Catecismo 4
– 5
PROLOGO
Transmitir
la fe: la catequesis
Mons. JOSE
IGNACIO MUNILLA
II. Transmitir la fe: la
catequesis
4 Muy pronto se
llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la
Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es
el Hijo de Dios a fin de que,creyendo ésto, tengan la vida en su nombre, y para
educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo (cf.
Juan Pablo II, Catechesi tradendae [CT]
1).
5 "La
catequesis es una educación en la fe de los niños, de los
jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina
cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a
iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana" (CT 18).
Pasamos al punto 4 del Catecismo. Los tres
primeros puntos están bajo el título “La vida del hombre: conocer y amar a
Dios”. En ellos nos fijamos de qué manera arranca el Catecismo; tiene su
importancia, obviamente, cómo pone nuestro corazón y nuestros ojos en Dios, en
el conocimiento de Dios, en el amor a Dios.
Pasados esos tres primeros puntos que
quieren centrar lo que es el eje, la columna vertebral del Catecismo, pasa
ahora a hablar un poco de qué es la Catequesis, lógicamente este es un
Catecismo, pues antes de prodigarse en las explicaciones por partes va a hablar
durante unos cuantos puntos de qué es la catequesis, qué es el Catecismo, qué
pretende, qué busca la Iglesia con ello.
Punto 4:
Muy
pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la
Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es
el Hijo de Dios a fin de que, creyendo esto, tengan la vida en su nombre, y
para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo
(cf. Juan Pablo II, Catechesi tradendae [CT] 1).
Este párrafo, este punto del Catecismo está
tomado literalmente de la Exhortación Apostólica “Catequesis Tradendae” este
documento que es del año 1979, que fue en el segundo año de ponticado de Juan
Pablo II y fue un documento que él escribió recogiendo lo que Pablo VI había
convocado con el cuarto Sínodo General de los Obispos para hablar del tema de
la Catequesis.
Por cierto, en aquel sínodo (estamos
hablando de octubre de 1977) había partcipado Karol Wojtyla como obispo
partcipante, obispo polaco, partcipante de aquel sínodo de los obispos. Y luego
le tocó, una vez elegido Papa (fue elegido en el año 1978), en el año 1979
siendo Papa le tocó a Juan Pablo II escribir la Exhortación Apostólica que era
como conclusiva de lo que se había hablado en el Sínodo.
Con frecuencia, cuando se convoca un sínodo
general de Obispos, luego suele escribirse (no es que sea obligatorio pero tiende
a hacerse) una Exhortación Apostólica concluyendo, en las que el Papa recoge
las conclusiones principales a las que ha llegado el sínodo. Esta se llama
“Catequesis Tradendae”, “La transmisión de la catequesis” y estos puntos del
Catecismo casi todos se van a referir, son citas de la “Catequesis Tradendae”.
Dice este punto:
Muy
pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la
Iglesia para hacer discípulos.
La Iglesia realiza un esfuerzo para hacer
discípulos. Yo soy consciente de que
nuestra mentalidad en la que se ha enfatizado tremendamente el sentido de la
autonomía del hombre, el hombre independiente, parece que el hombre maduro es
aquel que tiene menos dependencias de los demás, piensa por ti solo, tú mismo
eres el que decides, el que tomas conciencia y el que decides el bien y el mal,
etc.
Existe una imagen de nuestra cultura muy
individualista y muy celosa de la autonomía, la independencia del hombre, en un
contexto de una crisis de autoridad (yo soy la autoridad para mí mismo y
nadie…); es lo que se dice, luego estamos llenos de esclavitudes y nos están
continuamente indicando cómo pensar y manipulándonos para que pensamos, pero
bueno…
En teoría se pinta la imagen de en hombre
independiente y autónomo, aunque luego la práctica ya sabemos lo que pasa, que
aunque haya crisis de autoridad se manipula totalmente al personal para que
piense lo que es políticamente correcto y lo que la cultura nos lleva a pensar.
A lo que voy es que la palabra “hacer
discípulos”, el esfuerzo por hacer discípulos, en esta cultura "suena
mal", está ahí bajo sospecha, qué es eso de conducir a la gente y hacer
“tú déjales que ellos piensen lo que quieran…”.
