Misas de la Virgen
XL (Tiempo Ordinario XXII):
"La Virgen
María, Madre de la Divina Providencia"
MISA COMPLETA,
GUIÓN Y COMENTARIO
El
año 1744 Benedicto XIV (+ 1758) concedió a la Congregación de Clérigos
Regulares de san Pablo (Barnabitas) la Misa en honor de Santa María Virgen
«Madre de la Divina Providencia», venerada en Roma, en la iglesia de San
Carlos, llamada vulgarmente «ai Catinari», para ser celebrada el sábado antes
del tercer domingo de noviembre. Esta memoria la celebran también muchos otros
Institutos religiosos.
Con
este título se celebra la función que Dios, cuya «providencia... nunca se
equivoca» (Oración colecta), encomendó a la Santísima Virgen, para que fuera:
-
bondadosísima Madre (Oración sobre las ofrendas) de Cristo, ya que, en el
«providencial designio» de Dios, «la bienaventurada Virgen María... engendró al
Salvador del mundo» (Prefacio);
-
Madre providente (Prefacio) de los hombres, «confiados a ella por Jesucristo en
la Cruz» (Prefacio);
-
Dispensadora de gracia (Prefacio); ella, en efecto, que en Caná de Galilea
suplicó al Hijo en favor de los esposos (cf. Evangelio, Jn 2,1-11; cf.
Prefacio), «ahora, entronizada como Reina a la derecha de su Hijo, / atiende a
las necesidades de toda la Iglesia» (Prefacio).
La
Santísima Virgen, por tanto, es llamada «Madre de la Divina Providencia» porque
Dios providentísimo nos la ha dado como Madre providente, para que con su
intercesión nos proveyera de los bienes celestiales. A semejanza de Dios, que
no puede olvidarse de su pueblo (cf. Antífona de entrada, Is 49, 15), más aun,
que lo consuela como una madre, la Santísima Virgen se compadece de nosotros
(cf. Antífona de entrada), intercede por nosotros (cf. Oración colecta, Oración
sobre las ofrendas, Oración después de la comunión), atiende a las necesidades
de la Iglesia (cf. Prefacio), nos llena de consuelo (cf. 1ª Lectura, Is 66,
10-14).
De
ahí que los fieles, ayudados por el patrocinio de una Madre tan excelsa,
encuentren «la gracia» que los «auxilie oportunamente» (Oración sobre las
ofrendas; cf. Hb 4, 16) y que, según el precepto del Señor, buscando ante todo
el Reino de Dios y su justicia, no les «falten los auxilios de la tierra» (Oración
después de la comunión, cf. Mt 6, 33).
La
mayor parte de los textos de esta Misa están tomados del volumen Missae
Propriae,Curia General de los Clérigos Regulares de san Pablo, Roma 1981,
pp. 60-76.
Antífona de entrada Is 49, 15
¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el
hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
Oración colecta
Oh, Dios, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se
equivoca, y te suplicamos, por intercesión de la Virgen María, Madre de tu
Hijo, que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que
pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Primera lectura
Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo
Lectura del Profeta Isaías 66, 10-14
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrara vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado;
la mano del Señor se manifestará a sus siervos,
y su cólera a sus enemigos.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial Sal 130, 1. 2. 3 (R.: cf. Sal 56, 2c)
R. Mi alma
confía en ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R.
Aleluya Jn
2, 1
Había
una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
Evangelio
La madre de Jesús estaba allí. Y creció la fe de sus discípulos en él
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús
estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los
sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas, seis tinajas de piedra, para las purificaciones de
los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: — Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía
(los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al
novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya han bebido, el
peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y
creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presenta la Iglesia, para que obtengamos
tu misericordia, por intercesión de la bondadosísima Madre de tu Hijo, y
encontremos la gracia que nos auxilie oportunamente. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio
La Santísima Virgen, Dispensadora de la gracia y
Madre providente
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en tu providencial designio,
la bienaventurada Virgen María,
por obra del Espíritu Santo,
engendró al Salvador del mundo.
