Misas de la Virgen
XXXV (Tiempo Ordinario XVII):
"La Virgen
María, Amparo de la fe"
MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO
La
Santísima Virgen es la mujer insigne por su fe, la discípula que en cierto modo
recopila en su persona y reverbera los elementos principales de la enseñanza
cristiana (cf. LO 65), Madre que sostiene y protege la fe de sus hijos.
Mujer
insigne por su fe: Isabel, la madre del Precursor, la proclamó dichosa porque
había creído en el mensaje divino (cf. Lc 1, 45); por la fe concibió al Hijo de
Dios; apoyada en la fe siguió a Jesús y soportó su Muerte junto a la Cruz;
movida por la fe creyó que Él resucitaría y esperó la venida de la Promesa del
Padre.
Discípula
que recopila en sí los dogmas de la fe: la Santísima Virgen, «habiendo entrado
íntimamente en la historia de la salvación, en cierta manera une y refleja en
sí las más grandes exigencias de la fe», como enseña el Concilio Vaticano II
(LG 65); su Concepción Inmaculada demuestra la libertad y munificencia de Dios
al elegir los instrumentos de salvación y de gracia ; su consentimiento en
la obra de la Encarnación salvadora manifiesta el sentido y la eficacia de la
cooperación del hombre en el designio divino de salvación; su parto virginal
hace patente que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre; su vida santa y
su condición -ya que fue virgen, esposa, madre- esbozan los rasgos de la
Iglesia; su Asunción al cielo es figura anticipada de la gloria futura del
hombre.
Madre
que sostiene la fe de sus hijos: Santa María, que reina gloriosa en el Cielo,
actúa misteriosamente en la Tierra, mostrando a sus hijos el camino de la
verdad. Por esto, ha sucedido muchas veces que aquellos fieles que nunca han
dejado de amar y dar culto a la Madre de Cristo, a pesar de encontrarse
privados de todo auxilio espiritual, han conservado íntegra la fe.
Por
esto, la gloriosa Madre de Dios, que destruye las herejías, que conculca la
fuerza del error, que desenmascara la falacia de los ídolos (cf. Himno Akathistos,
vv. 111-112: ed. O. O. Meersseman, Der Hymnos Akathistos im Abendland,
vol. 1, Universitätsverlag, Friburgo [Suiza], 1958, p. 114), ya desde
tiempos antiguos ha sido invocada por el pueblo cristiano como «amparo de
nuestra fe» (Prefacio).
Esta
Misa, en la que pedimos ser «firmes en la fe» (Oración sobre las ofrendas),
«fortaleza en la fe» (Oración colecta) y «vivir según el camino de la fe en la
tierra» (Oración después de la comunión), reproduce en gran parte el formulario
que lleva por título «Nuestra Señora del Pilar» (cf. Misal Romano reformado por
mandato del Concilio Vaticano II ... Edición típica aprobada por la Conferencia
episcopal española, Coeditores Litúrgicos, Madrid 1978, pp. 659-660).
Antífona de entrada Cf. Sb 18, 3; Ex 13, 21-22
Tú, Virgen María, eres como la columna luminosa que de día y de noche
guiaba al pueblo en el desierto, para enseñarle el camino.
O
bien:
Gloriosa Madre de Cristo, tú has creído que el Hijo, a quien concebiste
creyendo, muerto por nosotros, había de resucitar. ¡Oh, piadosa!, tú eres para
la Iglesia, fortaleza de la fe.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has
concedido un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su
intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el
amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Primera lectura
Has
aniquilado a los enemigos de tu pueblo
Lectura del libro de Judit 13, 14. 17-20
En aquellos días, Judit dijo al pueblo gritando:
-«¡Alabad a Dios, alabadlo! Alabad a Dios, que no ha retirado su
misericordia de la casa de Israel; que por mi mano ha dado muerte al enemigo
esta misma noche.»
Todos se quedaron asombrados y, postrándose en adoración a Dios, dijeron
a una voz:
-«Bendito eres, Dios nuestro, que has aniquilado hoy a los enemigos de
tu pueblo.»
Y Ozías dijo a Judit:
-«Que el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la
tierra. Bendito el Señor, creador del cielo y tierra, que enderezó tu golpe
contra la cabeza del general enemigo. Los que recuerden esta hazaña de Dios
jamás perderán la confianza que tú inspiras. Que el Señor te engrandezca
siempre y te dé prosperidad, porque no dudaste en exponer tu vida, ante la
humillación de nuestra raza, sino que vengaste nuestra ruina, procediendo con
rectitud en presencia de nuestro Dios.»