El esfuerzo de la Iglesia por hacer
discípulos en seguida es puesto bajo sospecha de proselitismo, de apología, es
que incluso las propias palabras “proselitismo”, “prosélito” o la “apología”
han llegado a ser palabras que tienen un tono negativo.
La Iglesia siempre ha utilizado la palabra
“apología” en un sentido positivo, es decir, “apología” quiere decir “hacer una
defensa de la verdad que se quiere proclamar”; “apologeta” es el que da razones,
se confronta con otra persona, entra en diálogo con ella para hacerle ver las
razones de lo que él quiere exponer.
Y la palabra “proselitismo” también se refiere
a los “prosélitos”, se refiere a aquellos que han sido convencidos, que han
sido ganados para la causa de Cristo.
Bien, pero en nuestra cultura son palabras
que han caído en “desgracia”, si me permitís la expresión: eso de “proselitismo”,
eso de la “apología”, que no pienso que tenemos que ceder a tal cosa, yo creo
que la palabra “apología”… pues por qué no vamos a poder utilizarla.
Entonces, yo creo que tenemos que
desacomplejarnos a este respecto, el esfuerzo de “hacer discípulos” esa palabra
sale del mismo Jesucristo: “Id y haced discípulos”, fue la última consigna de
Cristo, es el apostolado, que es básico en la vida cristiana; no nos
avergoncemos de ello.
Existe esta especie de concepción de la
sociedad en que cada uno se construye la verdad a su medida y entonces lo de
“hacer discípulos” suena a antipático.
Pues precisamente en este punto primero de
la “Catequesis Tradendae”, de esta Exhortación Apostólica, fijaos cómo arranca,
arranca así diciendo:
“La
catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas
primordiales ya que Cristo Resucitado antes de volver al Padre dio a los
Apóstoles esta última consigna: “Haced discípulos a todas las gentes, enseñándoles
a observar todo lo que os he mandado”
O sea, que es que Jesús nos pidió que
hiciéramos discípulos; entonces, yo diría lo primero: no acomplejarnos de
nuestra cultura que ve bajo sospecha pues la acción catequética de la Iglesia:
"qué es eso de ir y “hacer
discípulos”. Deja que cada uno elija, por qué tienes a un niño que marcarle el
camino, por qué tienes qué o incluso un adulto; no pretendas tú transmitir lo
tuyo a los demás, etc.
Desenmascaremos ese pensamiento porque, en
primer lugar, esta cultura nuestra que alardea de autonomía, de que cada uno
piense lo que quiera, en el fondo es verdaderamente impositiva en sus
ideologías. Podemos decir que es una especia de apisonadora o una especie de
tsunami que pretende igualar todas las ideologías que las impone.
¿Acaso no vemos hoy en día que se impone
las formas de vestir con una especie de dictadura de las modas? Uno tiene que
vestir de determinada forma si no quiere que quedarse obsoleto?; ahora resulta
que la ideología de género nos ha salido a última hora aquí y todo el mundo tiene
que comulgar con eso, el que no comulgue con eso queda estigmatizado, etc.
No es cierto que esta cultura secularizada
y anticristiana sea totalmente autónoma y respetuosa, no, no, es totalmente
apologeta, lo que pasa es que su apología no es limpia y transparente como la
catequesis que realiza la Iglesia, que cuando habla de Cristo nos anuncia que
nos está anunciando, porque es así, cuando la Iglesia anuncia un mensaje lo
hace de una manera explícita y no subliminal (para entendernos).
Mientras que esta cultura de la
secularización dice que no te catequiza y vaya que si te está catequizando,
está haciendo que tú te sientas ridículo a través de modelos televisivos, de
modelos audiovisuales tú te estás quedando acomplejado por esto o por lo otro,
se ríen de esto, se ríen de lo otro.
La Iglesia no oculta, sino todo lo
contrario, propone con plena libertad; mientras que esta cultura secularizada
dice que no propone y, sin embargo, se impone.
Luego me parece importante sacudirnos ese
complejo, de que este mandato de la Iglesia “id y haced discípulos” lo podamos
sentirlo como algo estridente o fuera del contexto de nuestra sociedad actual.
