Proclamación de San Benito
como Patrono de Europa
24-10-1964
CARTA APOSTÓLICA
DEL SUMO PONTÍFICE
PABLO VI
al que se dio lectura en la Abadía de Montecassino
El Papa San Pablo VI en Montecassino |
Para recuerdo
perpetuo
Mensajero de paz,
realizador de unión, maestro de civilización y, sobre todo, heraldo de la
religión de Cristo y fundador de la vida monástica en Occidente: estos son los
justos títulos de la exaltación de San Benito Abad.
A la caída del
Imperio Romano, ya exhausto, mientras algunas regiones de Europa parecían
sumirse en las tinieblas y otras carecían aún de civilización y de valores
espirituales, fue él con constante y asiduo empeño quien hizo nacer en éste
nuestro Continente la aurora de una nueva era. Principalmente él y sus hijos
llevaron con la cruz, con el libro y el arado el progreso cristiano a las
poblaciones desparramadas desde el Mediterráneo hasta Escandinavia, desde
Irlanda hasta las llanuras de Polonia.
Con la Cruz, es
decir, con la ley de Cristo, dio consistencia y desarrollo a los ordenamientos
de la vida pública y privada. A este respecto cabe recordar que enseñó a la
humanidad la primacía del culto divino por medio del "Opus Dei", o
sea de la oración litúrgica y ritual. Y así fue como consolidó la unidad
espiritual de Europa en virtud de la cual pueblos divididos en el campo
lingüístico, étnico y cultural advirtieron que constituían el único pueblo de
Dios; unidad que, gracias al esfuerzo constante de aquellos monjes que
siguieron a tan insigne maestro, llegó a ser la característica distintiva de la
Edad Media. Todos los hombres de buena voluntad de nuestros tiempos tratan de
reconstruir esta unidad que, como afirma San Agustín, es "ejemplar y tipo
de belleza absoluta", y que por desgracia, ha sido rota en una confusión
de acontecimientos históricos.
Con el libro, o sea
con la cultura, el mismo San Benito, de quien tantos monasterios tomaron nombre
y vigor, salvó con providencial solicitud, en el momento en que el patrimonio
humanista estaba desperdigándose, la tradición clásica de los antiguos,
transmitiéndola intacta a la posteridad y restaurando el culto del saber.
Fue con el arado, en
fin, es decir, con el cultivo de los campos y con otras iniciativas análogas,
como consiguió transformar tierras desiertas y selváticas en campos
fertilísimos y en graciosos jardines; y uniendo la oración al trabajo material,
según su famoso lema "ora et labora", ennobleció y elevó el esfuerzo
humano.
Justamente, por lo
tanto, Pío XII saludó a San Benito "como Padre de Europa", ya que a
los pueblos de este Continente inspiró aquel amoroso cuidado del orden y de la
justicia como base de la verdadera vida social. El mismo Predecesor Nuestro
deseó que Dios, por los méritos de este gran Santo, secundara los esfuerzos de
cuantos tratan de hermanar a esas mismas Naciones europeas.
También Juan XXIII,
en su paternal solicitud, deseó vivamente que así fuera.
Es, por lo tanto,
natural que también Nos, a este movimiento que tiende a la consecución de la
unidad europea, demos Nuestro pleno asentimiento. Por ello hemos acogido de
buen grado los deseos de muchos Cardenales, Arzobispos, Obispos, Superiores
Generales de Órdenes Religiosas, Rectores de Universidades y de otros insignes
representantes del laicado de varias naciones europeas, de declarar a San
Benito Patrono de Europa. Y para esta solemne proclamación se Nos presenta
sumamente oportuna la fecha de hoy en que consagramos a Dios de nuevo, en honor
de la Virgen Santísima y de San Benito, el templo de MonteCassino que,
destruido en 1944 durante el terrible conflicto mundial, ha sido reconstruido
por la tenacidad de la piedad cristiana. Lo que hacemos de buen grado,
repitiendo el gesto de algunos de Nuestros Predecesores que personalmente
quisieron proceder, a lo largo de los siglos, a la dedicación de este centro de
espiritualidad monástica, hecho famoso por el sepulcro de San Benito.
Sea, pues, tan
insigne Santo el que acoja Nuestros votos y así como en otro tiempo con la luz
de la civilización cristiana logró disipar las tinieblas e irradiar el don de
la paz, así también ahora presida toda la vida europea y con su intercesión la
desarrolle y la incremente cada vez más.
Por lo tanto, a
propuesta de la Sagrada Congregación de Ritos, tras atenta consideración, en
virtud de Nuestro poder apostólico, con el presente Breve y para siempre constituimos
y proclamamos a San Benito Abad celestial Patrono principal de toda Europa, con
todos los honores y privilegios litúrgicos que de derecho corresponden a los
Protectores primarios. Y ello contra cualquier disposición en contrario.
Roma, junto a San
Pedro, con el sello del Pescador, 24 de octubre de 1964, segundo de Nuestro
Pontificado.
Pablo VI
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