martes, 31 de marzo de 2020

Para rezar en familia 31 de marzo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.



1.+ Señal de la cruz.

2. “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo.”

3. Señor Dios todopoderoso, te pedimos perdón: Tú que fuiste tentado por el Espíritu del mal: Señor ten piedad. Tú que venciste la tentación con la Palabra de Dios: Cristo ten piedad. Tú que nos llamas a compartir la victoria: Señor ten piedad.

4. Proclamación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 8,21-30


Catequesis para mayores de 12 años.

En el evangelio de hoy, Jesús se declara enviado del Padre. Él es el Mesías esperado que vino a redimirnos por la misión encomendada por el Padre.

En el comentario a la Sagrada Biblia se nos explica que ante la negativa de las autoridades de las autoridades judías de aceptarlo, Jesús se marchará al Cielo de donde procede, y ellos se quedarán esperando al Mesías.

Jesús se presenta como el Mesías, enviado por el Padre, cuando dice “Yo soy”. Esta expresión nos habla de su condición divina y la encontramos repetidas veces en el evangelio de Juan. Cuando los romanos vienen a prender a Jesús en el Huerto de los olivos, Jesús responde “Yo soy”; todos retroceden y cayeron en tierra.

Esta expresión que la encontramos en Éxodo 3,14, es el Nombre con que se revela Dios a Moisés en la zarza ardiente: “Yo soy el que soy”. Jesús se presenta como una persona distinta y la vez con la misma naturaleza divina, tiene el “ser” divino que el Padre.

Santo Tomás de Aquino nos que enseña que Dios es aquel que subsiste por sí mismo, la roca firme, el que ES, el que permanece en nosotros. De esta verdad se participa toda nuestra existencia. Por lo tanto, somos obra de sus manos, participamos de él, somos creaturas y Dios el Creador, no somos causa de nosotros mismos. De esta verdad profunda y simple se deriva todo nuestro comportamiento. Recibimos su ley y no somos ley para nosotros mismos, si hemos recibido el “ser” recibimos el modo en que debemos vivir. De aquí se establece la ley divina y la ley natural.

El título “Yo soy” es un título divino, sólo Dios se presenta así. Los ídolos son nada y vacío. Pero el verdadero descubrimiento lo tenemos al pie de la cruz, la grandeza de la divinidad de Cristo se hace sentir ahí donde está más humillado, ahí el revela su verdadero ser. En la cruz podemos ver el modo de “darse”, de entregarse. Ese infinito vaciarse es de aquel que tiene un amor infinito, en el despojo de la cruz aparece el ser de Dios. Cristo es Dios con nosotros, y habita en nuestras almas por obra del Espíritu Santo.

“Yo soy”, expresa la fidelidad del Dios misericordioso ante el pecado del hombre y el castigo que merece, por eso entrega a su Hijo para nuestra salvación. Cuando Jesús es levantado en alto, en la cruz, lo reconocemos como el enviado del Padre, lo reconocemos como Dios.

La Palabra de Dios encarnada es enviada para redimir al hombre y por la acción del Espíritu Santo podemos recibir la fe en Hijo eterno del Padre. Así le sucedió al centurión que estaba al pie de la cruz cuando exclamó. “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!”

Al finalizar el texto de hoy, dice que “muchos creyeron en Él en Jerusalén. Esa expresión es figura de los miles que creerían a causa de la venida del Espíritu Santo.

Escuchemos ahora a San Juan Pablo II que nos dice:

«Lo que el Padre me ha enseñado eso es lo que hablo», leemos en el Evangelio de Juan. Pero también en los Sinópticos se transmite una expresión análoga pronunciada por Jesús: «Todo me ha sido entregado por mi Padre». Y con este «todo» Jesús se refiere expresamente al contenido de la Revelación traída por El a los hombres. En estas palabras de Jesús encontramos la manifestación del Espíritu con el cual realiza su predicación. Él es y permanece como «el testigo fiel». En este testimonio se incluye y resalta esa especial «obediencia» del Hijo al Padre que en el momento culminante se demostrará como «obediencia hasta la muerte».

[…] Como «testigo fiel» Jesús ha cumplido la misión recibida del Padre en la profundidad del misterio trinitario. Era una misión eterna, incluida en el pensamiento del Padre que lo engendraba y predestinaba a cumplirla «en la plenitud de los tiempos» para la salvación del hombre —de todo hombre— y para el bien perfecto de toda la creación. Jesús tenía conciencia de esta misión suya en el centro del plan creador y redentor del Padre; y, por ello, con todo el realismo de la verdad y del amor traídos al mundo, podía decir: «Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí».

Oración:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.

· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).

· Elegimos la frase: “El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo porque Yo hago siempre lo que le agrada.”

· Comentamos: ¿El Señor está conmigo? ¿Me ha dejado solo? ¿Hacemos lo que le agrada a Dios?

Oración:
Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, José y María. Amén.

5 Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre,
te damos gracias por …  

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...

7. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

8.Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

9. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

10. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio)
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

11. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente mientras le dicen algo bonito al oído. Entre los hermanos también pueden hacerlo. Nos hacemos la Señal de la cruz. +

Posibilidades para acompañar el día en oración familiar
Canto: Canto a la Santísima Trinidad

Sugerencias:
1. Rezamos el Rosario en familia.

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