“Id y haced discípulos” , y ayudar a creer, dice, para ayudarles a creer.
"No podemos creer por el otro"; a
veces un creyente quisiera que a las personas a las que ama fuesen creyentes
porque obviamente les desea lo mejor y como el creyente sabe que lo mejor es
Dios y lo mejor es Cristo y no puede haber nada más precioso que pueda
desearles a las personas amadas pues les encantaría que creyesen y eso es signo
de que les ama pero claro, no pueden creer por los otros, no pueden abrir la
cabeia e introducirles la fe (eso no es posible).
No pueden creer por él pero sí es verdad
que pueden, llevados de la mano, compartir su experiencia, sí es verdad que en
la medida en que esa persona también les abra su corazón les puede conducir
hasta la puerta de la fe y luego es verdad que por la puerta tiene que entrar
la persona ya a solas:
"mira, si tú me permites, yo puedo
compartir mi experiencia de fe contigo y te puedo conducir hasta la puerta de
la fe donde tendrás que entrar tú solo;
Que existe de alguna manera el padrinazgo
en la fe.
1 Corintos 4, 14-16:
14 No os escribo estas cosas para
avergonzaros, sino más bien para amonestaros como a hijos míos queridos.
15 Pues aunque hayáis tenido 10.000
pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo quien, por el
Evangelio, os engendré en Cristo Jesús.
16 Os ruego, pues, que seáis mis
imitadores.
17 Por esto mismo os he enviado a Timoteo,
hijo mío querido y fiel en el Señor; él os recordará mis normas de conducta en
Cristo, conforme enseño por doquier en todas las Iglesias.
Dios nos ha permitido tener como un puesto
especial y específico a cada uno de nosotros en la fe de otras personas.
San Pablo les dice a los corintos: mira
habéis tenido muchos pedagogos, muchos que os han enseñado cosas referentes a
la fe, os han introducido en la liturgia, os han introducido en el
comportamiento moral, etc. pero yo he tenido la suerte de ser el que os
engendré en Cristo Jesús por medio del Evangelio.
Hay personas que han tenido, por ejemplo,
las madres o los padres, las madres y los padres a sus hijos que los introducen
en la fe, les han engendrado en la fe; es verdad que luego el hijo tiene que
creer por sí mismo y la prueba es que a veces aunque el padre engendre en la
fe, el hijo puede terminar rechazando la fe pero toda la labor catequética de
los padres es una labor que engendra en la fe a los hijos, se ha transmitido,
les ha hecho respirar la fe, les han comunicado su experiencia, les ha
enseñado.
La labor de las catequistas, pues lo mismo,
ejercen un auténtico madrinazgo o padrinazgo, los catequistas o las catequistas
tienen un lugar pues muy especial. El sacerdote, ciertas amistades; es decir,
existen padrinazgos a distintos niveles porque también san Pablo en ese texto
da a entender que hay distintos niveles. Y además les llega a decir: “sed
imitadores míos”
Es que también necesitamos puntos de
referencia para llegar a creer; nadie llega a creer sin ningún punto de
referencia.
Por ejemplo: esto lo hemos comentado muchas
veces entre los sacerdotes, cuando un joven recibe la llamada al ministerio
sacerdotal, o sea, la vocación para poder ser sacerdote, la vocación se la da Dios,
sí, se la Dios pero el joven, cuando responde a esa llamada de Dios suele tener
cerca de él algún modelo sacerdotal con el que identificarse, dice:
“el Señor me llama de alguna manera a
ejercer el sacerdocio como esa persona”: si yo veo que hay un sacerdote celoso,
entregado, santo, cerca de mí y yo veo que tengo una vida…
Entonces la vocación me la da Dios pero hay
cerca de mí un punto de referencia para que yo entienda a qué me llama Dios;
porque si no es difícil que yo reciba una llamada de Dios si no tengo cerca de
mí ningún sacerdote que sea para mí, un modelo de qué es "ser
sacerdote".
Pongo este ejemplo pero lo mismo digo de qué
es ser cristiano, es decir, el catequista, el pedagogo, aquel que acompaña, que
hace de padrino, de madrina en la fe, tiene que ser también un punto de
referencia para poder decir como san Pablo dijo a los corintos:
“sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo”.
