Misas de la Virgen
XXIV (Tiempo Ordinario VI):
"La Virgen
María, Trono de la Sabiduría"
MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO
En
las Misas de Santa María, que es Madre de la Sabiduría de Dios encarnada, ya
desde el siglo X se leen con frecuencia las «epístolas sapienciales» -tomadas
principalmente del Eclesiástico y del libro de los Proverbios (cf. OLM 707, 5.
6)-, en las cuales la Iglesia, al escuchar ante todo la voz de la Sabiduría
eterna, percibe también las palabras de la Santísima Virgen, ya que en estos
textos, según la opinión corriente en los escritores de la Edad Media, la
Sabiduría de Dios habla en cierto modo como «personalización» de la Virgen ..
Desde
el siglo XII, en las Laudes y Letanías marianas, se atribuyen a la Santísima
Virgen algunos títulos que ponen de relieve su vinculación con la Sabiduría
eterna: Madre de la Sabiduría, Fuente de la Sabiduría, Casa de la Sabiduría,
Trono de la Sabiduría, entre los que prevaleció sobre todo el de Trono de la
Sabiduría.
Con
este título se venera a la Santísima Virgen, incluso con culto litúrgico, en
algunas Iglesias particulares, en universidades, en Institutos religiosos, entre
los que destaca la Compañía de María, fundada por San Luis Grignion de Monfort
(+ 1716). El formulario de la Misa, a excepción del Prefacio, proviene
del Proprium missarum de la Compañía de María Montfortiana.
Con
el título de «Trono de la Sabiduría» se celebra al mismo tiempo la función
maternal de Santa María Virgen, su dignidad real y su eximia sabiduría y
prudencia en las cosas divinas:
-
la función maternal, porque en virtud del misterio de la Encarnación reside en
el purísimo seno de la Virgen Madre la Sabiduría del Padre;
-
la dignidad real, porque el Niño que se sienta en las rodillas de la Madre es
el Rey mesiánico que «se llamará Hijo del Altísimo», al que «el Señor Dios le
dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre,
y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 32-33; cf. Is 9,6-7); el Rey al que acuden los
Sabios desde lejanas tierras y que, al encontrarlo con la Madre, lo adoran
ofreciéndole regalos regios (cf. Mt 2, 1-12);
-
la sabiduría y prudencia, porque Santa María aparece en el Evangelio como la
«Virgen sabia» que ha escogido la parte mejor (cf. Lc 10, 42) y la «Maestra de
la verdad» que entrega a la Iglesia los hechos y palabras de salvación
conservados en su Corazón (cf. Lc 2, 19. 51): «Oh, Madre sapientísima, la única
digna de un Hijo semejante -escribe san Bruno de Asti (+ 1123)-, que meditaba
todas estas palabras en su corazón y nos las conservaba, guardándolas en su
memoria, para que después, al enseñarlas, narrarlas y anunciarlas, fuesen
puestas por escrito, proclamadas en todo el mundo y anunciadas a todas las
naciones» (Commentaria in Lucam, parte 1, capítulo 11: PL 165, 355).
Antífona de entrada
Dichosa eres, santa María, Virgen sabia, que mereciste llevar en tu seno
la Palabra de la verdad; dichosa eres, Virgen prudente, que has elegido la
parte mejor.
Oración colecta
Padre santo, Dios eterno, que quisiste poner el trono real de tu Sabiduría en santa María virgen, ilumina a tu Iglesia con la luz de la Palabra de vida, para que resplandezca con la fuerza de la verdad y alcance gozosa el pleno conocimiento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
O
bien:
Dios sapientísimo, para levantar al hombre hundido por el pecado, hiciste de santa María Virgen el trono de tu Sabiduría; concédenos, por su intercesión, desechar la soberbia y servirte con entera humildad. Por nuestro Señor Jesucristo.
Primera lectura
María, trono de la sabiduría
Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31.
Esto dice la Sabiduría de Dios:
El Señor me estableció al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomado s los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del Abismo;
cuando sujetaba el cielo en la altura,
y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar:
y las aguas no traspasaban sus mandatos;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como aprendiz,
yo era su encanto cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra,
gozaba con los hijos de los hombres.
Palabra de Dios.
O
bien:
Lectura del libro del Eclesiástico 24, 1. 3-4. 8-12. 19-21
La sabiduría se alaba a sí misma,
se gloría en medio de su pueblo,
abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.
Yo salí de la boca del Altísimo
como primogénita de todas las criaturas.
Yo hice amanecer en el cielo una luz sin ocaso
y como niebla cubrí la tierra;
habité en el cielo
con mi trono sobre columna de nubes.
