lunes, 16 de marzo de 2020

Meditaciones de Cuaresma con textos de Santo Tomás de Aquino 20


Lunes de la tercera semana de Cuaresma

LA PASIÓN DE CRISTO
NOS LIBRÓ DEL PODER DEL DIABLO


Cuando ya estaba próxima la Pasión, dijo el Señor: Ahora será lanzado fuera el príncipe de este mundo. Y si yo fuere alzado de la tierra, todo lo atraeré a mí mismo (Jn 12, 31-32). Fue alzado de la tierra por la Pasión de la Cruz. Luego por ella fue despojado el diablo del poder que tenía sobre los hombres.

Acerca del poder que el diablo ejercía en los hombres antes de la Pasión de Cristo deben considerarse tres cosas:

Primero, por parte del hombre, que mereció, por su pecado, ser entregado al poder del diablo, por cuya tentación había sido vencido. Segundo, por parte de Dios, a quien el hombre había ofendido pecando, y el cual, por su justicia, había abandonado al hombre al poder del diablo. En tercer lugar, por parte del diablo, que por su depravada voluntad impedía al hombre lograr la salvación.


Respecto a lo primero, el hombre fue librado del poder del diablo por la Pasión de Cristo, en cuanto que ésta es causa del perdón de los pecados. Respecto a lo segundo, la Pasión de Cristo nos libró de la potestad del diablo, en cuanto que nos reconcilió con Dios. Y respecto a lo tercero, la Pasión de Cristo nos libró del poder del diablo, en cuanto que la Pasión de Cristo excedió el modo de la potencia que Dios le ha dado, trabajando para que muriese Cristo, que no merecía la muerte, ya que no tenía pecado. Por esta razón dice San Agustín 1: "El diablo fue vencido por la justicia de Cristo; porque no encontrándose cosa alguna digna de muerte, sin embargo, le mató. Por tanto es justo que quedasen libres los deudores que tenía creyendo en aquel a quien mató sin que debiese nada."

Es cierto que también ahora el diablo tiene poder sobre los hombres; porque, permitiéndolo Dios, puede tentarlos en lo que atañe al alma, y atormentarlos en lo que atañe al cuerpo; y sin embargo, la Pasión de Cristo ha preparado al hombre el remedio con el cual puede defenderse contra los ataques del enemigo, para no caer en el abismo de la muerte eterna; y cualesquiera de los que antes de la Pasión de Cristo resistían al diablo, podían hacerlo por la fe en la Pasión de Cristo, aun cuando todavía ésta no se había consumado. Mas en alguna cosa, no obstante, nadie podía escapar de las manos del diablo, esto es, de no bajar al infierno, del cual, después de la Pasión de Cristo, pueden defenderse los hombres, por virtud de él.

También es verdad que Dios permite al diablo engañar a los hombres en ciertas personas, tiempos y lugares, según la razón oculta de sus designios, como ocurrirá en tiempos del Anticristo; sin embargo, por la Pasión de Cristo, siempre está preparado a los hombres el remedio por el que pueden defenderse de las maldades de los demonios, aun en el tiempo del Anticristo. Mas si algunos descuidan usar de ese remedio, en nada se menoscaba la eficacia de la Pasión de Cristo.
(3ª, q. XLIX, a. 2)
Nota:
17 De Trinit., lib. XIII, cap. 14.

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