Y José, su Esposo, como era justo".
San Agustín, in sermone 14 de Nativitate
Conociendo José que María estaba encinta, se turba, porque la Esposa que
había recibido del templo mismo del Señor y no conocía aún, la encuentra
fecunda, y agitándose inquieto, discute y habla consigo mismo: "¿Qué haré?
¿La denuncio o callo? Si la descubro, no me hago cómplice de adulterio, pero
incurro en crueldad, porque me consta que según la ley debe ser apedreada. Si
callo, doy mi consentimiento a una acción mala, y participo con los adúlteros.
Entonces si callar es malo y descubrir el adulterio es peor, la dejaré
libre".
San Ambrosio, in Lucam, 2,1
Hermosamente nos enseña San Mateo lo que debe hacer el justo que
sorprendiere a su cónyuge en oprobio o acción infame, para ni mancharse con la
sangre del adúltero, ni hacerse cómplice del adulterio. Por eso dice:
"Como era justo". En José, pues, se conserva siempre la gracia y la
persona del justo, de manera que su testimonio resulta siempre el más abonado,
pues la lengua del justo habla con la verdad.
San Jerónimo
Pero, ¿cómo se nos presenta como justo a José, cuando oculta el crimen
de su Esposa, y estando prescrito en la ley que los autores y cómplices de un
crimen son igualmente reos de pecado?
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Es de notar que llama aquí justo al que en todo es virtuoso. Porque
"justicia" no es sólo no querer más de lo debido, sino también la
virtud en general y es en este sentido que principalmente emplea la Escritura
la palabra "justicia". Siendo, pues, justo 12, es decir, benigno y moderado, quiso
dejar en secreto a la que veía expuesta a la infamia y a la máxima pena de la
Ley. Como quien se coloca por encima de la Ley, José la salvó de ambos
peligros. Pues a la manera que el sol antes de ostentar sus rayos ya alumbra la
tierra, así Cristo, antes de nacer, hizo que apareciesen en el mundo muchas
señales de perfecta virtud.
San Agustín, de Verbo Domini, serm. 16
O en otros términos: si a ti solo consta el pecado de otro contra ti, y
quieres inculparle ante los hombres, no eres el hermano que corrige, eres su
delator. Por eso el varón justo, José, perdonó a su Esposa, lleno de
benignidad, el crimen que había sospechado de Ella. Revolvíase ciertamente en
su ánimo sospecha indudable de adulterio, mas como a él solo constaba, no quiso
difamarla, sino dejarla en secreto, prefiriendo al castigo del pecado el bien
del pecador.
San Jerónimo
O también puede ser un testimonio en favor de María, que José confiando
en su castidad, admirado éste de lo que había sucedido, ocultó en el silencio
el hecho cuyo misterio ignoraba.
Remigio
Pues veía fecunda a la que conocía casta. Como había leído en Isaías:
"Saldrá una vara de la raíz de Jesé" ( Is 11,1), de quien
sabía ser descendiente María, y en el mismo Isaías: "He aquí que una
virgen concebirá" ( Is 7,14), no desconfiaba de que en Ella se
había de cumplir tal profecía.
Orígenes, homilia 1 inter collectas in variis locis
Pero si no tenía sospecha de Ella, ¿cómo era justo queriendo dejar a una
Esposa Inmaculada? Quería dejarla porque conocía que se había obrado en Ella un
gran misterio y se consideraba indigno de vivir en su compañía.
La glosa
Al querer dejarla era justo, y al querer hacerlo en secreto muestra ser
piadoso, pues la pone a salvo de toda infamia y por eso dice: "Como era
justo, quiso dejarla". Es decir, pudiendo entregarla al deshonor público,
esto es, difamarla, prefiere separarse en secreto.
San Ambrosio, in Lucam, 2,1
Ninguno deja la mujer que antes no ha aceptado. Entonces al querer
dejarla, confesaba él mismo que la había aceptado antes.
Glosa
O no queriendo trasladarla a su casa para vivir con Ella en asidua
compañía, quiso dejarla en secreto, es decir, dilatando la fecha de los
desposorios. Porque realmente es verdadera virtud ejercer la piedad junto con
la justicia y ésta junto con la piedad, virtudes que, obrando separadas, se
anulan mutuamente. O también puede decirse que era justo por la fe con que
creía que Cristo había de nacer de una Virgen, y de ahí que quiso humillarse
ante don tan excelente 13.
Y estando él pensando
en esto, he aquí que el Angel del Señor le apareció en sueños, diciendo:
"José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer: porque lo que en
ella ha nacido, de Espíritu Santo es". (v. 20)
Remigio
Porque según se ha dicho, José pensaba dejar en secreto a María. Pero si
hubiese obrado así, muy pocos hubieran dejado de sospechar que Ella fuese más
bien una concubina que una virgen, y por eso el propósito de José cambió en un
momento, gracias al consejo divino. De ahí que diga: "Y pensando en esto
José".
Glosa
En lo cual se echa de ver el espíritu del sabio, que nada quiere
resolver con ligereza.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Se nota también la mansedumbre de José, que a nadie reveló su sospecha,
ni siquiera a aquélla de quien sospechaba, sino que meditaba en su interior.
San Agustín, in sermone 14 de Nativitate
Mas aunque José piensa en esto, no tema María, la hija de David, porque
así como la palabra del profeta perdonó a David, el ángel del Salvador librará
a María. Pues Gabriel, el padrino de bodas de la Virgen, vuelve a presentarse:
"He aquí que el ángel del Señor apareció a José".
