lunes, 27 de abril de 2020

Para rezar en familia 27 de abril de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.


1.+ Señal de la cruz.

2.Oremos: Dios nuestro, que has hecho crecer a tu Iglesia en América con la dedicación pastoral y el celo por la verdad del obispo santo Toribio, concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en la fe y en la santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

3.En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Señor, ten misericordia de nosotros.
(Respondemos) Porque hemos pecado contra ti.

· Muéstranos, Señor, tu misericordia.
(Respondemos) Y danos tu salvación.

4. Proclamamos el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9,35-38


Catequesis para mayores de 12 años
Hoy celebramos a Santo Toribio de Mogrovejo (obispo de Lima-Perú). Pero ¿Qué es un obispo y cuál es su misión?
La palabra Obispo proviene del griego Epíscopo; es la persona responsable de “vigilar desde arriba”.
Nos enseña en el Concilio Vaticano II: “En la consagración episcopal se recibe la plenitud del sacramento del Orden (el Orden sagrado es la consagración sacerdotal). Confiere, junto con la función de santificar, también las funciones de enseñar y gobernar. En efecto, por la imposición de las manos y por las palabras de la consagración se confiere la gracia del Espíritu Santo y se queda marcado con el carácter sagrado. En consecuencia, los obispos, de manera eminente y visible, hacen las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y actúan en su Nombre.
Los obispos, en el ejercicio de su deber de enseñar, anuncien a los hombres el Evangelio de Cristo, deber que sobresale entre los principales de los obispos, llamándolos a la fe con la fortaleza del Espíritu o confirmándolos en la fe viva.
Propónganles el misterio integro de Cristo, es decir, aquellas verdades cuyo desconocimiento es ignorancia de Cristo, e igualmente el camino que se ha revelado para la glorificación de Dios y por ello mismo para la consecución de la felicidad eterna. Expliquen la doctrina cristiana con métodos acomodados a las necesidades de los tiempos, es decir, que respondan a las dificultades y problemas que más preocupan y angustian a los hombres; defiendan también esta doctrina enseñando a los fieles a defenderla y propagarla. Demuestren en su enseñanza la materna solicitud de la Iglesia para con todos los hombres, sean fieles o infieles (católicos o no católicos), teniendo un cuidado especial de los pobres y de los débiles, a los que el Señor les envió a evangelizar.”
Ahora hablaremos del santo que conmemoramos hoy. Toribio nació en España (1538-1606) y nadie más que él contribuyó a implantar la Iglesia en América Latina. Desde su llegada a Lima como Arzobispo, empezó a peregrinar sin descanso, fundando seminarios, construyendo hospitales e iglesias y promoviendo, a través de numerosos sínodos y concilios, la vida religiosa en todo al virreinato. Viajaba siempre a pie, en ayuno y oración.
Tres veces visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima. En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a pie. Los preferidos de sus visitas eran los indios y los negros, especialmente los más pobres, los más ignorantes y los enfermos. Logró la conversión de un enorme número de indios. Santo Toribio recorrió unos 40.000 kilómetros visitando y ayudando a sus fieles. Pasó por caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que nunca habían visto un hombre blanco. Al final de su vida envió una carta al rey contándole que había administrado el sacramento de la confirmación a más de 800.000 personas. Administró la confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres.
Nuestro santo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: "Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo". Fundó el primer seminario de América.
Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Cuando él llegó había 150 y cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.
Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: "Váyase rapidito, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme".
Cuando llegó una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a los enfermos, y él mismo recorrió las calles acompañado de una gran multitud llevando en sus manos un gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la cruz, pidiendo a Dios misericordia y salud para todos.
Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el salmo que dice: "De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor. Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor". Estaba a 440 kilómetros de Lima y repetía aquellas palabras de San Pablo: "Deseo verme libre de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a encontrarme con Jesucristo".
Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: "En tus manos encomiendo mi espíritu". El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de los indios, en una lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los indígenas.
Su cuerpo, cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte, todavía se hallaba incorrupto, como si estuviera recién muerto. Después de su muerte se consiguieron muchos milagros por su intercesión.
Juan Pablo II lo nombró Patrono de los Obispos de América Latina, por tal motivo hoy es el día del Obispo de cada diócesis. Recemos especialmente por ellos.

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: “Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha.”
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José. Amén.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por …

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio)
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

12. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente mientras le dicen algo bonito al oído. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

Sugerencias
1. Rezar el Regina Caeli y/o la Cronilla de la Divina Misericordia.



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