Jueves de la tercera semana de Pascua
REGENERACIÓN ESPIRITUAL POR MEDIO DEL BAUTISMO
1º) El bautismo
quita todo pecado.
Como dice el
Apóstol: Todos los que hemos sido bautizados en Jesucristo, hemos sido
bautizados en su muerte (Rom 6, 3); y después concluye: Y así también vosotros
consideraos que estáis de cierto muertos al pecado, pero vivos para Dios en
nuestro Señor Jesucristo (Ibíd., 11). De lo cual se deduce que por el bautismo
muere el hombre para el antiguo pecado y comienza a vivir a la novedad de la
gracia. Mas como todo pecado pertenece a la primitiva vejez, síguese que todo
pecado queda borrado por el bautismo.
2º) El bautismo
libra de todo reato del pecado. Porque por el bautismo el hombre es incorporado
a la Pasión y Muerte. de Cristo, según .aquello: Si somos muertos con Cristo,
creemos que juntamente viviremos también con Cristo (Rom 6, 8). De donde
resulta que a todo bautizado se le comunica para su remedio la Pasión de
Cristo, como si él mismo hubiese padecido y muerto. Pero la Pasión de Cristo es
suficiente satisfacción por todos los pecados de todos los hombres, y por eso
el que es bautizado se libra del reato de toda la pena debida por los pecados,
como si él mismo hubiese satisfecho suficientemente por todos sus pecados.
3º) El bautismo
confiere la gracia y las virtudes. El Apóstol dice: Nos hizo salvos por el
bautismo de regeneración, esto es, por el bautismo, y renovación del Espíritu
Santo, el cual difundió sobre nosotros abundantemente, es decir, para perdón de
los pecados y abundancia de las virtudes (Tit 3, 5-6). Así, pues, en el
bautismo se dan la gracia del Espíritu Santo y abundancia de las virtudes. Por
otra parte, el bautismo tiene poder para que los bautizados se incorporen a
Cristo como miembros suyos. De la cabeza, Cristo, deriva la plenitud de la
gracia y de la virtud a todos los miembros, según aquello de San Juan: De su
plenitud recibirnos nosotros todos (1, 16).
4º) El bautismo
confiere la fecundidad de las buenas obras.
En efecto, por el
bautismo somos regenerados a la vida espiritual que se obtiene por la fe de
Cristo: Mas la vida sólo pertenece a los miembros unidos a la cabeza, de la
cual reciben la sensibilidad y el movimiento. Por consiguiente es necesario que por el bautismo
uno se incorpore a Cristo como uno de sus miembros. Y así, como de la cabeza
natural deriva a los miembros el sentimiento y el movimiento, del mismo modo,
de la cabeza espiritual, que es Cristo, deriva a sus miembros el sentido
espiritual, que consiste en el conocimiento de la verdad, y el movimiento
espiritual, que viene del influjo de la gracia. Por lo cual dice San Juan:
Vimos la gloria de él (del Verbo), gloria como de Unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad... Y de su plenitud recibimos nosotros todos (Jn 1, 14, 16).
Síguese, pues, que los bautizados son iluminados por Cristo, por el
conocimiento de la verdad, y fecundados por él con la fecundidad de las buenas
obras por infusión de la gracia.
(3ª part., q. LXIX)
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