La glosa
Esta palabra apareció, significa el poder del que aparece, que se
muestra cuando y como quiere.
Rábano
Cómo apareció el ángel a José, lo dice claramente: "En
sueños", es decir, como Jacob vio la escala por cierta representación en
los ojos del corazón.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
No se apareció a José en clara visión como a los pastores, porque era
sobremanera fiel. Los pastores, además, necesitaban de una visión clara, como
rudos que eran. La Virgen también lo necesitaba, porque era la primera que
tenía que ser instruida en muy grandes misterios, como Zacarías necesitó de una
visión admirable antes que su mujer concibiese.
La glosa
Al aparecer el ángel lo llama por su nombre, le recuerda su linaje y le
hace deponer todo miedo diciéndole: "José, hijo de David". Al
llamarlo "José", por su nombre, se le presenta como un conocido y
amigo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Al llamarlo hijo de David, quiso traer a su memoria la promesa de Dios a
David: "Que Cristo nacería de su linaje".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Al decirle "no temas", indica que José ya entonces temía
ofender a Dios, como quien tiene en su compañía una adúltera, pues de otra
manera no hubiera pensado dejarla.
Severiano
Se le advierte al esposo que no tema, porque el alma piadosa, cuanto más
padece con otra, más teme. Como si dijera: esto no es motivo de muerte, sino de
vida, porque la que está encinta para darnos la vida no merece la muerte.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Al decir no temas, quiso también demostrarle que conocía el secreto de
su corazón, para hacerle ver con esto los bienes que nos habían de venir por
Cristo, y que él le iba a revelar.
San Ambrosio, in Lucam, 2,1
No te confunda que la llame su mujer, pues esta palabra expresa
aquí no la pérdida de la virginidad, sino la prueba testimonial del matrimonio,
la celebración de los desposorios.
San Jerónimo, contra Helvidium
No vaya a creerse que porque la llamó su mujer ha dejado de
ser esposa, pues la Escritura acostumbra llamar mujeres casadas a las
esposas, y maridos a los esposos, según se comprueba en el
Deuteronomio: "Si alguno hallare en el campo a una virgen que está
desposada y asiéndola se echase con ella, morirá, porque abatió a la mujer de
su prójimo" ( Dt 22,23).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Pero dice: "No temas recibir", esto es, mantenerla en tu casa,
porque en su mente ya la había dejado.
Rábano
O "no temas recibirla en comunidad nupcial y asidua
compañía".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Por tres causas se apareció el ángel a José y le habló de tal manera.
Primero, para que el hombre justo no cometiese por ignorancia una acción
injusta con un fin recto. Después, por el honor de la madre misma, que
repudiada no podía menos que incurrir en infamante sospecha entre los
incrédulos. Y tercero, para que sabiendo José de tan santa concepción, la
tratase con más respeto y consideración que antes. Y no se apareció a José
antes de que la Virgen concibiera, para que no pensase lo que pensó, ni
sufriese lo que sufrió Zacarías por culpa de su incredulidad acerca de la
concepción de su mujer en edad tan avanzada. Pues era menos creíble que
concibiese una virgen que una anciana.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
O también en medio de su turbación se apareció el ángel a José, para que
se manifestase la sabiduría de este justo, y que en esto mismo encontrase una
demostración de lo que se le anunciaba, pues al oír de boca del ángel lo mismo
que él pensaba en su interior, era señal indudable de que era enviado de Dios
el que le hablaba, pues sólo Dios sabe los secretos del corazón. La narración
del evangelista no admite sospecha al decirnos que José sufrió lo que es
natural que sufra un esposo. Tampoco pudo ser sospechosa la Virgen, dado que su
esposo, a pesar de sus celos, la tomó bajo su custodia y continuó en su
compañía después de haber concebido. Y si la Virgen no reveló a José lo que el
ángel le había anunciado, fue porque no pensaba que su esposo le creyese,
principalmente después de haber entrado en sospecha. Y el ángel anunció el
misterio a la Virgen antes de concebir, para que no estuviese en continua
ansiedad, diciéndoselo después, pues era muy conveniente que se hallase libre
de toda turbación aquella Madre que iba a recibir en su seno al Creador de
todas las cosas. El ángel no sólo defiende a la Virgen de toda cohabitación
carnal, sino que le hace ver a José que su Esposa ha concebido por obra sobrenatural.
Con lo cual, además de hacerle deponer todo temor, le infunde alegría
diciéndole: "Porque lo que en ella ha nacido es del Espíritu
Santo".
La glosa
Una cosa es nacer en ella y otra nacer de ella.
Nacer de ella es venir a la vida; nacer en ella es lo mismo
que ser concebido. O tal vez el ángel dijera "ha nacido", por la
presciencia que tiene recibida de Dios, para quien lo futuro es como pasado.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 52
Pero si Cristo nació del Espíritu Santo, ¿por qué se dice en los
Proverbios: "La sabiduría edificó casa para sí"
( Prov 9,1)? Esta pregunta puede admitir dos respuestas.
Primeramente, la casa de Cristo es la Iglesia que edificó con su sangre.
También del cuerpo de Cristo se puede decir que es su casa, como se dice que es
su templo. La obra del Espíritu Santo es la obra del Hijo de Dios por la unidad
de naturaleza y de voluntad. Bien obre el Padre, el Hijo o el Espíritu Santo,
la Trinidad es la que obra, y cualquier cosa que uno u otro de los tres
hicieren, es obra de un solo Dios.
