Jueves de la segunda semana de Pascua
EL AGUA VIVA
Te daría agua viva (Jn
4, 10).
I. Por el agua se
entiende la gracia del Espíritu Santo. Unas veces se llama fuego, otras agua,
para significar que ni ésta ni aquél se toman según la propiedad de su substancia,
sino en cuanto a la semejanza de acción; pues se dice fuego, debido a que eleva
el corazón por el fervor y el calor: Fervorosos de espíritu (Rom 12, 11); y
porque consume los pecados: Sus lámparas son lámparas de fuego y de llamas
(Cant 8, 6).
Pero se llama agua
porque purifica: Y derramaré sobre vosotros agua pura, y os purificaréis de
todas vuestras inmundicias (Ez 36, 25). Porque enfría el ardor de las
tentaciones: El fuego ardiente apaga el agua (Eclo 3, 33). Y porque apaga la
sed de los bienes terrenos y de cualquier cosa temporal: Todos los sedientos,
venid a las aguas (Is 55, 50)
II. Existen dos
variedades de agua: la viva y' la no viva. Agua no viva es la que no está
unida, al principio de donde brota, sino que se recoge con la lluvia o de otro modo
se guarda en lagunas o cisternas, y se conserva separada de su principio. El
agua viva es la que corre y fluye de la fuente.
Según esto, la gracia
del Espíritu Santo se llama rectamente agua viva, porque la gracia del Espíritu
Santo se da al hombre de tal modo que se le da la misma fuente de la gracia, es
decir, el Espíritu Santo; y aún más, por él se da la gracia, como dice el
Apóstol: La caridad de Dios está difundida en nuestros corazones por el
Espíritu Santo, que se nos ha dado (Rom 5, 5). Porque el Espíritu Santo es
fuente inagotable de la cual brotan todos los dones de las gracias. Todas estas
cosas obra sólo uno y el mismo Espíritu (1 Cor 12, 11), De ahí que si alguno
tiene un don del Espíritu Santo y no posee a este Espíritu, el agua no es continua
desde su principio, y por consiguiente es agua muerta y no viva. La fe sin las
obras es muerta
(Stg 2, 20). (In
Joan., IV)
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