viernes, 10 de abril de 2020

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA - Viernes Santo - Conferencia Episcopal Argentina


En este subsidio podrán encontrar una celebración para la tarde del viernes santo. Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades de la persona y/o grupo familiar se realizará todos o algunos de los momentos celebrativos propuestos.

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA

Celebraciones para los hogares

Viernes Santo


Celebrar el Triduo Pascual en casa

En la tradición hebrea, la casa constituye un espacio privilegiado en el cual crecer a la luz de la fe, en el cual testimoniar la fe y en el cual celebrar la memoria de la salvación obrada por Dios. Casa es lugar en el cual vivir y celebrar la obra de la liberación cumplida por Yahveh (Ex 12; Jo 2; 1Re 17).

Jesús ha realizado su misión mesiánica no solo en las calles, en las sinagogas, en el templo, sino también en las casas. El evangelio se mete en la historia a partir de las casas: la casa de Nazaret, donde Jesús crece; las casas en las cuales Jesús se revela y en las cuales instituye discípulos (Mc 3, 20; 4,33-34; 7,17.30; 9,28; Mt 13,36), En las cuales es recibido amistosamente y comparte la palabra (Lc 10,38-42: Marta y María; Lc 19,1-10: Zaqueo), en las cuales cura (Mc 1,29-31; Mc 2,1-5); las casas donde son invitados sus discípulos (Mt 10, 13-14); las casas son lugares de banquetes, primeros signos del Reino de Dios, hasta la última cena con sus discípulos (Lc 7,36-50; Mc 14,14.15). La primera comunidad cristiana ha reconocido en la casa un espacio del Espíritu, un lugar de evangelización (Hch 5,42; 10,1-47; 20,20) y de celebración (Hch 2,46; 12,12-17). Es iglesia en casa, de Priscila y Aquilas (en Éfeso: 1 Cor 16,19; en Roma: Rom 16,5), de Ninfas (en Laodicea: Col 4,15); de Lidia (en Filipos: Hch 16,15), de Cloe (1 Cor 1,11) y Estéfanas (1 Cor 1,16; 16,15): No es sólo «en» casa como lugar material, sino más bien el grupo humano. La casa es, antes que nada, lugar de los afectos, de las relaciones, en la cual somos generados a la vida y en la cual experimentamos seguridad e identidad y en la cual somos invitados al vivir. La casa es, también, lugar de tensiones, de conflictos, a veces graves (que desembocan en violencias psicológicas y físicas), pero también lugar de reconciliación. Un espacio que reconocemos como «nuestro» y que define nuestra identidad y nuestro mutuo reconocimiento. Habla de nosotros, nos habla. Nuestra casa es hoy para nosotros primer lugar donde resuena la Palabra del Dios de la Vida, portadora de esperanza y significado auténtico, y espacio de celebración.

En este tiempo y con las palabras de nuestra fe, contaremos y cantaremos a Dios nuestro cansancio, nuestro dolor, nuestra esperanza y nuestro deseo.

Por eso los invitamos a celebrar juntos este Triduo Pascual diferente como una oportunidad de que nuestra casa se convierta en el lugar privilegiado para que hoy se haga presente el misterio más grande de nuestra fe: la entrega del Señor que por amor da la vida por nosotros para que en él tengamos vida.

VIERNES SANTO
CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Y ADORACIÓN DE LA CRUZ


Para preparar en familia antes de la celebración:
- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración familiar.
- Un pequeño altar con los siguientes elementos: un mantel, una cruz tapada con algún lienzo (la que se tenga en el hogar; también se puede hacer en un dibujo o prepararse previamente, con los hijos, alguna cruz de leño), dos velas que se encenderán en un momento de la celebración al lado de la cruz, la imagen de la Virgen María, etc.
- Una Biblia desde la cual se proclamará el evangelio.

