La siguiente es una guía para poder celebrar en nuestras
casas, en este tiempo de pandemia, el segundo domingo de Pascua o de la divina
misericordia.
Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en
voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que
ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades de la persona y/o grupo familiar se
realizará todos o algunos de los momentos celebrativos propuestos.
Para
preparar antes de la celebración:
- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración
familiar.
- Un pequeño altar con los elementos que a la familia le son
significativos: un mantel, una vela encendida, una cruz, la imagen de la Virgen
María, etc.
- Una Biblia desde la cual se proclamará el Evangelio
Iniciamos
la celebración
Una vez reunida la familia en torno a la Palabra de Dios, se
propone comenzar con el canto «La gran noticia» Aquí
LA GRAN NOTICIA
Esta es la gran noticia:
“que Jesús resucitó,
que no hay muerte,
sólo hay vida, vida
plena nos da Dios”.
Por
la Pascua Dios nos llama
a
vivir en plenitud;
el
camino está marcado,
es
el paso de Jesús,
por
la muerte a la vida,
de
la sombra a su luz.
Alegría
en el cielo
y
en la tierra gozo y paz
porque
Cristo ha vencido
para
siempre todo mal;
con
su gracia caminamos
a
la fiesta celestial.
Luego el adulto que guía la celebración (G) invita a todos a
hacerse la señal de la cruz, mientras dicen:
G: En el nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Familia, bendigamos al
Señor resucitado, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su
Palabra.
Todos responden:
Bendito sea Dios, por
los siglos.
Y continúa:
Hoy,segundo domingo de
Pascua, es el llamado domingo de la Divina Misericordia.Jesús Resucitado nos
trae la paz porque nos reconcilia con el Padre. Con un corazón confiado pidamos
perdón.
Tú, que al resucitar
nos ofreces la Vida Nueva.
Señor, ten piedad.
Todos: Señor, ten piedad.
Tú, que te apareciste
resucitado a los Apóstoles llevándoles el anuncio de tu paz.
Cristo, ten piedad.
Todos: Cristo, ten piedad.
Tú, que les confiaste
a tus discípulos y a la Iglesia el signo de tu perdón.
Señor, ten piedad.
Todos: Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
Todos: Amén.
Escuchamos
la Palabra
Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará y puestos
todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar y proclama el evangelio
de este domingo: Juan 20, 19-31. Si se prefiere se puede tomar el texto que transcribimos
aquí abajo distribuyendo los personajes entre los distintos miembros de la
familia.
Del Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 19-31
Lector 1: Al atardecer del
primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas
por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos,
les dijo:
Lector 2: «¡La paz esté con
ustedes!»
Lector 1: Mientras decía esto,
les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando
vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo:
Lector 2; «¡La paz esté con
ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes».
Lector 1: Al decirles esto,
sopló sobre ellos y añadió:
Lector 2: «Reciban el Espíritu
Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán
retenidos a los que ustedes se los retengan».
Lector 1: Tomás, uno de los
Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los
otros discípulos le dijeron:
Lector 3: «¡Hemos visto al Señor!»
Lector 1: Él les respondió:
Lector 4: «Si no veo la marca
de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la
mano en su costado, no lo creeré».
Lector 1: Ocho días más tarde,
estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás.
Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de
ellos y les dijo:
Lector 2: «¡La paz esté con
ustedes!»
Lector 1: Luego dijo a Tomás:
Lector 2: «Trae aquí tu dedo:
aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas
incrédulo, sino hombre de fe».
Lector 1: Tomás respondió:
Lector 4: «¡Señor mío y Dios
mío!»
Lector 1: Jesús le dijo:
Lector 2: «Ahora crees, porque
me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
Lector 1: Jesús realizó además
muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran
relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que
Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor
Reflexionamos
en familia
Se puede hacer una reconstrucción del evangelio, con preguntas
para dialogar en familia. Además, puede leerse la siguiente reflexión:
El relato del Evangelio de Juan de este domingo nos cuenta
qué está pasando ese “primer día de la semana” como llamaban ellos al domingo.
En realidad es el primer día de un Tiempo Nuevo. Ya nada será igual.
Los apóstoles están encerrados por temor a la muerte. Temen
que les pase lo mismo que a Jesús. El miedo los tiene paralizados. Se sienten
fracasados y no saben muy bien qué hacer. Todas sus ilusiones se acabaron.
Y de repente, se hace presente Jesús y los saluda: ¡Paz a
ustedes! Y con ese saludo disipa el miedo, la angustia y la desesperación.
¡Jesús había cumplido su palabra! ¡Ha resucitado!
Jesús les trae la paz, la esperanza y también una misión:
les manda hacer presente su Misericordia en el mundo perdonando los pecados en
su nombre. Esto es lo que los apóstoles hicieron y hace la Iglesia a través del
sacramento de la Reconciliación.
En este Domingo de la Misericordia pidamos estar siempre
abiertos a los dones que nos trae la Resurrección de Jesús: vida nueva, paz,
alegría, esperanza, reconciliación.
Demos gracias porque en estos días que parecen oscuros y
atemorizantes Jesús Resucitado se hace presente en nuestros hogares para
decirnos que sigue vivo en medio de su pueblo.
