Sábado de la quinta semana de Cuaresma
CÓMO DEBEMOS LAVARNOS LOS PIES
LOS UNOS A LOS OTROS
Si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies tos unos a los otros (Jn, 13, 14)
Quiere el Señor que los discípulos imiten su ejemplo, pues dice:
Si yo, que soy mayor, porque soy maestro y Señor, os he lavado los pies,
también vosotros, con más motivo, que sois menores, que sois discípulos y
siervos, debéis lavaras los pies los unos a los otros. Por eso dice el mismo Cristo:
El que quiere ser mayor, sea vuestro criado... El Hijo del hombre no vino para
ser servido, sino para servir (Mt 20, 26.28)
Según San Agustín*,
todo hombre debe lavar los pies de otro, o corporalmente o espiritualmente.
Mucho mejor es y más verdadero, sin discusión alguna, que uno lo haga
realmente, y que el cristiano no se desdeñe de hacer lo que hizo Cristo. Porque
cuando el cuerpo se inclina ante los pies del hermano, también se excita el
sentimiento de humanidad en el mismo corazón, o si ya existía en él, se
robustece dicho sentimiento. Si no se hiciere de obra, debemos hacerlo por lo
menos con el corazón. Pues en el lavatorio de los pies, se da a entender el
lavatorio de las manchas. Lavas, pues, espiritualmente los pies de tu hermano,
cuando limpias sus manchas, en cuanto de ti depende.
Esto se hace de tres maneras:
1º) Perdonándole las ofensas, según aquello del Apóstol:
Sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene
queja del otro, así coma el Señor os condonó a vosotros, así también vosotros
(Col 3, 13)
2º) Orando por sus pecados, como dice Santiago: Orad los unos
por los otros, para que seáis salvos (Sant 5, 16) Este doble modo de lavar es
común a todos los fieles.
3º) Pero el tercer modo corresponde a los prelados, quienes
deben lavar perdonando los pecados con la autoridad de las llaves: Recibid el
Espíritu Santo; a los que perdonareis los pecados, perdonados les son (Jn 20,
22- 23).
También podemos decir que con este hecho nos mostró el Señor
todas las obras de misericordia. Porque el que da pan al hambriento, lava sus
pies, del mismo modo el que le da hospitalidad, y el que viste al desnudo, y
así en lo demás. Socorriendo las necesidades de los Santos (Rom 12, 13). (In
Joan., XIII)
Nota:
25 Tract. 58.
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