Mateo 22,15-21
Entonces los fariseos se fueron y consultaron entre sí, cómo le
sorprenderían en lo que hablase. Y le envían sus discípulos, juntamente con los
herodianos, diciendo: "Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el
camino de Dios, en verdad, y no te cuidas de cosa alguna; porque no miras a la
persona de los hombres: Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito dar tributo al
César o no?" Mas Jesús, conociendo la malicia de ellos, dijo: "¿Por
qué me tentáis, hipócritas? mostradme la moneda del tributo". Y ellos le
presentaron un denario. Y Jesús les dijo: "¿Cuya es esta figura e
inscripción?" Dícenle: "del César". Entonces les dijo:
"pues pagad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 42
Así como sucede cuando alguno quiere
detener el curso del agua que corre, que si llega a saltar la presa busca su
curso por otro lado, así la malicia de los judíos, cuando se vio confundida por
una parte, buscó salida por otra. Por esto dice: "Entonces los fariseos se
fueron", etc. Se fueron, diré, a buscar a los herodianos. Tal fue el
consejo, como tales eran los que lo dieron. Por esto sigue: "Y le enviaron
sus discípulos juntamente con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que
eres veraz, y que enseñas el camino de Dios en verdad".
Glosa
Se valieron de personas desconocidas,
para engañar más fácilmente a Jesús y poderle atrapar por medio de ellas.
Porque como temían a las gentes, no se atrevían a hacerlo por sí mismos.
San Jerónimo
Hacía poco que Judea había quedado
sometida a los romanos por César Augusto, cuando tuvo lugar el censo de todo el
mundo, y se establecieron los tributos. Por eso había en el pueblo mucho deseo
de insurreccionarse. Decían unos que los romanos cuidaban de la seguridad y de
la tranquilidad de todos, por cuya razón se les debía pagar el tributo; pero
los fariseos, que se atribuían toda justicia, apoyaban, por el contrario, que
el pueblo de Dios (que ya pagaba los diezmos, daba las primicias, y todo lo
demás que estaba prescrito en la ley) no debía estar sujeto a leyes humanas.
Pero César Augusto había colocado a Herodes, hijo de Antipatro, extranjero y
prosélito, como rey de los judíos; el cual debía ordenar los tributos y
obedecer al Imperio Romano. Por lo tanto, los fariseos envían a sus discípulos
con los herodianos, esto es, o con los soldados de Herodes o con aquellos a
quienes daban el apodo irónico de herodianos y trataban como no afectos al
culto divino, porque pagaban sus tributos a los romanos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in
Matthaeum, hom. 70,1
Por esto, pues, envían a sus discípulos
junto con los soldados de Herodes, para que pudiesen vituperar cualquier cosa
que dijere el Salvador. Deseaban, pues, que el Señor dijere algo en contra de
los herodianos, porque como temían prenderlo por temor a las turbas, querían
ponerle en peligro, y hacerle aparecer como enemigo de los tributos públicos.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 42
Esta es la primera ficción de los
hipócritas, cuando alaban a los que quieren perder; y por lo tanto, empiezan la
alabanza, diciendo: "Maestro, sabemos que eres veraz, etc." Le llaman
Maestro, para que viéndose honrado y alabado, les manifieste sencillamente los
secretos de su corazón, como deseando tenerles por discípulos.
Glosa
De tres modos sucede que alguno no
enseñe la verdad: primeramente, por parte del que enseña, porque o desconoce la
verdad, o no la estima; y en contra de esto dicen: "Sabemos que eres
veraz". En segundo lugar, de parte de Dios, porque pospuesto su temor,
algunos no enseñan con toda su pureza la verdad que procede de Dios, y que
ellos conocen; y contra esto dicen: "Y que enseñas el camino de Dios, en
verdad". Y en tercer lugar, de parte del prójimo, por cuyo temor o amor
calla alguno la verdad; y para ocultar esto añaden: "Y que no te cuidas de
cosa alguna", (esto es, del hombre), "porque no miras a la persona de
los hombres".
San Juan Crisóstomo, homiliae in
Matthaeum, hom. 70,1
Esto lo decían en secreto, pero
refiriéndose a Herodes y a César.
San Jerónimo
Esta pregunta suave y engañosa, le
provoca a responder, que debe temerse más a Dios que al César; por esto dicen:
"Dinos, pues: ¿qué te parece?", etc. Para que si dice que no deben
pagarse los tributos, lo oigan enseguida los herodianos y le detengan como reo
de sedición contra el emperador de Roma.
San Juan Crisóstomo, homiliae in
Matthaeum, hom. 70,1
Y como sabían que a algunos que habían
aspirado a introducir esta discordia los habían matado, querían también hacerle
caer en esta sospecha por estas palabras.
