domingo, 8 de diciembre de 2019

Meditaciones de Adviento con textos de Santo Tomás de Aquino 8


Segundo domingo de Adviento

LA PENITENCIA

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Haced penitencia porque se ha acerca el reino de los cielos (Mt 3, 2).

I. Haced penitencia. San Juan Bautista anuncia con esto una nueva vida, como dice San Agustín: "Quien es deudo de su voluntad, no puede incoar una nueva vida, si no se arrepiente de la vida pasada."

Por eso San Juan invita primero a la penitencia, y luego anuncia la salvación: se ha acercado el reino de los cielos, haced penitencia porque por ella se alcanza el perdón de los pecados.

Y San Juan Crisóstomo dice: "Naciendo el Hijo de Dios, hace Dios una predicación al mundo."


Debe advertirse que una cosa es hacer penitencia y otra arrepentirse. Se arrepiente el que llora los pecados y se aplica a no cometer lo que es digno de llanto. Todo el sentido y fuerza de la palabra arrepentirse es el propósito firme de la voluntad. Arrepentirse quiere decir: no cornete lo que es digno de llanto, está resuelto a no cometer pecados; pues esto es esencial al arrepentimiento. Mas "hacer penitencia" es satisfacer por los pecados, como dice el Evangelio (Lc 3, 8):  Haced, pues, frutos dignos de penitencia. Aquí se trata de la penitencia después del bautismo. Por lo que dice San Pedro (Hech 2,38):  Arrepentíos,   en   el   sentido   de   una   preparación   para   conseguir   la salvación.

II. Se ha acercado. Nunca en la Escritura del Antiguo Testamento se encuentra una promesa del reino de los cielos. San Juan Bautista es el primero que lo anuncia, como corresponde a su dignidad.

El reino de los ciclos se entiende de cuatro maneras:

1º) Algunas veces se entiende de la presencia de Cristo en nosotros por la gracia: El reino de Dios está dentro de vosotros (Lc 17, 21). Se dice reino de los cielos, porque el estado de gracia es en nosotros el camino del reino celestial.

2º) Otras veces significa la Sagrada Escritura. En este sentido dice San Mateo (21, 43): Quitado os será el reino de Dios, es decir, la Sagrada Escritura. Y se llama reino porque es la ley que conduce al reino.

3º) A veces se aplica también a la Iglesia militante: El reino de los cielos es semejante a una red que, echada en el mar, allega todo género de peces (Mt 13, 47). Y se llama reina de los cielos, porque está constituida al modo de la Iglesia celestial.

4º) Llámase, por último, reino de los cielos la corte celestial: Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, y se asentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos (Mt 8, 11).

Antes de San Juan sólo se hacía mención del reino de los Jebuseos (Ex 3, 8.17), pero ahora se promete a su Iglesia el reino de los cielos.
(In Matth., III)


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