San Agustín, enchiridion, 38
¿Y por eso hemos de decir que el Espíritu Santo es padre del hombre
Cristo, de manera que Dios Padre haya engendrado al Verbo y el Espíritu Santo
al hombre? Este es un absurdo que ningún oído cristiano podría tolerar. ¿Cómo
entonces decimos de Cristo "nacido del Espíritu Santo", si el
Espíritu Santo no lo ha engendrado? ¿Es acaso porque le ha creado? En cuanto
hombre, ha sido hecho, pues el apóstol dice: "Hecho del linaje de David
según la carne" ( Rom 1,3). Pero no porque Dios hizo este mundo
puede decirse que el mundo es hijo de Dios, ni nacido de Dios, sino hecho,
creado, fabricado. Entonces, si confesamos que ha nacido del Espíritu Santo y
de la Virgen María, ¿cómo no es Hijo del Espíritu Santo y sí de la Virgen
María? Porque nadie puede conceder que todo lo que nace de otra cosa deba
llamarse hijo de ésta. Prescindiendo de que de diversa manera nace
del hombre su hijo, que el cabello, el piojo o la lombriz -ninguno de los
cuales puede llamarse hijo -, los hombres que nacen del agua y del
espíritu nadie los llamará con propiedad hijos del agua, sino de Dios Padre y
de la Iglesia Madre. Así, pues, nació del Espíritu Santo y es Hijo de Dios
Padre, pero no del Espíritu Santo.
"Y parirá un hijo:
y llamarás su nombre Jesús: porque él salvará a su pueblo de los pecados de
ellos". (v. 21)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Como lo
que el ángel había dicho a José era palabra maravillosa que sobrepasa todo
pensamiento humano y está por encima de las leyes físicas, ¿cómo lo creerá un
hombre que nada haya oído de estas cosas? Demuestra entonces la verdad de sus
palabras por la revelación de lo que a él le había pasado, pues para ello le
reveló el ángel cuanto había experimentado en sí: lo que había sufrido, lo que
había temido y lo que se inclinó a hacer. Y no sólo lo pasado, sino también lo
futuro. "Y parirá un hijo y llamarás su nombre Jesús".
La glosa
Y para
que José no creyese que ya era innecesario el matrimonio por haberse verificado
la concepción por obra del Espíritu Santo, sin cooperación suya, el ángel le
manifiesta que aunque no fue necesario para la concepción y la Virgen permanece
intacta, sin embargo todo lo que se dice del padre sin atentar contra la virginidad
le es entregado. No es ajeno al servicio de esta divina economía para la
protección y cuidado, porque María dará a luz un hijo. Entonces la Madre y el
Hijo necesitarán de él: la Madre para que la defienda de toda difamación, y el
Hijo para criarlo y para circuncidarlo, como da a entender cuando dice: "Y
llamarás su nombre Jesús", porque en la circuncisión solía darse el nombre
al circuncidado.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
No dice:
" Te parirá un hijo", como le había dicho a Zacarías:
"Y tu mujer Isabelte parirá un hijo" ( Lc 1,13).
Porque la mujer que concibe de varón, da a luz un hijo a su marido,
porque más es de éste que de ella; mas la que no había concebido de varón, no
da a luz un hijo al marido, sino a sí solamente.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
O tal vez
lo dijo indeterminadamente para manifestar que lo dio a luz para todo el orbe.
Rábano
Dice:
"Llamarás su nombre", y no "pondrás", porque el nombre
estaba ya puesto desde la eternidad.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 4
Le
explica luego lo admirable de este nacimiento, porque Dios es quien envía desde
el cielo, por ministerio de un ángel, el nombre que había de ponerse al niño. Y
éste no es un nombre cualquiera, sino un nombre tesoro de bienes infinitos. Y
así lo interpreta el ángel y funda en él las mejores esperanzas, induciéndole
con esto a la fe de lo que le decía, pues para creer otras cosas solemos ser
más dóciles.
San Jerónimo
Jesús en
hebreo significa Salvador. Luego da a entender la etimología del nombre,
cuando dice: "Porque él salvará a su pueblo de los pecados de
ellos".
Remigio
Nos lo
presenta como el Salvador de todo el mundo y el autor de nuestra salvación.
Pero salva no a los incrédulos, sino a su pueblo, es decir a los que creen en
él. Y los salva no tanto de los enemigos visibles, como principalmente de los
invisibles, es decir de los pecados. Y los salva no peleando con las armas,
sino perdonándolos.
Severiano
Vengan
ahora y oigan los que preguntan quién es el que María ha engendrado.
"Porque El salvará a su pueblo de los pecados de ellos". No salvará
al pueblo de otro: ¿y de qué los salvará? De los pecados de ellos. Si no crees
a los cristianos que profesan que Dios perdona los pecados, cree a los infieles
y judíos que dicen: "Nadie puede perdonar los pecados sino sólo Dios"
( Lc 5,1).
Mas todo esto fue hecho
para que se cumpliese lo que habló el Señor por el Profeta, que dice: He aquí
la Virgen concebirá, y parirá hijo: y llamarán su nombre Emmanuel, que quiere
decir "con nosotros Dios". (v. 22-23)
Remigio
Fue costumbre del evangelista comprobar sus asertos con testimonios del
Antiguo Testamento. Además para que los judíos que habían creído en Cristo
reconociesen haberse cumplido las predicciones hechas en la antigua ley en la
gracia del Evangelio añade: "Mas todo esto fue hecho". Se podría, no
obstante, preguntar sobre este lugar, por qué dice "todo esto fue
hecho", si antes no nos ha referido más que la concepción. Lo dice para
enseñarnos que todo esto se verificó en la presencia de Dios antes que se
realizase en el tiempo entre los hombres. O también, como narrador de cosas
pasadas, nos dice que todo esto fue hecho, porque ya todo se había verificado
cuando él lo escribió.