Esto se llama “engendrar” en la fe, ayudar
a creer y esta es la esencia de la catequesis.
En este punto cuarto del Catecismo que
estamos comentando explicábamos en la intervención anterior que se llama
“catequesis” al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer
discípulos.
Bien, es verdad que son esfuerzos compartidos,
que no lo realiza uno individualmente y por libre, sino que a veces uno es el
que siembra y otro es el que cosecha (eso es verdad).
A veces, el Señor nos da la alegría y la
satisfacción de poder tener un acompañamiento personal, con alguna persona de
manera, que uno ha podido ayudarle a acercarse y puede ser testigo; puede vivir
todo ese proceso pero muchas veces en la vida de la Iglesia No es así, y es uno
mismo el que va dando los pasos.
Quizás en la vida de los párrocos que
permanecen varios años, o de las catequistas que permanecen varios años, o de
los padres que acompañan durante varios años a sus hijos.
Si, uno puede ser testigo de cómo lo
sembrado crece y después se cosecha, pero hay tantas cosas en las que uno
aporta; pues, por ejemplo, un sacerdote aporta una predicación pero no sabe muy
bien esa predicación hasta dónde ha llegado, hasta dónde no ha llegado o un
capellán en un hospital entra a visitar un enfermo, ese enfermo está unos días
ingresado pero luego le dan de alta y las palabras que le ha dirigido al
enfermo y esa pequeña catequesis que le ha hecho en torno a la enfermedad, etc.
Él ha sembrado y luego ya no vuelve a verle.
Existen esfuerzos muy diversos en el seno
de la Iglesia y no siempre somos capaces de saber hasta dónde hemos podido
llegar o a veces un testimonio que uno ha dado en su vida, en su trabajo, él no
es consciente de lo que ha generado después.
Esto es muy importante, a mí me parece que
nos demos cuenta de que el fruto del testimonio, el freto de la catequesis nos
siempre se vea a corto plazo.
Eso los padres tienen que entenderlo porque
es que a veces uno dice “bueno y yo qué he hecho mal con este hijo” pero bueno
tiene que pasar la edad del "sarampión" y obviamente hasta que no le
pase esa tontera no va a ver el fruto de lo que sembró en él, etc.
Dice este punto:
Para
ayudar a los hombres ha creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que,
creyendo esto, tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en
esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo.
Aquí se hace como una especie de pequeño
resumen de qué es llegar a creer:
-
creer que Jesús es el Hijo de Dios,
-tener
vida en su nombre,
-educarse
e instruirse y construir el Cuerpo de Cristo.
Primero dice “creer que Jesús es el Hijo de Dios”: ese es el resumen de la fe,
el resumen de la fe no es sólo creer la existencia de Dios sino creer que ese
Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo y, por lo tanto, que Jesucristo, Jesús de
Nazaret es el Hijo de Dios hecho carne, el Hijo de Dios encarnado.
El resumen de la fe es ese: yo creo que
este Jesús no es solamente Jesús de Nazaret sino que Él es el Hijo de Dios .
Tener vida en se nombre, que es la segunda
característica del resumen o de la fe, quiere decir “vivir en Cristo”, es
decir, es un creer que no es teórico, no es abstracto sino que es seguir a una
persona, vivir en Cristo.
La catequesis no sólo pretende que uno se
aprenda unos contenidos, sino que busca, persigue que tengamos vida en Cristo,
que nuestra vida se moldee desde Jesucristo y luego sí, dice que seamos
educados, instruidos porque obviamente tenemos que conocer su doctrina, sus
palabras, sus mandamientos, etc.
Por cierto que estos días me encontré con
un joven de Guinea, que vive entre nosotros y me decía que estaba profundamente
sorprendido cómo los jóvenes españoles no conocían, ni remotamente los
fundamentos de la doctrina cristiana y me decía él (tiene 17 años) que es
impresionante porque tú les preguntas qué es el acto de contrición o qué son
los mandamientos y no saben nada; les preguntas qué es el cristianismo y te
dicen: “bueno, el cristianismo es compartir, ser buena persona” y decía “me
quedo impresionado que en España no se conoce para nada el cristianismo;
ustedes nos llevaron a nosotros la fe a Guinea y aquí no se conoce nada qué es
el cristianismo”.
