La siguiente es una guía para poder
celebrar en nuestras casas, en este tiempo de pandemia, el segundo domingo de
Pascua o de la divina misericordia.
Los textos que están en rojo
(rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas
indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades
de la persona y/o grupo familiar se realizará todos o algunos de los momentos
celebrativos propuestos.
Para preparar antes
de la celebración:
- Un lugar cómodo que permita el
recogimiento y la oración familiar.
- Un pequeño altar con los elementos
que a la familia le son significativos: un mantel, una vela encendida, una
cruz, la imagen de la Virgen María, etc.
- Una Biblia desde la cual se
proclamará el Evangelio
Iniciamos
la celebración
RESUCITÓ
Resucitó, resucitó,
Resucitó, ¡Aleluya!
Aleluya, aleluya,
Aleluya, ¡Resucitó!
1. La muerte, dónde está la
muerte, dónde está mi muerte, dónde su victoria.
2. Gracias, sean dadas al Padre, que nos pasó a Su Reino, donde se vive
de Amor.
3. Alegría, alegría, hermanos, que si hoy nos queremos, es que Resucitó.
Luego el adulto que guía la celebración (G) invita a todos a
hacerse la señal de la cruz, mientras dicen:
G: En el nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Familia, bendigamos al
Señor resucitado, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su
Palabra.
Todos responden:
Bendito sea Dios, por los siglos.
Y continúa:
En este tercer domingo de Pascua Jesús Resucitado se sigue haciendo presente en
medio de nosotros trayéndonos su paz. Con confianza en su misericordia pidamos
perdón por nuestros pecados:
Tú, que resucitaste
lleno de gloria: Señor, ten piedad.
Todos: Señor, ten piedad.
Tú, que nos haces
pasar de la muerte a la Vida: Cristo, ten piedad.
Todos: Cristo, ten piedad.
Tú, que nos llamas a
vivir como resucitados: Señor, ten piedad.
Todos: Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
Todos: Amén.
Escuchamos la Palabra Habiendo marcado previamente el texto que
se escuchará y puestos todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar
y proclama el evangelio de este domingo: Lucas 24, 13-35. Si se prefiere se
puede tomar el texto que transcribimos aquí abajo distribuyendo los personajes
entre los distintos miembros de la familia.
Del Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 13-35
Relator: El primer día de la
semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a
unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había
ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió
caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les
dijo:
Jesús: «¿Qué comentaban por
el camino?»
Discípulos:
Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás,
le respondió:
Discípulos:
«¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos
días!»
Jesús: «¿Qué cosa?»
Discípulos:
«Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en
palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes
y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera Él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya
van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que
están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían
aparecido unos ángeles, asegurándoles que Él está vivo. Algunos de los nuestros
fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a Él
no lo vieron».
Jesús: «¡Hombres duros de
entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No
era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su
gloria?»
Relator: Y comenzando por
Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las
Escrituras lo que se refería a Él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde
iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron:
Discípulos:
«Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba».
Relator: Él entró y se quedó
con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo
partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo
reconocieron, pero Él había desaparecido de su vista. Y se decían:
Discípulos:
«¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?»
Relator: En ese mismo momento,
se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los
Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron:
Apóstoles: «Es verdad, ¡el Señor
ha resucitado y se apareció a Simón!»
Relator: Ellos, por su parte,
contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al
partir el pan.
Palabra del Señor
Reflexionamos
en familia
Se puede hacer una reconstrucción del evangelio, con preguntas
para dialogar en familia. Además, puede leerse la siguiente reflexión:
El mismo día de la Resurrección, por la tarde, Jesucristo
se aparece a dos discípulos que regresan a su pueblo, Emaús.
Estos dos seguidores no son apóstoles pero conocen a Jesús,
lo han escuchado predicar, seguramente lo vieron hacer milagros. Sin embargo
están tristes, desilusionados. Cobardes y derrotados se escaparon de Jerusalén
después del arresto y la crucifixión de Jesús. Incapaces de aceptar el
testimonio de las mujeres que afirmaban que lo habían visto resucitado, se
vuelven a su pueblo porque sus planes mesiánicos se habían muerto con Jesús.
Y en ese camino de regreso, mientras pensaban cómo se iban
a justificar ante su gente del estrepitoso fracaso, se les aparece el Señor. ¡Y
no lo pudieron reconocer!
Es que cuando triunfa la desesperanza nos encerramos en
nosotros mismos y no registramos a los demás. Nos enceguece la angustia y no
podemos ver lo bueno que tenemos delante. Pero Jesús quiere hacerlos sus
testigos y se les manifiesta por medio de la Palabra de Dios y la Fracción del
Pan. ¡Entonces lo reconocieron!
