Carta
Encíclica
Diuturni
temporis
LEÓN
XIII
Sobre
la devoción del Santísimo Rosario
5 de
septiembre de 1898
1. Protección de Dios y de María sobre el Pontificado del
Papa - 2. Los esfuerzos del Papa en promover y fomentar la devoción al Rosario -
3. Resumen de las enseñanzas de anteriores Encíclicas - 4. Lo que hicieron los
Papas anteriores y León XIII por la devoción del Santísimo Rosario - 5.
Indulgencias anejas al rezo del Rosario - 6. Anuncio de una constitución para
la Cofradía del Rosario
Venerables Hermanos: Salud y Bendición apostólica
1. Protección de Dios
y de María sobre el Pontificado del Papa
Al echar una mirada al largo espacio de tiempo que, por
voluntad de Dios, hemos pasado en el sumo Pontificado, no podemos menos que
confesar que Nos, sin merecerlo, hemos experimentado, de manera muy viva, la
asistencia de la Divina Providencia. Juzgamos, empero, que esto debe atribuirse
principalmente a la oración en conjunto, y por tanto eficacísima, que, como
antiguamente por Pedro, así ahora la Iglesia universal está haciendo sin
interrupción por Nos. Por eso, en primer término a Dios, que concede todos los
bienes, las gracias más rendidas, y trataremos de conservar en la mente y el
corazón mientras vivamos cada uno de los dones recibidos.
Luego se nos presenta el dulce recuerdo de la maternal
protección de la augusta Reina del cielo, e igualmente guardaremos, piadosa e
íntegramente ese recuerdo dándole gracias y exaltando sus beneficios. Porque de
Ella, como de caudalosísimo canal, descienden los manantiales de las divinas
gracias, pues, en sus manos están los tesoros de las misericordias del Señor (1).
Dios quiere que Ella sea el principio de
todos los bienes (2). Cobijados en el amor de esta tierna Madre, que hemos
procurado fomentar asiduamente e incrementar de día en día, esperamos con
certeza poder acercarnos a Nuestro último Día.
2. Los esfuerzos del
Papa en promover y fomentar la devoción al Rosario
Mas hace ya tiempo que, deseando colocar la salvación del
género humano en el aumento del culto de la Virgen, como en fortísimo baluarte,
no hemos dejado de fomentar entre los fieles la costumbre de rezar el Rosario
Mariano publicando, a este fin, Encíclicas ya a desde el 1º de Septiembre de
1883 y promulgando, más de una vez, decretos, como bien sabéis. Y disponiendo
Dios misericordioso que también este año podamos ver el mes de Octubre, que en
otro tiempo decretamos que estuviese dedicado y consagrado a la celestial Reina
del Rosario, no queremos dejar de dirigirnos a vosotros, y resumiendo en pocas
palabras lo que hasta el presente hemos llevado a cabo para fomentar esta clase
de oración, coronaremos Nuestra obra con otro documento próximo a aparecer, en
el que patenticemos todavía más espléndidamente Nuestro fervor y afecto para
con el mencionado modo de honrar a María, y se estimule el ardiente deseo de
los fieles de conservar piadosa y fielmente tan santísima costumbre.
3. Resumen de las
enseñanzas de anteriores Encíclicas.
Movidos, pues, del constante deseo de que el pueblo
conociese el poder y la dignidad del Rosario mariano, después de recordar, en
primer lugar, el origen más celestial que humano de esta oración, mostramos que
la admirable guirnalda confeccionada con la salutación angélica, entrelazada
con la oración dominical y unida con la meditación, resulta una especie
excelentísima de súplica, muy fructuosa, principalmente para la consecución de
la vida eterna; pues, fuera de la excelencia misma de las oraciones de que se
compone, ofrece una buena defensa de la fe y un insigne modelo de virtud por
medio de los misterios que propone a nuestra contemplación; que, además, no es
una oración complicada sino que se acomoda fácilmente al carácter popular, por
cuanto se le pone delante, con la consideración de la Familia de Nazaret, el
ideal absolutamente perfecto de la vida familiar y que el pueblo cristiano por
consiguiente, siempre experimentó su saludabilísima eficacia.