Rábano
O dice que fue hecho todo esto, es decir, que la Virgen se desposaría,
que se mantendría perfectamente casta, que se hallaría fecunda, que el ángel lo
revelaría, para que la predicción se cumpliese. Pues mal podría cumplirse que
la Virgen concibiera y diese a luz de no estar antes desposada, para que no la
apedreasen, y sin que el ángel descubriese el secreto, para que José la
recibiese, puesto que repudiada, se diría haberlo sido por infamia y moriría
apedreada. Si antes del parto moría, quedaría sin cumplimiento la profecía que
dice: "Parirá un hijo".
La glosa
O puede decirse que la conjunción ut no se ponía aquí
como causal 14, en el sentido de
que la profecía se cumplió porque la predicción estaba hecha, sino que se
cumplía como ilativa, en el sentido que la vemos usada en el Génesis:
"Colgó al otro en una horca, de manera que se acreditó la verdad del
intérprete" ( Gén 40,22).
Y así debe entenderse en este caso: que verificado esto que estaba
predicho, la profecía se cumplió.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 5
O que el ángel contempló la profundidad de la misericordia divina,
traspasadas las leyes de la naturaleza, y contempló a Aquel que era superior a
todos, haber descendido hasta el hombre, que era inferior a todos. Y muestra
este prodigio en una sola expresión: "Mas todo esto fue hecho", como
si dijera: "No creas que todo esto es del agrado de Dios ahora
solamente", hace tiempo que está de antemano ordenado. Y con mucha razón,
el ángel aduce la profecía no a la Virgen y sí a José, como a hombre que
meditaba en los profetas, y versado en su lectura. Porque es de notar que
primero había llamado cónyuge a la Virgen, mientras que ahora la
llama Virgen con el profeta, para que oyesen esto mismo del profeta, porque
hacía mucho tiempo que estaba pensado. Por eso, en prueba de lo que estaba
diciendo, aduce las palabras de Isaías o más bien de Dios: porque no dice:
"Para que se cumpliese lo que habló Isaías", sino "lo que habló
el Señor por Isaías".
San Jerónimo, in Isaiam, 7
A las palabras aducidas del profeta, preceden estas otras: "El
mismo Señor os dará una señal". Esta señal debe ser cosa nueva y
admirable. Ahora bien, si -como pretenden los judíos-, quien ha de parir es una
muchacha, una jovencita, no una virgen, ¿qué señal puede llamarse tal suceso,
cuando el nombre de jovencita o muchacha no indica más que la edad y no
integridad? Cierto que la palabra virgen se expresa en hebreo por la
de bethula, y que no está consignada en la profecía, sino que se pone la
de almah 15, que las versiones
-con excepción de los Setenta- han vertido por la de "jovencita".
Pero la voz almah entre los hebreos tiene dos significaciones
"jovencita" y "ocultada", luego la voz almah no
sólo expresa una muchacha o virgen cualquiera, sino una virgen escondida y
retirada, jamás expuesta a las miradas de los hombres, antes bien, guardada por
sus padres con el mayor cuidado. Además, la lengua fenicia, derivada del
hebreo, da con propiedad a la voz almah el significado
de virgen, y nuestro idioma el de santa. A pesar de que los hebreos
emplean en su lengua vocablos de casi todas las otras no recuerdo, por más que
torturo mi memoria, haber leído jamás la palabra almahpara expresar una
mujer casada, sino siempre la que es virgen. Y no simplemente virgen, sino en
los años de la adolescencia, porque también una vieja puede ser virgen; una
virgen en los años de la pubertad, no una muchacha incapaz todavía de conocer
varón.
San Jerónimo, in evangelium Matthaei
El evangelista dice: "Tendrá en su seno"; el profeta, como que
predice lo que ha de ser, escribió: "Recibirá". El evangelista, como
que refiere lo sucedido, no lo futuro, omitió el "recibirá" y puso
"tendrá"; porque el que ya tiene, mal podrá recibir. Pero dice:
"He aquí la Virgen concebirá y parirá hijo".
San León Magno, ad Flavianum, 28,2
Fue, sin duda, concebido del Espíritu Santo, dentro del útero de su
Madre Virgen, que lo dio a luz, salvando su virginidad, igual como concibió sin
detrimento de ésta.
San Agustín, in sermonibus de Nativitate
El que con sólo su tacto podía volver a su primera integridad los
miembros de los cuerpos en los otros, hechos pedazos, ¿con cuánta más razón al
nacer no conservaría inalterable en su Madre lo que en Ella encontró íntegro?
Su nacimiento, pues, aumentó más bien que disminuyó la integridad corporal, y
lejos de hacer desaparecer la virginidad, la agrandó más y más.
Teodoreto, homiliae 1 et 2 in concilio Ephesino
Pero, como dice Fotino, es un simple hombre el que ha nacido (sin ver en
su nacimiento el de Dios). Y al que salió del seno nos lo presenta como un
hombre cualquiera, y no unido a la divinidad, díganos ahora, cómo la humana
naturaleza nacida del seno virginal, ha conservado incorrupta la virginidad.
