domingo, 5 de abril de 2020

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA - Domingo de Ramos - Conferencia Episcopal Argentina


La siguiente es una guía para poder celebrar en familia el comienzo de la semana santa en este Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo.

Para este día, además de lo que se propone en este esquema de celebración, se sugiere que como signo exterior, en la puerta, ventana o balcón del hogar, se pueda colocar alguna rama verde para indicar el comienzo de esta semana tan especial para los cristianos. Puede ser, además, acompañada con alguna frase como «Bendito el que viene en nombre del Señor», «Hosanna», «Semana Santa», o cualquiera otra que haga referencia al momento que vivimos.


Para preparar en familia antes de la celebración:
- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración familiar.

- Un pequeño altar con los siguientes elementos: un mantel, una vela encendida, una cruz, la imagen de la Virgen María, etc.

- Una Biblia desde la cual se proclamará el evangelio.

- Para el gesto después del evangelio, tener a mano papelitos y lápices para escribir.

- Para la bendición de los ramos, se pueden tomar ramos de cualquier planta que la familia tenga. No es necesario que sean de olivo. Y si en la casa no hay plantas de donde tomar ramos, los niños y jóvenes de la familia pueden dibujar palmas o diseñar ramos con papeles u otros elementos.

Para charlar en familia antes de la celebración
Las circunstancias particulares que nos tocan vivir, nos permiten profundizar en nuestra fe, acerca de la costumbre de bendecir los ramos en este día:


Todos los años, la «puerta» que se abre para que entremos a la Semana Santa es la celebración del Domingo de Ramos. Y en ella hay un gesto muy querido por todos: la bendición de los ramos que traemos a nuestros hogares, como signo de nuestra participación en esta celebración y, fundamentalmente, como signo de nuestra fe en Jesucristo, a quien reconocemos como nuestro Salvador.

Este año no podemos ir a nuestros templos porque estamos en cuarentena. Por eso viviremos esta celebración en casa, ya que nuestro bautismo nos capacita el corazón para unirnos a Jesús, celebrando la memoria de su muerte y resurrección.

Como escucharemos en el evangelio, en el tiempo de Jesús, la gente lo recibió en Jerusalén con mucha alegría, reconociéndolo como Rey y Mesías, alfombrando el camino con mantas y palmas, y agitando ramas que tomaron de los árboles cercanos, para gritar: «Hosanna al Hijo de David». Es una tradición que los ramos que usemos sean de olivo, pero en realidad, cualquier ramo puede servirnos para aclamar a Jesús como nuestro Señor y Redentor. Por eso hoy usaremos lo que podamos encontrar en casa: ramas de cualquier planta, o bien ramas hechas por nosotros mismos. Lo importante es que el signo nos ayude a expresar nuestra fe y nuestra opción por Jesús.

Estos ramos que bendeciremos en esta celebración, quedarán en nuestra casa hasta la Pascua del año que viene, para recordarnos que Jesús es nuestro Rey y Señor, y que dio su vida por nosotros.

Iniciamos la celebración
Una vez reunida la familia en torno a la Palabra de Dios, el adulto que guía la celebración (G) comienza diciendo:

G: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Familia, bendigamos al Señor, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su Palabra.

Todos responden:
Bendito sea Dios, por los siglos.

Y continúa:
Después de haber preparado nuestros corazones desde el comienzo de la Cuaresma, por medio de la penitencia, la oración y las obras de caridad, hoy iniciamos con toda la Iglesia, la celebración del misterio pascual de nuestro Señor que se realiza por su muerte y resurrección; para ello, Jesús ingreso en Jerusalén, la ciudad santa. Nosotros, llenos de fe y con gran fervor, recordando esta entrada triunfal, sigamos al Señor para que, por la gracia que brota de su cruz, lleguemos a tener parte en su resurrección y en su vida.

Bendecimos los ramos.
Después de esta monición, el adulto que guía la celebración, para bendecir los ramos , dice la siguiente oración, con las manos juntas y sin hacer la señal de la cruz:

Dios nuestro, aumenta la fe de cuantos esperamos en ti
y escucha nuestras súplicas,
para que, quienes hoy llevamos estos ramos
en honor de Cristo victorioso,
te presentemos el fruto de las buenas obras, unidos a él.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Además, se puede cantar «Arriba nuestro ramos» (Catena) o, al menos, leer la letra de esa canción, llena de alusiones a lo que se vivirá durante toda la semana santa.


ARRIBA NUESTROS RAMOS
¡Arriba nuestros ramos, cantando al Señor!
¡Arriba nuestros ramos, cantando al Señor!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor,
Jesús, nuestra esperanza, Jesús liberador!

Era un domingo allá en Jerusalén
cuando en un burrito Jesús entra a padecer.
Todo el pueblo humilde lo salió a recibir,
y con entusiasmo comenzaron a decir:

Pero el mejor canto que Jesús quiso escuchar
fue el canto puro de los niños del lugar.
Ellos saludaban a Jesús liberador,
Cristo, el esperado de los pobres del Señor.

Llegan ya los días de la Pascua del Señor,
Cristo con su muerte nos da vida y salvación.
Cristo, nos conduces hacia el reino de la luz,
marcas nuestra huella con la sangre de tu cruz.

Hoy también nosotros te queremos recibir
y por tu camino serte fieles hasta el fin.
Juntos revivamos el misterio de la cruz
y compartiremos el gran triunfo de Jesús.

Escuchamos la Palabra
Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará y puestos todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar y proclama el evangelio de la entrada de Jesús a Jerusalén: Mateo 21, 1-11.

Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo Mt 21, 1-11

Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver enseguida»».
Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: «Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga».
Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús montó sobre él. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas.
La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!».
Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es este?».
Y la gente respondía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea». Palabra del Señor.

Reflexionamos en familia
La gente recibe con mucho entusiasmo a Jesús en Jerusalén. Y Jesús entra en la ciudad montado en una asna, con mucha humildad y mansedumbre. Jesús sabe, además, para qué entra en la ciudad santa: para entregar su vida por nosotros.

Por eso, en este día los cristianos no sólo estamos alegres recibiendo a Jesús en nuestras vidas y familias, sino que también vivimos con profundidad la memoria de su pasión, su entrega, su muerte por amor a nosotros. Jesús murió para salvarnos; dio su vida para que nosotros tengamos vida; desde la cruz nos ha reconciliado con el Padre.

Nosotros queremos unirnos a Jesús en su entrega por nosotros, y agradecer a Dios por tanto amor. Para eso, cantemos ahora juntos una canción, mientras vamos escribiendo en los papelitos nuestra acción de gracias a Jesús por haber dado su vida por nosotros que vamos colocando a los pies de la cruz que preside nuestra celebración.

Para vivir este momento se puede reproducir y cantar «Las siete palabras» (Meana), mientras se invita a los presentes a escribir, en los papeles repartidos, una acción de gracias a Jesús por habernos amado hasta el extremo.

LAS SIETE PALABRAS
Jesús Nazareno, Rey de los judíos,
Jesús de las siete palabras y un grito.

Corazón amigo, corazón herido,
corazón de Cristo Jesús, yo confío en vos.

"Ahí está tu Madre, ahí está tu hijo".
"Conmigo estarás hoy en el Paraíso".

"Perdónalos, Padre, no saben lo que hacen".
"Dios mío, por qué me abandonaste".

Dijo "tengo sed", lanzó un fuerte grito,
"en tus manos, Padre, yo pongo mi espíritu".

"Todo está cumplido" y entrega su aliento,
y mana agua y sangre del costado abierto.

Confesamos nuestra fe
G: En estos momentos que vivimos frente a la pandemia, nosotros podemos sentirnos un poco angustiados y con cierto temor. Recordando la Vida que Jesús nos dio con su muerte y resurrección, confesemos nuestra fe, diciendo:

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

Presentamos nuestra oración
G: Poniendo nuestros ojos en el amor de Dios, manifestado por Jesús en la cruz, digamos juntos: «Padre, escucha a tus hijos»

Los miembros de la familia pueden ir leyendo las intenciones para presentar al Señor:

Lector 1: Por la Iglesia, presente y viva en los hogares de los cristianos de todo el mundo, para que transite con esperanza este tiempo y sea fecunda en la oración. Oremos.