En este tiempo lleno de dificultades y limitaciones en que
no podemos participar físicamente de la Misa, mientras esperamos el feliz
reencuentro con Jesús Sacramentado, no nos desanimemos, levantemos el corazón a
través de la lectura y oración con la Palabra de Dios, con la comunión
espiritual y por todos los medios a nuestro alcance para cuidar nuestra unión
con Jesús que es lo que nos da fortaleza y esperanza en toda adversidad.
Los discípulos de Emaús experimentaron la alegría de la
presencia de Jesucristo y olvidándose de su cansancio volvieron rápidamente a
Jerusalén sin temores y llenos de entusiasmo para compartir su testimonio.
Nosotros también en este día reafirmemos nuestra fe en
Jesús Resucitado y miremos a nuestro alrededor todas las manifestaciones que
tenemos del amor del Señor. Él es el que nos hace conocer el camino hacia la
Vida.
QUEDATE CON NOSOTROS
Quedate
con nosotros, Señor de la esperanza,
el
pueblo que tu amas hoy lucha por vivir,
y
aunque a veces dudamos
de
tu presencia en casa,
no
dejes que la noche nos sorprenda sin Ti.
Y porque ya anochece, quedate con
nosotros,
no dejes que la noche nos sorprenda
sin Ti.
Quedate
con nosotros, Señor de la pobreza,
los
pobres y los niños te quieren descubrir,
porque
a veces no saben
que
son tus preferidos,
no
dejes que la noche nos sorprenda sin Ti.
Quedate
con nosotros, Señor de la justicia,
los
hombres no aprendemos a dar sin recibir,
vivimos
muchas veces
una
justicia falsa,
no
dejes que la noche nos sorprenda sin Ti.
Quedate
con nosotros, Señor de la promesa,
tu
mismo aseguraste amarmos hasta el fin,
por
eso humildemente
volvemos
a pedirte,
no
dejes que la noche nos sorprenda sin Ti.
Confesamos
nuestra fe
G: Como los discípulos
de Emaús, nos llenamos de alegría cuando descubrimos que Jesús camina a nuestro
lado y se queda para siempre con nosotros. Y como ellos, queremos salir a
proclamar esta buena noticia a todos y a compartirles nuestra fe.
Por eso ahora vamos a
realizar con esa misma alegría nuestra profesión de fe diciendo: «Creo, Señor»
Alguno de los presentes va proponiendo las fórmulas de fe, a las
que todos responden.
Lector: En Dios Padre,
creador del cielo y de la tierra…
Todos: «Creo, Señor»
Lector: En Jesucristo, su
único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen…
Todos: «Creo, Señor»
Lector: En Jesucristo, que
padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos…
Todos: «Creo, Señor»
Lector: En Jesucristo, que
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, y
que desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos…
Todos: «Creo, Señor»
Lector: En el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna…
Todos: «Creo, Señor»
Presentemos
nuestra oración
G: Dios, como un padre
bueno escucha siempre nuestros pedidos. Con confianza de hijos le presentamos
nuestras intenciones diciendo: «Te rogamos, Señor»
Alguno de los presentes va proponiendo las intenciones para
presentar al Señor.
Lector: Por nuestros
pastores, para que el Señor les aumente la fe y la creatividad en estos tiempos
inéditos, y puedan ser fieles a la misión que el Maestro les confió. Oremos.
Por los hombres y
mujeres que trabajan en la política y la economía para que el Señor ilumine sus
corazones en las difíciles decisiones que tienen que tomar en este tiempo de
pandemia. Oremos.
Por todos los
trabajadores que esta semana celebran su día, para que no pierdan la esperanza
en medio de las dificultades que se presentan en estos tiempos. Oremos.
Por todos los
cristianos y cristianas para que podamos unirnos en “la fracción del pan”, y
reconocer al Señor Resucitado en todos los que esperan un gesto o una palabra
solidaria. Oremos.
Quien lo desee, puede agregar intenciones.
Después, quien anima la oración, dice:
Concluyamos nuestra
celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los
apóstoles: Padre nuestro que estás en el cielo…
G: Oremos. Dios nuestro,
que en este día que hacemos memoria de la Pascua nos reúnes como Iglesia
doméstica, regálanos tu Espíritu para que siempre podamos reconocer a tu Hijo
resucitado que está en medio nuestro, y que como hizo con los discípulos nos
explica las escrituras y parte para nosotros el pan. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Pedimos
a Dios su bendición
Quien anima la oración, invocando la bendición de Dios, y santiguándose,
dice:
El Señor nos bendiga,
nos defienda de todo
mal
y nos lleve a la Vida
eterna.
