martes, 7 de abril de 2020

Para rezar en familia 7 de abril de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.


Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.


1.+ Señal de la cruz

2. · Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente.
· Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente.
· Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.
· Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
· Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.

3. Señor Dios todopoderoso, te pedimos perdón:
Señor, ten misericordia de nosotros.
Porque hemos pecado contra ti.

Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Y danos tu salvación.

4. Proclamamos el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 13,21-38


Catequesis para mayores de 12 años

Estamos en los últimos días, las últimas horas de Jesús en la tierra. Nos llena de dolor que el Señor haya tenido que pasar por esta traición, no sólo de Judas sino el abandono de sus apóstoles y la negación de sus discípulos.

Releemos algunas de las frases del evangelio.

Uno de ustedes me entregará. Una escena llena de amargura. Un pasaje dramático, porque ha entrado el veneno del demonio. Judas hasta el momento, era un seguidor del Señor que se quedaba con el vuelto, robaba de a poco. Ahora se evidencia su desprecio hacia el mismo Dios. En este acto repugnante se abre la puerta a la glorificación. Aquí se evidencia la verdad de quién es Judas y quién es Jesús. Estos dos extremos se tocan; amor y odio, fidelidad y traición, entrega y egoísmo, generosidad y avaricia, lo bueno y lo malo, la gracia y el pecado, Dios y el hombre.

¿Hay situaciones o personas que nos muestran quiénes somos? ¿Sacan lo mejor o peor de nosotros mismos? Esta cuarentena ¿qué ha sacado de nuestro ser interior? ¿Cosas buenas o malas?

Es aquel al que le daré el bocado. Con esas palabras, Jesús indica quien sería el traidor, respondiendo a la pregunta de Pedro y Juan.

Jesús hace un llamado al arrepentimiento para Judas. Actúa con ternura como cuando un padre que da de comer a su hijo. Con ese bocado de pan con salsa, signo de agasajo y amistad, Judas tuvo la oportunidad de enmendarse, pero rechaza esa oportunidad y se encierra en su decisión: Satanás entró en él. Dirá San Agustín que lo recibió para su perdición porque el que era malo recibió con mala disposición lo que era bueno. Y San Juan Crisóstomo agrega: “Jesucristo llena de sus beneficios a Judas el traidor, lava sus pies, le reprocha sin aspereza ni rigor, le censura con discreción, busca ganar su corazón, le honra hasta comer con él, hasta abrazarle. Incluso cunado Judas no recapacita, Jesucristo insiste en su bondad.”

¿Cuántas veces el Señor nos trata con amor para que desistamos de la maldad que pensamos hacer? ¿Cuántas veces vemos signos que nos dicen que cambiemos y nosotros seguimos maquinando el mal?

Realiza pronto lo que tienes que hacer. Era de noche. La tiniebla de la traición se aleja de la luz de Cristo. Judas se decepcionó de Jesús, se escandalizó de Jesús porque no fue lo que él esperaba. Buscaba al Jesús que le resuelva sus problemas, el que hacía milagros, el mesías contestatario, el caudillo revolucionario con poder temporal, que podría vencer a los romanos del Imperio.

Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Esa glorificación del Padre y del Hijo consistía en ser elevado en la cruz, comienzo de su victoria. Jesús había predicado el Reino y hecho milagros, ahora perdonaría nuestros graves pecados en la injusticia de la cruz que padece. Su misericordia es tan grande que se hubiera entregado en la cruz aunque sea sólo por uno de nosotros.

A donde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás. Estas bellas palabras de Jesús nos hablan del amor con que él se adelanta para salvarnos y nos espera para la felicidad eterna.

¿Darás la vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces. Confiamos demasiado en nosotros mismos, en nuestras ideas, nuestras propias fuerzas de la presunción. Pedro no confío en las palabras de Jesús y no quiso aceptar la cruz y el sufrimiento. El Señor hoy nos demuestra que nos conoce más íntimamente que nosotros mismos. Muchas veces decimos que daremos la vida por Jesús, pero la traición se repite, porque no confiamos en su auxilio divino.

¿Pongo mi vida en las manos del Señor o confío en mi propio yo, en mis fuerzas? ¿Reconozco mis debilidades? ¿Realmente me conozco a mí mismo?

Catequesis para menores de 12 años

· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.

· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).

· Reflexionamos: A donde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás.

· Meditamos esta palabra que nos dice Jesús y las compartimos.

Oremos:
Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, José y María.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por …

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...

7. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

8.Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

9. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

10. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio)
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

11. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente mientras le dicen algo bonito al oído. Entre los hermanos también pueden hacerlo. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

Posibilidades para acompañar el día en oración familiar

2. Lectura. Visiones y revelaciones de Ana Catalina Emmerick. Pasión de Jesús.

3. Escuchar: Hermana Glenda - Alma de Cristo | Música Católica

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