¿CUAL CONCIENCIA MORAL?
Se dice: Cada uno tiene que actuar según
conciencia... haz lo que piensas será mejor... sigue tu conciencia...
Esto es verdad. Pero a menudo se olvida
preguntarse: ¿Cuál conciencia? ¿Cuáles características tiene que tener la
conciencia? ¿Cómo se forma la conciencia?
A ésta y a otras preguntas se propone contestar
esta ficha, en la que cuando se habla de conciencia siempre se entiende la
conciencia moral.
Partimos ante todo preguntándonos:
Partimos ante todo preguntándonos:
¿Qué es la conciencia
moral?
- Presente en el íntimo de la persona, la
conciencia es:
· “un juicio de la razón, por el que la
persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer,
está haciendo o ha hecho” (CCC, 1778). Sin el uso de la razón no existe
conciencia;
· la percepción natural de los principios
morales fundamentales, su aplicación en circunstancias particulares y el juicio
final sobre lo que se tiene que hacer (o que se ha hecho);
· ‘el núcleo más íntimo y el sagrario del
hombre’ (GS 16);
· el santuario de la persona, que decide por
las acciones del hombre.
- Ella sin embargo no es:
· un sentir inmediato, que en cambio
muchas veces es fruto o de un estado de ánimo particular o una presión externa,
por ejemplo de los medios de comunicación social o de la opinión de la mayoría
;
· ligada al instinto y tampoco al subjetivismo
relativista, que lleva a afirmar que por encima de la conciencia no puede haber
ninguna instancia superior;
· el manantial mismo de verdad y valores;
· un absoluto, puesta por encima de la verdad
y del error, del bien y del mal;
· un actuar según la propia personal
interpretación o humor y sin dar cuentas a nadie de ella.
¿Cuál es la tarea de
la conciencia?
- Ella permite:
· percibir los principios de la moralidad;
· aplicarlos a los acontecimientos y a
circunstancias de hecho a través de un discernimiento práctico de las
motivaciones y los bienes;
· cumplir el bien y evitar el mal;
· expresar el juicio sobre la calidad moral de
los actos concretos que se tienen que cumplir o que ya han sido cumplidos;
· asumir la responsabilidad de los actos
cumplidos: “Si el hombre comete el mal, el justo juicio de la conciencia puede
ser en él el testigo de la verdad universal del bien, al mismo tiempo que de la
malicia de su elección concreta. El veredicto del dictamen de conciencia
constituye una garantía de esperanza y de misericordia. Al hacer patente la
falta cometida recuerda el perdón que se ha de pedir, el bien que se ha de
practicar todavía y la virtud que se ha de cultivar sin cesar con la gracia de
Dios” (CCC, 1781).
- La conciencia por tanto tiene una triple
tarea:
· deductiva: conoce, reconoce y aplica las
normas morales a las varias situaciones y elecciones;
· imperativa: decide el comportamiento moral
de la persona, a la luz de la ley moral, de la voz interior del Espíritu, de
las enseñanzas de Cristo transmitidas de manera cierta y acreditada por parte
de los Pastores, escogidos por el propio Cristo;
· creativa: adopta estrategias, planea
soluciones, descubre matices y modalidades en hacer el bien.
- “Atestigua la autoridad de la verdad con
referencia al Bien supremo por el cual la persona humana se siente atraída y
cuyos mandamientos acoge.” (CCC, 1777).
¿Cuál es la condición
indispensable para oír la voz de la conciencia?
“Es preciso que cada uno preste mucha atención a sí
mismo para oír y seguir la voz de su conciencia. Esta exigencia de interioridad es
tanto más necesaria cuanto que la vida nos impulsa con frecuencia a prescindir
de toda reflexión, examen o interiorización” (CCC, 1779): «Retorna a tu
conciencia, interrógala... retornad, hermanos, al interior, y en todo lo que
hagáis mirad al Testigo, Dios» (Sant’Agostino, En epistulam Ioannis a
Parthos tractatus, 8, 9: PL 35, 2041).
