PENSAMIENTOS DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS
AMOR DE DIOS - AMOR A DIOS
- CARIDAD CON EL PRÓJIMO - CONFIANZA Y ABANDONO EN DIOS - IMITACIÓN,
SEGUIMIENTO Y UNIÓN CON CRISTO – REPARACIÓN – SANTIFICACIÓN – HUMILDAD - CRUCES
Y CONTRARIEDADES DE LA VIDA - ¡QUE TODOS SIENTAN EL AMOR DE DIOS Y SE SALVEN! -
VIRGEN MARÍA - ORACIÓN, SILENCIO, SOLEDAD
AMOR DE DIOS
“Veo al Señor cargado de los tesoros de
su amor y necesitando almas vacías donde poder depositarlos”.
“Sólo en el cielo podremos comprender
todo cuanto el Señor ha hecho por nosotros”.
Todo nos puede faltar. Todos los otros
amores un día nos faltarán, pero el de su Corazón no nos faltará jamás”.
“El Señor bien conoce nuestra miseria,
que de ella es caer y de su misericordia perdonar”.
“¿Quién puede amarte y procurar tu bien
con el amor con que él te ama y con el poder y la bondad con que él lo
procura?”
“¿Qué será ver a Dios cara a cara y
poseerle para siempre? ¡Qué buenísimo ha sido dejándonos conocer esto poquísimo
que conocemos de él!”
“¡Qué misterio de amor! Esa unión que
tendremos, por su misericordia, en el cielo, empieza ya de verdad en la
tierra”.
“Mire si nos ha amado, que no ha podido
esperar al cielo para unirse con el alma”.
“El amor del Señor no tiene límites, que
no lo tenga tampoco el nuestro”.
“No hay más que vivir de fe, y entonces
ya todo resulta fácil, porque viéndole con nosotros tan bueno, tan lleno de
amor, tan pendiente del nuestro, ¡quién no vivirá sólo para él y le amará con
locura!”
“El pensar, como decía nuestra Santa
Madre Teresa, que vamos a ser juzgados por quien con tanta razón amamos, es
para deshacerse de agradecimiento, ya que mucho más nos ama él”.
“En el último lugar quiso estar Cristo
en su casita de Nazaret y en la tierra, pues más último lugar que morir
ajusticiado no puede haber. Fue por nuestro amor”.
AMOR A DIOS
“La mayor felicidad de la tierra, que
nada nos puede quitar, consiste en unirse a Dios y cumplir su voluntad amándole
y sirviéndole”.
“Cuando las cosas se hacen por Dios,
¡qué tranquilidad da todo lo que pueda pasar!”
“Cada vez comprendo más la nada de todo
lo que no es Dios y siento la imperiosa necesidad de amarle y olvidarme de mí
por completo para que sólo él viva en mí”.
“¿No sabe que me enamoré del Hijo de
María y cada día y cada segundo me gusta más, le quiero más y más y más?”
“La verdadera felicidad en la otra vida
y en ésta es la mayor unión y el mayor amor a Cristo, nuestro Bien”.
“Si le somos fieles, cada día aumenta la
capacidad de amarle. ¡Qué felicidad!”
“¡Qué bueno es mi Cristo cuando da y
cuando quita, y siempre!”
“Yo no quiero saber otra cosa sino amar
al Señor. ¡Qué pequeño, qué nada se ve el mundo, y qué insensatas todas las
luchas y deseos que hay en él!”
“Este tiempo de la vida tan corto hemos
de aprovecharlo con alegría, ofreciéndole con gozo todo cuanto nos suceda, que
todo es para que crezcamos en el amor”.
“Que hagamos siempre cuanto sea del
agrado de nuestro Cristo bendito, que sólo tenemos esta vida para ello”.
“Hágalo todo con mucho amor a Cristo y
ahí está todo”.
“Amar y sacrificarse no es muy difícil,
¿verdad?”
“¡Cómo tenemos que ser con el Señor y
qué delicadezas de amor tenemos que tener; que amor con amor se paga!”
“Demos a nuestro Cristo el amor que los
que no le conocen le niegan”.
“El amor será eternamente el mismo que
tengamos al acabarse la vida”.
“Considerando que Dios se hizo hombre
por nuestro amor, no sé cómo no nos volvemos todos locos de amor por él”.
“Si has nacido para morir de amor, ¿qué
te importa todo lo demás?”
