1.+ Señal de la cruz.
2.Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que por el
misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres, concédenos realizar
en la vida lo que celebramos en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén
3.Hemos renacido por el bautismo como hijos de
Dios:
· Tu que resucitaste
lleno de gloria: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
· Tu que nos haces
pasar de la muerte a la Vida: Cristo ten piedad.
Cristo ten piedad.
· Tú que nos llamas a
vivir como resucitados: Señor ten piedad.
Señor, ten piedad.
4. Proclamamos el Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según San Juan 21,1-14.
Catequesis para
mayores de 12 años
Durante esta semana,
recordamos algunas de las apariciones de Jesús a sus discípulos. En el pasaje
del evangelio de hoy el Señor se presenta en el lago de Tiberíades o Mar de
Galilea que tiene a sus orillas la próspera ciudad de Cafarnaún. Este lago es
donde muchas veces Cristo había predicado y donde llamó a sus primeros
discípulos. Sucede algo inaudito, una pesca fracasa a pesar de la experiencia
de los pescadores. Pedro había salido a pescar y Jesús lo llama una vez más en
ese lago donde se habían conocido. Jesús nos suele llamar varias veces, así es
el amor. Cristo resucitado y victorioso aparece en un contraste con los
discípulos que están en la barca, fatigados y fracasados ante su trabajo.
Nos sorprende la
actitud de Pedro. Cuando le dicen que “es el Señor”, se tiró al agua para
llegar prontamente hasta Él. ¡No podía esperar más, necesitaba urgentemente
llegar a Jesús! ¿Tengo esa santa locura de tirarme al agua para encontrarme con
Cristo por más que deje mis seguridades de mi barca? ¿Descubro las diferentes
llamadas que me hace?
Esta escena de la
pesca frustrada es como la Iglesia que trata de avanzar en medio de tantas
dificultades sin ver los frutos de sus esfuerzos entre las olas de mar. Y vemos
a Cristo en la orilla como el puerto final, la esperanza de la gloria del
Cielo. Es la barca con sus dificultades, empeños y tribulaciones a lo largo de
la historia y es Cristo resucitado que no se olvida de esa Iglesia y se hace
presente. Cristo le da ánimo, esperanza y le hace retomar las fuerzas.
El Señor da consejos
muy precisos a los bautizados que exigen obediencia para tener frutos, “echen
la red a la derecha”, y ahí encuentran lo que buscan. El Resucitado le da de
comer a una Iglesia extenuada, que recibe el alimento de Jesús y recobra las
fuerzas. Podemos reconocer el banquete celestial en ese agasajo del Esposo a su
Iglesia peregrina. Jesús confía en nuestro esfuerzo y trabajo, pero al final la
cena está servida por Él; todo es gracia, todo es un don de Dios. Al respecto
dice San Agustín: “Ora como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo
dependiera de ti”, y también: “Dios provee el viento, el hombre debe izar la
vela”.
Finalmente, Cristo nos
entrega el fuego del Espíritu Santo que nos ilumina para el encuentro y que nos
prepara el banquete. ¿Percibo en mi vida que Jesús me va marcando el camino, el
tiempo y el modo para llegar a Él?
Hoy recordamos a Santa
Catalina (Kateri) Tekakwitha, la primera santa piel roja de Estados Unidos. Se
le considera patrona de la naturaleza y de la ecología junto a San Francisco de
Asís. Su madre era una cristiana en medio de su tribu pagana. Catalina conoció
la fe cristiana cuando a su 6 pueblo llegaron misioneros jesuitas. Si bien
aceptó la fe rápidamente, la joven pidió bautizarse recién a los 20 años,
haciendo frente a la oposición de su familia, y al rechazo de su comunidad.
Tuvo que huir de su pueblo hasta llegar a unas comunidades cristianas en
Canadá. Más adelante hizo la Primera Comunión el día de Navidad y realizó el
voto de virginidad. Durante su corta vida, mantuvo una intensa devoción al
santísimo Sacramento. Partió a la Casa del Padre el 17 de abril de 1680, en
Semana Santa de aquel año, a los 24 años. Sus últimas palabras fueron: “¡Jesús,
te amo!”
También es el día de
la Beata María de la Encarnación. Nació en París en 1565 de noble familia. De
jovencita deseaba mucho ser religiosa, pero sus padres, por ser la única hija,
decidieron que debería contraer matrimonio. Ella obedeció y se casó esmerándose
por ser la mejor esposa y madre. Tuvo seis hijos, tres hijas religiosas, un
hijo sacerdote y dos hijos comprometidos en la fe católica y padres de familia.
Desde los primeros años de su matrimonio dispuso llevar una vida de mucha
piedad en su hogar. Al personal de servicio le hacía orar y los ayudaba
materialmente. Alimentaba a los hambrientos, visitaba enfermos, ayudaba a los
que pasaban situaciones económicas difíciles, asistía a los agonizantes,
instruía a los que no sabían bien el catecismo, trataba de convertir a los
herejes y a los que se habían pasado a otras religiones. Al fallecer su esposo,
María empezó a dedicarse con más devoción a las labores espirituales. Logró
traer tres congregaciones a Francia. Su gran empresa fue, después de mucho batallar,
que el Papa Clemente VIII envíe un decreto permitiendo la entrada de las monjas
carmelitas (esta iniciativa fue por una revelación de Santa Teresa y ayudada
por San Francisco de Sales). Una vez que llegaron, María y sus tres hijas
ingresaron al monasterio como novicias. Los últimos años de la hermana María de
la Encarnación (nombre que tomó en la comunidad) fueron de profunda vida
mística y de frecuentes éxtasis. En abril de 1618 enfermó gravemente y quedó
paralizada, y el 16 de ese mes, luego de un último éxtasis, falleció. Un santo
ejemplo de mujer y de madre.
Catequesis para
menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabas: Muchachos, ¿tienen algo para comer? Y luego: Vengan a comer.
· ¿Qué pide Jesús cada
día? Al final ¿Quién es el que nos ayuda y nos entrega lo que necesitamos?
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
5.Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por …
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...
7.Presentación
de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al
Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos
Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda
que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la limpieza,
estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para saludarlo,
hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio)
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente
mientras le dicen algo bonito al oído. Nos hacemos la Señal de la cruz
diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida
eterna. Amen.
Sugerencias
1.Pedir a las santas de hoy que intercedan por
nuestra familia.
2.Seguir rezando la bonita oración del Regina
Caeli.
3. También podemos rezar la Coronilla de la Divina
Misericordia.
4..Comentar si estamos haciendo los ofrecimientos
que nos habíamos propuesto.
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