¿Cómo debe ser la
conciencia?
Debe ser:
· verdadera;
· cierta;
· recta;
· libre;
· formada.
¿Cuándo la conciencia
es verdadera?
- Una conciencia es verdadera, cuando está
fundada en la verdad. En efecto la conciencia es acto de la razón en relación a
la verdad de las cosas.
la conciencia moral, para poder guiar rectamente la conducta humana, ante todo debe basarse en el sólido fundamento de la verdad, es decir, debe estar iluminada para reconocer el verdadero valor de las acciones y la consistencia de los criterios de valoración, de forma que sepa distinguir el bien del mal, incluso donde el ambiente social, el pluralismo cultural y los intereses superpuestos no ayuden a ello”. (Benedicto XVI, Discurso, 24-2-07).
la conciencia moral, para poder guiar rectamente la conducta humana, ante todo debe basarse en el sólido fundamento de la verdad, es decir, debe estar iluminada para reconocer el verdadero valor de las acciones y la consistencia de los criterios de valoración, de forma que sepa distinguir el bien del mal, incluso donde el ambiente social, el pluralismo cultural y los intereses superpuestos no ayuden a ello”. (Benedicto XVI, Discurso, 24-2-07).
- “Porque el hombre tiene una ley escrita por
Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la
cual será juzgado personalmente. (...) Es la conciencia la que de modo
admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y
del prójimo.” (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 16).
- Es necesario por tanto anunciar, defender y
promover que es posible por medio de la razón:
· conocer la verdad: hoy se pone en duda hasta
capacidad de la razón para percibir la verdad. Como también sucede que la
reducción de la conciencia a la certeza subjetiva lleva al mismo tiempo a la
renuncia a la verdad;
· no interpretar tal verdad como le parece y
gusta a cada uno: la conciencia es un antídoto en vez de una excusa por el
subjetivismo (según el cual lo que uno piensa es criterio y manantial de
verdad) y el relativismo (según el cual no existe la verdad, sino que hay
muchas verdades);
· reconocer el resplandor de la
verdad, su transcendencia respecto a nuestra inteligencia creada y, por
consiguiente, nuestro deber de abrirnos a ella, de acogerla no como invención
nuestra, sino como don que viene de Dios.
¿Por qué es importante
que la conciencia sea cierta?
Porque la persona tiene que actuar siempre, en
campo moral, con toda certeza y seguridad, para que sea siempre plenamente
responsable de sus acciones. La persona cuando decide, tiene que hacerlo con
una conciencia cierta, y es decir la conciencia tiene que estar segura, tiene
que emitir el propio juicio moral con seguridad, y no estar en la duda, es
decir, en el no saber qué cosa sea justa hacer. En tal caso, ella tiene que
informarse antes con personas de confianza y competentes, para disipar toda
duda y actuar en la certeza adquirida.
¿Qué significa que la
conciencia tiene que ser recta?
Significa que la conciencia “se halle de acuerdo
con lo que es justo y bueno según la razón y la ley de Dios” (Compendio,
373).
Es la misma dignidad de la persona humana que implica y exige tal rectitud.
La conciencia recta está pues determinada a seguir la verdad, sin contradicciones, sin traiciones y sin compromisos.
Es la misma dignidad de la persona humana que implica y exige tal rectitud.
La conciencia recta está pues determinada a seguir la verdad, sin contradicciones, sin traiciones y sin compromisos.
¿Puede emitir la
conciencia también un juicio erróneo?
- La conciencia no tiene siempre razón, no es
infalible: si así fuese, no existiría una única verdad, ya que muchas veces los
juicios de conciencia se contradicen, entre personas diferentes y también en
una misma persona. Existirían muchas verdades cuantas son las conciencias;
habría solamente la verdad de la persona individual, y por lo tanto muchas
verdades cuantas son las personas.
