lunes, 16 de diciembre de 2019

Meditaciones de Adviento con textos de Santo Tomás de Aquino 16


Lunes de la tercera semana

FUE MÁS CONVENIENTE QUE LA PERSONA DEL HIJO
TOMASE LA NATURALEZA HUMANA 
QUE OTRA PERSONA DIVINA

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Dice San Juan Damasceno 1: "En el misterio de la Encarnación se manifestaron la sabiduría y el poder de Dios; la sabiduría, porque halló el secreto de pagar de un modo convenientísimo la deuda muy difícil; el poder, porque al vencido hizo nuevamente vencedor." Y como el poder y la sabiduría se atribuyen al Hijo según aquello (1 Cor 1, 24): Predicamos a Cristo, virtud de Dios y sabiduría de Dios, síguese que fue conveniente que se encarnara la persona del Hijo.

Muéstrase que esto fue muy conveniente:

1º) Por parte de la unión. Porque se unen convenientemente las cosas que son semejantes; y de un modo se observa cierta común semejanza entre la persona del Hijo, que es el Verbo de Dios, y todas las criaturas; porque el verbo, del artista, esto es, su concepto, es la semejanza ejemplar de todas sus obras. Y el Verbo de Dios, que es su concepto eterno, es la semejanza ejemplar de toda criatura. Por tanto, así como por la participación de esta semejanza han sido creadas las criaturas en sus especies propias, aunque mudables, del mismo modo, por la unión del Verbo a la criatura, no participada sino personal, fue conveniente reparar a la criatura en orden a la perfección   eterna   e   inmutable; porque   el   artista   repara   su   obra, si   se deteriora, por la misma forma artística que concibió al crearla.


También se prueba la semejanza especial de la unión con la naturaleza humana, porque el Verbo es el concepto de la eterna Sabiduría, de la cual se deriva toda la sabiduría humana; de ahí que el progreso del hombre en la sabiduría, que es su perfección propia en cuanto racional, se mide por su participación en el Verbo de Dios, como el discípulo se instruye en la medida en que recibe la palabra del maestro. Por eso se lee en el Eclesiástico (1, 5):  La fuente de la sabiduría es el Verbo de Dios en las alturas. Así, pues, fue conveniente, para la perfección consumada del hombre, que el Verbo de Dios se uniese personalmente a la naturaleza humana.

2º) La razón de esta conveniencia puede tomarse del fin de la unión hipostática, que es la salvación de los que han sido predestinados a la herencia celestial, la cual pertenece únicamente a los hijos, según aquello de la epístola a los Romanos (8, 17): Y si hijos, también herederos. Por lo cual fue conveniente que por aquel que es Hijo natural comunicase a los hombres una imagen de su filiación por la adopción divina, como dice el apóstol: Porque los que conoció en su presciencia, a éstos también predestinó para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo (8, 29).

3º) Puede también sacarse otra razón de conveniencia por parte del pecado del primer hombre, al cual venía a remediar la encarnación. El primer hombre había pecado al ambicionar la ciencia, como lo prueban las palabras de la serpiente, al prometer al hombre la ciencia del bien y del mal. Fue, por ello, conveniente que fuese conducido a Dios por el Verbo de la verdadera sabiduría el que de Él se había apartado por el apetito desordenado de la ciencia.

(3ª part., q. III, a VIII)

Nota
1.    Orth. fid., lib. III, cap. I.


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