El Creador estableció mi morada:
— Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto
y en Sión me estableció;
en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Venid a mí los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce que la miel,
y mi herencia mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed.
El que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará.
el que me honra poseerá la vida eterna.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: Jn 1, 14)
R. La Palabra se
hizo carne, y acampó entre nosotros.
Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina;
él envía su mensaje a la tierra
y su palabra corre veloz. R.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así
ni les dio a conocer sus mandatos. R.
Aleluya
¡Oh, dichosa Virgen, que diste a luz al Señor; oh, dichoso trono de
Sabiduría, que avivas en nosotros el Espíritu de tu Hijo Jesucristo!
Evangelio
Entraron
en la casa y vieron al niño con María, su madre
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
–«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto
salir su estrella y venimos a adorarlo.»
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él;
convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde
tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
–«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judea,
no eres ni mucho menos la última
de las ciudades de Judea,
pues de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el
tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
–«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo
encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la
estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse
encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa,
vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a
Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
O
bien:
Conservaba
todas estas cosas, meditándolas en su corazón
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 15b-19.
En aquel tiempo, los pastores se decían unos a otros:
— Vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado
el Señor.
Fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el
pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Palabra del Señor.
O
bien:
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo
recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se
paró y dijo:
— Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el
servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
— Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: sólo una es
necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Santifica, Señor, con el poder de tu Espíritu, los dones que te
presentamos, y, por intercesión de la gloriosa Virgen María, prepara en
nosotros una digna morada para tu Sabiduría. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
La Sabiduría ha levantado su morada en las
purísimas entrañas de María
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, nuestro Señor.
Porque llevaste a cabo con inmensa bondad
el designio de nuestra redención preparado antes de
los siglos,
en la bienaventurada Virgen María.
Al llegar la plenitud de los tiempos
la Sabiduría divina levantó su morada
en las purísimas entrañas de la Virgen;
y el Creador de la historia
nació en el tiempo como nuevo Adán,
para dar muerte en nosotros al hombre viejo
y comunicarnos una vida nueva.
Por eso,
con todos los ángeles y los santos
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión Pr 9, 5. 6b
Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; seguid el
camino de la prudencia.
Oración después de la comunión
Por este santo sacrificio te pedimos, Señor, que infundas en nosotros la
luz de la sabiduría que inundó maravillosamente a la Virgen Madre, para que te
conozcamos en verdad, y te amemos fielmente. Por Jesucristo nuestro Señor.
Introducción
La liturgia de esta Misa que vamos a celebrar nos invita a contemplar a
María invocada como Sedes Sapientiae (Sede o Trono de la
Sabiduría). Ella, al engendrar en su seno castísimo al Jesucristo, que es la
Sabiduría eterna e increada, es considerada con razón la primera
"Sede" o "Trono" en que esta Sabiduría, segunda Persona de
la Trinidad, ha querido "asentarse" en esta Tierra. Trono augusto y
soberano, cátedra viviente desde la que el Dios Maestro ha impartido sus
primeras enseñanzas a la humanidad.
Desde que nació en nuestra carne, el Señor ha querido ocupar otros "tronos" como el pesebre, la Cruz, y este Altar eucarístico, que recapitula todos los anteriores. Cantamos…
Desde que nació en nuestra carne, el Señor ha querido ocupar otros "tronos" como el pesebre, la Cruz, y este Altar eucarístico, que recapitula todos los anteriores. Cantamos…
Lecturas
La Palabra de Dios es luz y sabiduría que ilumina la vida del que la
recibe y contempla guardándola en su corazón. Imitando a María seamos dóciles a
esta Palabra.
Oración de los fieles
R. Escúchanos Señor.
-Por la unidad e incolumidad de la Santa Iglesia de Dios...R.
-Por la salud e intenciones de nuestro Santo Padre…R.
-Por la humildad de los que detentan cualquier tipo de poder o autoridad...R.
-Por una fraternal atención de los enfermos mentales...R.
-Por una cálida acogida de los exiliados...R.
-Por el respeto y la valoración de los ancianos...R.
-Por el agradecido reconocimiento hacia aquellos que se dedican a enseñar...R.
Ofertorio
Con la sencillez de María, humilde servidora del Señor, llevamos el pan y el vino al Altar, trono sacrosanto del Rey eucarístico. Cantamos…
Comunión
Pidiendo a Dios el fervor de María, que adoraba en su seno al Hijo del
Eterno Padre, agradezcamos el ser invitados como comensales a la Mesa del Pan
de Vida y del Vino de salvación. Cantamos…
Despedida
Iluminados por María, Virgen sapientísima y prudentísima, reavivemos
nuestra fe y vayamos como antorchas vivientes en un mundo sediento de
verdaderos testigos. Cantamos…
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