Nunca ha permanecido virgen la madre de ningún hombre. Pero como Dios Verbo
nació en carne, conservó la virginidad maternal mostrando en tal nacimiento que
El era el Verbo. Pues si al ser producido nuestro verbo, no daña la mente,
menos aún lastimó su virginidad el Verbo de Dios, al nacer por elección suya de
Mujer.
Sigue luego: "Y llamarán su nombre Emmanuel ".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 5
En realidad aquí se pone nombre a un hecho. Acostumbra la Escritura
poner por nombre los hechos mismos que se verifican. Así, al decir:
"Llamarán su nombre Emmanuel", es como si dijera: "Verán a Dios
entre los hombres". Por eso no dice "lo llamarás", sino "lo
llamarán", es decir, así lo llamarán las gentes y así lo confirmarán los
hechos.
Rábano
Primero, los ángeles entonando cánticos; segundo, los apóstoles
predicando; luego, los santos mártires; y por fin, todos los creyentes.
San Jerónimo, in Isaiam 7,14
Los Setenta, y los otros tres traductores, vertieron asimismo
"llamarás" por el "llamarán" que aquí está escrito y que no
está en el hebreo: pues el verbo qarathi, que todos han traducido
"llamarás", puede traducirse también "llamará"; es decir,
que la misma Virgen que concebirá y parirá al Cristo, lo llamará Emmanuel,
o Dios con nosotros.
Remigio
Habría que investigar quién ha explicado este nombre: si el profeta, el
evangelista o algún traductor. El profeta no lo explicó, y el santo evangelista
no tenía necesidad de explicarlo puesto que escribía en hebreo 16. Tal vez porque este nombre era de
oscuro sentido entre los hebreos merecía explicación. Pero más creíble parece
que lo explicara algún traductor para que los latinos lo entendiesen, después
de todo, por este nombre se designan las dos naturalezas -divina y humana- en
la unidad de persona de Nuestro Señor Jesucristo. Esto es, que el engendrado
por Dios Padre antes de todos los siglos de una manera inefable, ése mismo se
hizo en la plenitud de los tiempos Emmanuel, Dios con nosotros, de una
Madre Virgen. Este nombre "Dios con nosotros" puede significar que se
hizo, como nosotros, pasible, mortal, en todo semejante a nosotros, excepto en
el pecado, o que unió a su naturaleza divina en unidad de persona nuestra
frágil naturaleza que se dignó asumir.
San Jerónimo, in Isaiam 7,14
Mas, es de saber que los hebreos pretenden que esta profecía concierne a
Ezequías hijo de Akaz, porque en su reinado fue tomada Samaria. Afirmación que
no pueden probar de modo alguno, porque Akaz, hijo de Joatam reinó sobre Judá y
Jerusalén dieciséis años, a quien sucedió en el reino de su hijo
Ezequías, a los veintitrés años de edad, y reinó sobre Judá y
Jerusalén veintinueve años. ¿Cómo, pues, la profecía hecha a Akaz en el primer
año de su reinado podía referirse a la concepción y nacimiento de Ezequías,
siendo así que éste tenía ya nueve años cuando empezó a reinar su padre Akaz? A
menos que digan que el sexto año del reinado de Ezequías, en el que Samaria fue
tomada, se llama la infancia de éste, pero no infancia de edad, sino de mando,
interpretación forzada y violenta a todas luces. Un judaizante de los nuestros
sostiene que el profeta Isaías tuvo dos hijos: Jasub y Emmanuel; y que el
Emmanuel nació de su mujer la profetisa como figura del Señor y Salvador; pero
esto es pura fábula.
Pedro Alfonso, in dialogo contra Iudaeos
Pues no se sabe que ningún hombre de aquel tiempo se haya
llamado Emmanuel. Mas objeta el hebreo: ¿Cómo puede sostenerse que esto se
haya dicho por Cristo y María, habiendo mediado desde Akaz hasta María tantos
centenares de años? Aunque el profeta habla a Akaz, la profecía no se dijo para
él sólo ni para su época, pues dice: "Oíd, casa de David" y no
"Oye tú Akaz". Además, "El mismo Señor os dará una señal"
añade el profeta, como si dijera "el Señor y no otro"; de lo que
cualquiera puede inferir que el Señor mismo, en persona, había de ser la señal.
Y al decir en plural a vosotros y noa ti, en singular, se deduce que
no precisamente por Akaz, o sólo a Akaz se dijo el contenido de la profecía.
San Jerónimo, in Isaiam 7,14
Debe, pues, entenderse lo que se dice a Akaz en este sentido: Casa de
David, este niño que nacerá de la Virgen, se llama ahora Emmanuel, porque
los sucesos mismos te demostrarán, una vez librada de dos reyes enemigos, que
Dios te tiene presente. Pero después será llamado Jesús, es decir, Salvador,
porque El salvará a todo el linaje humano. No te admires, por tanto, Casa de
David, de que la Virgen dé a luz a Dios, que tiene tan grande poder, que
habiendo de nacer después de mucho tiempo, te libra ahora sólo por haber sido
invocado.