Para concluir este momento de
reflexión se propone cantar «Alégrense, no tengan miedo» Aquí
ALÉGRENSE, NO TENGAN MIEDO
No
tengan miedo, no tengan miedo,
Jesús
murió,
pero
está vivo, pero está vivo,
resucitó.
Vayan
y cuenten, vayan y cuenten,
celébrenlo
murió
la muerte, murió la muerte,
triunfó
el amor.
Alégrense, dice el Señor,
yo estaba muerto y aquí estoy,
alégrense, y de corazón
demos gracias a Dios.
No
tengan miedo, no tengan miedo,
si
ustedes son
por
bautizados, por bautizados,
hijos
de Dios.
Vayan
y cuenten, vayan y cuenten,
celébrenlo
que
Jesucristo, que Jesucristo
es
Hombre y Dios.
Confesamos nuestra fe
G: En estos momentos que
vivimos frente a la pandemia, nosotros podemos sentirnos como también un poco
angustiados y con cierto temor, y como Tomás no descubrir que Jesús resucitado
está en medio nuestro y nos anuncia que la vida vence a la muerte.
A cada una de las
profesiones de fe, digamos como Tomás: «Señor mío y Dios mío»
Alguno de los presentes va proponiendo las fórmulas de fe, a las
que todos responden.
Lector: Porque creemos en
Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, te decimos…
Todos: «Señor mío y Dios
mío»
Lector: Porque creemos en
Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, te decimos…
Todos: «Señor mío y Dios
mío»
Lector: Porque creemos en
Jesucristo, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto
y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, te decimos, te decimos…
Todos: «Señor mío y Dios
mío»
Lector: Porque creemos en
Jesucristo, que subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso, y que desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos, te
decimos…
Todos: «Señor mío y Dios
mío»
Lector: Porque creemos en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna, te decimos…
Todos: «Señor mío y Dios
mío»
Presentemos
nuestra oración
G: El Señor Jesús nos ha
revelado al Padre como amor sin medida. Por eso, elevemos a él nuestras
oraciones, que escuchará con amor. Digamos: «Escúchanos, Señor»
Alguno de los presentes va proponiendo las intenciones para
presentar al Señor.
Lector: Por la Iglesia para
que anuncie con palabras y hechos, el mensaje de paz y esperanza que trajo
Jesús resucitado. Oremos.
Por nuestra Patria,
para que la solidaridad y responsabilidad cívica en este tiempo de pandemia,
ayude a restituir la paz en el tejido social. Oremos
Por todos los
cristianos de las diferentes confesiones para que busquemos día a día
encontrarnos en la unidad que Jesús quiso para su única familia. Oremos
Por todas aquellas
personas que a diario padecen alguna situación de vulnerabilidad que les hace
perder la paz interior, para que encuentren consuelo en nuestra ayuda concreta
y oración. Oremos
Quien lo desee, puede agregar intenciones.
Después, quien anima la oración, dice:
Concluyamos nuestra
celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los
apóstoles: Padre nuestro que estás en el cielo…
G: Oremos. Dios de
eterna misericordia, que en la celebración de la Pascua reavivas nuestra fe,
haz que podamos reconocer a Jesús resucitado en medio nuestro, y que su
presencia nos haga crecer en el amor y la esperanza. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Pedimos
a Dios su bendición
Quien anima la oración, invocando la bendición de Dios, y
santiguándose, dice:
El Señor nos bendiga,
nos defienda de todo mal y nos lleve a la Vida eterna.
O bien:
Que nos bendiga y nos
custodie el Señor omnipotente y misericordioso, el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
Y todos responden: Amén.
Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, la familia puede
realizar alguna de las siguientes oraciones, preparadas especialmente para este
tiempo de pandemia.
Invocación del Papa
Francisco a San José
Protege, Santo
Custodio, este país nuestro.
Ilumina a los
responsables del bien común,
para que ellos
sepan - como tú - cuidar a las personas
a quienes se les
confía su responsabilidad.
Da la inteligencia
de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud
y el bienestar
físico de los hermanos.
Apoya a quienes se
sacrifican por los necesitados: l
os voluntarios,
enfermeros, médicos,
que están a la
vanguardia del tratamiento de los enfermos,
incluso a costa de
su propia seguridad.
Bendice, San José,
la Iglesia:
a partir de sus
ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.
Acompaña, San José,
a las familias:
con tu silencio de
oración, construye armonía entre padres e hijos,
especialmente
en los más pequeños.
Preserva a los
ancianos de la soledad:
asegura que ninguno
sea dejado en la desesperación
por el abandono y
el desánimo.
Consuela a los más
frágiles,
alienta a los que
flaquean, intercede por los pobres.
Con la Virgen
Madre, suplica al Señor
que libere al mundo
de cualquier forma de pandemia.
Amén.
Invocación a la
protección de
San José Gabriel
del Rosario Brochero
Señor, de quien
procede todo don perfecto,
Tú esclareciste a
San José Gabriel del Rosario,
por su celo
misionero, su predicación evangélica
y su vida pobre y
entregada;
concede con su
intercesión, la gracia que te pedimos:
por su entrega en
la asistencia de los enfermos y moribundos
de la epidemia de
cólera que azotó a la ciudad de Córdoba,
te pedimos por
nuestra Patria y el mundo entero,
líbranos de la
actual pandemia y de todo mal.
Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Amén
Podemos concluir la oración saludando a la Virgen María Aquí ó Aquí
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