Lector 2: Por los gobernantes y todos los que deben tomar decisiones, para que lo hagan con la responsabilidad de cuidar la vida de todos, sin excepciones. Oremos.

Lector 3: Por los profesionales y trabajadores que nos cuidan y abastecen en medio de la cuarentena, para que sientan el reconocimiento y agradecimiento de la sociedad, y se sepan un instrumento de Dios para la vida de los que más sufren. Oremos.

Lector 4: Por nosotros, para que, aunque no podamos participar por ahora de la Eucaristía, sigamos esparciendo las semillas de la Palabra entre nosotros y entre aquellos con quienes nos comuniquemos. Oremos.

Quien lo desee, puede agregar intenciones.

Después, quien anima la oración, dice:
Concluyamos nuestra celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los apóstoles: Padre Nuestro…

G: Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, tú mostraste a los hombres
el ejemplo de humildad de nuestro Salvador,
que se encarnó y murió en la cruz;
concédenos recibir las enseñanzas de su Pasión,
para poder participar un día de su gloriosa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Pedimos a Dios su bendición
Quien anima la oración, invocando la bendición de Dios, y santiguándose, dice:
El Señor nos bendiga,
nos defienda de todo mal
y nos lleve a la Vida eterna.

O bien:
Que nos bendiga y nos custodie
el Señor omnipotente y misericordioso,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Y todos responden: Amén.

Oración para colocar los ramos bendecidos
en algún lugar especial de la casa
Bendice, Señor, nuestro hogar.
Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar.
Sé Tú, el Rey en nuestro hogar.
Amén.

Terminemos cantando a nuestra Madre, la Virgen María: «Virgen de la Esperanza» (Catena). 

VIRGEN DE LA ESPERANZA

Virgen de la esperanza
en nuestra marcha danos tu luz;
queremos ir contigo
por el camino que abre la cruz.

Madre del pueblo condúcenos
por el camino de salvación.
Que en nuestra patria reine la paz,
en la justicia y la libertad.

Cielo y Tierra nueva;
esa es la meta de nuestro andar.
Somos la iglesia en marcha
que hacia la Pascua cantando va.

Sobre cerros y pampas
despunta el alba de nuestra luz:
es la luz que trajiste
cuando nos diste a tu Hijo Jesús.

Afirma nuestros pasos,
da a nuestros brazos fuerza y valor
para luchar unidos
como instrumentos de salvación.

Mientras peregrinamos
vamos sembrando llanto y dolor;
volveremos llevando
en nuestras manos trigo de Dios.

Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, la familia puede realizar alguna de las siguientes oraciones, preparadas especialmente para este tiempo de pandemia.

Invocación del Papa Francisco a San José

Protege, Santo Custodio, este país nuestro.
Ilumina a los responsables del bien común,
para que ellos sepan - como tú - cuidar a las personas
a quienes se les confía su responsabilidad.
Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud
y el bienestar físico de los hermanos.
Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: l
os voluntarios, enfermeros, médicos,
que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos,
incluso a costa de su propia seguridad.
Bendice, San José, la Iglesia:
a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.
Acompaña, San José, a las familias:
con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos,
 especialmente en los más pequeños.
Preserva a los ancianos de la soledad:
asegura que ninguno sea dejado en la desesperación
por el abandono y el desánimo.
Consuela a los más frágiles,
alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.
Con la Virgen Madre, suplica al Señor
que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.
Amén.

Invocación a la protección de
San José Gabriel del Rosario Brochero

Señor, de quien procede todo don perfecto,
Tú esclareciste a San José Gabriel del Rosario,
por su celo misionero, su predicación evangélica
y su vida pobre y entregada;
concede con su intercesión, la gracia que te pedimos:
por su entrega en la asistencia de los enfermos y moribundos
de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba,
te pedimos por nuestra Patria y el mundo entero,
líbranos de la actual pandemia y de todo mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

Invitamos a que en algún momento de este Domingo de Ramos la familia se vuelva a reunir y lea con detenimiento y serenidad la Pasión según san Mateo (Mateo 26,3-5.14—27,66 o bien la versión breve Mateo 27,1-2.11-54) contemplando el amor de Jesús por nosotros. Es muy conveniente que mientras se hace la lectura de la Pasión cada oyente esté con el ramo bendecido en su mano

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