San Agustín, contra Faustum, 12,45 y 13,7
¿Quién, por loco que se le suponga, diría con los maniqueos que es
propio de una fe débil no creer en Cristo sin algún testimonio, cuando el
apóstol dice: "¿Cómo creerán a aquél que no oyeron? ¿Y cómo oirán sin
predicador?" ( Rom 10,14). Mas para que no se despreciase ni se
tuviese por fábula lo que anunciaban los apóstoles, se ha hecho ver que lo
sucedido estaba ya vaticinado por los profetas. Porque aunque los milagros
atestiguaban la verdad de sus anuncios, no hubiera faltado quien atribuyese a
poderes mágicos los milagros mismos, de no salir al encuentro el testimonio
profético, convenciendo a su vez a los que así pensaran. Porque no creo que
haya nadie que avance hasta la afirmación de que El se dio a sí mismo profetas
que le anunciasen mucho antes de nacer. Si dijéramos además a un gentil: Cree
en Cristo porque es Dios, y respondiera: ¿Por qué lo he de creer? E invocando
la autoridad de los profetas, nos dijera que no lo admite, le demostraríamos
que la fe en los profetas está justificada por la evidencia que tenemos de
haber sucedido todo lo que ellos predijeron. Creo que se rendiría al hecho
evidente del triunfo de la religión cristiana sobre las naciones y los reyes de
la tierra, después de haber sufrido tantas persecuciones, todo lo cual habían
desde mucho antes anunciado los profetas. Y oyendo las profecías y viendo que
se han realizado en todas partes, le movería a creer tantos testimonios.
La glosa
El error de éstos queda fuera de lugar con lo que dice el evangelista:
"Para que se cumpliese lo que habló el Señor por el profeta". Hay
varias clases de profecías. Una es por predeterminación de Dios. Su
cumplimiento se verifica necesariamente, sin mezclarse en nada para ello
nuestro libre albedrío, como la profecía de que hablamos, y por eso dice:
"He aquí" para demostrar la certeza de la profecía. Otra es por la
presciencia de Dios, en cuya realización toma parte nuestro albedrío, y con la
cooperación de la gracia alcanzamos el premio, o abandonados por ella, a causa
de nuestra culpa, nos hacemos reos del tormento. Y hay otra profecía, que no es
de presciencia precisamente, sino cierta amenaza formulada al modo humano, como
la del profeta Jonás "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida"
( Jon 3,4); es decir, si los ninivitas no se enmiendan.
Y despertando José del
sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. Y no
la conoció hasta que parió a su hijo primogénito y llamó su nombre Jesús. (v.
24-25)
Remigio
Por la puerta misma que entró la muerte, ha vuelto la vida. Por la
desobediencia de Adán nos perdimos todos, por la obediencia de José empezamos a
volver a nuestro estado primigenio. Por eso se nos recomienda la gran virtud de
la obediencia por estas palabras: "Y despertando José del sueño, hizo como
el Angel del Señor le había mandado".
La glosa
No sólo hizo lo que le mandó el ángel, sino también como se
lo mandó. Así también todo el que se sienta movido por Dios, sacuda toda
pereza, despierte y haga lo que se le manda.
"Y recibió a su mujer"
Remigio
La recibió después de celebrados los desposorios para llamarla su mujer,
mas no para cohabitar con Ella, pues sigue: "Y no la conoció".
San Jerónimo, contra Helvidium
Helvidio hace vanos esfuerzos para demostrarnos que el verbo conocer debe
referirse a la cópula más bien que a un conocimiento cualquiera, como si
alguien lo negara o las necedades que se entretiene en refutar las hubiera
podido descubrir cualquier persona entendida. Pretende después enseñarnos que
los adverbios donec y usque significan tiempo determinado,
cumplido el cual se realiza aquello que hasta entonces no se realizaba, como
sucede en este pasaje: "Y no la conoció hasta que parió a su Hijo".
Aquí se ve, dice Helvidio 17, que la conoció
después del parto, y que ese conocimiento lo retardaba solamente el nacimiento
del hijo. Y para probarnos tal afirmación, acumula multitud de ejemplos de las
Escrituras. La respuesta es fácil: en las Escrituras la frase: "Y no la
conoció", lo mismo que los adverbios donec y usque, tienen
doble sentido, según el contexto. En el lugar citado, las palabras: "Y no
la conoció", se refieren, como el mismo Helvidio observó, a la unión
conyugal, sin que nadie dude que pueden referirse muchas veces a un simple
conocimiento del objeto, como en el capítulo 2 de San Lucas: "Y se quedó
el Niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen" ( Lc2,43).
Asimismo el adverbio donec o usque significan con frecuencia
tiempo determinado, como Helvidio hace notar, pero muchas veces también tiempo
indefinido, de cuya significación hay numerosos ejemplos: "Hasta vuestra
vejez, yo mismo" ( Is 46,4). ¿Puede inferirse de aquí que
después que hayan envejecido dejará Dios de ser el que era? El Salvador dice en
el Evangelio: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación
del siglo" ( Mt28,20). Luego, ¿después que el mundo se acabe no
estará más con sus discípulos? El Apóstol dice: "Es necesario que El reine
hasta que ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies" ( 1Cor 15,25).
¿Es que acaso después que estén bajo sus pies dejará de reinar? Comprenda,
pues, Helvidio, que siempre se procura fijar el sentido de lo que pudiera
ofrecer duda, si no se hubiese escrito, pero lo demás se deja siempre a nuestra
inteligencia, y según este criterio el evangelista indica claramente la
circunstancia sobre la que podía sospecharse -que su esposo no la conoció antes
del parto 18- para que
entendiésemos que mucho menos podría ser conocida después de dar a luz.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Si alguno dijera: "Mientras vivió, no habló esto" ¿querría
acaso darnos a entender que habló después de morir? Imposible, así como es lo
más creíble que José no conociese a su esposa antes de dar a luz, porque
ignoraba todavía la dignidad del misterio. Pero después que tuvo conocimiento
de que su esposa se había hecho templo del unigénito de Dios, ¿cómo podía
cometer tal profanación? Los secuaces de Eunomio creen, sin embargo, a la
manera del loco que cree que ninguno está en su juicio, que porque se han
atrevido a verter tal especie, José también se atrevería a cometer lo que ellos
le atribuyen.