Prosigue: "Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 42
No les responde de la misma manera
sencilla y pacífica sino que contesta según las intenciones malas de los que
preguntan, porque Dios responde a los pensamientos y no a las palabras.
San Jerónimo
La primera virtud del que responde
consiste en conocer las intenciones de los que preguntan y no llamarles
discípulos suyos sino tentadores. Hipócrita es aquel que aparenta ser algo que no
es.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 42
Les llama hipócritas porque no iban a
llevar a cabo lo que pensaban hacer, sabiendo que El conoce el corazón de los
hombres y que, por eso mismo, conocía sus malas intenciones. Véase aquí el por qué
los fariseos le halagaban para perderle. Pero Jesús los confundía para
salvarlos, puesto que para un hombre no es de ningún provecho adular mientras
que sí lo es ser corregido por Dios.
San Jerónimo
La sabiduría siempre obra de una manera
sabia, y confunde con frecuencia a sus tentadores, por medio de su palabra. Por
esto sigue: "Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un
denario". Esta clase de moneda era la que se consideraba del valor de diez
monedas, y llevaba el retrato del César. Por esto sigue: "Y Jesús les
dijo: ¿de quién es esta figura e inscripción?" Los que creían que la
pregunta del Salvador era hija de la ignorancia y no de la deferencia, aprendan
aquí cómo Jesús podía conocer la imagen que había en la moneda. Prosigue:
"Dícenle: del César". Y no creemos que era César Augusto, sino
Tiberio, su hijastro, en cuyo tiempo sufrió la pasión nuestro Señor. Todos los
emperadores romanos, desde el primero, llamado Cayo César que se apoderó del
imperio, se llamaban Césares. Prosigue: "Pues pagad al César lo que es del
César", esto es, la moneda, el tributo y el dinero.
San Hilario, in Matthaeum, 23
Si nada hay que siendo del César se
encuentre entre nosotros, no estaremos obligados a darle lo que es suyo. Por lo
tanto si nos ocupamos de sus cosas, si usamos del poder que él nos concede no
haremos ofensa alguna, si damos al César lo que es del César.
San Juan Crisóstomo, homiliae in
Matthaeum, hom. 70,2
Tú también, cuando oigas: da al César lo
que es del César, sabe que únicamente dice el Salvador aquello que no se opone
a la piedad. Porque si hubiese algo de esto, no constituirá un tributo del
César, sino del diablo. Y después, para que no digan: que los hombres no están
sujetos, añade: "Y a Dios lo que es de Dios".
San Jerónimo
Esto es, las décimas, las primicias, las
oblaciones y las víctimas. Así como el mismo Señor pagó al César el tributo por
sí y por San Pedro, pagó también a Dios, lo que es de Dios, haciendo la
voluntad de su Padre.
San Hilario, in Matthaeum, 23
Conviene por lo tanto que nosotros le
paguemos lo que le debemos, esto es, el cuerpo, el alma y la voluntad. La
moneda del César está hecha en el oro, en donde se encuentra grabada su imagen;
la moneda de Dios es el hombre, en quien se encuentra figurada la imagen de
Dios; por lo tanto dad vuestras riquezas al César y guardad la conciencia de
vuestra inocencia para Dios.
Orígenes, homilia 21 in Matthaeum
En esto aprendemos por el ejemplo del
Salvador que no debemos atender a lo que dicen muchos so pretexto de
religiosidad y que, por lo tanto, tiene algo de vanagloria, sino a lo que es
conveniente, según dicta la razón. También podemos entender este pasaje en
sentido moral, porque debemos dar al cuerpo algunas cosas -lo necesario- como
tributo al César. Pero todo lo que está conforme con la naturaleza de las
almas, esto es, lo que afecta a la virtud, debemos ofrecerlo al Señor. Los que
enseñan que según la ley de Dios no debemos cuidarnos del cuerpo son fariseos,
que prohíben pagar el tributo al César, como los que prohíben casarse y mandan
abstenerse de comer a los que Dios ha creado. Y los que dicen que debemos
conceder al cuerpo más de lo que debemos, son herodianos. Nuestro Salvador
quiere que no sufra menoscabo la virtud, cuando prestamos nuestro servicio al
cuerpo; ni que sea oprimida la naturaleza material, cuando nos dedicamos con
exceso a la práctica de la virtud. El príncipe de este mundo, es decir, el
diablo, representa al César; no podemos por lo tanto dar a Dios lo que es de
Dios hasta que hayamos pagado al príncipe lo que es suyo, esto es, hasta que
hayamos dejado toda su malicia. Aprendamos también aquí esto mismo que no
debemos callar en absoluto en contra de los que nos tientan, ni responder
sencillamente, sino con circunspección, así quitaremos la ocasión de que se
quejen contra nosotros, y enseñaremos qué es lo que deben hacer para no ser
dignos de reprensión los que quieren salvarse.
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