lunes, 20 de abril de 2020

Para rezar en familia 20 de abril de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.



1.+ Señal de la cruz.

2.Oremos: Renovados por la gracia de la Pascua, te pedimos, Dios todopoderoso, que quienes hemos perdido la semejanza divina con que fueron creados nuestros primeros padres, seamos devueltos a la imagen de nuestro Creador. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

3.Hemos renacido por el bautismo como hijos de Dios:
· Tu que resucitaste lleno de gloria: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

· Tu que nos haces pasar de la muerte a la Vida: Cristo ten piedad.
Cristo ten piedad.

· Tú que nos llamas a vivir como resucitados: Señor ten piedad.
Señor, ten piedad.

4. Proclamamos el evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 3,1-8


Catequesis para mayores de 12 años
Compartimos una homilía de Benedicto XVI: “Estamos llamados a llegar a ser hijos de Dios gracias a la venida del Hijo unigénito en nuestra humanidad. Él se hizo hombre para que nosotros podamos llegar a ser hijos de Dios. Dios nació para que nosotros podamos renacer. Pensemos en lo que escribe san Pablo a los Gálatas: «Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva»; o en lo que dice san Juan en el Prólogo de su Evangelio: «A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios». Este estupendo misterio, que constituye nuestro «segundo nacimiento» -el renacimiento de un ser humano de lo alto, de Dios- se realiza y se resume en el signo sacramental del Bautismo. Con el sacramento del Bautismo el hombre se convierte realmente en hijo, en hijo de Dios. Desde ese momento el fin de su existencia consiste en alcanzar de manera libre y consciente aquello que desde el inicio era y es el destino del hombre. «Conviértete en lo que eres», constituye el principio educativo básico de la persona humana redimida por la gracia. Este principio tiene muchas analogías con el crecimiento humano, en el que la relación de los padres con los hijos pasa, a través de alejamientos y crisis, de la dependencia total a la conciencia de ser hijo, al agradecimiento por el don de la vida recibida, y a la madurez y la capacidad de dar la vida.

Engendrado por el Bautismo a una nueva vida, también el cristiano comienza su camino de crecimiento en la fe que lo llevará a invocar conscientemente a Dios como «Abbá – Padre», a dirigirse a él con gratitud y a vivir la alegría de ser su hijo. Del Bautismo deriva también un modelo de sociedad: la de los hermanos. La fraternidad no se puede establecer mediante una ideología y mucho menos por decreto de un poder constituido. Nos reconocemos hermanos a partir de la humilde y profunda conciencia del ser hijos del único Padre celestial.

Como cristianos, gracias al Espíritu Santo, recibido en el Bautismo, se nos ha concedido el don y el compromiso de vivir como hijos de Dios y como hermanos, para ser como «levadura» de una humanidad nueva, solidaria y llena de paz y esperanza. En esto nos ayuda la conciencia de tener, además de un Padre en los cielos, también una madre, la Iglesia, de la que la Virgen María es modelo perenne. A ella le encomendamos los niños recién bautizados y sus familias, y le pedimos para todos la alegría de renacer cada día «de lo alto», del amor de Dios, que nos hace sus hijos y hermanos entre nosotros.”

Nacer de lo alto, significa vivir espiritualmente en Dios y para Dios, sin enredarnos con las cosas del mundo. Que nuestro origen y destino sea el Cielo y no estar apegados a lo terrenal, que siempre nos lleva a una frustración y tristeza existencial. Renacer de lo alto, implica empezar de nuevo con una mentalidad de peregrinos que caminan hacia el Reino de Dios.

Hoy recordamos a Santa Inés de Montepulciano (Italia). Nació en 1268 y fue una de las figuras más brillantes de la Orden de Santo Domingo. A los 9 años obtuvo que sus padres la dejaran irse a vivir a un convento de religiosas. Desde muy joven fue elegida como superiora del convento. Ayunaba casi todos los días y dormía en el duro suelo y tenía por almohada una piedra. Dios le permitía visiones celestiales, que un día logró ver cómo era Jesús cuando era Niño. Otra vez no habiendo alimentos para las monjas, ella rezó y la despensa apareció llena de comestibles. La veían levantada por los aires mientras le llegaban los éxtasis de la oración.

Santa Catalina de Siena escribió sobre ella: "Les recomiendo que sigan las enseñanzas de la hermana Inés y traten de imitar su santa vida, porque dio verdaderos ejemplos de caridad y humildad. Ella tenía en su corazón un gran fuego de caridad, regalado por el mismo Dios, y este fuego le producía un inmenso deseo de salvar almas y de santificarse por conseguir la salvación de muchos. Y después de la caridad lo que más admiraba en ella era su profunda humildad. Siempre oraba y se esforzaba por conservar y aumentar estas dos virtudes. Y lo que le ayudaba mucho a crecer en santidad era que se había despojado de todo deseo de poseer bienes materiales o de darle gusto a sus inclinaciones sensuales, y el dominar continuamente su amor propio. Su corazón estaba totalmente lleno de amor a Cristo Crucificado, y este amor echaba fuera los amores mundanos y los apegos indebidos a lo que es terrenal. Ella ofrecía en sacrificio a Dios su propia sensualidad. Para esta buena religiosa el mejor tesoro era Cristo crucificado, en quien meditaba siempre y a quien tanto amaba".

En vida y ya fallecida, obró muchos milagros. Cuando estaba moribunda, oyó que sus religiosas lloraban y les dijo emocionada: "Si en verdad me aman, alégrense de que voy al Padre Dios a recibir su herencia eterna. No se afanen que desde la eternidad las encomendaré siempre". (+1317)

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabas: «Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios.»
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

5.Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por …

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre: Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio)
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente mientras le dicen algo bonito al oído. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

Sugerencias
1.Seguir rezando la bonita oración del Regina Caeli.
2.Buscar las fechas del bautismo de cada uno y memorizarla. Los padres pueden contar cómo vivieron el bautismo de sus hijos.

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