Misas de la Virgen
XXXII (Tiempo Ordinario XIV):
"La Virgen
María, Madre y Maestra espiritual"
MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO
Los hermanos y hermanas
carmelitas, tanto los de la antigua observancia como los reformados por santa
Teresa de Jesús (+1582), se han esforzado siempre en difundir por todas partes
el amor a la oración, el anhelo por conseguir la perfección evangélica y el
culto a la Madre de Cristo.
Tienen
una gran veneración a la Santísima Virgen bajo el título «del Monte Carmelo»;
ella, en su camino hasta llegar a «Cristo, Monte de la salvación» (Oración
colecta), los ayuda como Madre amorosa, los protege como Patrona segura, los
acompaña como Hermana fiel. Los carmelitas, aunque contemplan asiduamente la
totalidad del misterio de santa María Virgen, se dedican de preferencia a la
contemplación de la Virgen, entregada a la oración, llevando una vida oculta,
meditando en su corazón las palabras del Señor, ejerciendo obras de caridad.
Los
hermanos y hermanas carmelitas han reconocido siempre a la Virgen santísima
como «madre y maestra espiritual», ya que fue perfecta discípula de Cristo y
«estimula con amor y atrae con su ejemplo, / para conducirlos a la caridad
perfecta» (Prefacio) a los hijos que «no cesa de engendrar» (Prefacio) para
Dios.
En
el formulario la Santísima Virgen es celebrada como:
-
Maestra, que, conservando en su corazón las palabras del Señor (cf. Aleluya, Antífona
de comunión, Lc 2, 19.51), nos instruye con su ejemplo (cf. Oración sobre las
ofrendas) en el «temor del Señor» (Antífona de entrada, cf. Sal 33 [34], 12);
porque siendo «modelo de vida evangélica» (Prefacio), «de ella nosotros
aprendemos» a amar a Dios «sobre todas las cosas», a «contemplar (su) Palabra»
y a «servir a los hermanos» (Prefacio) con diligencia;
-
Madre, que suavemente nos invita a que «subamos al monte del Señor» (Antífona
de entrada; cf. Is 2, 3), que es el mismo Cristo (cf. Oración colecta); madre
por cuya boca dice la Sabiduría: «Quien me alcanza alcanza la vida» (Pr 8, 34;
cf. 1ª Lectura, Pr 8, 17-21. 34-35); madre que, habiéndonos recibido como hijos
junto a la Cruz del Señor (cf. Evangelio, Jn 19, 25-27), nos ampara «por su
protección» (Oración sobre las ofrendas) y nos ayuda con su «poderosa
intercesión» (Oración colecta).
Esta
Misa, con algunas variaciones, se ha tomado del Proprium missarum
Fratrum Discalceatorum Ordinis Beatae Mariae Virginis de Monte Carmelo,
Curia General OCD, Roma 1973, pp. 51-52. 90.
Antífona de entrada Sal 33 (34), 12; cf. Is 2, 3
Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. Venid,
subamos al monte del Señor, y marcharemos por sus sendas.
Oración colecta
Te suplicamos, Señor, que la poderosa intercesión de la Virgen María nos ayude y nos haga llegar hasta Cristo, monte de la salvación. Que vive y reina contigo.
Primera lectura
Lectura del libro de los Proverbios 8, 17-21. 34-35
Así dice la sabiduría de Dios:
Yo amo a los que me aman,
y los que madrugan por mí me encuentran;
yo traigo riqueza y gloria,
fortuna copiosa y bien ganada;
mi fruto es mejor que el oro puro,
y mi renta vale más que la plata,
camino por sendero justo,
por las sendas del derecho,
para legar riquezas a mis amigos
y colmar sus tesoros.
Dichoso el hombre que me escucha,
velando en mi portal cada día,
guardando las jambas de mi puerta.
Quien me alcanza alcanza la vida
y goza del favor del Señor.»
Palabra de Dios.
O
bien:
Mi
casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos
Lectura del Profeta Isaías 56, 1. 6-7.
Así dice el Señor:
Guardad el derecho, practicad la justicia,
que mi salvación está para llegar
y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor,
para servirlo,
para amar el nombre del Señor
y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo
y perseveran en mi alianza:
los traeré a mi Monte Santo,
los alegraré en mi casa de oración;
aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios,
porque mi casa es casa de oración,
y así la llamarán todos los pueblos.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial Sal 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5 (R.: 1b)
R. El justo
habitará en tu monte santo, Señor.
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que obra así nunca fallará. R.
Aleluya Cf.
Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María que conservaba la palabra de Dios,
meditándola en su corazón.
Evangelio
Señalando
con la mano a los discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.»
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus
hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó:
- «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo:
- «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi
Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»
Palabra del Señor.
O
bien:
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su
madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
En
lugar de este evangelio, puede utilizarse el que figura en el Apéndice (de las Misas de la
Virgen), núm.
19.