CARIDAD CON EL PRÓJIMO
“La caridad es cosa que el Señor
recompensa siempre”
“¡Cuánto hace gozar la verdadera
caridad!”
“Me pareció entender que quería el Señor
fuese muy delicada en la caridad y me consagrase toda a ella”.
“¡Quisiera amarte tanto por los que no
te aman! Pero con obras y en verdad”.
“Sentía como necesidad de ejercitar la
caridad, aunque sea en pequeñeces, para probarle a él el amor”.
“Sí, ámenle mucho, así con obras, sin
mirar para nada nuestro consuelo”.
“La caridad para con Dios se mide por la
caridad que se tiene con el prójimo, y ésta roba el Corazón del Señor y el de
las criaturas también”.
“A mí me encanta tener para dar, y
parece que a él también le gusta”.
“¡Qué verdad es que la caridad une los
corazones!”
“¡Bendita caridad, que tanto bien hace a
las almas!”
“¡Cómo paga el Señor la menor cosa que
se hace por su amor!”
CONFIANZA Y ABANDONO EN DIOS
“Señor, cuando tú quieras, como tú
quieras, lo que tú quieras; eso es lo único que queremos y deseamos”.
“En manos de Dios estamos, y no puede
ser sino bueno lo que él haga con nosotros”.
“No quiero sino confiar a ciegas y
esperar contra toda esperanza, sin ocuparme de mí”.
“Si se abandona del todo, el Señor va a
llevar a cabo en este abismo de miseria la obra de su amor”.
“¡Qué fácil se hace servir y agradar a
Dios en cuanto uno se olvida un poquitín de sí mismo y no quiere guiar su vida,
sino abandonarla en manos de Dios!”
“Todo está en confiar del todo en su
Corazón y abandonarse amorosamente en sus manos”.
“Es una felicidad el estar colgados de
la providencia del Señor y ver con qué delicadísimo amor él lo prepara todo”.
“Viva siempre llena de fe, de confianza,
dejando que el Señor guíe su barquilla y duerma si quiere en ella”.
“Intérnese en ese Corazón de Jesús donde
tiene hecho su nido y viva ahí, abandonada y segura, sólo para él”.
“Lo único importante es que el Señor tenga
las riendas de nuestra vida y la lleve por donde quiera”.
“¡Qué bueno es confiar en Dios y
abandonar en él todo cuidado!”
“El Señor bien sabe que sólo quiero
quererle y que puede hacer de mí lo que quiera”.
“¿Cómo no vamos a ir a él con inmensa
confianza, si nos compró con su Sangre?”
“Dejar todo cuidado, teniéndolo
únicamente en recibir a cada momento aquello que él quiera, con gratitud,
fidelidad y amor”.
“El Señor sabe, puede y nos ama”.
“Yo quisiera que todo, todo me llevase
igualmente a Dios, sea lo que sea; a Dios, que es mi vida y mi todo”.
“¡Qué buenísimo es, y cómo, en cuanto el
alma pone un poco de su parte, él lo hace todo!”
“Sin él nada podemos, pero con él,
todo”.
“No quiero sino confiar a ciegas y
esperar contra toda esperanza, sin ocuparme de mí”.
“Déjele que él la lleve por donde él
quiera, sin tristezas ni preocupaciones”.
“Fiémonos de él, que nos lleve por donde
quiera y como sea, para que cuanto antes, lleguemos a unirnos con él”.
IMITACIÓN, SEGUIMIENTO Y UNIÓN CON
CRISTO
“Tenemos que ser como él nos quiere; así
es como podremos ayudarle de veras”.
“Cristo se ha quedado en el sagrario
para que le amemos, le imitemos, y para ser nuestra fortaleza y nuestro
consuelo”.
“Es de veras un dolor que se pase la
vida sin procurar imitar a Cristo”.
“Yo no quiero la vida más que para
imitar lo más posible la de Cristo”.
“Como Cristo: mansos, obedientes,
humildes y llenos de caridad verdadera”.
“Jesús quiere de nosotros amor,
humildad, sacrificio, recogimiento, trato íntimo y amoroso con el huésped
Divino de nuestra alma: Jesús vivo”.
“¡Cuántas cosas pasadas...; pero Cristo
no pasa!”
“Dejémonos purificar, iluminar y
consumir por él, que sólo él es la razón de nuestra vida...”
“¡Qué gusto perderlo todo por ser de
nuestro Cristo, que él solo basta!”
“¡Qué tontería es todo lo que no es él!
