Santiago
Apóstol
su
significación en la cultura hispánica
Por
Andrea Greco de Álvarez
Cristo tuvo por predilectos a:
Simón, Santiago y Juan. Ellos fueron los elegidos para presenciar los momentos
más solemnes: para verle transfigurado en el Tabor; para presenciar la
resurrección de la hija de Jairo; para acompañarlo en los momentos previos a la
Pasión en el Huerto de los Olivos. Sólo ellos tres recibieron de Cristo
sobrenombres especiales: a Simón, lo llamó Pedro; a Santiago y Juan, Boanerges
o sea “los hijos del trueno”.
Predicación de Santiago el
Mayor en España
Después de la pasión y muerte
de Nuestro Señor Jesucristo, Santiago hospedó en su casa a la Santísima Virgen,
encomendada por Cristo desde la Cruz, al cuidado de su hermano San Juan.
Dice el P. Zacarías de Vizcarra
que sin duda alguna la Virgen Santísima tuvo una influencia muy importante en
la resolución tomada por Santiago de dirigirse a predicar la fe al último
límite del mundo entonces conocido que era España, alejándose de Palestina
antes que ningún otro Apóstol, como si presintiera que su muerte estaba
cercana.
Según la tradición, Santiago
llegó a las playas de España a enseñar la nueva fe cristiana1. Los habitantes del lugar lo
recibieron con tanta dureza de corazón que el apóstol no lograba frutos.
Afligido y descorazonado por este motivo, recibió la visita de la Madre de
Cristo que vivía aún en casa de su hermano Juan en Jerusalén, sobre un pilar de
jaspe que lo alentaba a continuar sin desfallecer. Parece que la Santísima
Virgen también hubiera querido ser misionera de los españoles confirmando su fe
con su milagrosa presencia. La Virgen María como prenda de amor y como símbolo
de la firmeza que habría de tener la Iglesia fundada en España por Santiago le
dejó aquel pilar sobre el cual se había aparecido que se venera desde entonces
en Zaragoza.
Dicha advocación es la que
conocemos como la Virgen del Pilar, patrona de España. La única aparición de la
Virgen cuando aún no había sido asunta al cielo. Esta aparición renovó las
fuerzas del apóstol y empezó a recoger los anhelados frutos.
En el año 42 Santiago regresa a
Tierra Santa. Gobernaba por entonces Herodes Agripa, nieto de Herodes el que
ordena la matanza de los santos inocentes. Herodes para hacerse simpático a los
judíos a cuya raza no pertenecía, frecuentaba el templo y simulaba un celo
extremado por la ley de Moisés. Santiago, indignado ante la hipocresía de
Herodes, predicó sobre Jesucristo abiertamente. El gobernador, deseoso de
complacer a los judíos, se determinó a dar un gran golpe a los cristianos
ordenando la muerte de Santiago. Dice la Sagrada Escritura que lo mató a espada
(Hech. 12, 2). Se conocía que este era el apóstol más ardientemente promotor de
la predicación a los gentiles. Santiago acaba de llegar de España, acompañado
de varios discípulos españoles. Estos después de su martirio, volvieron a
España con el cadáver del apóstol y lo sepultaron en el sitio que actualmente
se encuentra bajo el altar mayor de la basílica de Compostela donde hasta hoy
es venerado.
Las misiones cumplidas por la
Iglesia de Santiago para exaltación y gloria de la Cristiandad han sido:
·
la lucha contra el paganismo
del Mundo Antiguo (el gran Obispo de Córdoba, Osio en Grande, preparó la
conversión de Constantino);
·
la lucha contra el Arrianismo
(también en la persona de Osio organizador del Concilio de Nicea paladín junto
con San Atanasio de la fe ortodoxa);
·
la lucha contra el Islam (siete
siglos y medio los hijos de Santiago lucharon contra los muslines);
·
la lucha contra el
particularismo feudal en pro del universalismo católico (dos tumbas en los dos
extremos del mundo cristiano generaron las peregrinaciones de los cristianos,
las órdenes caballerescas para proteger a los peregrinos, la idea de unidad de
la Cristiandad: la de Jesucristo en Jerusalén, la de Santiago en Compostela,
toda Europa atravesada por los caminos de Santiago);
·
la lucha contra los albigenses
(por medio de la predicación de Don Diego, Obispo de Osma; de Santo Domingo de
Guzmán de la Orden de predicadores y dela acción hábil y diplomática de la
Reina Regente Doña Blanca de Castilla, madre de San Luis);
·
la conversión del Nuevo Mundo
(misión encomendada por la Providencia a la Iglesia de Santiago. La
Providencia, que no deja nada al azar hizo que en la misma fecha de la fiesta
del Pilar el 12 de octubre, fuera la fecha en que Colón llegara al Nuevo
Mundo);
·
la lucha contra el
protestantismo (España se opuso tenazmente a la difusión del protestantismo
bajo los reinados de Carlos V y Felipe II)
LAS DOS FORMAS DE REPRESENTAR
AL APÓSTOL SANTIAGO
Dos son las principales formas
de representar a Santiago Apóstol: la figura del peregrino que corresponde a su
espíritu de vanguardia que lo lleva a ser el primero en abandonar la Tierra
Santa para ir a predicar a los gentiles, y la del matamoros que corresponde a
ese espíritu caballeresco.