En Caná de Galilea intercedió ante su Hijo por los
esposos,
para que realizara el primero de sus signos:
el agua se enrojeció, los comensales se alegraron
y los discípulos creyeron en el Maestro.
Ahora, entronizada como reina a la derecha de su
Hijo,
atiende las necesidades de toda la Iglesia
y es para cada uno de nosotros,
confiados a ella por Jesucristo en la cruz,
dispensadora de gracia y madre providente.
Por eso,
con los ángeles y los santos
te cantamos, el himno de alabanza
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión Cf. Sal 86 (87), 3; Lc 1, 49
¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! El Poderoso ha hecho
obras grandes por ti.
Oración después de la comunión
Dios misericordioso, por la eficacia del sacramento recibido en tu mesa
santa, y la intercesión de María, Madre de la Providencia, haz que busquemos
siempre tu reino y tu justicia, sin que nos falten los auxilios de la tierra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción
"Virgen santa de la Providencia, Madre de clemencia (...), tus hijos amados llegan confiados a buscar los bienes que les brinda con todo el cariño por tu mano el Niño que en tus brazos tienes".
Así reza un himno dedicado a la Virgen María, Madre de la Divina
Providencia, en cuyo honor, para gloria de Dios, se ha compuesto esta Misa de
la que estamos por participar.
El texto destaca la realidad católica de la devoción a la Virgen Santísima: es Dios mismo Quien ha querido que "por mano de María" recibamos todo los bienes que en su bondad infinita, quiere darnos.
El texto destaca la realidad católica de la devoción a la Virgen Santísima: es Dios mismo Quien ha querido que "por mano de María" recibamos todo los bienes que en su bondad infinita, quiere darnos.
En cada Misa recibimos de la Iglesia al mismo Cristo que con su sí nos
dio María.
Hasta el final de los tiempos, la Santísima Virgen María, Madre de la
Providencia, seguirá repitiendo a sus hijos la tierna exhortación: "Hagan
lo que Él les diga". En la obediencia a ese consejo materno se fragua la
eterna salvación de los hombres. Cantamos…
Lecturas
Recibamos la Palabra de Dios con la docilidad de María y como ella
seamos obedientes a lo que la Providencia de Dios tiene dispuesto para nuestras
vidas
Oración de los fieles
R. Escúchanos, Padre providente.
-Con María, Madre de la Divina Providencia, pidamos por la Iglesia
Católica y en particular por el Santo Padre N. R.
-Con María, Virgen clemente, pidamos por nuestros gobernantes y por todos aquellos que en el orden público ejercen un papel representativo. R.
-Con María, Virgen poderosa, pidamos por los que son perseguidos a causa de su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. R.
-Con María, Vaso espiritual, pidamos por las comunidades religiosas y contemplativas. R.
-Con María, Casa de oro, pidamos por aquellos que carecen de un hogar. R.
-Con María, Refugio de los pecadores, pidamos por las más necesitadas almas del Purgatorio. R.
Ofertorio
La Providencia de Dios ha hecho posible que los dones de pan y vino
lleguen a nuestras manos; el Divino Poder del Señor hará que vuelvan a nosotros
como Alimento sagrado, un Pan "horneado" en la plenitud de los
tiempos en el seno de la humilde Hija de Sion, nuestra Reina y Señora Santa
María. Cantamos…
Comunión
Inefablemente más grande que el agua convertida en vino es el milagro
del pan y el vino convertidos en Cuerpo y Sangre del mismo Jesús que nos dijo:
"El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre tiene vida eterna". Que
también ahora resuene en nuestro corazón el eco de las palabras de María:
"Hagan lo que Él les diga". Cantamos…
Despedida
Que la Madre de la Providencia nos acompañe siempre por los caminos del
Señor. Cantamos…
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