Me quedé impresionado de oír a un joven
decir eso porque es verdad; también es importante educar e instruir y de esta
manera construir el Cuerpo de Cristo.
Punto
5:
"La
catequesis es una educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos,
que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada
generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la
plenitud de la vida cristiana".
Un paso más: me imagino que puede llamar la
atención eso de que se trata de educación en la fe de niños, jóvenes y adultos
porque a veces la palabra “catequesis” en nuestros contextos de vieja cristiandad,
muy equivocadamente, la hemos reservado exclusivamente para los niños y
"así nos va".
Porque la catequización no podemos darla
por concluida nunca, el que uno piense que la etapa de catequización pues es
una etapa determinada en la que uno ya la concluye, etc. Es un error gravísimo,
es un error mortal porque el crecimiento en la fe tiene que ser continuo.
Cuando uno es niño cree como niño, cuando
joven como joven, cuando adulto como adulto y si uno no va creciendo en la fe
pues le ocurre que "el traje de la Primera Comunión se le queda estrecho y
se le rompe" (permitidme la expresión), es decir, que le puede llegar a
parecer al joven de 25 años que los fundamentos que aprendió en la Primera
Comunión se le quedan pequeños para poder responder a todo lo que ha escuchado
en la Universidad, etc.
Es normal que la catequesis tiene que ir
progresando: le van a enseñar lo mismo con 6 años que con 25 años, obviamente
es lo mismo pero está explicado al nivel que él necesita en ese momento.
La catequesis católica tiene la virtud de
enseñar todo a todos, es decir, el niño de Primera Comunión recibe la doctrina
entera o debiera de recibirla y el joven de Confirmación lo mismo y el adulto
lo mismo pero cada uno lo recibe adaptado a su capacidad, es decir, más o menos
explicitado pero la Iglesia Católica explica todo a todos; lo que es un error
el decir: “bueno a los niños no les hables de estas cosas, por ejemplo del más
allá de la muerte, eso son cosas que a los niños no hay que hablárselas”.
La Iglesia Católica no coge la tijera y
quita parte del Evangelio, no, no, explica el Evangelio entero a los niños, a
los jóvenes, a los adultos y a los ancianos pero obviamente desarrolla más o
menos; explica todo a todo pero con más profusión o menos profusión.
Me parece importante insistir en que es un
error el pensar que uno puede vivir de las rentas en materias de fe porque las
rentas se terminan muy pronto: eso de “sí, yo de pequeño aprendí bien el
Catecismo y además en aquel momento nos lo enseñaron bien con preguntas y
respuestas y entonces yo también era el momento en que se rezaba mucho,
orábamos mucho, íbamos a la Iglesia, rezábamos vísperas en la Iglesia”; ya,
pero perdona que te diga “de las rentas no se puede vivir”
LA FE ES UNA AMISTAD, no es un objeto de
decoración, un trofeo que uno pone allí en la pared y dice: “Juan Carlos I le
dio el título de Bachillerato, que lo firma el jefe de estado…”.
Esto no es un título que yo lo pongo
colgado y me olvido de él; no, no es así: título de profesor, título de que fui
árbitro de balonmano y tengo ahí; eso no va a ningún lado.
Es una amistad y por tanto una amistad tiene
que vivirse, si la amistad no se vive es que la amistad se muere; es algo vivo,
no está disecado; la fe no está disecada.
Entonces el recibirla de niño, de joven, de
adulto pues es importante; algunas veces algunos oyentes de Radio María suelen
decir: “Yo no pensaba que en un momento posterior de mi vida iba a poder
recibir una catequización sobre el Catecismo de la Iglesia Católica como la que
hace Radio María”; pues claro que sí; es que Radio María una cosa que hace es
entender que el Catecismo es para todas las edades, luego vamos a explicarlo y
vamos a dirigirlo.
Luego lo primero es convencerse de esto,
convencerse de esta necesidad de continua catequización. Insistir en la
importancia de una catequesis continuada a lo largo de toda nuestra vida.