4. Lo que hicieron los
Papas anteriores y León XIII por la devoción del Santísimo Rosario.
Fiesta, mes de Octubre y la invocación en las Letanías. De
esta manera, después de haber recordado principalmente la naturaleza del
Santísimo Rosario y de haber exhortado a su práctica de variados modos, Nos
aplicamos, además, siguiendo las huellas de Nuestros predecesores, a fomentar
su importancia por medio de un culto más solemne. Pues así como Sixto V, de
feliz recordación, aprobó la antigua costumbre de rezar el Rosario, y Gregorio
XIII dedicó un día de fiesta al mismo titulo, que luego inscribió en el
Martirologio Clemente VIII, y mandó Clemente XI que fuese guardada por la
universal Iglesia, y Benedicto XIII la introdujo en el Breviario Romano, así
Nos, para perenne testimonio de Nuestro aprecio a esta manera de piedad,
mandamos que la misma solemnidad del Santísimo Rosario con su oficio fuese
celebrada en la universal Iglesia con rito doble de segunda clase. Quisimos,
además, que se consagrase a esta práctica todo el mes de octubre; finalmente,
ordenamos que en las Letanías Lauretanas se añadiese la invocación Reina del
Santísimo Rosario, como augurio de la victoria que habíamos de reportar en la
actual contienda.
5. Indulgencias anejas
al rezo del Rosario
Faltaba por recordar el grandísimo valor y utilidad del
Rosario mariano a causa de la abundancia de privilegios y derechos con que está
enriquecido, y más que nada, por el preciosísimo tesoro de indulgencias de que
goza. Ahora bien, es fácil entender cuánto interesa a todos los que se preocupan
de su salvación aprovecharse de este beneficio. Pues, se trata nada menos que
de conseguir el perdón, total o parcial, de la pena temporal que hay que pagara
en esta o en la otra vida, aun después de cancelada la culpa. Es decir, el rico
tesoro formado con los méritos de Cristo, de la Madre de Dios y de los santos,
y al que con razón aplicaba Nuestro predecesor Clemente VI las palabras de la
Sabiduría: Tienen los hombres un infinito tesoro, y los que de él se
aprovechan, se hacen partícipes de la amistad de Dios (Sabiduría, 7, 14). Ahora
bien, los Romanos Pontífices, en virtud de la potestad soberana de que están
revestidos por el mismo Dios, abrieron estas copiosísimas fuentes de gracias a
los cofrades del Santísimo Rosario y a los que piadosamente lo recitasen
6. Anuncio de una
constitución para la Cofradía del Rosario
Así, pues, Nos también, pensando que la corona mariana,
como adornada de gemas escogidísimas, luce más bella con estos beneficios e
indulgencias, tras largos estudios, ya tenemos madurado el plan de publicar una
Constitución acerca de los derechos, privilegios e indulgencias de que podrán
disfrutar las cofradías del Santísimo Rosario. Esta Nuestra Constitución sea
prueba de amor para con la augustísima Madre de Dios, y para los fieles todos,
estímulo juntamente y premio de su piedad, a fin de que, en la hora suprema de
la vida, puedan por su medio ser aliviados y descansar suavísimamente en su
regazo.
7. Bendición
Apostólica
Suplicando de corazón estas gracias a Dios Optimo Máximo,
por medio de la Reina del Santísimo Rosario, Nos amantísimamente os damos la
Bendición Apostólica, como auspicio y prenda de los bienes celestiales, a
vosotros, Venerables Hermanos, al clero y al pueblo confiado a vuestras
particulares cuidados.
Dado en Roma, cerca de San Pedro, el día 5 de Septiembre de
1898, en el año vigésimo primero de Nuestro Pontificado.
LEÓN XIII
Notas
1.
San Juan Damasc.
Serm. I de la Natividad de la Virgen.
2.
S. Irineo Adv.
Valent. 1. 3, c. 33.
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