Todos aclamaron:
-«¡Así sea, así sea!»
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial Sal 26, 1.3.4.5
R. Tú eres mi
auxilio, Dios de mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación;
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida;
¿quién me hará temblar? R.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo. R.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.
Aleluya
Afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca un cántico nuevo.
Evangelio
Dichoso
el vientre que te llevó
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas, una mujer de entre
el gentío levantó la voz diciendo:
— ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él
repuso:
— Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste brillar sobre nosotros la luz de
la fe, haz que los dones que ahora te presentamos y las súplicas que te
dirigimos nos consigan, por intercesión de la santa Madre del Redentor,
permanecer firmes en la fe y generosos en el amor. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio
Santa María, esperanza de los fieles y amparo de la
fe
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por todas las grandes maravillas de amor y de
gracia
que has realizado misericordiosamente
en la Virgen, Madre de tu Hijo.
Ella, concebida sin pecado,
no fue contaminada por la corrupción del sepulcro;
pues, siendo intacta en su virginidad,
fue constituida tálamo precioso
del cual salió Cristo,
luz de las gentes y esposo de la Iglesia:
gloriosa en su Descendencia,
es esperanza de los fieles
y amparo de nuestra fe.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo,
así nosotros en la tierra te aclamamos,
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Lc 1, 48
Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Oración después de la comunión
Oh, Dios, que de modo maravilloso multiplicas tu presencia en medio de
nosotros, al darte gracias por este sacramento con que nos has alimentado, te
rogamos nos concedas, por intercesión de santa María Virgen, vivir según el
camino de la fe en la Tierra y llegar a contemplarte eternamente en el Cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción
La fe dos veces milenaria de los apóstoles, que recoge lo más puro de la
tradición judía en la cual hunde sus raíces, nos ha convocado en este lugar
sagrado para revivir sacramentalmente el Sacrificio de Cristo en la Cruz. Una
fe que ha sido tantas veces contestada y hasta combatida por los intereses de
los no creyentes y también de los que creen, se confiesen o no
cristianos.
La Santísima Virgen juega un papel único en la defensa y preservación de
esta fe. Gracias a María, Virgo fidelis, Cofre precioso de Dios, la
fe de la Iglesia, "que nos gloriamos de profesar" , se mantiene
pura e incontaminada a lo largo de los siglos, y en toda la extensión de la
Tierra. Por eso, la Santísima Virgen es llamada "Amparo" de los
creyentes. En su cálido regazo se congregan todos aquellos que quieren
alimentarse con la leche materna de las verdades del Evangelio, antídoto contra
los venenos de las diferentes ideologías.
Lecturas
Como María recibamos con docilidad la Palabra de Dios para que con la
ayuda de la gracia la podamos poner en práctica.
Oración de los fieles
R. Señor, atiende
nuestra súplica
-Para que como Iglesia, no temamos los ardides del Maligno, que intenta
inocular ideologías dañinas en nuestra fe. R.
-Para que confiemos en que, bajo el amparo de la Madre Celestial, y en
comunión de fe y amor con el Papa y los obispos, el odio y la división no
tendrán lugar entre nosotros. R.
-Para que nuestra súplica a María en favor de los que se han apartado de
la fe, esté siempre acompañada de un testimonio coherente. R.
-Para que el amor de María, infinito e incondicional por ser Madre,
conmueva los corazones de los pecadores más obstinados y los de aquellos
hermanos que explícita o implícitamente han "bebido" de otras
confesiones religiosas, cierta antipatía hacia la Santísima Virgen. R.
-Para que se acreciente nuestra oración a María por la glorificación de
las Almas del Purgatorio, de las que ella es patrona en su advocación de
"Nuestra Señora del Carmen". R.
Ofertorio
Mientras permanezcamos en la Tierra, al amparo de María, seguiremos
trabajando la tierra para que produzca estos frutos de pan y vino, sin los
cuales, no podría haber Eucaristía. Cantamos…
Comunión
Alimentémonos de Cristo, el Dios hecho Pan. Que María custodie en
nosotros el don de la fe y nos conceda un corazón puro y humilde para que la
gracia de este Sacramento pueda obrar plenamente en nosotros. Cantamos…
Despedida
Los que caminamos al amparo de María, no debemos tener miedo de ser ante
un mundo hostil, testigos del amor providente de Dios. Cantamos…
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