sábado, 7 de marzo de 2020

Meditaciones de Cuaresma con textos de Santo Tomás de Aquino 11


Sábado de la primera semana de Cuaresma

CARIDAD DE DIOS EN LA PASIÓN DE CRISTO


Mas Dios hace brillar su caridad en nosotros; porque, aun cuando éramos pecadores, en su tiempo murió Cristo por nosotros (Rom 5, 8-9).

I. Cristo murió por los impíos (Ibíd., 6). Esto es grande si considerarnos quién murió; es grande también, si considerarnos por quienes murió. Porque apenas hay quien muera por un justo (Ibíd., 7), esto es, apenas hay quien muera para librar a un hombre justo; aún más todavía, como se dice en Isaías: El justo perece, y no hay quien lo recapacite (57, 1). Y por lo tanto apenas hay quien muera. Porque tal vez alguno, esto es algún raro por celo de virtud se atreva a morir por un hombre bueno. Raro es, pues, porque es cosa grandísima, como se lee en San Juan: Ninguno tiene mayor amor que éste, que es poner su vida por sus amigos (Jn 15, 1.3). Pero lo que hizo Cristo: morir por los impíos e injustos, no se encuentra jamás. Por eso con razón debe admirarse por qué Cristo hizo esto.

II. Si se pregunta por qué Cristo murió por los impíos, la respuesta es que con ello Dios hace brillar su caridad en nosotros, esto es, con ello nos muestra que nos ama infinitamente, pues aun cuando éramos pecadores, murió Cristo por nosotros.


La misma muerte de Cristo muestra la caridad de Dios para con nosotros, pues dio a su Hijo para que muriese satisfaciendo por nosotros: De tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito (Jn 3, 16). Y de este modo, así como la caridad de Dios Padre para con nosotros se muestra por habernos dado su Espíritu, igualmente se muestra dándonos a su Hijo.

Pero al decir hace brillar, señala la inmensidad de la caridad divina; la cual manifiesta por el solo hecho de habernos dado a su Hijo para que muriese por nosotros, y por nuestra condición, porque esto no lo hizo a causa de nuestros merecimientos, sino aun cuando éramos pecadores (Rom 5, 8). Dios, que es rico en misericordia, por su extrema caridad con que nos amó; aun cuando estábamos muertos por los pecados, nos dio vida juntamente en Cristo (Ef II, 4).
(In Rom 5).

III. Todo esto apenas es creíble, como dice la Escritura: Obra fue hecha en vuestros días, que nadie la creerá cuando será contada (Hab 1, 5). Porque que Cristo haya muerto por nosotros es tan sorprendente que apenas puede concebirse en nuestro entendimiento; es más, sobrepasa nuestro alcance. Esto es lo que dice el Apóstol: Yo obro una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguno os la contare (Hech 13, 41).

Tanta es la gracia y el amor de Dios para con nosotros, que hizo por nosotros mucho más de lo que nosotros podemos creer o concebir.
(In symb.)

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