San Jerónimo, contra Helvidium, 8
En suma, yo pregunto a Helvidio: ¿por qué José se abstuvo hasta el día
del parto? Me responderá: porque había oído al ángel: "Lo que en ella ha
nacido, de Espíritu Santo es". Luego el que tuvo fe tan grande en el sueño
que no se atrevió a tocar a su mujer, ¿es creíble que después de haber oído a
los pastores, y visto a los magos, y presenciando tantos milagros se atreviese
a acercarse siquiera a la que era templo de Dios, morada del Espíritu Santo y
Madre de su Señor?
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Puede también decirse que el verbo conocer se toma aquí por el
acto de reconocer a uno, porque realmente José no conoció la dignidad de María
antes del parto. Mas después que dio a luz reconoció entonces cuánta era su
hermosura y dignidad, porque Ella sola recibió en el estrecho aposento de su
seno al que el mundo entero no podía contener
San Hilario
La gloria de la Santísima María impedía que José pudiera conocerla hasta
que dio a luz, porque, ¿cómo podía ser conocida teniendo en su seno al Señor de
la gloria? Si el rostro de Moisés al estar hablando con Dios adquirió tal resplandor
de gloria que los hijos de Israel no podían fijar en El su mirada, ¿cuánto más
inaccesible estaría a las miradas y al conocimiento de los hombres María, que
llevaba en su seno al Dios de todo poder? Después del parto hallamos ya que la
reconoció por la hermosura de su rostro, no por contacto sensual.
San Jerónimo, in Matthaeum, 1
Porque el evangelista dice "a su Hijo primogénito" sospechan
algunos malignamente que María tuvo otros hijos, porque dicen que no se llama
primogénito sino el que tiene hermanos, siendo así que es costumbre de las
Escrituras no llamar primogénito al que le siguen otros hermanos, sino al
primeramente nacido.
San Jerónimo, contra Helvidium, 10
De forma que si por primogénito se entendiese aquel al que le siguen
otros hermanos, los primogénitos no se deben a los sacerdotes hasta que otros
hijos hayan sido procreados 19.
La glosa
O se dice primogénito entre todos los hijos de adopción por la gracia,
pero con toda propiedad se dice unigénito de Dios Padre o de María.
Y sigue: "Y llamó su nombre Jesús" a los ocho días, en que se
verificaba la circuncisión y se ponía el nombre al circuncidado.
Remigio
Es evidente que este nombre fue muy conocido de los Santos Padres y de
los profetas de Dios, especialmente de aquél que decía: "Desfalleció mi
alma por tu salud" ( Sal 118,81) y: "Se regocijará mi
corazón en tu salud" ( Sal 12,5) y de aquel que decía: "Me
regocijaré en Dios mi Jesús" ( Hab 3,18).
Notas
2- En hebreo existe un único nombre, Iehoshua, que en castellano
puede traducirse tanto por Josué como por Jesús.
4- Los moabitas son un conjunto de tribus emparentadas con los
israelitas. Sin embargo el antagonismo entre los dos pueblos que los llevó
frecuentemente a la guerra, hizo que se tomaran medidas muy severas sobre los
matrimonios. Dice la Escritura: "El ammonita y el moabita no serán
admitidos en la asamblea de Yahveh; ni aun en la décima generación serán
admitidos en la asamblea de Yahveh" ( Dt 23,4). Sin embargo los
matrimonios de moabitas e israelitas no eran del todo inexistentes
(ver Esd 9,1; Neh 13,23).
5-
En su De dissonantia
evangelistarum. Juliano es un emperador romano conocido como el Apóstata
(331-363 d.C.).
6-
El proceso del matrimonio judío tenía
varias ceremonias. Una era el desposorio, que formando parte del matrimonio
legal, era como el principio del mismo. El proceso matrimonial culminaba
legalmente con el traslado de la desposada a la casa del esposo. Para esto
podía pasar un espacio de meses o incluso años.
7-
Los estudios de hoy consideran que la
ceremonia del matrimonio consistía en el cambio de casa por parte de la novia a
la de su desposado, o a la casa del padre de éste. (Daniel J. Harrington,
S.J.)
"Finalmente se celebraba el matrimonio... tenía lugar la entrada de la esposa en la casa del marido; la cual solía hacerse con gran solemnidad y consistía en el cortejo nupcial y el banquete nupcial. El esposo adornada su cabeza de una guirnalda y acompañado de sus amigos, iba a buscar a la esposa... y la conducía a su propia casa... Entonces se celebraba el banquete nupcial" (José J. Reboli, S.J.).
"Finalmente se celebraba el matrimonio... tenía lugar la entrada de la esposa en la casa del marido; la cual solía hacerse con gran solemnidad y consistía en el cortejo nupcial y el banquete nupcial. El esposo adornada su cabeza de una guirnalda y acompañado de sus amigos, iba a buscar a la esposa... y la conducía a su propia casa... Entonces se celebraba el banquete nupcial" (José J. Reboli, S.J.).
