XXVI
Mi
querido Orugario:
Sí;
el noviazgo es el momento de sembrar esas semillas que engendrarán, diez años
después, el odio doméstico. El encantamiento del deseo insaciado produce
resultados que se puede hacer que los humanos confundan con los resultados de
la caridad. Aprovéchate de la ambigüedad de la palabra. "Amor":
déjales pensar que han resuelto mediante el amor problemas que de hecho sólo
han apartado o pospuesto bajo la influencia de este encantamiento. Mientras
dura, tienes la oportunidad de fomentar en secreto los problemas y hacerlos
crónicos.
El
gran problema es el del "desinterés". Observa, una vez más, el
admirable trabajo de la Rama Filológica al sustituir por el negativo desinterés
la positiva caridad del Enemigo. Gracias a ello, puedes desde el principio
enseñar a un hombre a renunciar a beneficios no para que otros puedan gozar de
tenerlos, sino para poder ser "desinteresado" renunciando a ellos.
Este es un gran punto ganado. Otra gran ayuda, cuando las partes implicadas son
hombre y mujer, es la diferencia de opinión que hemos establecido entre los
sexos acerca del desinterés. Una mujer entiende por desinterés, principalmente,
tomarse molestias por los demás; para un hombre significa no molestar a los
demás. En consecuencia, una mujer muy entregada al servicio del Enemigo se
convertirá en una molestia mucho mayor que cualquier hombre, excepto aquellos a
los que Nuestro Padre ha dominado por completo; e, inversamente, un hombre
vivirá durante mucho tiempo en el campo del Enemigo antes de que emprenda tanto
trabajo espontáneo para agradar a los demás como el que una mujer completamente
corriente puede hacer todos los días. Así, mientras que la mujer piensa en
hacer buenas obras y el hombre en respetar los derechos de los demás, cada
sexo, sin ninguna falta de razón evidente, puede considerar y considera al otro
radicalmente egoísta.
Además
de todas estas confusiones, tú puedes añadir algunas más. El encantamiento
erótico produce una mutua complacencia en la que a cada uno le agrada
realmente ceder a los deseos del otro. También saben que el Enemigo les
exige un grado de caridad que, de ser alcanzado, daría lugar a actos similares.
Debes hacer que establezcan como una ley para toda su vida de casados ese grado
de mutuo sacrificio de sí que actualmente mana espontáneo del encantamiento
pero que, cuando el encantamiento se desvanezca, no tendrán caridad suficiente
para permitirles realizarlos. No verán la trampa, ya que están bajo la doble
ceguera de confundir la excitación sexual con la caridad y de pensar que la
excitación durará.
Una
vez establecida como norma una especie de desinterés oficial, legal o nominal
—una regla para cuyo cumplimiento sus recursos emocionales se han desvanecido y
sus recursos espirituales aún no han madurado—, se producen los más deliciosos
resultados. Al considerar cualquier acción conjunta, resulta obligatorio que A
argumente a favor de los supuestos deseos de B y en contra de los propios,
mientras B hace lo contrario. Con frecuencia, es imposible averiguar cuáles son
los auténticos deseos de cualquiera de las partes; con suerte, acaban haciendo
algo que ninguno quiere mientras que cada uno siente una agradable sensación de
virtuosidad y abriga una secreta exigencia de trato preferencia! por el
desinterés de que ha dado prueba y un secreto motivo de rencor hacia el otro
por la facilidad con que ha aceptado su sacrificio. Más tarde, puedes
adentrarte en lo que podría denominarse la Ilusión del Conflicto Generoso. Este
juego se juega mejor con más de dos jugadores, por ejemplo en una familia con
chicos mayores. Se propone algo completamente trivial, como tomar el té en el
jardín. Un miembro de la familia se cuida de dejar bien claro (aunque no con
palabras) que preferiría no hacerlo, pero que, por supuesto, está dispuesto a
hacerlo, por "desinterés". Los demás retiran al instante' su
propuesta, ostensiblemente a causa de su propio "desinterés", pero en
realidad porque no quieren ser utilizados como una especie de maniquí sobre el
que el primer interlocutor deje caer altruismos baratos. Pero éste no se va a
dejar privar de su orgía de desinterés. Insiste en hacer "lo que los otros
quieren". Ellos insisten en hacer lo que él quiere. Los ánimos se caldean.
Pronto alguien está diciendo: "¡Muy bien, pues entonces no tomaremos té en
ningún sitio!", a lo que sigue una verdadera discusión, con amargo
resentimiento por ambos lados. ¿Ves cómo se consigue? Si cada uno hubiese
estado defendiendo francamente su verdadero deseo, todos se habrían mantenido
dentro de los límites de la razón y la cortesía; pero, precisamente porque la
discusión está invertida y cada lado está contendiendo la batalla del otro
lado, toda la amargura que realmente fluye de la virtuosidad y la obstinación
frustradas y de los motivos de rencor acumulados en los últimos diez años,
queda ocultada por el "desinterés" oficial o nominal de lo que están
haciendo, o, por lo menos, les sirve como motivo para que se les excuse. Cada
lado es, de hecho, plenamente consciente de lo barato que es el desinterés del
adversario y de la falsa posición a la que está tratando de empujarles; pero
cada uno se las arregla, para sentirse irreprochable y abusado, sin más
deshonestidad de la que resulta natural en un hombre.
Un
humano sensato dijo: "Si la gente supiese cuántos malos sentimientos
ocasiona el desinterés, no se recomendaría tan a menudo desde el pulpito; y
además: "Es el tipo de mujer que vive para los demás: siempre puedes
distinguir a los demás por su expresión de acosados". Todo esto puede
iniciarse incluso en el período de noviazgo. Un poco de auténtico egoísmo
por parte de tu paciente es con frecuencia de menor valor a la larga, para
hacerse con su alma, que los primeros comienzos de ese elaborado y consciente
desinterés que puede un día florecer en algo como lo que te he descrito. Cierto
grado de falsedad mutua, cierta sorpresa de que la chica no siempre note lo
desinteresado que está siendo, se pueden meter de contrabando ya. Cuida mucho
estas cosas y, sobre todo, no dejes que los tontos jóvenes se den cuenta de
ellas. Si las notan, estarán en camino de descubrir que el "amor" no
es bastante, que se necesita caridad y aún no la han alcanzado, y que ninguna
ley externa puede suplir su función. Me gustaría que Suburbiano pudiera hacer
algo para minar el sentido del ridículo de esa joven.
Tu
cariñoso tío,
ESCRUTOPO
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