- La conciencia puede emitir un juicio
erróneo, lo que ocurre cuando su juicio se aleja de la razón y de la Ley
divina.
“La persona debe obedecer siempre al juicio cierto
de la propia conciencia, la cual, sin embargo, puede también emitir juicios
erróneos, por causas no siempre exentas de culpabilidad personal. Con todo, no
es imputable a la persona el mal cometido por ignorancia involuntaria, aunque
siga siendo objetivamente un mal. Es necesario, por tanto, esforzarse para
corregir la conciencia moral de sus errores” (Compendio, 376).
- La conciencia errónea no pierde sin embargo
su dignidad.
¿Cuándo la ignorancia
es culpable?
- «Cuando el hombre se despreocupa de buscar
la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por
el hábito del pecado» (GS 16). En tales casos la persona es culpable del
mal que comete.
- “El desconocimiento de Cristo y de su
Evangelio, los malos ejemplos recibidos de otros, la servidumbre de las
pasiones, la pretensión de una mal entendida autonomía de la conciencia, el
rechazo de la autoridad de la Iglesia y de su enseñanza, la falta de conversión
y de caridad pueden conducir a desviaciones del juicio en la conducta moral” (CCC,
1792).
¿Cuándo la ignorancia
es involuntaria, invencible, y por lo tanto no-culpable?
- Cuando la ignorancia no es imputable a la
responsabilidad de la persona. Y sin embargo, en este caso, aunque la persona
no es subjetivamente responsable del mal realizado, sin embargo el mal
realizado es siempre un mal, un desorden objetivo: por el hecho que los ciegos
no ven el sol, no se puede concluir que él no existe.
- De aquí la responsabilidad de la persona de:
· estar informada acerca de tal mal;
· corregir su conciencia moral de sus errores;
· reparar dentro de lo posible los daños
provocados por el mal realizado.
¿Es siempre
justificada la conciencia errónea?
- La conciencia errónea no puede ser
justificada si su estar en el error es debido a ignorancia culpable o bien a un
obscurecimiento de su conciencia.
· La ignorancia no puede considerarse una
solución cómoda, una ventaja: sería como decir que el no conocer sea mejor del
conocer.
· “El ya no ver las culpas, el enmudecerse de
voz de la conciencia en así numerosos ámbitos de la vida es una enfermedad
espiritual mucho más peligrosa que la culpa, que uno todavía está capaz de
reconocer como tal. Quien ya no es capaz de reconocer que matar es pecado, ha
caído más profundamente que quien puede reconocer todavía la malicia del propio
comportamiento, ya que se ha alejado principalmente de la verdad y de la
conversión” (Card. Joseph Ratzinger, Elogio de la Conciencia,Conferencia del 16 de marzo de 1991).
- En un Salmo bíblico está contenida esta
afirmación, siempre merecedora de ponderación: “¿Quién se da cuenta de sus
propios errores? ¡Líbrame de las culpas que no veo!” (Sal 19, 13).
- Puede darse pues que la culpa se encuentre
no en el acto del momento, no en el actual juicio de mi conciencia, sino que se
encuentre en otro lugar, más en profundidad: es decir en aquel descuido, en
aquel haberme cerrado a la verdad, aunque haya sido gradualmente.
¿Cuándo es libre la
conciencia?
- El hombre tiene el derecho a actuar en plena
libertad según su conciencia. Esta libertad significa que él:
· no puede ser obligado a actuar contra su
conciencia, (cfr. Rm 14, 23): “En todo lo que dice y hace, el hombre
tiene el deber de seguir lo que sabe que es justo y recto” (CCC, 1778) ;
· pero no puede tampoco ser impedido de actuar
según la propia conciencia;
· sobre todo en campo religioso.
- Existe sin embargo un límite a tal libertad.