Hay un pasaje del Evangelio que es muy entrañable
cuando Jesús después de ser perdido y hallado en el templo dice que bajó con
los suyos, bajó a su casa y vivía en obediencia a María y a José y dice:
“El niño crecía en estatura, en sabiduría y
en gracia”, en estatura, en sabiduría y en gracia, en gracia ante Dios.
Yo quisiera fijarme en este detalle porque fijaos
que aquí hay tres dimensiones de la persona y obviamente no son iguales las
tres:
-en “estatura”,
físicamente crecemos pero al poco tiempo ya decrecemos (porque es así); uno
crece físicamente pero el deterioro o la cuesta abajo en el crecimiento físico
pues viene al poco tiempo; uno ya a partir de veinte o treinta años ya no
alcanza mejor plenitud física sino que ya va cuesta abajo.
-En “sabiduría”,
es decir, psicológicamente el hombre también tiene un crecimiento, quizás es
más continuado que el físico pues uno ya a sus cuarenta años o cincuenta años
puede estar también en la plenitud psíquica pero vamos que después de sesenta
años, uno va perdiendo facultades, reflejos, etc. las va perdiendo y suele
costar, por ejemplo, conseguir un trabajo después de cierta edad porque el
empresario entiende que este no tiene los reflejos y las facultades que puede
tener uno de treinta años o de cuarenta años. O sea que también hay una inflexión
en cuanto al crecimiento físico y en cuento al crecimiento psíquico.
-Y sin embargo, esto es lo que yo quisiera
mantener como tesis, en el tercer aspecto, en el crecer en “gracia” no hay inflexión: a ver, ¿en qué momento comienza la
cuesta abajo, comienza el decrecimiento espiritualmente hablando, ahí no hay
decrecimiento; en la vida espiritual tenemos que estar siempre creciendo y
cuanto más cerca de Dios, cuanto menos tempo nos queda para encontrarnos con
Dios lo lógico es que estemos más elevados en la vida espiritual.
Si tuviésemos conciencia de esto, no nos
sonaría tan raro la propuesta de que la catequesis sea continuada en nuestra
vida. Y esto que estoy diciendo, no quita, no obsta pues para que por ejemplo
pueda haber personas ancianas pues que ya no están para poder estudiar o
incluso han perdido facultades de poder leer, incluso hasta pueden tener, flaquean
en su memoria, se les olvidan las oraciones pero no por eso, fijaos bien, delante
de Dios en se vida espiritual están en decrepitud, no es así.
Acordaos de Juan Pablo II, qué lección nos
dio de que alguien que físicamente hablando y psíquicamente hablando se estaba
deteriorando a pasos agigantados, sin embargo, cómo en su testimonio de
espíritu nos enseñó, nos dio una lección ante el mundo de cómo morir, cómo
entregar la vida, cómo decir “a tus manos encomiendo mi espíritu”: nos dio la
lección de la buena muerte, es que claro enseñar a morir, poniéndonos en manos
del Padre es la lección cumbre de la vida espiritual.
O sea, incluso alguien que tenga una
enfermedad de tipo alzhéimer que pierda la conciencia, en esa actitud de “a tus
manos encomiendo mi espíritu” que debe de tener un cristiano en el momento de
la prueba, aunque luego pierda la conciencia, aunque luego parezca que es como
un vegetal pero esa actitud de “a tus manos encomiendo mi espíritu” queda como
eternizada, como prolongada a lo largo de toda la enfermedad, aunque haya
perdido la capacidad de manifestarlo.
En la vida espiritual no hay inflexión, es
en continuo crecimiento en el encuentro con Dios. Aquí deberíamos decir: “hoy
te quiero más que ayer pero menos que mañana”, estamos verdaderamente cerca del
Señor, según vamos avanzando, ese es nuestro ideal.
Bueno, por esto la Iglesia propone la
catequesis en todo tempo y lugar; nosotros a veces nos lamentamos de la
ausencia de los jóvenes de la Iglesias, de la ausencia de los jóvenes de los
procesos de tantas iniciativas y es verdad, obviamente tenemos un reto tremendo
en cuanto a la transmisión de la fe a las nuevas generaciones pero también en
alguna ocasión me habéis oído decir que si fuese a la inversa todavía sería más
grave: ¿os imagináis una Iglesia que estuviera llena de niños y de jóvenes pero
que en cuanto la gente ya se hace adulta la abandona, abandona la Iglesia?
