LOS FUNDAMENTOS DE LA MORAL:
A 25 AÑOS DE LA VERITATIS
SPLENDOR
Dr. D. Juan José Pérez-Soba
“El que escucha
estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente
que edificó su casa sobre roca” (Mt 7,24). Son las últimas palabras, de
Jesucristo en el Sermón de la Montaña de San Mateo que es la carta magna de la
moral cristiana. Como dice San Agustín, comentando esta misma frase: “Quien
considere pía y sobriamente el Sermón que pronunció nuestro Señor Jesucristo en
el monte, tal como leemos en el evangelio según Mateo, creo que encontrará en
él todo lo que concierne a las costumbres perfectas, al modo perfecto de la
vida cristiana”1.
Por una parte,
muestra algo que podría parecer evidente, pero que, en cambio, para muchos ha
dejado de serlo, esto es: existe una vida cristiana y Cristo nos la enseña. El
cristianismo contiene en sí un modo de vida con unas características propias.
El mismo Jesucristo ha querido transmitirlo así de un modo claro y la Iglesia
nos lo comunica para formar en nosotros unas convicciones básicas en la
moralidad. El hecho de que surjan dudas al respecto viene por tanto de otra
fuente, de otras voces que no son las de Cristo. Poder pensar que no existe, o
que es simplemente un conjunto de actitudes vagas, es un modo claro de no
escuchar sus palabras y fundar la vida sobre arena. La propia evolución que ha tenido
el debate sobre la especificidad de la moral cristiana en estos últimos años
así nos lo muestra 2, acabó por
inanición y por la necesidad de supervivencia 3. Si no existía tal
especificidad en relación al obrar concreto, los moralistas nos quedábamos sin
trabajo, porque bastaría unos pocos trazos genéricos sobre algunas pretendidas
actitudes cristianas para mostrar todo lo cristiano de la moral.