Se tiene que seguir la misma conciencia:
· sin ir contra el bien común;
· en el respeto de aquellos valores que no son
negociables, precisamente porque corresponden a verdades objetivas, universales
e iguales para todos.
¿Cuáles normas tiene
que seguir siempre la conciencia?
"Tres son las normas más generales que debe
seguir siempre la conciencia:
1. Nunca está permitido hacer el mal para
obtener un bien.
2. La llamada Regla de oro: «Todo cuanto
queráis que os hagan los hombres, hacédlo también vosotros a ellos» (Mt 7,
12).
3. La caridad supone siempre el respeto del
prójimo y de su conciencia, aunque esto no significa aceptar como bueno lo que
objetivamente es malo. (Compendio, 375).
¿Cuándo esta una
conciencia bien formada?
- Una conciencia está bien formada, cuando es
cierta, recta y verdadera, y es decir “formula sus juicios según la razón,
conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador” (CCC, 1783).
- Cuanto más la conciencia está informada y
formada, tanto más es libre.
- La conciencia, como un manantial de agua,
puede estar también contaminada, desviada, adulterada. Pero en tal caso puede
también ser ayudada a purificarse, a hallar la vía recta, a través de una
adecuada información y formación, siempre sin embargo en el respeto de su
libertad y dignidad.
- Una conciencia bien formada se pone como un
ejercicio auténtico de sabio discernimiento, de elecciones libres y
responsables. La reducción de la conciencia a la certeza subjetiva no libera,
sino esclaviza, volviéndonos totalmente dependientes del gusto personal o de la
opinión predominante.
¿Es necesario formar
la conciencia?
Formar, educar la conciencia “es indispensable a
seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado de
preferir su juicio propio y de rechazar las enseñanzas autorizadas (.) El
hombre se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos
seguro, y la decisión difícil. Pero debe buscar siempre lo que es justo y bueno
y discernir la voluntad de Dios expresada en la ley divina.” (CCC, 1783, 1787).
La educación ayuda a la conciencia a afinarse,
aunque con gradualidad, como un instrumento de alta precisión.
La educación debe servir sobre todo a conducir la
conciencia a conocer, a abrazar y a seguir la verdad: ¡No caigamos en el error
de pensar que el quedarse lejos de la verdad, sería para el hombre mejor de la
verdad, como si el estar en las tinieblas fuese mejor que estar en la luz!
¿Cuánto dura la
educación de una conciencia?
- “La educación de la conciencia es una tarea
de toda la vida. Desde los primeros años despierta al niño al conocimiento y la
práctica de la ley interior reconocida por la conciencia moral. Una educación
prudente enseña la virtud; preserva o cura del miedo, del egoísmo y del
orgullo, de los insanos sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de
complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La educación de
la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del corazón” (CCC, 1784).
- “Hace falta reeducar al deseo del
conocimiento de la verdad auténtica, a la defensa de la misma libertad de
elección frente a los comportamientos de masa y a las lisonjas de la
propaganda, para nutrir la pasión de la belleza moral y la claridad de la conciencia.
Ésta es tarea delicada de los padres y los educadores que los apoyan; y es
tarea de la comunidad cristiana respecto a sus fieles. Por cuánto atañe a la
conciencia cristiana, su crecimiento y su nutrimento, no podemos conformarnos
con un fugaz contacto con las principales verdades de la fe durante la
infancia, sino que hace falta un camino que acompañe las varias etapas de la
vida, abriendo la mente y el corazón a acoger los fundamentales deberes sobre
los que se apoya la existencia sea del individuo domo de la comunidad” (Benedicto
xvi, Discurso, 24-2-07).
- No se olvide cuanto San Agustín ha
escrito: “Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta
que no descanse en ti” (Confesiones, I, 1).
¿Cómo se forma la
conciencia moral para que sea recta y verdadera?