Y dice “esto es cosa de chavales, esto es
cosa de críos como el botellón y entonces ya los adultos ya no están”; sería
más grave todavía, sería más grave porque qué es eso que cuando uno se hace
adulto y está más cerca de Dios lo abandona, madre mía, sería todavía más serio
eso. Aunque obviamente, con esto no estoy diciendo que no tengamos que
preocuparnos y mucho de la presencia de nuestros jóvenes pero lo que quiero
enfatizar es la importancia del continuo crecimiento.
Bueno, termina diciendo que
“la
Iglesia predica su catequesis de un modo orgánico y sistemático con miras a
iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana”.
Esto de “orgánico” y “sistemático” es
importante, porque la fe es un conjunto armónico y uno no debe acercarse a la
fe meramente a aprender alguna cosa que le atrae, no es una especie de
elección, de cuestiones concretas por las que me siento atraído, no, la fe es
en todo y entonces es importante el conocimiento armónico y sistemático (eso es
muy importante).
De lo contrario, hacemos de las enseñanzas
de la fe como un pequeño escaparate de aspectos que sí son reconocidos hoy en
día como, por ejemplo, yo voy a enseñar del Evangelio las páginas del Evangelio
que son más atrayentes a la mentalidad de hoy, o voy a enseñar determinados
pasajes del Catecismo que resultan políticamente correctos, que hoy en día no
van a ser cuestionados pero me voy a callar otros que hoy en día no se encajan
tan bien…
Eso es una manipulación, nosotros no somos
quienes para censurar el Catecismo, para decir esto sí, esto no, esto no sé
qué. Pues mira hoy en día hablar del tema de los ángeles pues no se lleva o sí
se lleva; oiga, perdone, el Catecismo es un todo, es un conjunto armónico y
sistemático, es orgánico; yo no puedo estar como podando o seleccionando.
No, esto es importante: no somos dueños de
la fe, somos depositarios de ella y cuando transmitimos, transmitimos con fidelidad.
Esto es un punto importante.
Y además, en segundo lugar dice “de una manera orgánica, sistemática y con
miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana”, es decir y con
miras a que vayamos en pleno crecimiento y al final de nuestra vida pues
posiblemente lleguemos a convencernos de que esas raíces, de que esa columna
vertebral, ese tronco que se nos enseñó en el Catecismo ha sido lo determinante
para nuestra existencia.
Recuerdo que hace ya bastantes años que el
famoso psiquiatra doctor Antonio Vallejo-Nájera falleció por cáncer y bueno,
era una autoridad grande en aquel momento en España y fue entrevistado en
televisión poco tempo antes de que falleciese, entonces había pocos canales
televisivos y pues prácticamente era una hora de esas en las que estaba media
España viendo la entrevista y entonces él tuvo la valentía de decir:
Tengo cáncer y me queda poco tempo de vida,
me ha dicho el médico que me quedan pocos semanas o pocos meses.
Claro, se respiraba en la entrevista una
auténtica emoción de que alguien se presentase con serenidad diciendo eso,
Usted que es una persona muy conocida en la vida social española y entonces la
entrevistadora le preguntó:
“oiga y usted que es un afamado psiquiatra,
usted que ha tenido libros suyos que son hoy libros de texto en las Universidades
Norteamericanas, usted que ha tenido una vasta cultura, que ha sido un escritor
prolífico, un hombre de letras, etc. usted en este momento último de su vida,
¿qué es lo que está leyendo?
Y él respondió ante toda España:
“Pues en este último momento de mi vida
estoy volviendo a leer el Catecismo que aprendí de pequeño, porque me he dado
cuenta que en ese tronco, en esa columna vertebral que me transmitieron, pues
en torno a ella he vivido de una manera armónica, sistemática mi sentido de la
existencia; todo ello conjugado en torno a esa columna vertebral”.
Y fue un testimonio impresionante que ese
hombre dijese “estoy volviendo a leer el Catecismo”. Yo creo que dio un testimonio
que Dios se lo habrá pagado en la vida eterna, ese testimonio que dio ante esa
España que comenzaba entonces su proceso de secularización.
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