Misas de la Virgen
XV (Tiempo de Pascua I):
"La Virgen
María en la Resurrección del Señor"
MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO
Con
el título de La Virgen María en la Resurrección del Señor, se propone una Misa
que, exceptuando la Antífona de entrada y el Prefacio, se halla en el Misal
Romano, Común de Santa María Virgen, en tiempo pascual, pp. 710-711, cuyos
textos destacan por su doctrina y belleza.
Esta
Misa celebra la Resurrección del Señor y el gozo que de ella se deriva:
-
en todo el mundo, que Dios Padre, «por la Resurrección de (su) Hijo, / nuestro
Señor Jesucristo,» ha «llenado... de alegría» (ea); por esto el día de la Resurrección
del Señor fue «el día de la luz y de la vida, / en el que, desvanecida la noche
de la muerte, / el mundo entero saltaría de gozo» (Prefacio);
-
en la Iglesia naciente, que, «al ver de nuevo a su Señor inmortal, /se
alegraría entusiasmada» (Prefacio; cf. Lc 24, 41; Jn 20, 20);
-
en la Virgen Madre, a la que Dios, «en la Resurrección de Jesucristo,» colmó
«de alegría» (Prefacio).
La
Iglesia, por tanto, saluda a la Virgen y la invita a alegrarse: «Alégrate,
Virgen Madre, porque Cristo ha resucitado del sepulcro» (Antífona de comunión);
«Alégrate, Madre de la luz, porque Cristo, el Sol de justicia, ha vencido las
tinieblas del sepulcro e ilumina el mundo entero» (Antífona de entrada); «Dios
te salve, Santa María, / que, sufriendo junto a la Cruz, / compartiste los
dolores del Hijo; / ahora gozas de una serena alegría» (Aleluya).
La
Santísima Virgen, que «había concebido al Hijo creyendo» y «creyendo esperó su
Resurrección» (Prefacio), es el modelo de la fe con que los discípulos
confiesan a Cristo «nacido de la Virgen, / Dios y hombre verdadero» y «por la
fuerza salvadora de su Resurrección» esperan «llegar a las alegrías eternas»
(Oración después de la comunión).
Antífona de entrada
Alégrate, Madre de la Luz, porque Cristo, el Sol de justicia, ha vencido
las tinieblas del sepulcro e ilumina el mundo entero. Aleluya.
Oración colecta
Oh, Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre,
llegar a alcanzar los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Liturgia de la Palabra
Vi
la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial Is 61, 10a-d y f. 11; 62, 2-3
R. Tú, María,
eres la ciudad de Dios en que habita la justicia.
Desbordo de gozo con el Señor,
Y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novia que se adorna con sus joyas. R.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos. R.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios. R.
Aleluya
Dios te salve, santa María, que, sufriendo junto a la cruz, compartiste
los dolores del Hijo; ahora gozas de una serena alegría.
Ha
resucitado y va por delante de vosotros a Galilea
+ Lectura del santo
evangelio según san Mateo 28, 1-10
En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana,
fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló
fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y
acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y
su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron
como muertos. El ángel habló a las mujeres:
–«Vosotras, no temáis; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado.
No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio
donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre
los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis."
Mirad, os lo he anunciado.»
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de
alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
–«Alegraos.»
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo:
–«No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea;
allí me verán.»
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Al celebrar la memoria de santa María, siempre Virgen, te presentamos,
Señor, nuestras ofrendas y te suplicamos que tu Hijo Jesucristo, sacerdote y
víctima en el altar de la cruz, nos socorra siempre con su gracia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
La Bienaventurada Virgen esperó creyendo la
Resurrección del Hijo
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la resurrección de Jesucristo, tu Hijo,
colmaste de alegría a la santísima Virgen
y premiaste maravillosamente su fe:
ella había concebido al Hijo creyendo,
y creyendo esperó su resurrección;
fuerte en la fe contempló de antemano
el día de la luz y de la vida,
en el que, desvanecida la noche de la muerte,
el mundo entero saltaría de gozo
y la Iglesia naciente, al ver de nuevo a su Señor
inmortal,
se alegraría entusiasmada.
Por él,
los ángeles te cantan con júbilo eterno,
y nosotros nos unimos a sus voces,
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Alégrate, Virgen Madre, porque Cristo ha resucitado del sepulcro.
Aleluya.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de estos misterios que hemos
celebrado, y, pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y
hombre verdadero, te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección
merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción
En este tiempo pascual nos unimos a la alegría de la Madre del
Resucitado, y sintiéndola presente en medio de nosotros, celebramos la Santa
Misa, que actualiza la inmolación del Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo. Cantamos…
Evangelio
Recibamos con alegría la palabra de Dios y su anuncio de salvación.
Oración de los fieles
R. Te imploramos
con la Madre del Resucitado
-Para que la santa Iglesia de Dios, figura de la nueva Jerusalén, con
renovado entusiasmo, pueda anunciar a todos los pueblos la Buena Nueva de la
victoria pascual. R.
-Para que el Sumo Pontífice N, los obispos y sacerdotes, al
desempeñar el ministerio pastoral, en su vida y en sus actos, hagan presente a
Jesús Resucitado, Dios misericordioso y compasivo. R.
-Para que las personas que están física o espiritualmente privadas de su
libertad, vean rotas sus cadenas, por el misterio de la Pascua del Señor. R.
-Para que las familias que viven en el amor, la paz y la unidad, dones
pascuales del Señor, socorran con gestos concretos de escucha, consejo y ayuda
a las que viven divididas. R.
Ofertorio
Presentemos los dones eucarísticos para el Sacrificio que nos hace
contemporáneos de la Pascua de Cristo, nacido de la Virgen María, Hija de Sion.
Cantamos…
Comunión
En este momento de la Comunión del Cuerpo glorificado del Señor, pidamos
a María, Madre del Pan de Vida, que nos enseñe a adorar a Jesús y que nos ayude
a cumplir su voluntad. Cantamos…
Despedida
Celebrando la Eucaristía, nos unimos cada vez más al Cristo vivo; y
contemplando a María, aprendemos a vivir como resucitados. Cantamos…
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