Trigésimo primer domingo del Tiempo Ordinario
CEC 2044: la acción
moral y el testimonio cristiano
CEC 876, 1550-1551:
el sacerdocio es un servicio; la fragilidad humana de los jefes
CEC 2044: la acción moral y el testimonio cristiano
2044 La fidelidad de los bautizados es una
condición primordial para el anuncio del Evangelio y para la misión de la Iglesia en el
mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de
irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el
testimonio de vida de los cristianos. “El mismo testimonio de la vida cristiana
y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para
atraer a los hombres a la fe y a Dios” (AA 6).
CEC 876, 1550-1551:
el sacerdocio es un servicio; la fragilidad humana de los jefes
876 El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente
ligado a la naturaleza sacramental. En efecto, enteramente dependiente de
Cristo que da misión y autoridad, los ministros son verdaderamente
"siervos de Cristo" (Rm 1, 1), a imagen de Cristo que, libremente ha tomado por
nosotros "la forma de siervo" (Flp 2, 7). Como la palabra y la gracia de la
cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para
los otros, ellos se harán libremente esclavos de todos (cf. 1 Co 9, 19).
1550 Esta presencia de Cristo en el ministro no debe ser entendida como si éste estuviese exento de todas las flaquezas humanas, del afán de poder, de errores, es decir, del pecado. No todos los actos del ministro son garantizados de la misma manera por la fuerza del Espíritu Santo. Mientras que en los sacramentos esta garantía es dada de modo que ni siquiera el pecado del ministro puede impedir el fruto de la gracia, existen muchos otros actos en que la condición humana del ministro deja huellas que no son siempre el signo de la fidelidad al evangelio y que pueden daña, por consiguiente, a la fecundidad apostólica de la Iglesia.
1551 Este
sacerdocio es ministerial. "Esta Función [...], que el Señor
confió a los pastores de su pueblo, es un verdadero servicio"
(LG 24). Está enteramente referido a Cristo y a los hombres. Depende
totalmente de Cristo y de su sacerdocio único, y fue instituido en favor de los
hombres y de la comunidad de la Iglesia. El sacramento del Orden comunica
"un poder sagrado", que no es otro que el de Cristo. El ejercicio de
esta autoridad debe, por tanto, medirse según el modelo de Cristo, que por amor
se hizo el último y el servidor de todos (cf. Mc 10,43-45; 1
P 5,3). "El Señor dijo claramente que la atención prestada a su
rebaño era prueba de amor a Él" (San Juan Crisóstomo, De
sacerdotio 2,4; cf. Jn 21,15-17).
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