Oración sobre las ofrendas
Por estos dones que te presentamos con alegría, santifica, Señor, a tus
siervos, instruidos en el ejemplo de la santísima Virgen y amparados por su
protección, para que, cumpliendo fielmente las promesas bautismales, te sirvan
a ti y a los hermanos con un corazón sincero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
La Virgen María, Madre y Maestra, que estimula a
sus hijos con amor y los instruye con su ejemplo
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la memoria de santa María, siempre Virgen.
Que, asociada íntimamente al misterio de Cristo,
no cesa de engendrar nuevos hijos con la Iglesia,
a los que estimula con amor y atrae con su ejemplo,
para conducirlos a la caridad perfecta.
Ella es modelo de vida evangélica, de ella nosotros
aprendemos:
con su inspiración nos enseña a amarte sobre todas
las cosas,
con su actitud nos invita a contemplar tu Palabra,
y con su corazón nos mueve a servir a los hermanos.
Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Lc 2, 19
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Oración después de la comunión
Fortalecidos con el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, te
suplicamos, Señor, que la gracia de tu amor nos disponga a imitar fielmente las
virtudes de la Santísima Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción
La Santísima Virgen María, Madre y Maestra espiritual nos ha congregado
aquí, en este lugar sagrado, para celebrar los Sagrados Misterios de su Divino
Hijo. Ella, que los vivió plenamente unida a Él durante los años en que Ambos
estuvieron en el mundo, es la primera en hacerse presente cuando se ofrece el
Sacrificio incruento de Jesús, en los altares de la Tierra. Lo es porque en
cada Misa contempla y revive todos y cada uno de los Misterios de la Vida de su
Hijo y Señor, a Quien estuvo, está y estará unida como ninguna otra criatura.
Por eso es la primera adoradora, y la que, como buena Maestra, nos enseña a
adorar.
Con ella, pues, celebremos el Banquete sacrificial de nuestra salvación.
Cantamos…
Lecturas
Imitemos la humilde escucha y el fiel cumplimiento de la Palabra de
Dios, virtudes que hacen resplandecer a María como Madre y Maestra espiritual
de todos los hombres.
Oración de los fieles
R. Escúchanos Señor
-Oremos por la santa Iglesia de Dios y por el
Sucesor de Pedro, el Papa para que con los dones del Espíritu
pueda seguir pastoreando y renovando el rebaño de Dios a Él encomendado y, como
Misionero de la Misericordia, entusiasme a los sacerdotes en la predicación del
amor misericordioso de Dios y en la vida sacerdotal. R.
-Por todos los religiosos y religiosas
misioneros para que viviendo junto al pueblo sientan, más allá del cansancio, la alegría
gratificante de sembrar el Evangelio en tantos corazones, haciéndolo todo sin
esperar nada a cambio. R.
-Por todas las religiosas en sus diversos
carismas apostólicos y contemplativos par que su presencia en medio del mundo,
sin ser del mundo, sirva para manifestar la riqueza del Evangelio del Señor y
testimoniar la ternura infinita de Dios. R.
-Por los diáconos permanentes para que su vocación a la
diaconía, sea una riqueza para la vida de todas las comunidades en las que
trabajan, y que su carisma de servicio, ayude a otros a encontrar consuelo,
descanso y esperanza. R.
-Por los que han dicho sí al Señor desde jóvenes, para adoptar, como
consagrados, en las diversas formas de vida religiosa para que puedan ser fieles a su
vocación y a los pobres. R.
-Por los que recibieron el don de la vocación sacerdotal para que con entusiasmo se entreguen a Dios perseverando en la llamada y renueven siempre la opción de vivir la alegría del Evangelio de Cristo. R.
-Por los que recibieron el don de la vocación sacerdotal para que con entusiasmo se entreguen a Dios perseverando en la llamada y renueven siempre la opción de vivir la alegría del Evangelio de Cristo. R.
Ofertorio
En la escuela de María, Madre y Virgen oferente, aprendemos que el mejor modo de participar de este Santo Sacrificio es haciéndonos una sola ofrenda con él, al igual que muchos granos de trigo y muchos racimos de uva se han unido para constituir este pan y este vino que estamos por llevar al Altar. Cantamos…
En la escuela de María, Madre y Virgen oferente, aprendemos que el mejor modo de participar de este Santo Sacrificio es haciéndonos una sola ofrenda con él, al igual que muchos granos de trigo y muchos racimos de uva se han unido para constituir este pan y este vino que estamos por llevar al Altar. Cantamos…
Comunión
La Madre del Divino Maestro, nos enseñe a amarlo cada día más y a ser sus fieles discípulos y a recibirlo siempre en gracia y a saborearlo con el alma en este Sacramento de su amor. Cantamos…
La Madre del Divino Maestro, nos enseñe a amarlo cada día más y a ser sus fieles discípulos y a recibirlo siempre en gracia y a saborearlo con el alma en este Sacramento de su amor. Cantamos…
Despedida
Dejamos el templo, pero permanecemos en la escuela espiritual de María. Nadie mejor que ella para enseñarnos a permanecer siempre cerca de Cristo, nuestro Divino Salvador. Cantamos…
Dejamos el templo, pero permanecemos en la escuela espiritual de María. Nadie mejor que ella para enseñarnos a permanecer siempre cerca de Cristo, nuestro Divino Salvador. Cantamos…
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