Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1.+ Señal de la cruz.
2.Oremos: Dios nuestro, que para la salvación del
mundo realizaste el sacrificio pascual, atiende solícito la súplica de tu
pueblo para que la oración de Cristo, nuestro mediador, por su humanidad que
comparte con nosotros, nos reconcilie, y por su divinidad que lo hace igual a
ti, nos absuelva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
3.En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tu que resucitaste
lleno de gloria: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
· Tu que nos haces
pasar de la muerte a la Vida: Cristo ten piedad.
Cristo ten piedad.
· Tú que nos llamas a
vivir como resucitados: Señor ten piedad.
Señor, ten piedad.
4. Proclamamos Hechos de los Apóstoles 5,27-33 y el
evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 3,31-36
Catequesis para mayores de 12 años
Los Apóstoles salieron
a predicar el mensaje de Cristo, a pesar de los azotes y el encarcelamiento que
habían sufrido.
Los judíos del
Sanedrín estaban furiosos y los hicieron comparecer recordándoles su
prohibición de predicar. El Sanedrín, que no tenía el Espíritu Santo, se
refieren a Jesús como “ese” , diciendo con soberbia: “les hemos prohibido
enseñar en Nombre de ese.” Esta autoridad del Sanedrín o cualquier persona que
tenga autoridad, pierde veracidad si quiere imponer algo malo aludiendo a su
legalidad. Al igual que los Apóstoles, se debe obedecer a Dios ante que a los
hombres cuando se dictan leyes injustas, como cuando se aprueba el aborto, se
legaliza el llamado matrimonio igualitario o se impone la eutanasia.
El Sanedrín actúa como
tirano cuando quiso someter a los Apóstoles impidiendo predicar en nombre de
Cristo y todo lo que conlleva esta doctrina. Los Apóstoles no acatan esta orden
porque la ley que es inmoral no obliga. Se destaca la valentía de los Apóstoles
en decir la verdad, sin prejuicios y sin complejos. El gran valor de decir la
verdad sin tener miedo ni especular con las duras consecuencias que la
predicación les pueda acarrear. El Espíritu Santo es el garante de la
autenticidad del testimonio por la veracidad y causante del valor que infunde
en los apóstoles para predicar en Nombre de Jesús.
Retomamos el evangelio
de San Juan donde encontramos las palabras de Jesús: “El que viene de lo alto
está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla
de la tierra.” Jesús es del Cielo y por Él, nosotros también somos del Cielo,
aunque por ahora vivamos en la tierra. Habitamos en las realidades eternas y
vivimos en las realidades terrenas.
Cuando el Señor habla
de “la tierra” se refiere al trabajo cotidiano en esta vida humana según
nuestra condición débil y temporal. Aunque en la vida terrena comamos,
trabajemos, negociemos, nos enfermemos y nos curemos, siempre somos peregrinos
que podemos trascender hacia las realidades celestiales. Al pertenecer a Cristo
podemos poner nuestro corazón en el Cielo, mientras sobrevivimos en la tierra.
Nuestra vida en la
tierra adquiere un sentido final desde la victoria de Cristo en la
resurrección. Si nuestra vida terrena termina en la muerte, le temeríamos
porque sabemos que ahí termina nuestra existencia, pero con el Resucitado
nuestra vida temporal se tensiona hacia el Cielo. Puede ser una bonita vida
pero frustrante sin la resurrección de Cristo.
La fe recibida en el
día de nuestro bautismo nos abre la posibilidad a la Vida, con mayúsculas.
Jesús viene del cielo y habla de lo que ha visto, de lo que ha experimentado
junto al Padre. Los que creen en Cristo son liberados del espíritu del mal
porque existe una antítesis entre el principio humano y el principio divino que
lo trasciende. Se contrapone la fe en el Resucitado que conduce a la Vida
eterna, y con aquellos que no creen en Cristo, conlleva a la muerte. Los que
creen en Cristo y obran según Él, son rescatados de la caducidad terrenal.
Hoy es la memoria de
San Adalberto, obispo y mártir (956- 997). Cuando era niño, una enfermedad lo
puso a las puertas de la muerte y le hizo ver la seriedad de la vida y de la
salvación.
Debido a una fuerte
impresión que le causó el modo ostentoso de vida que tenía el arzobispo de
Praga y su arrepentimiento final, suscitó en Adalberto una fuerte
transformación en su interior. Se vistió de un saco grotesco, se echó ceniza en
la cabeza y empezó a caminar de iglesia en iglesia, postrándose ante las
reliquias de los santos, y de hospital en hospital, visitando a los enfermos.
Cuando lo hicieron Arzobispo de Praga dijo: "Es fácil llevar una mitra de
seda y un báculo de oro; lo grave es tener que dar cuenta de un obispado al
terrible Juez de vivos y muertos."
A los que le
preguntaban por qué teniendo un obispado tan rico, que le hacía uno de los más
poderosos príncipes del Imperio, no vivía de un modo más mundano con los
placeres lícitos de la vida, dijo: "¿No os parece una locura hacer
piruetas al borde de un abismo?" Los habitantes de Praga le decían:
"Nosotros somos pecadores, gente de iniquidad, pueblo de dura cerviz; tú, un
santo, un amigo de Dios, un verdadero israelita que no podrá sufrir la compañía
de los malvados." Frustrado, se retiró unos años como monje benedictino en
Roma.
Regresó a Praga y se
dio cuenta de que serían inútiles todos sus esfuerzos allí. Pasado un tiempo,
Adalberto, se encaminó a predicar el Evangelio en Prusia, donde su apostolado
tuvo una gran fecundidad. Adoptó su manera de vivir y aprendió su lengua:
"Haciéndonos semejantes a ellos, cohabitando en sus mismas casas,
asistiendo a sus banquetes, ganando el sustento con nuestras manos y dejando
crecer, como ellos, nuestra barba y nuestra cabellera, los ganaremos mejor para
Cristo." Los habitantes recibieron el bautismo de sus manos.
Tiempo después un
adorador de los ídolos le atravesó con una lanza mientras rezaba el breviario.
Al caer exánime, una sonrisa de felicidad se posaba por primera vez en sus
labios porque podría descansar en el gozo eterno junto a Dios.
Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la
batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus
malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: “El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la
tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra.”
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me
desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que
alcance los brazos de Jesús, María y José. Amén.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por …
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la
limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para
saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio)
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti. San José:
Ruega por mi.
12. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente
mientras le dicen algo bonito al oído. Nos hacemos la Señal de la cruz
diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida
eterna. Amen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario