Viernes de la primera semana
CONVENIENCIA DE LA REPARACIÓN
DE LA NATURALEZA HUMANA
POR EL VERBO
Conviene advertir
que todo ser inteligente obra por una idea de su entendimiento que llamamos
verbo. Así, un arquitecto o un artista cualquiera que realiza una obra, la hace
conforme a la forma que concibió en su mente. Si, pues, el Hijo de Dios es el
mismo Verbo de Dios, síguese que Dios lo ha hecho todo por medio del Hijo.
I. Todas las cosas
se hacen y se reparan por la misma idea. Pues si una casa se derrumba se la
repara según el plan con que fue construida en un principio.
Entre los seres que
Dios ha creado por su Verbo, ocupa el primer lugar la criatura racional,
mientras que todas las demás criaturas están al servicio de ésta y aparecen como
creadas para él. Esto es muy legítimo, porque la criatura racional tiene el
dominio de sus actos por el libre albedrío, mientras que las demás criaturas no
obran por libre dictamen. En todas partes lo que es libre, impera sobre lo que
es esclavo y los esclavos están para servir a los hombres libres y son
gobernados por los hombres libres. Luego la caída de la criatura racional debe
juzgarse mucho más grave que la defección de la criatura irracional. Es, por
tanto, conveniente que la sabiduría divina repare principalmente la caída de la
criatura racional más que si se arruinase el cielo o cualquier otro accidente
que se realizase en las cosas corpóreas.
II. Hablo de la
caída de la criatura racional no en cuanto ésta se aparta de su ser mismo, sino
en cuanto se aparta de la rectitud de la voluntad. Pues la caída o defección de
un ser debe considerarse principalmente según el principio de operación; así
decimos que el artista yerra, si falla en su arte; y decimos que una cosa falla
y se arruina, si se corrompe la capacidad natural por que obra; es el caso de
una planta que pierde su capacidad germinativa, o el caso de la tierra que
pierde su fuerza productiva, Ahora bien, la criatura racional obra por la
voluntad en la cual reside el libre albedrío. Luego la caída de la criatura
racional consiste en un defecto de rectitud en su voluntad, lo cual se verifica cuando peca.
Así, pues, conviene principalmente a Dios remover el defecto del pecado,
que no es otra cosa que una perversión de la voluntad, y verificar dicha
remoción por su Verbo, por el cual crió todas las cosas.
El pecado de los
ángeles no pudo tener remedio; porque, en la inmutabilidad de su naturaleza,
les es imposible arrepentirse y apartarse de aquello que una vez han elegido.
Los hombres, en cambio, poseen una voluntad mudable, según la condición de su
naturaleza, de tal modo que no sólo pueden elegir entre cosas diversas, sino
que, después de haber elegido una cosa, pueden arrepentirse y volver a otra.
Siendo, pues,
reparable la naturaleza, correspondió a la bondad de Dios repararla, una vez
caída, por medio de su Hijo.
(Contra Saracenos,
cap. V)
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