Para hacer oración
familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin
prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo
seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia
en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o
blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen
María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno
de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración
para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1.+ Señal de la cruz.
2. “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre
amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que penetras las almas;
fuente del mayor consuelo.”
3. Señor Dios todopoderoso, te pedimos perdón: Tú que fuiste
tentado por el Espíritu del mal: Señor ten piedad. Tú que venciste la tentación
con la Palabra de Dios: Cristo ten piedad. Tú que nos llamas a compartir la
victoria: Señor ten piedad.
4. Proclamación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San
Juan 8,21-30
Catequesis para mayores de 12 años.
En el evangelio de
hoy, Jesús se declara enviado del Padre. Él es el Mesías esperado que vino a
redimirnos por la misión encomendada por el Padre.
En el comentario a
la Sagrada Biblia se nos explica que ante la negativa de las autoridades de las
autoridades judías de aceptarlo, Jesús se marchará al Cielo de donde procede, y
ellos se quedarán esperando al Mesías.
Jesús se presenta
como el Mesías, enviado por el Padre, cuando dice “Yo soy”. Esta expresión nos
habla de su condición divina y la encontramos repetidas veces en el evangelio
de Juan. Cuando los romanos vienen a prender a Jesús en el Huerto de los
olivos, Jesús responde “Yo soy”; todos retroceden y cayeron en tierra.
Esta expresión que
la encontramos en Éxodo 3,14, es el Nombre con que se revela Dios a Moisés en
la zarza ardiente: “Yo soy el que soy”. Jesús se presenta como una persona
distinta y la vez con la misma naturaleza divina, tiene el “ser” divino que el
Padre.
Santo Tomás de
Aquino nos que enseña que Dios es aquel que subsiste por sí mismo, la roca
firme, el que ES, el que permanece en nosotros. De esta verdad se participa
toda nuestra existencia. Por lo tanto, somos obra de sus manos, participamos de
él, somos creaturas y Dios el Creador, no somos causa de nosotros mismos. De
esta verdad profunda y simple se deriva todo nuestro comportamiento. Recibimos
su ley y no somos ley para nosotros mismos, si hemos recibido el “ser”
recibimos el modo en que debemos vivir. De aquí se establece la ley divina y la
ley natural.
El título “Yo soy”
es un título divino, sólo Dios se presenta así. Los ídolos son nada y vacío.
Pero el verdadero descubrimiento lo tenemos al pie de la cruz, la grandeza de
la divinidad de Cristo se hace sentir ahí donde está más humillado, ahí el
revela su verdadero ser. En la cruz podemos ver el modo de “darse”, de
entregarse. Ese infinito vaciarse es de aquel que tiene un amor infinito, en el
despojo de la cruz aparece el ser de Dios. Cristo es Dios con nosotros, y habita
en nuestras almas por obra del Espíritu Santo.
“Yo soy”, expresa la
fidelidad del Dios misericordioso ante el pecado del hombre y el castigo que
merece, por eso entrega a su Hijo para nuestra salvación. Cuando Jesús es
levantado en alto, en la cruz, lo reconocemos como el enviado del Padre, lo
reconocemos como Dios.
La Palabra de Dios
encarnada es enviada para redimir al hombre y por la acción del Espíritu Santo
podemos recibir la fe en Hijo eterno del Padre. Así le sucedió al centurión que
estaba al pie de la cruz cuando exclamó. “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo
de Dios!”
Al finalizar el
texto de hoy, dice que “muchos creyeron en Él en Jerusalén. Esa expresión es
figura de los miles que creerían a causa de la venida del Espíritu Santo.
Escuchemos ahora a
San Juan Pablo II que nos dice:
«Lo que el Padre me
ha enseñado eso es lo que hablo», leemos en el Evangelio de Juan. Pero también
en los Sinópticos se transmite una expresión análoga pronunciada por Jesús:
«Todo me ha sido entregado por mi Padre». Y con este «todo» Jesús se refiere
expresamente al contenido de la Revelación traída por El a los hombres. En
estas palabras de Jesús encontramos la manifestación del Espíritu con el cual
realiza su predicación. Él es y permanece como «el testigo fiel». En este
testimonio se incluye y resalta esa especial «obediencia» del Hijo al Padre que
en el momento culminante se demostrará como «obediencia hasta la muerte».
[…] Como «testigo
fiel» Jesús ha cumplido la misión recibida del Padre en la profundidad del misterio
trinitario. Era una misión eterna, incluida en el pensamiento del Padre que lo
engendraba y predestinaba a cumplirla «en la plenitud de los tiempos» para la
salvación del hombre —de todo hombre— y para el bien perfecto de toda la
creación. Jesús tenía conciencia de esta misión suya en el centro del plan
creador y redentor del Padre; y, por ello, con todo el realismo de la verdad y
del amor traídos al mundo, podía decir: «Cuando sea levantado de la tierra,
atraeré a todos hacia mí».
Oración:
“San Miguel
Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y
asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de
la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los
otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde
las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Elegimos la frase:
“El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo porque Yo hago siempre lo
que le agrada.”
· Comentamos: ¿El
Señor está conmigo? ¿Me ha dejado solo? ¿Hacemos lo que le agrada a Dios?
Oración:
Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni
de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de
Jesús, José y María. Amén.
5 Cada uno de la
familia dice una acción de gracias. Dios Padre,
te damos gracias por …
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...
7. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
8.Nos damos la
Paz del Señor, como gesto de amor.
9. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
10. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre
todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo
sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio)
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a
Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
11. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente
mientras le dicen algo bonito al oído. Entre los hermanos también pueden
hacerlo. Nos hacemos la Señal de la cruz. +
Posibilidades para acompañar el día en
oración familiar
Canto: Canto a la Santísima Trinidad
Sugerencias:
1. Rezamos el Rosario en familia.
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