¡Cómo llena él solo todas las necesidades del alma, que creó para él!”
“Haga morar a Cristo, nuestro Bien, cada
día más agradado en su corazón, que es cosa fácil, puesto que él nos da para
ello todo cuanto necesitamos”.
“Preferir, prefiero lo que quiera mi
cristo siempre y en todo, en lo grande y en lo chico”.
“Viva Cristo en mí y yo en él. ¡Qué
felices somos! Nadie nos puede quitar esta felicidad, que nunca disminuye si el
alma es fiel; cada día que pasa es más grande, y en el cielo será infinita”.
“¡Qué serán aquellos ojos y aquellas
manos y aquel Corazón!”
REPARACIÓN
“¡Pobre Jesús mío, qué ganas dan de
quererte de veras por tantos como no te quieren!”
“No hay que permitir que las espinas que
punzan nuestro corazón puncen también el del Señor”.
“¡Qué poco importa todo, menos el
ofender a Dios!”
“¡Quién pudiera ofrecer al Señor algo
que pudiera consolarle!”
“Hemos de reparar, con nuestra fidelidad
y nuestro amor, tantas y tantas ofensas como, precisamente de los suyos, recibe
nuestro Dios”.
“Quisiera yo poder, a costa de cuento
fuera necesario, transformar las ofensas que en el mundo se cometen, en gloria,
amor y consuelo para el Corazón de mi dulcísimo Jesús”.
SANTIFICACIÓN
“Si de veras le servimos y le amamos,
eso es la santidad”.
“La santidad es muy sencilla, dejarse
confiada y amorosamente en brazos de Dios, queriendo y haciendo lo que creemos
que él quiere”.
“Lo único importante es procurar agradar
a Dios nuestro Señor y el juicio suyo, y lo que únicamente vale es lo que
seamos delante de nuestro Dios”.
“El camino de la propia santificación es
el santo misterio de la cruz”.
“Los santos fueron santos, porque
quisieron, con inmenso querer, ser fieles”.
“Esta vida se pasa volando, y lo único
que vale es lo que hagamos para la otra”.
“Es mayor bien para las almas un alma
que se santifica que todo lo demás”.
“Los santos son los que verdaderamente
son poderosos, porque tienen al mismo Señor con ellos”.
“Cumplir la amorosísima voluntad de
nuestro Dios es lo único que importa en la vida, y en ello está la paz, la
felicidad y, sobre todo, la santificación”.
“¡Qué locura es desperdiciar siquiera un
momento de esta vida, que con tan infinito y tierno amor el Señor nos concede
para que nos unamos a él!”
“El propósito que para mí lo encierra
todo, cumplido de veras, es vivir en la presencia de Dios vivo, muy amante y
muy amado, y a éste va unido el de agradarle en todo momento”.
“Nada estorba a la santidad si somos
fieles”.
“La fe a veces se vuelve transparente”.
“La santificación se forja cuando Dios
va quitando al alma todo, y la deja como en un inmenso desierto”.
HUMILDAD
“Busca el Señor almas vacías para
llenarlas de sí”.
“El Señor busca a los pequeños y
humildes; séalo muy de corazón para llegar a la íntima unión con él”.
“Sin humildad no puede haber virtud
alguna”.
“¡Qué encantos tiene la vida humilde y
la pobreza!”
“Es un gozo no ser nada para que él lo
sea todo en mí”.
“Necesito vivir olvidada, desconocida,
despreciada, lo más cerca posible de su vida santísima”.
“Me encuentro capacísima, si Dios me
dejase un momento de su mano, de hacer todo cuanto otra persona puede hacer;
esto sólo me da compasión y deseo de ayudar a las almas”.
“Lo sé por experiencia: cuanto menos es
uno, más se encarga él de todo”.
“Mire siempre su nada y él lo hará todo.
Quiera sufrir las mil cosillas que hay que sufrir, y sólo con eso el Señor
obrará en las almas”.
“No tengo más que esta vida, y quisiera
darle durante ella todo el dolor, toda la humillación que sea posible”.
“Cuando se reconocen con humildad las
culpas y faltas que podamos tener, se borra todo”.
“Enamórese de no ser nada, no servir
para nada, no contar para nada, porque esto sería una felicidad inmensa:
abrazarse a él, sumergirse en él, imitarle a él y pasar así estos cuatro días
de vida”.
“¿Qué tendrá el rincón? Con todos sus
santos así hace el Señor”.