- “La conciencia recta y veraz se forma con la
educación, con la asimilación de la Palabra de Dios y las enseñanzas de la
Iglesia. Se ve asistida por los dones del Espíritu Santo y ayudada con los
consejos de personas prudentes. Además, favorecen mucho la formación moral
tanto la oración como el examen de conciencia.” (Compendio, 374).
- Importante es también interpretar los datos
de la experiencia y las señales de los tiempos con la virtud de la prudencia,
ella que “es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda
circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para
realizarlo” (CCC, 1806).
- En tal modo el hombre prudente, por su
conciencia:
· oye la voz de Dios que le habla;
· percibe y reconoce los preceptos de la Ley
divina;
· aplica los principios morales a los casos
particulares sin equivocarse y supera las dudas sobre el bien que hay que
cumplir y sobre el mal que hay que evitar.
- Dejar que la fe cristiana ilumine la propia
conciencia permite:
· conocer la verdad y vivir la propia vida en
la auténtica y plena felicidad: la fe en efecto no es un peso, una carga
pesada, una realidad que da tristeza, una imposición de exigencias morales. La
misma vía que conduce a la verdad y al bien, no es una vía cómoda, sino una vía
elevada y ardua.. pero no estamos solos en esa vía: Cristo está con nosotros,
nos dona su Espíritu que es Espíritu de verdad y felicidad;
· superar el subjetivismo y el relativismo:
“No se puede identificar la conciencia del hombre con la autoconciencia del yo,
con la certeza subjetiva sobre sí y sobre el propio comportamiento moral. Esta
conciencia, de una parte puede ser un mero reflejo del entorno social y las
opiniones allí difusas. Por otra parte puede derivar de una falta de
autocrítica, de una incapacidad de escuchar las profundidades del propio
espíritu” (Card. Joseph Ratzinger, Elogio de la Conciencia,Conferencia del 16 de marzo de 1991).
- He aquí la importancia del Magisterio a este
respecto.
¿Cuál es el papel del
magisterio de la iglesia en la formación de la conciencia?
- He dicho que el juicio de la misma
conciencia debe ser iluminado por la verdad y, a tal fin, especialmente en los
problemas nuevos o que se presentan en términos completamente inéditos, el
recurso al Magisterio es de gran ayuda para la formación de una
conciencia cierta, verdadera, recta.
- El Magisterio de la Iglesia en efecto no es:
· un obstáculo sino una ayuda, dada por Cristo
a todos los hombres de buena voluntad para buscar, encontrar, acoger la verdad:
el Magisterio existe para que la conciencia moral alcance con seguridad la
verdad y permanezca en ella;
· una fuente cualquiera externa de
pensamiento moral con la que la conciencia individual tiene que estar a
contacto: este Magisterio informa la conciencia prácticamente como el alma
informa al cuerpo;
· una realidad que restringe, amenaza o hasta
niega la libertad de la conciencia personal, sino más bien una ayuda para la
iluminación de la conciencia.
- No se puede olvidar que el Magisterio de la
Iglesia, (es decir del Papa en comunión con los Obispos) ha sido querido por el
propio Cristo, el cual le ha confiado la misión de servir a la Palabra de Dios,
“enseñando solamente lo que le ha sido confiado, en tanto que por mandato
divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con
exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca
todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer” (Concilio
Vaticano II, Dei Verbum, 10).
Por tanto “los fieles, recordando la palabra de
Cristo a sus Apóstoles: «El que a vosotros escucha a mí me escucha» (Lc 10,16;
cf. LG 20), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que
sus pastores les dan de diferentes formas” (CCC, 87).
- El Magisterio trata pues de ayudar a las
conciencias a alcanzar una mediación y una aplicación más atendible de la
verdad moral: siempre es la verdad moral objetiva la que tiene la primacía y
solo ésta puede ser infaliblemente verdadera.
¿Cuál es el papel del
espíritu santo en la formación de la conciencia?
