Mostrando entradas con la etiqueta Card. González Martín. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Card. González Martín. Mostrar todas las entradas

jueves, 24 de octubre de 2019

Homilía del Card. Marcelo González Martín en el funeral de Francisco Franco (1975)


Homilía del Cardenal Marcelo González Martín
Primado de España, Arzobispo de Toledo

El 23 de noviembre de 1975
En el funeral de Francisco Franco



Hoy celebramos la Iglesia la solemnidad de Jesucristo, Rey de Universo, Rey de la vida, de la muerte. De la vida porque de Él, como de Dios la hemos recibido. De la muerte, porque, con su resurrección la ha vencido en su cuerpo glorioso y ha asegurado la misma victoria a los que creen en El. “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre.” (Jn.11,25).
    Dejad que estas palabras crucen los cielos de la Plaza de Oriente y lleguen al corazón entristecido de los españoles. Transmitídselas vosotros mismos, los que, con el más vivo dolor, podéis repetirlas porque creéis en Jesucristo y, por lo mismo, podéis demostrar que vuestra esperanza es, al menos, tan grande como vuestro dolor.
    Vosotros, excelentísima Señora y familiares de Francisco Franco, Reyes de España, Gobierno e instituciones de la nación. Su eco os será devuelto inmediatamente por un pueblo inmenso, cuyo rumor se extiende sobre todas las tierras de España.
  Entrega a España.
      Estamos celebrando el Santo Sacrificio de la Misa y elevamos a Dios por el alma del que hasta ahora ha sido nuestro Jefe de Estado. He ahí sus restos, ya sin otra grandeza que la del recuerdo que aún puede ofrecernos de la persona a quien pertenecieron mientras vivió en este mundo. Frente a ellos, nuestra fe nos habla no del destino inmediato que les espera al ser depositados en un sepulcro, sino de la eternidad del misterio de Dios Salvador, en que su alma será acogida, como lo será también ese mismo cuerpo en el día de la resurrección final. ¡Oh cristianos, niños y adultos, mujeres y hombres creyentes, hermanos míos en la fe de Jesucristo!, que vuestro espíritu responda en este momento a las convicciones que nacen de nuestra conciencia religiosa. Ante este cadáver han desfilado tantos, que, necesariamente, han tenido que ser pocos en comparación con los muchos más que hubieran querido poder hacerlo para dar testimonio de su amor al padre de la Patria, que con tan perseverante desvelo se entregó a su servicio.
    Presentaremos a la adoración de todos la hostia santa y pura de la Eucaristía, nos sentiremos incorporados a la oblación del Señor con la nuestra, podremos ceder, en beneficio de aquel a quien amábamos, los méritos que por nuestra participación pudiera correspondernos, y juntos rezaremos y cantaremos el padrenuestro de la reconciliación y la obediencia amorosa a la voluntad de Dios, que está en los cielos.

Vistas de página en total

contador

Free counters!