CRUCES Y CONTRARIEDADES DE LA VIDA
“Con él todo se hace suave y dulce, aún
lo más amargo”.
“Nada se nos harán al fin de la vida los
dolores del camino”.
“Cristo nos guarda, y con él ¿qué hay
que temer?”
“La cruz es un tesoro del cual no nos
quiere privar este Rey nuestro, que conoce tan bien su valor”.
“¿Qué importa que no tenga el
sentimiento de la fe, si está viviendo de ella a cada momento?”
“¡Qué será cuando por fin se suelten los
lazos que sujetan al alma a esta vida y caiga en los brazos amorosísimos de
nuestro Dios! Volar a nuestra patria verdadera, acabarse ya este tiempo de
prueba, ver el rostro desconocido y amado de Cristo. ¡Qué será!”
“Nada nos puede quitar el vivir con él,
amándole y procurando agradarle y consolarle”.
“Esta vida no es más que un paso para la
verdadera, y aunque nos cueste tanto la separación de las personas queridas, es
muy grande consuelo pensar que nos reuniremos en el cielo con nuestro Dios para
siempre”.
“¿Miedo a la muerte? ¡Si la muerte no es
más que echarse en las manos de Dios!”
“El Señor nos lo arregla todo, aunque le
guste apretar un poquito para que luego le apreciemos más”.
“Este tiempo de la vida tan corto hemos
de aprovecharlo con alegría, ofreciéndole con gozo todo cuanto suceda, que todo
es para que crezcamos en el amor”.
“Veo entre las tinieblas, con una
claridad muy grande, lo vano que es todo lo que no es Dios”.
“Más nos acerca a Dios una temporadita de
cruz que todos nuestros pobres esfuerzos”.
“No está sola, puesto que tiene a Dios,
que es todo suyo”.
“Él sabe bien lo que más nos conviene,
pero este tonto corazón humano hace a veces de las suyas, y mi Cristo te
comprende”.
“¡Qué bueno es Dios! Si él está
contento, vengan penas, ¿verdad?”
“En la cruz es donde más se logra la
unión con Cristo, nuestro Bien”.
“No esté triste, pase lo que pase. Las
penillas al fondo del Corazón de Cristo, y en el suyo sólo su amor y su
gloria”.
“Las obras de Dios tienen que llevar su
sello, que es el de la cruz. Cuando él lo quiera, todas las dificultades se
desharán como la espuma”.
“¡Qué pequeño es todo lo de esta vida;
lo único que importa es que dejemos que se cumpla en nosotros plenamente la
santa voluntad de nuestro Dios!”
“Los trabajos de esta vida nos harán más
conocer y más amar a Dios para siempre, siempre, siempre”.
“¡Bendita cruz! En el cielo veremos la
providencia amorosísima con que nos la manda el Señor, aunque aquí no lo
entendamos”.
“¡Cómo bendeciremos en la otra vida la
bendita cruz!”
“Pongamos el hombro para ayudar al Señor
y llevar la cruz, ahora que tantos suyos le dejan”.
“El fruto del sufrimiento es estar cada
día más cerca de Dios”.
“Queriéndolo él y pensando que se le da
gusto, todo lo amargo se vuelve dulce y lo desabrido sabroso”.
“El Señor, cuando quiere, sabe
crucificar, sí; pero ¡con qué amor!”
“¡Qué buenísimo es el Señor, y cuando
pide algún sacrificio, con qué amor estará él pendiente del alma!”
“Nadie puede quitarnos nuestra
felicidad, pase lo que pase”.
“El Señor no envía el dolor sino para
mayor bien de las almas”.
“Todo lo que no es Dios es nada en
absoluto”.
“A todo el que Dios prueba con
tribulaciones, es señal de que le ama”.
“Nuestros sufrimientos los encauza el
Señor hacia donde quiere, y por un lado o por otro, siempre dan su fruto”.
“Comprendo cuánto estará pasando, porque
si tuviera siempre la alegría del sacrificio, no podría llamarse cruz lo que el
Señor le envía”.
“No tenga miedo de llevar mal su cruz
porque la sienta, que el Señor bien conoce nuestro corazón y ve que, aunque
sólo quiere lo que él quiere, cuesta mucho”.
“¿Qué importa el sacrificio, si a él se
le puede dar alguna gloria? ¿Qué importa lo nuestro tan pequeño?”
“No puede ser sino bueno lo que nos
viene de él, aunque tengamos que acatar su voluntad santísima sin entenderla.
