miércoles, 18 de diciembre de 2019

Meditaciones de Adviento con textos de Santo Tomás de Aquino 18


Miércoles de la tercera semana

EL DON DEL HIJO DE DIOS EN LA ENCARNACIÓN

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En esto se demostró la caridad de Dios hacia nosotros, en que Dios envió al mundo a su Hijo unigénito; para que vivamos por él (1, Jn 4, 9).

En esto, como en signo cierto, se demostró la caridad de Dios en nosotros, esto es, se demostró para con nosotros; en que... envió a su Hijo, no a un siervo. San Gregorio dice: "¿Por ventura no es inefable amor de caridad que Dios, para redimir al siervo, haya entregado al Hijo, al suyo, consubstancial a Él propio, su Hijo por naturaleza y no adoptivo?"

Unigénito y no uno entre muchos, le envió Dios Padre, es decir: Él, tan grande, a los que somos tan pequeños; al mundo, para salvar al mundo; para que vivamos, nosotros que estábamos muertos, resucitados por él. Así se lee en la epístola a los de Éfeso: Por la extremada caridad con que nos amó, aun cuando estábamos muertos por los pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (Ef 2, 4-5).


Cuatro razones hay por las cuales el don debe ser grato y bien recibido.

1ª) Por parte del donante; cuando el que da, da con gran amor dilección. Por lo cual a veces más se estima el afecto del dador que lo da. Ciertamente esta dádiva nos fue dada por la máxima dilección o caridad del Padre. Éste es el motivo expresado en el texto: En esto se demostró la caridad de Dios.

2ª) Por parte del don, o sea, de Aquel que es enviado; porque cuando el don es grande y precioso, tanto mejor debe ser recibido y agradar. Ciertamente, el don que se nos hizo fue el máximo, como se indica en las palabras: a su Hijo unigénito.

3ª) Por parte del que recibe el don, cuando aquél a quien se otorga esta muy necesitado de él. Ciertamente necesitábamos mucho tal don, el cual había de resucitarnos, porque estábamos muertos; lo cual se expresa, cuando se dice que vivamos por él.

4ª) Por parte de la persona encargada de transmitir el don. Porque alguna vez el don adquiere valor especial de la gracia personal del mensajero; como nos agrada recibir un don de manos de una hermosa joven. Y así debe sernos grato recibir el don de Dios por medio de la Virgen inmaculada y llena de gracia; lo cual dejan entender aquellas palabras: Dios envió a. su Hijo, pues consta que lo envió por medio de la Virgen, como dice el Apóstol: Envió Dios u su Hijo, hecho de una mujer (Gal 4, 4).

(In Iam Joan., IV)

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