La conciencia es como un espacio habitado por el
Espíritu Santo, el cual nos libera no externamente, sino en la profundidad del
corazón, nos configura a Cristo para poder elegir y actuar como Él.
El Espíritu Santo nos ha sido donado en el Bautismo, por Dios Padre, a través de Cristo muerto y resucitado, “para que lleguemos todos a la unidad de la fe y al conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, en la medida que conviene a la plena madurez de Cristo” (Ef4,13).
El Espíritu Santo nos ha sido donado en el Bautismo, por Dios Padre, a través de Cristo muerto y resucitado, “para que lleguemos todos a la unidad de la fe y al conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, en la medida que conviene a la plena madurez de Cristo” (Ef4,13).
¿Qué es la objeción de
conciencia?
- “El ciudadano tiene obligación en conciencia
de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos
preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos
fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio. El rechazo de
la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a
las de la recta conciencia, tiene su justificación en la distinción entre el
servicio de Dios y el servicio de la comunidad política. «Dad al César lo que
es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22, 21). «Hay que obedecer a
Dios antes que a los hombres» (Hch 5, 29)” (CCC, 2242).
- Hace falta promover y sustentar una atrevida
objeción de conciencia, en cuánto cada vez más en la sociedad se van
difundiendo leyes contrarias a principios y a valores no negociables, como:
· “el respeto y la defensa de la vida humana,
desde su concepción hasta su fin natural;
· la familia fundada en el matrimonio entre
hombre y mujer;
· la libertad de educación de los hijos y la
promoción del bien común en todas sus formas” (Benedicto xvi, Sacramentum
caritatis, n. 83).
- El Estado tiene que reconocer, en su
legislación, el derecho a la objeción de conciencia, cada vez que un ciudadano
crea oportuno recurrir a él, sobre todo en campo médico-moral.
Lamentablemente existe en el contexto actual una paradoja, según la cual a menudo una sociedad ideológicamente tolerante, en el sentido contemporáneo del término, no está dispuesta en cambio a tolerar la objeción de conciencia, ya que una tal sociedad no admite que:
Lamentablemente existe en el contexto actual una paradoja, según la cual a menudo una sociedad ideológicamente tolerante, en el sentido contemporáneo del término, no está dispuesta en cambio a tolerar la objeción de conciencia, ya que una tal sociedad no admite que:
· pueda haber alguien que escape a su control
en alguna manera, a la observancia de sus leyes, o que se oponga a su
totalitarismo ideológico y social;
· puedan existir valores fundamentales que
superan las mismas leyes civiles, los que no tendrían valor absoluto y
vinculante para todos.
- La objeción de conciencia, si va acompañada
del amor de verdad a cada persona:
· es un actuar ejemplar que tiene el ánimo de
la coherencia;
· no es una fuga de las responsabilidades,
sino al contrario asumir un testimonio;
· implica una casuística muy compleja y vasta.
Basta sólo incluso pensar en la categoría de los médicos, ocupados hoy en el
amplio campo de la vida humana (aborto, eutanasia, píldoras abortivas, empleo
de los embriones en la investigación científica ...);
· es una ultima ratio (un
deber-derecho) para no verse implicado en actos que repugnan intensamente a una
persona;
· es expresión y realización del legítimo
derecho a la libertad, que cada persona tiene, en virtud del que puede y tiene
que negarse a cumplir una acción que se opone o que viola los principios
-éticos y/o religiosos- que su conciencia le dicta.
El Primicerio
de la Basílica de San Ambrosio y San Carlo en Roma
Monsignor Raffaello Martinelli
de la Basílica de San Ambrosio y San Carlo en Roma
Monsignor Raffaello Martinelli
Para profundizar el argumento, se pueden ver los
sugientes documentos pontificios:
Catecismo de la Iglesia Católica (CCC), nn.
1776-1802;
Compendio del CCC, nn. 372-376.
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