Martes de la octava de Pascua
LAS LLAGAS DE CRISTO RESUCITADO
Mete aquí tu dedo, y
mira mis manos, y da acá tu mano, y métela en mi costado; y no se incrédulo,
sino fiel (Jn, 20, 27)
Fue conveniente que el
alma de Cristo en resurrección tornase el cuerpo con las cicatrices de las
llagas.
1º) Para gloria del
mismo Cristo. Porque dice San Beda que "conservó las llagas, no por la
impotencia de curarlas, sino para llevar siempre consigo el trofeo de su
victoria
1. Por eso dice también
San Agustín que “tal vez en aquel reino veremos en los cuerpos de los mártires
las cicatrices de las heridas que sufrieron por el nombre de Cristo, porque no
serán en ellos deformidad, sino dignidad; y la belleza de su virtud brillará
por ellas en cierto modo en su cuerpo” 2.
2º) Para confirmar los
corazones de sus discípulos en la fe de su resurrección.
3º) Para que al rogar
al Padre por nosotros, manifieste siempre qué género de muerte padeció por el
hombre.
4º) Para hacer ver a
los que ha rescatado por su muerte, poniéndoles a su vista las señales de su
suplicio, qué misericordia vino en su socorro.
Finalmente para hacer
ver en el juicio (final) cuán justamente serán condenados allí mismo (los
réprobos). Por esta razón, como dice San Agustín: "Sabía Cristo por qué
conservaba las cicatrices en su cuerpo; porque así como las mostró a Tomás, que
no creía si no las tocaba y las veía, así también había de mostrarlas a los enemigos,
para que convenciéndolos de la verdad les pudiera decir: He aquí al hombre a
quien crucificasteis; mirad las llagas que le inferisteis; reconoced el costado
que atravesasteis, pues por vosotros y para vosotros fue abierto, y sin embargo
no quisisteis entrar" 3.
Así, pues, aquellas
cicatrices no son debidas a la corrupción o defecto, sino al mayor cúmulo de
gloria, en cuanto son ciertas señales de su virtud, y en aquellos lugares de
las llagas aparecerá cierto esplendor especial. Y siempre permanecerán en el
cuerpo de Cristo, porque, como dice San Agustín: "Creo que el cuerpo del
Señor está en el cielo como estaba cuando subió a él" 4.
(3ª, q. LIV, a. 4)
Notas
27 Super Luc., cap. 97.
28 De civitate Dei, lib. XXII, cap. 20.
29 De Symb., lib. II, cap. 8.
30 Ad Consentium, epist. 205.
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