Martes de la primera semana
NECESIDAD DE LA ENCARNACIÓN
Algo es necesario
para algún fin de dos modos: Primero, por necesidad absoluta, sin lo cual algo
no puede existir, como el sustento es necesario para la conservación de la vida
humana; segundo, en la medida en que por medio de tal cosa se llega mejor y más
convenientemente al fin, como el caballo es necesario para realizar un viaje.
No fue necesario por el primer modo que Dios se encarnase para la reparación de
la naturaleza humana, porque Dios por su virtud omnipotente podía reparar la
naturaleza humana de otros muchos modos. Pero por el segundo modo fue necesario
que Dios se encarnase. Por eso dice San Agustín 1 : "Demostremos, además,
que no faltó otro modo
posible a Dios,
a cuya potestad
está sometido todo igualmente, sino que no había otro modo
más conveniente de curar nuestra miseria." Esto es lo que puede
considerarse en cuanto a la promoción del hombre al bien.
1º) En cuanto a la
fe, que se certifica más por lo mismo que cree al mismo Dios que habla; por lo
que dice San Agustín 2: "Para que el hombre caminase más confiadamente
hacia la verdad, el Hijo de Dios, que es la misma Verdad, hecho hombre,
constituyó y fundó la fe."
2º) En cuanto a la
esperanza, que se afirma principalmente por esto, y así dice
San Agustín 3: "Nada
fue tan necesario
para levantar nuestra esperanza, como el demostrarnos
cuánto nos amaba Dios. ¿Qué prueba más manifiesta de esto que la de que el Hijo
de Dios se dignara formar consorcio con nuestra naturaleza?"
3º) En cuanto a la
caridad, que se excita principalmente por esto, y así es que dice San Agustín 4:
"¿Qué mayor motivo existe de la venida del Señor que el manifestar Dios su
amor en nosotros?" Y después añade: "Si nos era penoso amar, al menos
no nos duela volver a amar."
4º) En cuanto a la
rectitud de obrar, en la cual se nos mostró para ejemplo. Por lo cual dice San
Agustín 5: "No se debía haber seguido al hombre, que podía ser visto; se
debía haber seguido a Dios, que no podía ser visto. Y así para mostrar al
hombre quién fuese visto por el hombre y a quién el hombre siguiese, Dios se
hizo hombre."
5º) En cuanto a la
plena participación de la divinidad, que es la verdadera bienaventuranza del
hombre, y el fin de la vida humana, y esto nos fue dado por la humanidad de
Cristo. Pues dice San Agustín 6: "Dios se hizo hombre, para que el hombre
se hiciese Dios."
(3ª, q. I,a. II)
No solamente fue
necesario que Dios se encarnara para la promoción del hombre al bien, sino
también para la remoción del mal.
1º) El hombre se
instruye por esto para que no prefiera al diablo a sí mismo, no venere al que
es el autor del pecado. A este propósito dice San Agustín 7: "Puesto que
Dios pudo unirse a la naturaleza humana de tal modo que se hizo una sola
persona, no se atrevan, por eso, aquellos espíritus soberbios y malignos a
anteponerse al hombre, porque no tienen carne."
2º) Por esto se nos
enseña cuánta es la dignidad de la naturaleza humana, para que no la
mancillemos con el pecado. Por lo cual asegura San Agustín 8: "Dios nos ha
demostrado cuán excelso lugar ocupa la naturaleza humana entre las criaturas,
apareciendo entre los hombres como verdadero hombre." Y el papa San León
dice 9: "Reconoce, oh cristiano, tu dignidad; y hecho partícipe de la
naturaleza divina, no retornes a la antigua vileza con una mala conducta."
3º) Porque, para
destruir la presunción del hombre, se hace más estimable la gracia de Dios en
Cristo hombre, sin ningún mérito anterior de nuestra parte.
4º) Porque mediante
tanta humildad de
Dios puede reprimirse
y sanarse la soberbia del hombre, que es el mayor obstáculo que le
impide unirse a Dios.
5º) Para librar al
hombre de la servidumbre del pecado; lo cual, como dice San Agustín 10, debió
ciertamente verificarse de tal modo que el diablo fuera vencido por la justicia
del hombre Jesucristo; lo que se llevó a cabo mediante el sacrificio de Cristo
por nosotros. Un simple hombre no podía satisfacer por todo el género humano, y
Dios no debía satisfacer; por lo cual convenía que Jesucristo fuese Dios y
hombre. Por eso dice el papa San León 11: "La debilidad es tomada por la
fortaleza, la humildad por la majestad, la mortalidad por la eternidad, a fin
de que, cual convenía a nuestra curación, un solo y mismo mediador entre Dios y
los hombres pudiese morir por una parte y resucitar por otra; porque, si no
fuera verdadero Dios, no traería el remedio; y si no fuese verdadero hombre, no
daría ejemplo."
Hay otras muchas
ventajas que resultan de esto y que exceden a la aprehensión del sentido
humano, según aquello del Eclesiástico (III, 25): Muchísimas cosas te han sido
mostradas sobre el entendimiento de los hombres.
(3ª, q. I,a. II)
Notas
1 De Trinit., lib. XIII, cap. 10.
2 De civ. Dei, lib. XI, cap. 2.
3 De Trinit., lib. XIII, cap. 10.
4 De Catechiz. rudibus, cap. 4.
5 Serm.De nativitate Domini, 22 de Temp.
6 Serm. De nativ. Domini, 13 de Temp.
7 De Trinit., lib. 13, cap. 17.
8 De vera relig., cap. 16.
9 Serm. De nativit, Domini, I.
10 De Trinit., lib. XIII, cap. 13.
11 Serm. De nativ. Domini, I.
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