8-
Alusión a lectura variante
de Jn 1,13. Diversos testigos muy antiguos leen el pasaje en
singular:oV... egennhqh: " El, que no nació, ni de la sangre ni
de la carne, sino de Dios" (trad. La Santa Biblia, dir. Evaristo
Martín Nieto.)
10- El Padre continúa bajo la suposición de que María ya se ha mudado
de casa. "Cuando se lee Mt 1, 18-25, hemos de considerar que la
ceremonia de desposorio entre José y María ya se había realizado y que ellos
esperaban la ceremonia matrimonial. María permanece en casa de sus padres y
José visita la residencia de tiempo en tiempo". (Daniel J. Harrington,
S.J.).
12-
dikaioV en griego tiene el
sentido de persona observante de la ley: " dikaioV es usado para
designar a una persona de perfecta rectitud, a quien cumple la voluntad de
Dios" (Ceslas Spicq, O.P.)
13-
Santo Tomás elige presentar
testimonios de diversas interpretaciones sobre el acontecimiento. Las
posiciones se suelen resumir en tres: a) José tiene dudas sobre la fidelidad de
su desposada, y siendo un hombre justo no quiere encubrir su falta; b) José
sospecha de una intervención divina, y queda confundido entre "el asombro
y la maravilla" (Suárez), quedándole clara la inocencia de María, (S.
Jerónimo); c) José sabía que María había concebido por intervención divina y no
humana. (Eusebio.) "José sabía que la preñez de María venía de Dios".
(Basilio.) "José descubrió la preñez y su causa, que era por obra del
Espíritu Santo". (Efrén.) "José comprendió que aquella era una
maravillosa obra de Dios". (Eusebio.): "Pensó en separarse de ella en
secreto para no cometer el pecado de ser llamado padre del Mesías. Temía vivir
con ella pues eso podría deshonrar el nombre del Hijo de la Virgen. Por ello es
que el ángel le dijo 'No temas llevar a María a tu casa'". Pablo, el
diácono, en su Homiliarum atribuye a Orígenes una posición semejante.
Actualmente, Ignace de la Potterie dice que la actitud de José no "ha de
entenderse, ciertamente, si José se pregunta si María es culpable o no. Se
trata más bien de una 'duda', de una indecisión acerca de lo que él debe hacer.
¿Cómo ha de comportarse él, el esposo de María, en la situación excepcional en
que se encuentra su mujer?". Contando con argumentos lingüísticos y
exegéticos propone leer: "José, su esposo, como fuese un hombre justo y no
quisiese revelar (su misterio), resolvió separarse de ella
secretamente "; en María en el misterio de la Alianza (BAC
1993).
14-
En la Vulgata Latina se lee:
"21 pariet autem filium et vocabis nomen eius Iesum ipse enim salvum
faciet populum suum a peccatis eorum 22 hoc autem totum factum
est ut adimpleretur id quod dictum est a Domino per prophetam dicentem
23 ecce virgo in utero habebit et pariet filium et vocabunt nomen eius
Emmanuhel quod est interpretatum Nobiscum Deus".
15-
La palabra ' almah' es
un sustantivo que aparece en la versión en hebreo del pasaje de Isaías. Aparece
en otros 8 lugares. Se suele traducir como jovencita o doncella. (Vines,Unger,
White). Sin embargo en el Cantar 6,8 algunos traducen ' almah' en el
sentido de virgen. 'Almah' se suele usar para designar a una doncella
no casada. En la venerable versión del Antiguo Testamento en griego, los LXX,
se dice parthénos ( parqenoV) , esto es, explícitamente virgen.
(Kittel V, 826ss.) Aun cuando la palabra puede tener también una variedad de
sentidos en el griego, como joven, por ejemplo en Gen 34,3. Los autores de las
Escrituras canónicas neotestamentarias suelen citar según la autoridad de los
LXX, más que según la versión hebrea. El p. Benoit (en ¿ Está inspirada la
versión de los Setenta?) destaca la evolución teológica que se percibe en
la versión de los LXX de la que cita San Mateo el pasaje de Isaías, y se
pregunta "¿es legítimo preguntarnos si ese progreso en materia dogmática
ha podido realizarse sin una intervención especial del Espíritu Santo?" El
profeta Isaías, e incluso la misma versión de los LXX, emplean unas palabras
que sólo la posterior evolución de la revelación divina, especialmente recogida
en el Evangelio según San Mateo, para explicar el "maravilloso
acontecimiento" del nacimiento virginal, da un pleno sentido de profecía.
16-
Alude Remigio de Reims a la
tradición que a través de Papías de Hierápolis nos viene desde los tiempos
apostólicos de que San Mateo escribió en lenguaje de los hebreos. "Como
Mateo era judío y se hallaba en Judea, lo escribió en hebreo, o en lengua que
era común en aquel tiempo en Palestina, mezclada de siríaco y caldeo, a
instancias, se cree, de los judíos convertidos, y unos seis años después de la
muerte del Señor" (Biblia Americana San Jerónimo, Introducción a San
Mateo).
17-
Helvidio, autor herético arriano
del siglo cuarto. S. Jerónimo escribió contra sus teorías.
18-
El griego de ewV ou eteken
uion ( literal: hasta que ella dio a luz un hijo) se traduce al castellano
(Huerault): "Y sin que tuvieran relaciones, dio a luz un hijo".
"El autor está sólo interesado en destacar la concepción virginal"
(Zerwick-Grosvenor.).
19-
Esto iría en contra de lo mandado por
Dios a Moisés: "Conságrame todo primogénito. Todo lo que abre el seno
materno entre los israelitas" ( Ex 13,1.11).
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