Iniciamos la celebración

Una vez reunida la familia en torno a la Palabra de Dios, se propone comenzar con el canto «Porquede mi te acordaste» Aquí

PORQUE DE MÍ TE ACORDASTE

Porque de mí te acordaste
cuando moriste en la Cruz;
y mi pecado borraste
cuando moriste en la Cruz;
porque en tu muerte lavaste
con sangre roja de amor
el mundo que había manchado
con mi pecado.

Por eso yo te doy gracias
en este instante, Señor,
y me dispongo a ayudarte
en la obra de salvación;
hoy me arrepiento de todo
lo malo que cometí
y me propongo amar
tanto como Tú a mi.

Luego el adulto que guía la celebración invita a todos a hacerse la señal de la cruz, mientras dicen:

+En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

G: Recordamos hoy la Pasión del Señor. Celebrar significa actualizar el dolor amoroso de Jesús que redime, salva, libera, da vida. Él es el que abre nuevos caminos ante los corazones cerrados por el odio, la violencia y la muerte del bien. Jesús hoy no fracasa, se queda como víctima mostrándonos un horizonte sin fronteras: ¡EL AMOR HASTA LA MUERTE! Este es el grito final que en definitiva vamos a hacer nuestro.

Escuchamos la Palabra
Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará, alguien toma la Biblia del altar familiar y se proclama la lectura de la Pasión según San Juan 18, 1—19, 42. Si se prefiere en su lugar se puede leer la lectura del libro de Isaías: Is. 52,13 – 53,12 que transcribimos aquí abajo.

G: La lectura que vamos a compartir prepara nuestro corazón para contemplar en este día al Señor Jesús, el servidor sufriente que entrega su vida por los demás.

Lectura del libro de Isaías (Is. 52, 13-53,12)

Sí, mi Servidor triunfará:
será exaltado y elevado a una altura muy grande.

Como muchos quedaron horrorizados a causa de él,
porque estaba tan desfigurado que su aspecto
no era el de un hombre
y su apariencia no era más la de un ser humano,
así también él asombrará a muchas naciones,
y ante él los reyes cerrarán la boca,
porque verán lo que nunca se les había contado
y comprenderán algo que nunca habían oído.

¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído
y a quién se le reveló el brazo del Señor?

El creció como un retoño en su presencia,
como una raíz que brota de una tierra árida,
sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas,
sin un aspecto que pudiera agradarnos.

Despreciado, desechado por los hombres,
abrumado de dolores y habituado al sufrimiento,
como alguien ante quien se aparta el rostro,
tan despreciado, que lo tuvimos por nada.

Pero él soportaba nuestros sufrimientos
y cargaba con nuestras dolencias,
y nosotros lo considerábamos golpeado,
herido por Dios y humillado.
El fue traspasado por nuestras rebeldías
y triturado por nuestras iniquidades.

El castigo que nos da la paz recayó sobre él
y por sus heridas fuimos sanados.
Todos andábamos errantes como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino,
y el Señor hizo recaer sobre él
las iniquidades de todos nosotros.

Al ser maltratado, se humillaba
y ni siquiera abría su boca:
como un cordero llevado al matadero,
como una oveja muda ante el que la esquila,
él no abría su boca.

Fue detenido y juzgado injustamente,
y ¿quién se preocupó de su suerte?
Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes
y golpeado por las rebeldías de mi pueblo.

Se le dio un sepulcro con los malhechores
y una tumba con los impíos,
aunque no había cometido violencia
ni había engaño en su boca.

El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento.
Si ofrece su vida en sacrificio de reparación,
verá su descendencia, prolongará sus días,
y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él.

A causa de tantas fatigas, él verá la luz
y, al saberlo, quedará saciado.

Mi Servidor justo justificará a muchos
y cargará sobre sí las faltas de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes
y él repartirá el botín junto con los poderosos.

Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los culpables,
siendo así que llevaba el pecado de muchos
e intercedía en favor de los culpables.

Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos Señor.

Respondemos a la Palabra:
Como respuesta a la Palabra nos unimos en la oración por medio de la recitación de los improperios, que expresan el dolor del Señor ante su pueblo que lo entrega en la cruz.

Lector:
Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿en qué te he ofendido?
Respóndeme.
Yo te saqué de Egipto:
tú preparaste una Cruz para tu Salvador.

Todos: Perdónanos Señor, y muéstranos tu amor.

Lector:
Yo te guié cuarenta años
por el desierto,
te alimenté con el maná,
te introduje en una tierra excelente;
tú preparaste una Cruz a tu Salvador.

Todos: Perdónanos Señor, y muéstranos tu amor.

Lector:
¿Qué más hacer por ti? Yo te planté como viña mía.
Escogida y hermosa.
¡Qué amarga te has vuelto conmigo!
Para mi sed me diste vinagre,
Con la lanza traspasaste el costado de tu Salvador.

Todos: Perdónanos Señor, y muéstranos tu amor.

Lector:
Por ti yo azoté a Egipto
y a sus primogénitos;
tú me azotaste y me entregaste.

Todos: Perdónanos Señor, y muéstranos tu amor.

Lector:
Yo te saqué de Egipto,
sumergiendo al Faraón en el mar Rojo;
tú me entregaste
a los sumos sacerdotes.

Todos: Perdónanos Señor, y muéstranos tu amor.

Lector:
Yo abrí el mar delante de ti;
tú, con la lanza, abriste mi costado.
Yo te guiaba
con una columna de nubes;
tu me guiaste al pretorio de Pilato.

Todos: Perdónanos Señor, y muéstranos tu amor.

Adoramos a la Cruz
Seguidamente la Cruz se quita el lienzo a la cruz que está ubicada de modo especial en el centro de la reunión familiar y si se puede se enciende una vela a ambos lados

G: La Cruz que es un instrumento de muerte, para nosotros hoy es promesa de vida. En ella reconocemos el triunfo de Cristo. Ella es el signo de mayor entrega de Jesús al Padre y al mundo entero; es el modelo para nosotros de ponernos en sus manos. Por eso nosotros ahora la adoraremos con amor y reverencia.

Mientras se pasa la Cruz para besarla, se puede escuchar alguno de los siguientes cantos:




Se puede dejar el canto hasta el final para que acompañe el momento de oración y reflexión.

Rezamos juntos al Padre
El que guía la celebración dice:
G: Jesús en la Cruz no murió por mí o por vos solamente, murió por todos. Recemos unos por otros diciendo: Padre nuestro, que estás en el cielo…

Recordamos el dolor de María:
Para terminar la celebración haremos memoria de los dolores de la Virgen María frente a la cruz de su hijo. El que guía la celebración dice:
G: A María que estuvo al lado de Jesús en la cruz, y que sufrió como madre por la muerte de su hijo, la queremos recordar en este día y pedirle especialmente por todos los que están sufriendo en este tiempo por la muerte de un ser querido a causa de la pandemia. Le decimos juntos: Dios te salve María, llenas eres de gracia…

Podemos terminar la celebración cantando «Junto a la cruz» Aquí ó «Stabat Mater» Aquí ó «Al pie dela Cruz» Aquí

JUNTO A LA CRUZ

Junto a la cruz de su Hijo
la madre llorando se ve;
el dolor la ha crucificado,
el amor la tiene de pie.

Quédate de pie, de pie junto a Jesús,
¡Que tu Hijo sigue en la cruz!

Cruz del lecho de los enfermos,
de los niños sin un hogar,
cruz del extranjero en su patria,
del que sufre en soledad.

Cruz de la injusticia y miseria
de los marginados de hoy;
cruz de tantas falsas promesas
y de la desesperación.

Cruz del abandono de amigos,
del olvido y de la traición;
cruz de la amenaza y del miedo,
la tortura y la prisión

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