¡Y qué alegría que sea así, para probarle nuestro amor y nuestra entrega!”
“Sufrir en unión con Cristo, nuestro
Bien, es muy distinto que sufrir sin él”.
“¿Qué es todo, qué importa todo, estos
cuatro días de vida, visto a la luz de la verdad?”
“¡Qué bien poder unir nuestros pobres
sacrificios a los suyos, sobre todo los del corazón!”
“Estas penas sin la fe deben de ser
imposibles de sufrir, pero con ella todo cambia, por doloroso que sea, viendo
que quien lo permite es quien nos ama infinitamente”.
¡QUE TODOS SIENTAN EL AMOR DE DIOS Y SE
SALVEN!
“Cuando se piensa que el Señor dijo:
‘Mis delicias son estar con los hijos de los hombres’ no se puede menos que
desear con toda el alma hacer cuanto sea posible para que pueda tener esas
delicias de su amorosísimo Corazón”.
“¡Tengo tanta sed de él, quisiera tanto
agradarle, ser de modo que pudiese ganar almas a su amor...”
“¡Qué tormento es ver la nada de todo lo
que no es Dios y, por otro lado, tantas multitudes que ciegamente se van tras
ello!”
“¡Pobres almas que huyen de quien tanto
las ama y tanto desea su bien!”
“¡Qué nada es todo lo de aquí, a lo que
a veces hemos dado tanta importancia! Bendito sea el Señor que nos ha dado luz
para comprender que sólo la tiene amarle y servirle y procurar que los demás lo
hagan”.
“¿Por qué no le conocerán y le amarán
todas sus criaturas? Porque no le conocen, que si le conociesen, no podrían no
amarle”.
“Debe de ser muy triste la vida sin
conocer ni amar a Cristo, nuestro Bien, ni a su Madre dulcísima, sin contar con
lo de la otra vida”.
“¡Cuánto le agradará que los que le
conocen y le aman se ocupen de sus intereses, que son las almas!”
“¡Le han costado al Señor mucho las
almas, para que permita que se le pierdan!”
“Pidamos mucho para que las almas se
vuelvan a Dios, y consolémosle de tanta ingratitud, entregándonos más y más a
él”.
“Me abraso en deseos de que las almas
vayan a Dios”.
VIRGEN MARÍA
“Bendito sea nuestro Dios, que nos dio a
su Madre por Madre nuestra”.
“He tomado a la Virgen Santísima por
Madre de un modo especial, y ella es la encargada también de prepararme,
protegerme y ampararme. ¡Qué buena es esta dulcísima Madre!”
“¡Qué dicha es tener a María por Madre!
No pierda tan dulce compañía, que con ella está siempre Jesús”.
“No olvide que todo nos viene de Jesús
por María”.
“¿Qué puede faltarle, teniendo tal
Madre?”
“Aprenda en el Corazón de su Madre cómo
se ama a Jesús”.
“Tomemos por modelo a la Virgen
Santísima y permanezcamos con ella al pie de la cruz, con viva fe y perfecto
amor”.
“¡Qué hermosa es la oración del Rosario!
Lo más eficaz, tanto para la conversión como para el mayor fervor de la vida,
es el rezo del santo Rosario. Jesús dará a su Madre todo cuanto le pida”.
“No deje de pedir siempre a nuestra
dulcísima Madre que la haga como ella la quiere para Jesús”.
“Si se entrega de veras a ella, le
llenará del amor de su Hijo”.
“Toda la esperanza está en la Virgen.
¡Pobres almas que no quieren aprovechar tanto amor y tanta
misericordia!”.
ORACIÓN, SILENCIO, SOLEDAD
“La oración es, apartada de todo lo
exterior e interior, dar rienda suelta a ese amor callado”.
“El alma ansía soledad, silencio
completo de criaturas, para atender sólo a eso tan oculto que parece que el
Señor le da”.
“El Señor es el único que puede tocar
los corazones, y la oración nunca deja de ser escuchada”.
“Sólo la oración nos puede salvar, y
nuestra fidelidad en todo”.
“Ésta es la hora de la oración y del
sufrimiento, y éstas son las armas que han de dar la victoria en la Iglesia”.
“Con el recogimiento interior y
exterior, oración y limpieza de alma, vivamos una vida interior en una
conversación íntima con nuestro Dios, por una continua oración”.
“¡En la soledad él habla más al
corazón!”
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