XXVII
Mi
querido Orugario:
Pareces
estar consiguiendo muy poco por ahora. La utilidad de su "amor" para
distraer su pensamiento del Enemigo es, por supuesto, obvia, pero revelas el
pobre uso que estás haciendo de él cuando dices que la cuestión de la
distracción y del pensamiento errante se han convertido ahora en uno de los
temas principales de sus oraciones. Eso significa que has fracasado en gran
medida. Cuando ésta o cualquier otra distracción cruce su mente, deberías
animarle a apartarla por pura fuerza de voluntad y a tratar de proseguir su
oración normal como si no hubiese pasado nada; una vez que acepta la
distracción como su problema actual y expone eso ante el Enemigo y lo
hace el tema principal de sus oraciones y de sus esfuerzos, entonces, lejos de
hacer bien, has hecho daño. Cualquier cosa, incluso un pecado, que tenga el
efecto final de acercarle al Enemigo, nos perjudica a la larga.
Un
curso de acción prometedor es el siguiente; ahora que está enamorado, una nueva
idea de la felicidad terrena ha nacido en su mente; y de ahí una nueva
urgencia en sus oraciones, de petición: sobre esta guerra y otros asuntos
semejantes. Ahora es el momento de suscitar dificultades intelectuales acerca
de esta clase de oraciones. La falsa espiritualidad debe estimularse siempre.
Con el motivo aparentemente piadoso de que "la alabanza y la comunión con
Dios son la verdadera oración", con frecuencia se puede atraer a los humanos
a la desobediencia directa al Enemigo. Quien (en su habitual estilo plano,
vulgar, sin interés) les ha dicho claramente que recen por el pan de cada día y
por la curación de sus enfermos. Les ocultarás, naturalmente, el hecho de que
la oración por el pan de cada día, interpretada en un "sentido
espiritual", es en el fondo tan vulgarmente de petición como en cualquier
otro sentido.
Ya
que tu paciente ha contraído el terrible hábito de la obediencia, probablemente
seguirá rezando oraciones tan "vulgares" hagas lo que hagas. Pero
puedes preocuparle con la obsesionante sospecha cíe que tal práctica es absurda
y no puede tener resultados objetivos. No olvides usar el razonamiento:
"Cara, yo gano; cruz, tú pierdes". Si no ocurre lo que él pide,
entonces eso es una prueba más de que las oraciones de petición no sirven; si
ocurre, será capaz, naturalmente, de ver algunas de las causas físicas que
condujeron a ello, y "por tanto, hubiese ocurrido de cualquier modo",
y así una petición concedida resulta tan buena prueba como una denegada de que
las oraciones son ineficientes.
Tú,
al ser un espíritu, encontrarás difícil de entender cómo se engaña de este
modo. Pero debes recordar que él toma el tiempo por una realidad definitiva.
Supone que el Enemigo, como él, ve algunas cosas como presentes, recuerda otras
como pasadas, y prevé otras como futuras; o, incluso si cree que el Enemigo no
ve las cosas de ese modo, sin embargo, en el fondo de su corazón, considera eso
como una particularidad del modo de percepción del Enemigo; no cree realmente
(aunque diría que sí) que las cosas son tal como las ve el Enemigo. Si tratases
de explicarle que las oraciones de los hombres de hoy son una de las
incontables coordenadas con las que el Enemigo armoniza el tiempo que hará
mañana, te replicaría que entonces el Enemigo siempre supo que los hombres iban
a rezar esas oraciones y, por tanto, no rezaron libremente sino que estaban
predestinados a hacerlo. Y añadiría que el tiempo que hará un día dado puede
trazarse a través de sus causas hasta la creación originaria de la materia
misma, de forma que todo, tanto desde el lado humano como desde el material,
está "dado desde el principio". Lo que debería decir es, por
supuesto, evidente para nosotros: que el problema de adaptar el tiempo
particular a las oraciones particulares es meramente la aparición, en dos
puntos de su forma de percepción temporal, del problema total de adaptar el
universo espiritual entero al universo corporal entero; que la creación en su
totalidad actúa en todos los puntos del espacio y del tiempo, o mejor, que su
especie de conciencia les obliga a enfrentarse con el acto creador completo y
coherente como una serie de acontecimientos sucesivos. Por qué ese acto
creador deja sitio a su libre voluntad es el problema de los problemas, el
secreto oculto tras las tonterías del Enemigo acerca del "Amor". Cómo
lo hace no supone problema alguno, porque el Enemigo no prevé a los
humanos haciendo sus libres aportaciones en el futuro, sino que los ve haciéndolo
en su Ahora ilimitado. Y, evidentemente, contemplar a un hombre haciendo algo
no es obligarle a hacerlo.
Se
puede replicar que algunos escritores humanos entrometidos, notablemente
Boecio, han divulgado este secreto. Pero en el clima intelectual que al fin
hemos logrado suscitar por toda la Europa occidental, no debes preocuparte por
eso. Sólo los eruditos leen libros antiguos, y nos hemos ocupado ya de los
eruditos para que sean, de todos los hombres, los que tienen menos
probabilidades de adquirir sabiduría leyéndolos. Hemos conseguido esto
inculcándoles el Punto de Vista Histórico. El Punto de Vista Histórico
significa, en pocas palabras, que cuando a un erudito se le presenta una
afirmación de un autor antiguo, la única cuestión que nunca se plantea es si es
verdad. Se pregunta quién influyó en el antiguo escritor, y hasta qué punto su
afirmación es consistente con lo que dijo en otros libros, y qué etapa de la
evolución del escritor, o de la historia general del pensamiento, ilustra, y
cómo afectó a escritores posteriores, y con qué frecuencia ha sido mal interpretado
(en especial por los propios colegas del erudito) y cuál ha sido la marcha
general de su crítica durante los últimos diez años, y cuál es el "estado
actual de la cuestión". Considerar al escritor antiguo como una posible
fuente de conocimiento —presumir que lo que dijo podría tal vez modificar los
pensamientos o el comportamiento de uno—, sería rechazado como algo
indeciblemente ingenuo. Y puesto que no podemos engañar continuamente a toda la
raza humana, resulta de la máxima importancia aislar así a cada generación de
las demás; porque cuando el conocimiento circula libremente entre unas épocas y
otras, existe siempre el peligro de que los errores característicos de una
puedan ser corregidos por las verdades características de otra. Pero, gracias a
Nuestro Padre y al Punto de Vista Histórico, los grandes sabios están ahora tan
poco nutridos por el pasado como el más ignorante mecánico que mantiene que
"la historia es un absurdo".
Tu
cariñoso tío,
ESCRUTOPO
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