lunes, 5 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 187

 

Lunes de la 27ª semana

OTRAS UTILIDADES DE LA LEY DEL AMOR

1º) La caridad obra el perdón de los pecados; pues si alguien ofendiere a otro y después lo amare íntimamente, borra la ofensa con el amor; del mismo modo Dios perdona los pecados a los que le aman. Tal vez dirá alguno: si es suficiente la caridad para destruir los pecados, no es necesaria la penitencia. Pero debe considerarse que nadie ama de veras si realmente no se arrepiente; pues cuanto más amamos a alguno, más nos dolemos de haberle ofendido, y esto es efecto de la caridad.

 

2º) Produce la iluminación del corazón como dice Job: Nosotros estamos envueltos en tinieblas (37, 19), pues frecuentemente ignorarnos qué debemos hacer o desear, pero la caridad nos enseña todo lo necesario a la salvación; por eso se dice: su unción os enseña todas las cosas (1 Jn 2, 27). Esto es así porque donde está la caridad allí está el Espíritu Santo que conoce todas las cosas y nos conduce por el camino recto. Por eso se dice en el Eclesiástico: Los que teméis a Dios, amadle, y serán iluminados vuestros corazones (2, 10).

 

3º) Perfecciona en el hombre la perfecta alegría; pues nadie tiene verdaderamente alegría si no vive en caridad. Todo el que desea algo, no goza, ni se alegra, ni descansa hasta alcanzarlo; y suele suceder en las cosas temporales que, cuando no se las posee, se apetecen, y, una vez poseídas, se desprecian y engendran fastidio; pero no ocurre lo mismo en las cosas espirituales; es más, quien ama a Dios, lo posee, y por eso el ánimo del que ama y desea descansa en él.

 

4º) La caridad nos da la paz perfecta. Acaece que las cosas temporales son deseadas frecuentemente, pero una vez poseídas, no descansa el ánimo del que desea; es más, poseída una cosa, se apetece otra: Los impíos son como el mar agitado, que no puede estar en calma (Is 57, 20). No hay paz para los impíos (Ibid., 21). Pero no ocurre así en la caridad con Dios. Pues quien ama a Dios, posee paz perfecta: Mucha paz para los que aman tu ley; y no hay para ellos tropiezo (Sal 118, 165.) Y esto es así, porque sólo Dios basta para llenar nuestro deseo; él es mayor que nuestro corazón, y por eso dice San Agustín: "Tú, oh Dios mío, nos has creado para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti"*.

 

5º) La caridad otorga al hombre una gran dignidad. Todas las criaturas sirven a la divina majestad, como las obras de arte sirven al artista; mas la caridad convierte a los hombres de siervos en libres y amigos. Por eso dijo el Señor a los Apóstoles: No os llamare ya siervos... os he llamado amigos (Jn 15, 15.) Y la caridad no solamente hace libres, sino también hijos, es decir, que tengamos nombre de hijos de Dios, y lo seamos (1 Jn 3, 1.) Pues un extraño se hace hijo adoptivo de otro cuando adquiere para sí el derecho a su herencia; así la caridad adquiere el derecho a la herencia de Dios, que es la vida eterna. Ved cómo han sido contados entre los hijos de Dios (Sab 5, 5.)

(In Decalog., III)

Nota:

*Confess., lib. III, cap. I.

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