Jueves de la quinta semana de Cuaresma
LA MAYOR SEÑAL DEL AMOR DE CRISTO
Parece que Cristo nos dio mayor prueba de amor entregando su
cuerpo en comida que padeciendo por nosotros. Porque el amor de la patria es
más perfecto que el amor de aquí abajo. Pero aquel beneficio que Cristo nos
dio, entregándonos su cuerpo en manjar, más se asimila a la caridad de la
patria en la que disfrutaremos plenamente de Dios. Y la Pasión que sufrió por
nosotros más se asimila a la caridad de esta vida, en la cual nos estamos expuestos
a padecer por Cristo. Luego es mayor señal de amor el habernos dado Cristo su
cuerpo en comida, que el haber padecido por nosotros.
Mas en contra está lo que se dice en San Juan: Ninguno tiene
mayor amor que éste, que es poner su vida por sus amigos (Jn, 15, 13).
Cuando se trata del amor de los hombres nada hay más poderoso
que el amor con que uno se ama a sí mismo. Y por consiguiente, a ese amor debe
tornarse como medida de todo amor para los demás. Corresponde al amor con que
uno se ama a sí mismo querer el bien para sí. Por eso es evidente que uno ama
tanto más a otro, cuanto más abandona el bien propio en favor del amigo,
conforme a aquello de los Proverbios: El que por el amigo no hace caso del
daño, es justo (12, 26).
Mas el hombre quiere para sí un triple bien: su alma, su cuerpo
y los bienes exteriores. Es, pues, prueba de amor el padecer detrimento en las
cosas exteriores por amor a otro. Pero es mayor señal de amor, si alguien sufre
también detrimento en su propio cuerpo, ya sean trabajos, ya azotes, por el
amigo.
Mas la mayor prueba de amor será abandonar la vida, muriendo por
su amigo.
Luego la mayor prueba del amor de Cristo fue sacrificar su vida
padeciendo por nosotros. El habernos dado su cuerpo como manjar en el
sacramento, no le causó ningún detrimento. De donde resulta evidente que lo
primero es la mayor señal de amor. Por esto este sacramento es memorial y
figura de la Pasión de Cristo. Mas la verdad es más excelente que la figura; y
la realidad más que el memorial.
Ciertamente la dádiva del cuerpo de Cristo en el sacramento es
una figura del amor con que Dios nos ama en la patria; mas su Pasión pertenece
al mismo amor de Dios, que nos saca de la perdición para llevarnos a la patria.
No obstante el amor de Dios no es mayor en el cielo de lo que es al presente.
(Quodl. V, q. III, a. 2)
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