ESTÁ...
He aquí que estoy con vosotros hasta la
consumación de los siglos (Mt 28,20)
María
y Discípulo del Sagrario-Calvario, al principio de este librillo saboreaste
esta palabra: El Corazón de Jesús está allí, en tu Sagrario. Seguramente
tu corazón al leer, como el mío al escribir, se ensanchaban de alegría, de
dulcísima satisfacción, de inefable seguridad, al saber, más todavía, al
persuadirnos de que a pesar de nuestras ingratitudes, de nuestros abandonos,
hasta de nuestros sacrilegios, Él está allí, sin irse, aunque todos nos
vayamos de su lado, y está mirando, exhalando virtud, escuchando, esperando,
resucitando, transfigurando, sembrando y... pon todos los verbos que
signifiquen acción buena, que antes acabarás la lista de ellos que de contar lo
que está haciendo el Amor del Sagrario.
El
verbo activo
Añade
a ese verbo, está, que los gramáticos llaman auxiliar, un verbo activo.
¿Cuál?
El que tú quieras, con tal de que exprese acción buena.
Amar,
perdonar, socorrer, curar, alimentar, dirigir, enseñar, aliviar, consolar,
iluminar, fecundar... Busca verbos que expresen acciones buenas y ponlos sin
miedo junto al estar aquél y verás qué bien se unen. Pon cada uno de sus
milagros, de sus gotas de sudor, de sangre y de lágrimas, de sus pasos, de sus
horas de trabajo..., y después añade: eso está haciendo aquí el Corazón de mi
Jesús...
El
Corazón de Jesús en el Sagrario está... amando, perdonando, alimentando... ¡Qué
cierto es todo eso...! ¡Qué dulce, qué regalado es eso...! Y todavía más
cierto, dulce y regalado, si añades, al verbo, este adverbio: Siempre... No es
un capricho mío, no es un deseo de mi corazón, es una exigencia del Evangelio.
Allí
encuentro ese adverbio inseparablemente unido a aquellos verbos que enunciaba
antes, siempre amando, siempre perdonando, siempre enseñando, siempre,
siempre...
¿Y
el término de la acción?
Al
llegar aquí una pena tan grande como el mal que la produce y ese mal no tiene
medida, nubla mis ojos, corta mi alegría y me pone triste.
Mira;
en el Evangelio esa oración gramatical cuyos sujeto, verbo y adverbio te llevo
dicho, tenía un término de la acción...
En
el Sagrario muchas veces la oración no concluye, no puede concluir por falta de
término de la acción...
El
Corazón de Jesús está aquí alimentando, perdonando, enseñando, consolando,
siempre a... ¡Qué pena, hermanos míos!, en muchos Sagrarios, en innumerables
Sagrarios, no puede acabarse de enunciar esa oración, porque después de ese a
no hay término que poner.
¡No
hay quien quiera recibir esa acción...!
Esos
son los Sagrarios-Calvarios: unos Sagrarios sin término de la acción.
Marías
y Discípulos de los Sagrarios-Calvarios, ésa es la gratísima misión de vuestra
Obra: llevar a esos Sagrarios manos, y ojos, y bocas, y cabezas, y corazones
que nos completen aquella oración que ni la gramática, ni el orden, ni la
nobleza, ni la justicia permiten que esté sin concluir... y en caso de no
encontrarlo o mientras los encontráis, hacer prodigios de multiplicación de
fuerzas y de amor, para que no haya Sagrario sin término de la acción.
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