Esta segunda representación del Santo es la que proviene de la
tradición de la Guerra de la Reconquista. Los musulmanes habían invadido casi
toda España, entonces los españoles se levantaron en armas para recuperar, reconquistar
su territorio. Casi 800 años duró esta guerra que concluyeron los Reyes
Católicos con la toma de Granada, el mismo día que recibieron a Colón que pedía
apoyo para su expedición. La importancia de esta guerra para el espíritu
nacional fue enorme. Luchaban por algo justo: estaban defendiendo su patria y
su religión. Tanto que cuando lograron terminar esa guerra tan larga, se
encontraron que estaban todos mucho más unidos y que su Fe era cada vez más
fuerte, tanto habían tenido que sufrir por defender su tierra y su Fe, que,
como era lógico, el amor por su patria y por la fe cristiana había crecido y se
había fortalecido. En este marco es que, en la batalla de Clavijo (844) en que
la guerra no era favorable a los cristianos, estos acudieron con sus oraciones
a Santiago Apóstol y el Santo los ayudó a lograr la victoria. De allí proviene
esta segunda forma de representación del Patrón Santiago.
Ambas formas aparecen en el Códex Calixtinus (s. XII) donde
podemos ver al peregrino predicador tanto como al caballero ecuestre.
SANTIAGO, PADRE DE LA IGLESIA
EN ESPAÑA Y AMÉRICA
Santiago Apóstol es el Padre y
Fundador de la Iglesia de España y de la que se extendió por todo el Nuevo
Mundo, por corresponder a su herencia espiritual las frondosas ramas del árbol
plantado por el apóstol en la Península Ibérica.
Santiago es el Padre en la fe
de la Iglesia ibérica por eso América es una parte integrante de la gran rama
de la Iglesia Católica que es la Iglesia Jacobea (hija de la predicación de
Santiago) extendida por todo el hemisferio occidental.
Santiago predicó la fe en
España y luego de su temprana muerte, continuó creciendo la semilla que él
había plantado allí y él continuó asistiendo e inspirando a sus sucesores en
cada época de la historia, adoptando para ello los medios que reclamaban las
circunstancias.
Los cronistas de América dan cuenta con pruebas patentes de la
devoción que profesaban hacia el Apóstol Santiago los pobladores del nuevo
mundo, tanto los blancos como los indígenas. Consta en esas historias la
solemnidad, pompa y regocijos populares con los que se celebraba su fiesta en
América.
El P. Zacarías Vizcarra nos
dice que hoy nos queda como prueba de la amplitud y arraigo de esta devoción la
larga lista de poblaciones, ríos y montes que llevan su nombre. El sacerdote
español menciona, en un rápido repaso, más de 150 lugares entre los que figuran
los nombres de ciudades tan conocidas e importantes como Santiago de Chile,
Santiago de Cuba, Santiago del Estero, Santiago de Caracas…
En el caso de la Argentina no es un dato menor que sea Santiago
del Estero, la ciudad fundacional y Madre de Ciudades en este territorio, desde
la cual salieron las expediciones fundadoras del resto de las ciudades de este
territorio.
CUALIDADES CARACTERÍSTICAS DEL
APÓSTOL
Santiago es el modelo especial
que nos ha dado a nosotros Jesucristo al destinarlo en su Providencia para
Padre de nuestras Iglesias. Sus virtudes y sus defectos deben ser para nosotros
lecciones provechosas para nuestro carácter peculiar, como dice Zacarías de
Vizcarra. Sus principales defectos (antes de su santificación): la ambición, la
desunión y el apasionamiento, son defectos frecuentes entre nosotros a los que
deberíamos oponer las virtudes que llevaron a Santiago a recibir la palma del
martirio.
Sus virtudes especiales son la esperanza y la fortaleza, el
espíritu varonil (de vanguardia y caballeresco) y su espíritu mariano.
SANTIAGO Y MENDOZA (Argentina)
Cuando Pedro del
Castillo funda Mendoza en 1561 nombra como Patrono a San Pedro. Un año después,
en 1562, Don Juan Jufré ordenó el traslado de la ciudad (unos pocos metros
apenas) a la que cambió el nombre por el de Ciudad de la Resurrección y el
Santo Patrono por Santiago Apóstol.
Don Juan Jufré
evidentemente pretendió quedar como fundador de la ciudad (razón por la cual le
cambió el nombre y el patrono) si no sólo hubiera trasladado la ciudad. Sin
embargo no le fue bien pues el nuevo nombre de la ciudad no prosperó y todos
siguieron llamando a la reciente ciudad con su primer nombre: Mendoza. Pero
como Dios escribe derecho en los torcidos renglones humanos, quiso sí que el
Santo Patrono fuera Santiago Apóstol que veneramos hasta hoy.
La fiesta del Santo patrono se
celebra el 25 de julio y por ello la importancia que tiene en Mendoza.
Orgullo como mendocinos debemos sentir por tan gran patrono. A él
debemos encomendar nuestras obras y nuestras empresas como hicieron los
mendocinos que fundaron en estas tierras una comunidad que es el origen la
ciudad de Mendoza y la provincia toda.
COLOFÓN
Escribe Zacarías de Vizcarra:
“Terminemos estas notas sobre nuestro Apóstol, deseando que vuelva a resonar en
los caminos de la Cristiandad, y sobre todo en las naciones que reconocen la
paternidad espiritual de Santiago, el alegre y alentador estribillo de los
peregrinos jacobeos: “¡Ultra! ¡Eia!” (¡Adelante! ¡Ea!)”
También podríamos concluir con aquella frase que gritaban los
ejércitos españoles: “Santiago y cierra España!” que implica invocar al apóstol
y acometer.
Si anidamos en nuestros
corazones la esperanza y la fortaleza de los hijos del Zebedeo podremos decir
con la misma resolución que ellos ante la pregunta de Cristo acerca de estar
dispuestos a beber el cáliz: “¡Possumus!” (Mt. 20, 22).
Andrea Greco de Álvarez
(En Adelante la Fe)
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