Martes de la tercera semana de Pascua
LA PERFECCIÓN ESPIRITUAL
Si quieres ser
perfecto, ve, vende cuanto tienes, y dalo a los pobres... y ven, sígueme (Mt
19, 21).
La perfección de la
vida espiritual ha de medirse con la caridad; quien careciere de ella no será
nada espiritualmente, como dice el Apóstol (1 Cor 13, 1-3). Por esta perfección
se dice absolutamente que alguien es perfecto. Por lo cual se expresa: Mas sobre
todo esto tened caridad, que es el vínculo de la perfección (Col 3, 14). El
amor tiene una fuerza de transformación, por la cual el que ama se transforma
en cierto modo en el amado. Por eso dice Dionisio: "Es el amor divino el
que produce el éxtasis, no consintiendo que los que se aman se pertenezcan a sí
mismos, sino a las personas amadas."
Y porque el todo y
lo perfecto son una misma cosa, posee perfectamente la caridad aquel que se
transforma totalmente en Dios por el amor, posponiéndose totalmente a sí mismo
y a todas sus cosas por Dios. Por lo cual dice San Agustín que así como el amor
propio lleva a la ciudad de Babilonia hasta el desprecio de Dios, así el amor
de Dios lleva a la ciudad de Dios hasta el desprecio de sí mismo; y en otro
lugar dice que la perfección de la caridad consiste en no tener ninguna afición
a lo creado. También dice San Gregorio que cuando alguien ofrece una cosa a
Dios y no le ofrece otra, hace un sacrificio; pero cuando ofrece a Dios
omnipotente todo lo que tiene, todo lo que vive, todo lo que le gusta, hace un
holocausto.
Cuando uno tiene el
alma de tal modo afectada en su interior que se desprecia a sí mismo y a todas
sus cosas por Dios, conforme a aquello del Apóstol: Pero las cosas que me
fueron ganancias, las he reputado como pérdida por Cristo... por el cual todo
lo he perdido, y lo tengo por basura, con tal que gane a Cristo (Filip 3, 7,
8);, ese tal es perfecto, ya sea religioso, ya secular, y clérigo, ya lego, ya
incluso esté unido en matrimonio. Porque Abrahán era casado y rico, y le dijo
el Señor: Anda en mi presencia y sé perfecto (Gen 17, 1).
Si quieres ser
perfecto: no que seas perfecto al instante, sino que tendrás cierto principio
de perfección, porque, descargado de estas cosas (las terrenas), más fácilmente
podrás contemplar las celestiales. Dice San Agustín que las vigilias y otras
austeridades son instrumentos de perfección, pero la perfección consiste en lo
que se dice a continuación: y sígueme. Por consiguiente, el amor de Dios es la
perfección, pero el abandono de las cosas es el camino para la perfección. ¿De
qué manera? Dice San Agustín que el aumento de la caridad es disminución de la
ambición terrena; la perfección de la caridad es la negación total de la
ambición terrena. Luego es perfecto en la caridad el que ama a Dios hasta el
desprecio de sí mismo y de sus cosas.
(In Joan., XIX)
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