Misas de la Virgen
XXVIII (Tiempo Ordinario X):
"El Inmaculado
Corazón de la Virgen María"
MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO
El
sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés la liturgia
romana celebra, con formulario propio, la memoria del Inmaculado Corazón de la Virgen
María. En los Propios de las Iglesias particulares y de los Institutos religiosos
se hallan varias misas en memoria del Corazón de la Santísima Virgen, cada una
de las cuales conmemora diversos aspectos de este Corazón. El formulario que
aquí se propone proviene, en gran parte, del Proprium de la
Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la Santísima
Virgen (cf. Annales Congregationis 52 [1976], pp. 363-365).
La
expresión «Corazón de la Virgen» se ha de interpretar en sentido bíblico:
designa la persona misma de Santa María Virgen; su «ser» íntimo y único; el centro
y la fuente de su vida interior: del entendimiento, de la memoria, de la
voluntad y del amor; la actitud indivisa con que amó a Dios y a los hermanos y
se entregó intensamente a la obra de salvación del Hijo.
El
formulario celebra la Misericordia de Dios, que, habiendo ofrecido a la Iglesia
el Corazón de nuestro Señor Jesucristo como testimonio de su caridad, le ha
dado también como objeto de contemplación el Corazón de Santa María Virgen,
modelo del «nuevo corazón» del hombre de la «Nueva Alianza».
El
Corazón de la Santísima Virgen, que, llena de fe y de amor, recibió al Verbo de
Dios, es llamado en primer lugar «mansión del Verbo» (cf. Oración colecta), y
también «santuario del Espíritu Santo» (Oración colecta, cf. LO 53) por la
inhabitación continua en él del Espíritu Divino. Recibe los calificativos de
"inmaculado" (Oración colecta), es decir, inmune de la mancha del
pecado; "sabio" (Prefacio), porque la Santísima Virgen, comparando
las profecías con los hechos, conservaba en él el recuerdo de las palabras y de
las cosas relacionadas con el misterio de salvación (cf. Lc 2, 19. 51);
"dócil" (Prefacio, cf. IR 3, 9), porque se sometió a los preceptos
del Señor (cf. Lc 1, 48); "nuevo" (Prefacio), según la profecía de
Ezequiel (cf. Ez 18, 31; 36,26), revestido de la novedad de la gracia merecida
por Cristo (cf. Ef 4, 23-24); "humilde" (Prefacio), a imitación del
Corazón de Cristo, que nos advierte: «Aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón» (Mt 11,29); "sencillo" (Prefacio), esto es, libre de toda
duplicidad e impregnado todo él del Espíritu de la verdad; "limpio"
(Prefacio), o sea, capaz de ver a Dios, según la bienaventuranza del Señor (cf.
Mt 5, 8); "firme" (Prefacio) en la aceptación de la voluntad de Dios,
cuando, según la profecía de Simeón (cf. Lc 2, 35), se desató la persecución
contra el Hijo (cf. Mt 2, 13) o cuando llegó el momento de su muerte (cf. Jn
19, 25); "dispuesto" (Prefacio), ya que, mientras Cristo dormía en el
sepulcro, a imitación del corazón de la esposa del Cantar de los cantares (cf.
Ct 5, 2), estuvo en vela esperando la Resurrección del Señor.
Antífona de entrada Si 24, 25
En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de
vida y de fuerza.
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, que hiciste del Inmaculado Corazón de María una
mansión para tu Hijo y un santuario del Espíritu Santo, danos un corazón limpio
y dócil, para que, sumisos siempre a tus mandatos, te amemos sobre todas las
cosas y ayudemos a los hermanos en sus necesidades. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Primera lectura
Lectura del libro de Judit 13, 17-20; 15, 9
En aquellos días, todos se quedaron asombrados y, postrándose en
adoración a Dios, dijeron a una voz:
-«Bendito eres, Dios nuestro, que has aniquilado hoy a los enemigos de
tu pueblo.»
Y Ozías dijo a Judit:
-«Que el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la
tierra. Bendito el Señor, creador del cielo y tierra, que enderezó tu golpe
contra la cabeza del general enemigo. Los que recuerden esta hazaña de Dios
jamás perderán la confianza que tú inspiras. Que el Señor te engrandezca
siempre y te dé prosperidad, porque no dudaste en exponer tu vida, ante la
humillación de nuestra raza, sino que vengaste nuestra ruina, procediendo con
rectitud en presencia de nuestro Dios.»