O bien:
Que nos bendiga y nos
custodie
el Señor omnipotente y
misericordioso,
el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.
Y todos responden: Amén.
Rezamos
juntos a María
Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, los invitamos a
hacer memoria del Año Mariano que estamos transitando, especialmente este fin
de semana que celebramos a la Virgen del Valle en el año en el que se
conmemoran los 400 años del hallazgo de su imagen en Catamarca. Como gesto les
proponemos rezarle a María una decena del rosario y la oración del Año Mariano.
G: Hasta el 8 de
diciembre, en Argentina, estamos viviendo el Año Mariano, en el cual hacemos
una memoria agradecida por la presencia de la Virgen María en la vida de
nuestro país. El motivo de esta celebración son los 400 años del hallazgo de la
imagen de la Virgen del Valle en Catamarca.
Pongamos en sus manos
nuestra oración y nuestra acción de gracias, para que las presente a Dios,
intercediendo por sus hijos.
Lector: Gracias, Madre, por
regalarnos tu presencia que nos lleva a Dios.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Gracias,
Madre, porque tu amor materno nos anima a mantenernos firmes en la fe.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Gracias, Madre, por
interceder por las necesidades del pueblo argentino.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Intercede, Madre, por
los enfermos de coronavirus, dengue, y otras enfermedades.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Intercede, Madre, por
los que trabajan en la salud, la seguridad y otros trabajos esenciales en este
tiempo de pandemia.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Intercede, Madre, por
los que están solos y perdieron la esperanza en este tiempo.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Intercede, Madre, por
quienes deben tomar decisiones por el bien de tu pueblo.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Intercede, Madre, por
quienes están padeciendo la falta de trabajo y sufren hambre y miseria.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Intercede, Madre, por
las mujeres, niños y ancianos violentados y denigrados.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: Intercede, Madre, por
nuestra familia y nuestros amigos.
Todos: Dios te salve, María…
Lector: María, Madre del
Pueblo, esperanza nuestra..
Todos: Ruega por nosotros
Y todos juntos, recitan la oración del Año Mariano
ORACIÓN DEL AÑO MARIANO NACIONAL
María, Madre del
Pueblo, esperanza nuestra,
hermosa Virgen del
Valle,
ayúdanos a renovar
nuestra fe y nuestra alegría cristiana.
Tú que albergaste al
Hijo de Dios hecho carne,
enséñanos a hacer vida
el Evangelio,
para transformar la
historia de nuestra Patria.
Tú que nos diste el
ejemplo de tu hogar en Nazaret,
haz que en nuestras
familias recibamos y cuidemos la vida
y cultivemos la
concordia y el amor.
Tú que al pie de la
cruz te mantuviste firme,
y viviste el alegre
consuelo de la resurrección,
enséñanos a ser
fuertes en las dificultades
y a caminar como
resucitados.
Tú que eres signo de
una nueva humanidad,
impúlsanos a ser
promotores de amistad social
y a estar cerca de los
débiles y necesitados.
Tú que proclamaste las
maravillas del Señor,
consíguenos un nuevo
ardor misionero
para llevar a todos la
Buena Noticia.
Anímanos a salir sin
demora al encuentro de los hermanos,
para anunciar el amor
de Dios
reflejado en la
entrega total de Jesucristo.
Madre preciosa, recibe
todo el cariño de este pueblo argentino
que siempre
experimentó tu presencia amorosa
y tu valiosa
intercesión.
Gracias Madre. Amén.
Oh! Virgen del Valle
(Miranda-Popular)
(Miranda-Popular)
Oh Virgen del Valle, tu pueblo argentino
de largos caminos hoy llega a tu altar,
y canta tu nombre milagros y glorias
de antiguas historias hermosas sin par.
de largos caminos hoy llega a tu altar,
y canta tu nombre milagros y glorias
de antiguas historias hermosas sin par.
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
Tu manto bordado de gracias divinas
a nuestra Argentina propicie su luz.
Conserva su historia, su escudo y bandera
de vidas señeras en pos de Jesús.
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
Otrora tú fuiste oh Virgen Morena,
bendita azucena, del valle natal.
Feliz misionera de razas diaguitas
dulzura en sus cuitas de pena mortal.
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
Blasón del cristiano que lucha valiente,
llevando en su mente la santa visión.
Conserva a los hijos de tierra ambateña
tú que eres la dueña de su corazón.
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
¡Ave, ave, ave María!
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