Todos aclamaron:
-« ¡Así sea, así sea!»
Cuando llegaron a su casa, todos a una voz la felicitaron:
-«Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres el honor de Israel, tú eres el
orgullo de nuestra raza.»
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial Lc 1, 46-48a. 48b-49. 50-51. 52-53. 54-55 (R.: 49)
R. El Poderoso
ha hecho obras grandes por mí.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. R.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.
Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.
Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.
Aleluya
Dichosa eres, Virgen María, que llevaste al Hijo del eterno Padre.
Evangelio
Dichoso
el vientre que te llevó
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas, una mujer de entre
el gentío levantó la voz diciendo:
— ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él
repuso:
— Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Mira, Señor, los dones que te presentamos en la memoria de la bienaventurada
Virgen María, y concédenos guardar con fidelidad y meditar continuamente,
siguiendo su ejemplo, las riquezas de la gracia de tu Hijo. Que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Prefacio
El Corazón de la Virgen María, Corazón del hombre
de la nueva ley
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque diste a la Virgen María
un corazón sabio y dócil,
dispuesto siempre a agradarte;
un corazón nuevo y humilde,
para grabar en él la ley de la nueva Alianza;
un corazón sencillo y limpio,
que la hizo digna de concebir virginalmente a tu
Hijo
y la capacitó para contemplarte eternamente;
un corazón firme y dispuesto
para soportar con fortaleza la espada de dolor
y esperar, llena de fe, la resurrección de su Hijo.
Por eso, unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Lc 2, 19
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Oración después de la comunión
Como partícipes de la redención eterna, te rogamos; Señor, que al
celebrar la memoria de la Madre de tu Hijo nos gocemos en la abundancia de tu
gracia y sintamos el aumento continuo de la salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Introducción
Heramanos:
Solamente dos Corazones humanos laten en el Cielo. El de Jesús (al que
la liturgia nos invitó a honrar ayer), y el de su Santísima Madre, elevada en
cuerpo y alma a la gloria celestial.
En esta Misa vamos a rendir culto al Inmaculado Corazón de María,
sabiendo que siempre, las alabanzas a Nuestra Señora, tienen como fin último la
adoración que solo debemos a Dios Trinidad, Creador del universo. Venerar,
pues, el Corazón de María, es alabar al Señor y honrar a la misma persona de la
Virgen, compendio infinito de virtudes. Esta actitud nos impulsa también a
pedir a tan dulce Madre la gracia de imitarla cada día más en su fidelidad a la
Palabra de Dios, en su amor incondicional hacia todos, y en su inefable
humildad. Cantamos…
Lecturas
Como el maternal, tierno y siempre agradecido Corazón de María, recibamos
la Palabra de Dios y con la ayuda de la Virgen pongamos en práctica los que el
Señor nos anuncia.
Oración de los fieles
R. Escucha nuestras
súplicas Señor.
-Para que la Iglesia sea la principal defensora de los derechos de Dios
y del hombre, en un mundo que, alejándose de los Mandamientos, quiere imponer
sus propias reglas de juego. R.
-Para que quienes rigen los destinos de los pueblos, lo hagan imitando
la humildad de la Virgen. R.
-Para que por intercesión de María, Virgo fidelis, aquellos
cuyo corazón se ha endurecido, se acerquen a Dios mediante los sacramentos de
la Iglesia. R.
-Para que los enfermos hallen refugio y consuelo en el regazo de María,
probada en el dolor con la espada del anuncio y de la consumación de la Pasión
de su Hijo. R.
-Para que cada uno de nosotros, despojándonos del hombre viejo,
encontremos en el Corazón de María a Cristo, Señor y Salvador. R.
Ofertorio
Así como en el Corazón de María, altar viviente, hemos depositado
nuestras súplicas, de la misma manera, en el altar material de este lugar
sagrado, colocamos los dones de pan y vino, que serán para nosotros el mismo
Cuerpo y Sangre que Cristo tomó de María. Cantamos…
Comunión
Desde el primer instante de su existencia, María acogió en su Imaculado
Corazón a Aquel que, años después, por obra del Espíritu Divino, se formaría en
su seno: nuestro Señor Jesucristo, quien está realmente presente en la
Eucaristía. Cantamos…
Despedida
Al concluir la celebración, recitemos con devoción las conocidas
jaculatorias que conocemos de toda la vida:
"Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío; haz mi corazón semejante
al tuyo".
"Inmaculado Corazón de María, sé la salvación del alma mía".
Amén.
Cantamos…
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